¡Esta es una Revolución!

¡Este no es un golpe, ésta es una revolución! Ernesto "Che" Guevara


Es esta una Revolución singular que algunos han creído ver que no se ajusta con respecto a una de las premisas de lo más ortodoxo del movimiento revolucionario, expresada por Lenin: "sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario." Convendría decir que la teoría revolucionaria, como expresión de una verdad social, está por encima de cualquier enunciado; es decir, que la Revolución puede hacerse si se interpreta correctamente la realidad histórica y se utilizan correctamente las fuerzas que intervienen en ella, aun sin conocer teoría.
En toda revolución se incorporan siempre elementos de muy distintas tendencias que, no obstante, coinciden en la acción y en los objetivos más inmediatos de ésta.
Es claro que si los dirigentes tienen, antes de la acción, un conocimiento teórico adecuado, pueden evitarse tantos errores, siempre que la teoría adoptada corresponda a la realidad.
Los actores principales de esta Revolución no tenían un criterio coherente, pero tampoco podría decirse que fueran ignorantes de los distintos conceptos que sobre la historia, la sociedad, la economía y la revolución se discuten hoy en el mundo.
El conocimiento profundo de la realidad, la relación estrecha con el pueblo, la firmeza del objetivo liberado y la experiencia de la práctica revolucionaria les dieron a sus dirigentes la oportunidad de formarse un concepto teórico más completo.
Lo anterior debe considerarse un introito a la explicación de este fenómeno curioso que tiene a todo el mundo intrigado: la Revolución cubana. El cómo y el porqué un grupo de hombres destrozados por un ejército enormemente superior en técnica y equipo logró ir sobreviviendo primero, hacerse fuerte luego, más fuerte que el enemigo en las zonas de batalla más tarde, emigrando hacia nuevas zonas de combate, en un momento posterior, para derrotarlo finalmente en batallas campales, aunque aun con tropas muy inferiores en número, es un hecho digno de estudio en la historia del mundo contemporáneo.
Naturalmente, nosotros, que a menudo no mostramos la debida preocupación por la teoría, no vendremos hoy a exponer, como dueños de ella, la verdad de la Revolución cubana; simplemente tratamos de dar las bases para que se pueda interpretar esta verdad. De hecho, hay que separar en la Revolución cubana dos etapas absolutamente diferentes: la de la acción armada hasta el primero de enero de 1959; la transformación política, económica y social de ahí en adelante.
Aún estas dos etapas merecen subdivisiones sucesivas, pero no las tomaremos desde el punto de vista de la exposición histórica, sino desde el punto de vista de la evolución del pensamiento revolucionario de sus dirigentes a través del contacto con el pueblo. Incidentalmente, aquí hay que introducir una postura general frente a uno de los más controvertidos términos del mundo actual: el marxismo. Nuestra posición cuando se nos pregunta si somos marxistas o no, es la que tendría un físico al que se le preguntara si es "newtoniano", o un biólogo si es "pasteuriano".
Hay verdades tan evidentes, tan incorporadas al conocimiento de los pueblos que ya es inútil discutirlas. Se debe ser "marxista" con la misma naturalidad con que se es "newtoniano" en física, o "pasteuriano" en biología, considerando que si nuevos hechos determinan nuevos conceptos, no se quitará nunca su parte de verdad a aquellos otros que hayan pasado. Tal es el caso por ejemplo, de la relatividad "einsteiniana" o de la teoría de los "quanta" de Planck con respecto a los descubrimientos de Newton; sin embargo, eso no quita absolutamente nada de su grandeza al sabio inglés. Gracias a Newton es que pudo avanzar la física hasta lograr los nuevos conceptos del espacio. El sabio inglés es el escalón necesario para ello.
A Marx, como pensador, como investigador de las doctrinas sociales y del sistema capitalista que le tocó vivir puede, evidentemente, objetársele ciertas incorrecciones. Nosotros, los latinoamericanos, podemos, por ejemplo, no estar de acuerdo con su interpretación de Bolívar o con el análisis que hicieran Engels y él de los mexicanos, dando por sentadas incluso ciertas teorías de las razas o de las nacionalidades inadmisibles hoy. Pero los grandes hombres descubridores de verdades luminosas, viven a pesar de sus pequeñas faltas, y éstas sirven solamente para demostrarnos que son humanos, es decir, seres que pueden incurrir en errores, aun con la clara conciencia de la altura alcanzada por estos gigantes del pensamiento. Es por ello que reconocemos las verdades esenciales del marxismo como incorporadas al acervo cultural y científico de los pueblos y lo tomamos con la naturalidad que nos da algo que ya no necesita discusión.
Los avances en la ciencia social y política, como en otros campos, pertenecen a un largo proceso histórico cuyos eslabones se encadenan, se suman, se aglutinan y se perfeccionan constantemente. En el principio de los pueblos, existía una matemática china, árabe o hindú; hoy la matemática no tiene fronteras. Dentro de su historia cabe un Pitágoras griego, un Galileo italiano, un Newton inglés, un Gauss alemán, un Lovachevki ruso, un Einstein, &c. Así en el campo de las ciencias sociales y políticas, desde Demócrito hasta Marx, una larga serie de pensadores fueron agregando sus investigaciones originales y acumulando un cuerpo de experiencias y de doctrinas.
El mérito de Marx es que produce de pronto en la historia del pensamiento social un cambio cualitativo; interpreta la historia, comprende su dinámica, prevé el futuro, pero, además de preverlo, donde acabaría su obligación científica, expresa un concepto revolucionario: no sólo hay que interpretar la naturaleza, es preciso transformarla. El hombre deja de ser esclavo e instrumento del medio y se convierte en arquitecto de su propio destino. En este momento, Marx empieza a colocarse en una situación tal, que se constituye en el blanco obligado de todos los que tienen interés especial en mantener lo viejo, como antes le pasara a Demócrito, cuya obra fue quemada por el propio Platón y sus discípulos ideólogos de la aristocracia esclavista ateniense. A partir de Marx revolucionario, se establece un grupo político con ideas concretas que, apoyándose en los gigantes, Marx y Engels, y desarrollándose a través de etapas sucesivas, con personalidades como Lenin, Stalin, Mao Tse-tung y los nuevos gobernantes soviéticos y chinos, establecen un cuerpo de doctrina y, digamos, ejemplos a seguir.
La Revolución cubana toma a Marx donde éste dejara la ciencia para empuñar su fusil revolucionario; y lo toma allí, no por espíritu de revisión, de luchar contra lo que sigue a Marx, que revivir a Marx "puro", sino, simplemente, porque hasta allí Marx, el científico, colocado fuera de la historia, estudiaba y vaticinaba. Después Marx revolucionario, dentro de la historia, lucharía. Nosotros, revolucionarios prácticos, iniciando nuestra lucha simplemente cumplíamos leyes previstas por Marx el científico, y por ese camino de rebeldía, al luchar contra la vieja estructura del poder, al apoyarnos en el pueblo para destruir esa estructura y, al tener como base de nuestra lucha la felicidad de ese pueblo, estamos simplemente ajustándonos a las predicciones del científico Marx. Es decir, y es bueno puntualizarlo una vez más, las leyes del marxismo están presentes en los acontecimientos de la Revolución cubana, independientemente de que sus líderes profesen o conozcan cabalmente, desde un punto de vista teórico, esas leyes.
Para mejor comprensión del movimiento revolucionario cubano, hasta el primero de enero, había que dividirlo en las siguientes etapas: antes del desembarco del Granma; desde el desembarco del Granma hasta después de las victorias de la Plata y Arroyo del Infierno; desde estas fechas hasta el Uvero y la constitución de la Segunda Columna guerrillera; de allí hasta la constitución de la Tercera y Cuarta, la invasión hacía Sierra de Cristal y establecimiento del Segundo Frente; la huelga de abril y su fracaso; el rechazo de la gran ofensiva; la invasión hacia Las Villas.
Cada uno de estos pequeños momentos históricos de la guerrilla va enmarcando distintos conceptos sociales y distintas apreciaciones de la realidad cubana que fueron contorneando el pensamiento de los líderes militares de la Revolución, los que, con el tiempo reafirmarían también su condición de líderes políticos.
Antes del desembarco del Granma predominaba una mentalidad que hasta cierto punto pudiera llamarse subjetivista; confianza ciega en una rápida explosión popular, entusiasmo y fe en poder liquidar el poderío batistiano por un rápido alzamiento combinado con huelgas revolucionarias espontáneas y la subsiguiente caída del dictador. El movimiento era el heredero directo del Partido Ortodoxo y su lema central: «Vergüenza contra dinero.» Es decir, la honradez administrativa como idea principal del nuevo Gobierno cubano.
Sin embargo, Fidel Castro había anotado en La historia me absolverá, las bases que han sido casi íntegramente cumplidas por la Revolución, pero que han sido también superadas por ésta, yendo hacia una mayor profundización en el terreno económico, lo que ha traído parejamente una mayor profundización en el terreno político, nacional e internacional.
Después del desembarco viene la derrota, la destrucción casi total de las fuerzas, su reagrupamiento e integración como guerrilla. Ya el pequeño número de sobrevivientes y, además, sobrevivientes con ánimo de lucha, se caracteriza por comprender la falsedad del esquema imaginado en cuanto a los brotes espontáneos de toda la Isla, y por el entendimiento de que la lucha tendrá que ser larga y deberá contar con una gran participación campesina. Aquí se inician también los primeros ingresos de los campesinos en la guerrilla y se libran dos encuentros, de poca monta en cuanto al número de combatientes pero de gran importancia psicológica debido a que borró la susceptibilidad del grupo central de esta guerrilla, constituido por elementos provenientes de la ciudad, contra los campesinos. Estos a su vez, desconfiaban del grupo y, sobre todo, temían las bárbaras represalias del gobierno. Se demostraron en esta etapa dos cosas, ambas muy importantes para los factores interrelacionados: a los campesinos, que las bestialidades del ejército y toda la persecución no serían suficientes para acabar con la guerrilla, pero serían capaces de acabar con sus casas, sus cosechas sus familias, por lo que era una buena solución refugiarse en el seno de aquella, donde estaban a cubierto sus vidas; a su vez, aprendieron los guerrilleros la necesidad cada vez más grande de ganarse a las masas campesinas, para lo cual, obviamente, había que ofrecerles algo que ellos ansiaran con todas sus fuerzas; y no hay nada que un campesino quisiera más que la tierra.
Prosigue luego una etapa nómada en la cual el Ejército Rebelde va conquistando zonas de influencia. No puede todavía permanecer mucho tiempo en ellas pero el ejército enemigo tampoco logra hacerlo y apenas puede internarse. En diversos combates se va estableciendo una especie de frente no bien delimitado entre las dos partes.
El 28 de mayo de 1957 se marca un hito, al atacar en el Uvero a una guarnición bien armada, bastante bien atrincherada y con posibilidades de recibir refuerzos rápidamente; al lado del mar y con aeropuerto. La victoria de las fuerzas rebeldes en este combate, uno de los más sangrientos llevado a cabo, ya que quedó un treinta por ciento de las fuerzas que entraron en combate fuera de él, muertas o heridas, hizo cambiar totalmente el panorama; ya había un territorio en el cual el Ejército Rebelde campeaba por sus respetos, de donde no se filtraban hacia el enemigo las noticias de ese ejército y de donde podía, en rápidos golpes de mano, descender a los llanos y atacar puestos del adversario.
Poco después, se produce la ya primera segregación y se establecen dos columnas combatientes. La segunda lleva, por razones de enmascaramiento bastante infantiles, el nombre de Cuarta Columna. Inmediatamente dan muestras de actividad las dos, y, el 26 de julio, se ataca a Estrada Palma y, cinco días después, a Bueycito, a unos treinta kilómetros de este lugar. Ya las manifestaciones de fuerza son más importantes, se espera a pie firme a los represores, se les detiene en varias tentativas de subir a la Sierra y se establecen frentes de lucha con amplias zonas de tierra de nadie, vulneradas por incursiones punitivas de los dos bandos pero manteniéndose, aproximadamente, los mismos frentes.
Sin embargo, la guerrilla va engrosando sus fuerzas con sustancial aporte de los campesinos de la zona y de algunos miembros del Movimiento en las ciudades, haciéndose más combativa, aumentando su espíritu de lucha. Parten en febrero del año 58, después de soportar algunas ofensivas que son rechazadas, las columnas de Almeida, la 3, a ocupar su lugar cerca de Santiago y de Raúl Castro, que recibe el número 6 y el nombre de nuestro héroe, Frank País, muerto pocos meses antes. Raúl realiza la hazaña de cruzar la carretera central los primeros días de marzo de ese año, internándose en las lomas de Mayarí y creando el Segundo Frente Oriental Frank País.
Los éxitos crecientes de nuestras fuerzas rebeldes se iban filtrando a través de la censura y el pueblo iba rápidamente alcanzando el clímax de su actividad revolucionaria. Fue en este momento que se planteó, desde La Habana, la lucha en todo el territorio nacional mediante una huelga general revolucionaria que debía destruir la fuerza del enemigo atacándola simultáneamente en todos los puntos.
La función del Ejército Rebelde sería, en este caso, la de un catalizador o, quizás, la de una "espina irritativa" para desencadenar el movimiento. En esos días nuestras guerrillas aumentaron su actividad, y empezó a crear su leyenda heroica Camilo Cienfuegos, luchando por primera vez en los llanos orientales, con un sentido organizativo y respondiendo a una dirección central.
La huelga revolucionaria, sin embargo no estaba planteada adecuadamente, pues desconocía la importancia de la unidad obrera y no se buscó el que los trabajadores, en el ejercicio mismo de su actividad revolucionaria, eligieran el momento preciso. Se pretendió dar un golpe de mano clandestino, llamando a la huelga desde una radio, ignorando que el secreto del día y la hora se había filtrado a los esbirros pero no al pueblo. El movimiento huelguístico fracasó, siendo asesinado inmisericordemente un buen y selecto número de patriotas revolucionarios.
Como dato curioso, que debe anotarse alguna vez en la historia de esta Revolución, Jules Dubois, el correveidile de los monopolios norteamericanos, conocía de antemano el día en que se desencadenaría la huelga.
En este momento se produce uno de los cambios cualitativos más importantes en el desarrollo de la guerra, al adquirirse la certidumbre de que el triunfo se lograría solamente por el aumento paulatino de las fuerzas guerrilleras, hasta derrotar al ejército enemigo en batallas campales.
Ya entonces se han establecido amplias relaciones con el campesinado; el Ejército Rebelde ha dictado sus códigos penales y civiles, imparte justicia, reparte alimentos y cobra impuestos en las zonas administradas. Las zonas aledañas reciben también la influencia del Ejército Rebelde, pero se preparan grandes ofensivas que en dos meses de lucha, arrojan un saldo de mil bajas para el ejército invasor, totalmente desmoralizado, y un aumento en seiscientas armas de nuestra capacidad combatiente.
Está demostrado ya que el ejército no puede derrotarnos; definitivamente, no hay fuerza en Cuba capaz de hacer doblegar los picachos de la Sierra Maestra y todas las lomas del Segundo Frente Oriental Frank País; los caminos se tornan intransitables en Oriente para las tropas de la tiranía. Derrotada la ofensiva, se encarga a Camilo Cienfuegos, con la Columna n. 2, y al autor de estas líneas, con la Columna n. 8 Ciro Redondo, el cruzar la provincia de Camagüey, establecerse en Las Villas, cortar las comunicaciones del enemigo, Camilo debía luego seguir su avance para repetir la hazaña del héroe cuyo nombre lleva su columna, Antonio Maceo: la invasión total de Oriente a Occidente.
La guerra muestra en este momento una nueva característica; la correlación de fuerzas se vuelva hacia la Revolución, dos pequeñas columnas de ochenta y ciento cuarenta hombres, cruzarán durante mes y medio los llanos de Camagüey, constantemente cercados o acosados por un ejército que moviliza miles de soldados, llegarán a Las Villas e iniciarán la tarea de cortar en dos la Isla.
A veces resulta extraño, otras veces incomprensible y, algunas más, increíble el que se puedan batir dos columnas de tan pequeño tamaño, sin comunicaciones, sin movilidad, sin las más elementales armas de la guerra moderna, contra ejércitos bien adiestrados y, sobre todo, bien armados. Lo fundamental es la característica de cada grupo; cuanto más incómodo está, cuanto más adentrado en los rigores de la naturaleza, el guerrillero se siente más en su casa, su moral más alta, su sentido de seguridad, más grande. Al mismo tiempo, en cualquier circunstancia ha venido a jugar su vida, a tirarla a la suerte de una moneda cualquiera y, en líneas generales, del resultado final del combate importa poco el que el guerrillero-individuo salga vivo o no.
El soldado enemigo, en el ejemplo cubano que nos ocupa, es el socio menor del dictador, el hombre que recibe la última de las migajas que le ha dejado el penúltimo de los aprovechados, de una larga cadena que se inicia en Wall Street y acaba en él. Está dispuesto a defender sus privilegios, pero está dispuesto a defenderlos en la misma medida en que ellos sean importantes. Sus sueldos y sus prebendas valen algunos sufrimientos y algunos peligros, pero nunca valen su vida; si el precio de mantenerlos debe pagarse con ella, mejor es dejarlos, es decir, replegarse frente al peligro guerrillero. De estos dos conceptos y estas dos morales, surge la diferencia, que haría crisis el 31 de diciembre de 1958.
Se va estableciendo cada vez más claramente la superioridad del Ejército Rebelde y, además, se demuestra con la llegada a Las Villas de nuestras columnas, la mayor popularidad del Movimiento 26 de Julio sobre todos los otros: el Directorio Revolucionario, el Segundo Frente de Las Villas, el Partido Socialista Popular y algunas pequeñas guerrillas de la Organización Auténtica. Esto era debido en mayor parte a la personalidad magnética de su líder, Fidel Castro, pero también influía la mayor justeza de la línea revolucionaria.
Aquí acababa la insurrección, pero los hombres que llegan a La Habana después de dos años de ardorosa lucha en las sierras y los llanos de Oriente, en los llanos de Camagüey y en las montañas, los llanos y ciudades de Las Villas, no son, ideológicamente, los mismos que llegaron a las playas de Las Coloradas, o que se incorporaron en el primer momento de la lucha. Su desconfianza en el campesino se ha convertido en afecto y respeto por las virtudes del mismo, su desconocimiento total de la vida en los campos se ha convertido en un conocimiento absoluto de las necesidades de nuestros guajiros; sus coqueteos con la estadística y con la teoría han sido anulados por el férreo cemento que es la práctica.
Con la Reforma Agraria como bandera, cuya ejecución empieza en la Sierra Maestra, llegan esos hombres a toparse con el imperialismo; saben que la Reforma Agraria es la base sobre la que va a edificarse la nueva Cuba; saben también que la Reforma Agraria dará tierra a todos los desposeídos pero desposeerá a los injustos poseedores; y saben que los más grandes de los injustos poseedores son también influyentes hombres en el Departamento de Estado o en el Gobierno de los Estados Unidos de América; pero han aprendido a vencer las dificultades con valor, con audacia y, sobre todo, con el apoyo del pueblo, y ya han visto el futuro de liberación que nos aguarda del otro lado de los sufrimientos.
Para llegar a esta idea final de nuestras metas, se caminó mucho y se cambió bastante. Paralelos a los sucesivos cambios cualitativos ocurridos en los frentes de batalla, corren los cambios de composición social de nuestra guerrilla y también las transformaciones ideológicas de sus jefes. Porque cada uno de estos procesos, de estos cambios, constituyen efectivamente un cambio de calidad en la composición, en la fuerza, en la madurez revolucionaria de nuestro ejército. El campesino le va dando su vigor, su capacidad de sufrimiento, su conocimiento del terreno, su amor a la tierra, su hambre de Reforma Agraria. El intelectual, de cualquier tipo, pone su pequeño grano de arena empezando a hacer un esbozo de la teoría. El obrero da su sentido de organización, su tendencia innata de la reunión y la unificación. Por sobre todas estas cosas está el ejemplo de las fuerzas rebeldes que ya habían demostrado ser mucho más que una "espina irritativa" y cuya lección fue enardeciendo y levantando a las masas hasta que perdieron el miedo a los verdugos.
Nunca antes, como ahora, fue para nosotros tan claro el concepto de interacción. Pudimos sentir cómo esa interacción iba madurando, enseñando nosotros la eficacia de la insurrección armada, la fuerza que tiene el hombre cuando, para defenderse de otros hombres, tiene un arma en la mano y una decisión de triunfo en las pupilas; y los campesinos, mostrando las artimañas de la Sierra, la fuerza que es necesaria para vivir y triunfar en ella, y las dosis de tesón, de capacidad de sacrificio que es necesario tener para poder llevar adelante el destino de un pueblo.
Por eso, cuando bañados en sudor campesino, con un horizonte de montañas y de nubes, bajo el sol ardiente de la Isla, entraron a La Habana el jefe rebelde y su cortejo, una nueva "escalinata del jardín de invierno, subía la historia con los pies del pueblo".

Ernesto "Che" Guevara




Qualcuno ha creduto di notare che questa singolare Rivoluzione non aderisce a una delle premesse fondamentali dell'ortodossia del Movimento rivoluzionario, che Lenin ha così espresso: "Senza teoria rivoluzionaria non vi è Movimento rivoluzionario". Si potrebbe dire che la teoria rivoluzionaria, come espressione di una verità sociale, è al di sopra di qualsiasi enunciato; vale a dire che si può fare la rivoluzione se si interpreta correttamente la realtà storica e se, altrettanto correttamente, si utilizzano le forze che vi intervengono, anche senza conoscere la teoria.
In ogni rivoluzione si fondono sempre elementi di derivazioni molto diverse che, ciò nonostante, coincidono nell'azione e negli obiettivi più immediati.
È chiaro che una adeguata conoscenza della teoria semplifica il compito e impedisce di cadere in pericolosi errori: purché però la teoria corrisponda alla verità.
Parlando concretamente di questa Rivoluzione, va sottolineato il fatto che i suoi principali protagonisti non avevano un criterio coerente, non erano proprio dei teorici, anche se non ignoravano i grandi fenomeni sociali e l'enunciazione delle leggi che governano la storia, la società, l'economia e la rivoluzione oggi discusse nel mondo.
Questo ha consentito ai suoi dirigenti, sulla base della conoscenza profonda della realtà, della relazione stretta col paese, della fermezza dell'obiettivo della liberazione e dell'esperienza della pratica rivoluzionaria, l'opportunità di formarsi un concetto teorico più completo e la nascita graduale di una teoria rivoluzionaria.
Ciò che fin qui è stato detto deve essere considerato come un'introduzione alla spiegazione di quello strano fenomeno che ancora desta la meraviglia di tutto il mondo: la Rivoluzione cubana. Come e perché un gruppo di uomini fatto a pezzi da un esercito enormemente superiore per tecnica ed equipaggiamento sia riuscito prima a sopravvivere, poi a rafforzarsi, poi ancora a diventare più forte del nemico nelle zone di battaglia e a spostarsi verso nuove zone di combattimento per sconfiggerlo finalmente in battaglie campali, malgrado la propria inferiorità numerica, è un fatto degno di studio nella storia del mondo contemporaneo.
Naturalmente, noi che spesso mostriamo una scarsa preoccupazione per la teoria, non intendiamo oggi esporre, come se ne fossimo padroni, la verità della Rivoluzione cubana, ma semplicemente cerchiamo di gettare le basi indispensabili per la comprensione di questa verità. Di fatto, bisogna distinguere fasi assolutamente diverse nella Rivoluzione cubana: quella dell'azione armata fino ai primi di gennaio del 1959; la trasformazione politica, economica e sociale da quel momento in poi.
Queste due fasi andrebbero ulteriormente suddivise. Noi però non le considereremo dal punto di vista dell'esposizione storica, bensì da quello dell'evoluzione del pensiero rivoluzionario dei dirigenti attraverso il contatto col popolo. Incidentalmente, bisogna accennare qui a un atteggiamento generale di fronte a uno dei termini più controversi del mondo attuale: il marxismo. La nostra posizione, quando ci viene chiesto se siamo o no marxisti, è quella che adotterebbe un fisico o un biologo a cui si chiedesse se è "newtoniano" o "pasteuriano".
Esistono delle verità così evidenti, così legate alla conoscenza dei popoli, che è inutile discuterle. Si deve essere marxista con la stessa naturalezza con cui si è "newtoniano" in fisica o "pasteuriano" in biologia, considerando che se nuovi fatti determinano nuovi concetti, ciò non priverà mai della loro parte di verità quelli che sono stati superati. Questo è il caso, per esempio, della relatività "einsteniana" o della teoria dei "quanti" di Planck rispetto alle scoperte di Newton; esse non tolgono assolutamente niente alla grandezza dello scienziato inglese: è stato grazie a Newton se la fisica ha potuto progredire fino a raggiungere i nuovi concetti dello spazio. Lo scienziato inglese rappresenta il passaggio necessario per questo ulteriore sviluppo.
A Marx, come pensatore, come studioso delle dottrine sociali e del sistema capitalista in cui si trovò a vivere, si possono evidentemente obiettare alcune inesattezze. Noi latino-americani possiamo, per esempio, non essere d'accordo con la sua interpretazione di Bolívar, o con l'analisi che lui ed Engels fecero dei messicani, dando per scontate certe teorie sulla razza o sulla nazionalità che sono oggi inammissibili. Ma i grandi uomini, scopritori di verità luminose, vivono malgrado le loro piccole pecche ed esse servono soltanto a dimostrarci che erano umani, cioè esseri che possono incorrere in errori, senza che questo ci tolga la chiara coscienza del livello raggiunto da quei giganti del pensiero. Ed è per questo che riconosciamo che le verità essenziali del marxismo fanno parte integrante dell'insieme culturale e scientifico dei popoli e le accettiamo con naturalezza, come qualcosa che non ha più bisogno di essere messo in discussione.
I progressi nella scienza sociale e politica, come in altri campi, appartengono a un lungo processo storico i cui anelli si saldano, si sommano, si uniscono e si perfezionano costantemente. Originariamente, esisteva una matematica cinese, una araba, una indù; oggi la matematica non ha frontiere. Nella sua storia è possibile un Pitagora greco, un Galileo italiano, un Newton inglese, un Gauss tedesco, un Lobacevskij russo, un Einstein ecc. Così nel campo delle scienze sociali e politiche, da Democrito fino a Marx, una lunga serie di pensatori accumularono le proprie ricerche originali formando un corpo di esperienze e di dottrine.
Il merito di Marx risiede nell'aver prodotto di colpo nella storia del pensiero sociale un cambiamento qualitativo. Non solo egli interpreta la storia, ne comprende la dinamica e ne prevede il futuro sviluppo ma, oltre a questo, che segnerebbe il limite del suo dovere scientifico, esprime un concetto rivoluzionario: non basta interpretare la natura bisogna trasformarla. L'uomo cessa di essere schiavo e strumento del mezzo e diventa l'architetto del proprio destino. Da questo momento, Marx comincia a trovarsi in una situazione tale da costituire il bersaglio obbligato di quanti hanno uno speciale interesse a conservare il vecchio, come prima era successo a Democrito, la cui opera fu bruciata da Platone e dai suoi discepoli, ideologi dell'aristocrazia schiavista ateniese. A partire da Marx rivoluzionario, si crea un gruppo politico con idee concrete che, appoggiandosi ai giganti Marx ed Engels e sviluppandosi attraverso tappe successive, con personalità come Lenin, Stalin, Mao Tse-tung e i nuovi governanti sovietici e cinesi, costituiscono un corpo di dottrina e, diciamo, un esempio da seguire.
La Rivoluzione cubana ha inizio là dove Marx lascia la scienza per impugnare il fucile rivoluzionario, e non certo con l'intento di "rivedere" Marx, di opporsi a quanto è seguito a Marx, di rivivere Marx "puro, ma semplicemente perché fino a quel punto Marx, lo studioso collocato fuori della storia, studiava e vaticinava. Dopo, Marx rivoluzionario dentro la storia, pratico. Iniziando la nostra lotta, abbiamo realizzato semplicemente leggi previste dal Marx studioso e, per questa strada di ribellione, lottando contro le vecchie strutture del potere, appoggiandosi al popolo per distruggere queste strutture e avendo come base della nostra lotta la felicità del popolo, non facciamo altro che confermare le previsioni di Marx teorico. Vale a dire, conviene precisarlo ancora una volta, le leggi del marxismo sono presenti negli eventi della Rivoluzione cubana, indipendentemente dal fatto che i suoi leader professino o conoscano interamente, da un punto di vista teorico, queste leggi.
La Rivoluzione cubana ha inizio là dove Marx lascia la scienza per impugnare il fucile rivoluzionario, e non certo con l'intento di "rivedere" Marx, di opporsi a quanto è seguito a Marx, di rivivere Marx "puro, ma semplicemente perché fino a quel punto Marx, lo studioso collocato fuori della storia, studiava e vaticinava. Dopo, Marx rivoluzionario dentro la storia, pratico. Iniziando la nostra lotta, abbiamo realizzato semplicemente leggi previste dal Marx studioso e, per questa strada di ribellione, lottando contro le vecchie strutture del potere, appoggiandosi al popolo per distruggere queste strutture e avendo come base della nostra lotta la felicità del popolo, non facciamo altro che confermare le previsioni di Marx teorico. Vale a dire, conviene precisarlo ancora una volta, le leggi del marxismo sono presenti negli eventi della Rivoluzione cubana, indipendentemente dal fatto che i suoi leader professino o conoscano interamente, da un punto di vista teorico, queste leggi.
Per prima cosa bisognerebbe suddividere la Rivoluzione nelle seguenti fasi: prima dello sbarco del Granma; dallo sbarco fino a dopo le vittorie di La Plata e Arroyo del Infierno; da queste date fino all'Uvero e alla costituzione della seconda colonna guerrigliera; e da qui fino alla costituzione della terza e quarta, l'invasione fino a Sierra de Cristal e la creazione del secondo fronte; lo sciopero di aprile e il suo fallimento; l'arresto della grande offensiva; l'invasione in direzione di Las Villas.
Ognuno di questi piccoli momenti storici della guerriglia implica diversi concetti sociali e diverse valutazioni della realtà cubana attraverso i quali si precisò il pensiero dei leader militari della Rivoluzione, i quali, col tempo, avrebbero riaffermato anche la loro qualità di leader politici.
Prima dello sbarco del Granma, ci fu una cieca fiducia in una rapida esplosione popolare, entusiasmo e fede nella possibilità di liquidare il potere batistiano per mezzo di una rapida sollevazione abbinata agli scioperi rivoluzionari spontanei con la conseguente caduta del dittatore. Il movimento era l'erede diretto del Partito Ortodosso e il suo motto principale era l'onestà amministrativa come base del nuovo governo cubano.
Fidel Castro, tuttavia, aveva indicato in La Storia mi assolverà, le basi che sono state quasi interamente edificate dalla Rivoluzione, ma che sono state anche superate, procedendo verso un maggiore approfondimento nel campo economico; fatto, questo, che ha portato a un maggiore approfondimento nel campo politico, nazionale e internazionale.
Dopo lo sbarco viene la disfatta, la distruzione quasi totale delle forze, il loro raggruppamento e la loro integrazione nella guerriglia. Il piccolo numero di superstiti - superstiti decisi a lottare - già si caratterizza per la comprensione della erroneità dello schema immaginato rispetto ai moti spontanei di tutta 1'isola, e per la convinzione che la lotta sarà lunga e dovrà contare su una grande partecipazione contadina. Qui si verificano anche le prime adesioni dei contadini alla guerriglia e si hanno due scontri, di poca importanza quanto a numero di combattenti, ma di grande importanza psicologica per il fatto che eliminarono la diffidenza del gruppo centrale della guerriglia (costituito da elementi provenienti dalla città) nei riguardi dei contadini. Questi, a loro volta, diffidavano del gruppo e temevano soprattutto le barbare rappresaglie del governo. In questa fase si chiarirono due cose, entrambe molto importanti per fattori interdipendenti: i contadini videro che le persecuzioni e l'ostilità dell'esercito non sarebbero state sufficienti a distruggere le loro case, i loro raccolti, i loro familiari, per cui consideravano una buona soluzione quella di rifugiarsi in seno all'organizzazione che garantiva loro la sicurezza della vita; i guerriglieri dal canto loro capirono che era necessario conquistarsi le masse contadine e che per ottenere ciò occorreva offrire loro quel che desideravano con tutte le forze; e non c'è cosa che un contadino ami di più della terra.
Segue una fase nomade durante la quale l'Esercito Ribelleconquis, attraverso numerosi combattimenti, si va stabilendo fra le due parti una specie di fronte non molto ben delineato.
Il 28 maggio del 1957 stabilisce un punto fermo, con l'attacco nell'Uvero a una guarnigione bene armata, abbastanza ben trincerata e con la possibilità di ricevere rapidamente rinforzi; vicino al mare e con un aeroporto. La vittoria delle forze ribelli in questa battaglia - una delle più sanguinose, visto che il 30% delle forze che vi parteciparono rimase fuori combattimento - fece cambiare totalmente il panorama; c'era un territorio nel quale l'Esercito ribelle si muoveva a proprio agio, da dove non filtravano verso il nemico notizie che avrebbero potuto essergli utili e da dove si poteva, con rapidi colpi di mano, discendere fino alle pianure e attaccare le posizioni avversarie.
Poco dopo si produsse la prima suddivisione con la creazione di due colonne combattenti. La seconda, per ragioni di mimetismo alquanto infantili, porta il nome della quarta colonna. Esse danno immediatamente prova della loro attività e così, il 26 luglio, viene attaccata Estrada Palma e, cinque giorni dopo, Bueycito, che si trova a circa trenta chilometri. Le manifestazioni diventano importanti, si aspettano a piè fermo le repressioni, si bloccano vari tentativi nemici di salire alla Sierra e si crea un fronte di lotta con vaste zone di terra di nessuno, violate dalle incursioni punitive di entrambe le parti, ma si mantengono approssimativamente le stesse posizioni.
La guerriglia ingrossa via via le proprie file grazie al sostanziale apporto dei contadini della zona e di qualche membro del Movimento nelle città, diventa più combattiva, rafforza il proprio spirito di lotta. Dopo aver respinto alcune offensive, nel febbraio del 1958 la Colonna di Almeida, la terza, e quella di Raúl Castro - che porta il numero 6 e il nome del nostro eroe Frank País, morto pochi mesi prima - vanno a occupare la cerchia di Santiago. Raúl realizza la prodezza di attraversare la Carretera Centrai nei primi giorni di marzo di quest'anno, internandosi nelle colline di Mayarí e creando il secondo fronte orientale "Frank País".
I successi crescenti delle nostre forze ribelli filtravano pian piano attraverso la censura e il popolo stava rapidamente raggiungendo l'acme della sua attività rivoluzionaria. Fu in questo momento che venne impostata dall'Avana la lotta su tutto il territorio nazionale, puntando su uno sciopero generale rivoluzionario che doveva distruggere le forze del nemico, attaccandole simultaneamente da tutte le parti.
Il ruolo dell'Esercito Ribelle sarebbe stato, in questo caso, quello di catalizzatore, o di stimolo, per scatenare il movimento. In quei giorni le forze guerrigliere intensificarono la loro attività e Camilo Cienfuegos cominciò a creare la propria leggenda eroica lottando per la prima volta sulle pianure orientali con senso organizzativo e uniformandosi a una direzione centrale.
Lo sciopero rivoluzionario, però, non era stato adeguatamente preparato, dato che non si conosceva l'importanza dell'unità operaia, né si cercò di fare in modo che i lavoratori, nell'esercizio stesso della loro attività rivoluzionaria, scegliessero il momento opportuno. Si pretese di fare un colpo di mano clandestino, incitando il popolo a scioperare per mezzo di una radio, senza accorgersi che il segreto del giorno e dell'ora era arrivato fino agli sbirri. Il tentato sciopero fallì, e un considerevole e scelto numero di patrioti rivoluzionari fu assassinato senza pietà.
Un fatto curioso che un giorno dovrà essere ricordato nella storia di questa Rivoluzione: Jules Dubois, il ruffiano dei monopoli americani, conosceva anticipatamente il giorno in cui si sarebbe scatenato lo sciopero.
In questo momento si produce uno dei cambiamenti qualitativi più importanti nello sviluppo della guerra: l'acquisizione della certezza che la vittoria sarebbe stata raggiunta soltanto con l'aumento graduale delle forze guerrigliere, fino a sconfiggere il nemico in battaglie campali.
Già da allora si stabilirono ampie relazioni con i contadini; l'Esercito Ribelle detta i suoi codici penali e civili, amministra la giustizia, distribuisce gli alimenti e riscuote le imposte nelle zone amministrative. Anche le zone confinanti subiscono l'influenza dell'Esercito Ribelle; si preparano grandi offensive le quali, in due mesi di lotta, danno un totale di mille morti per l'esercito invasore, interamente demoralizzato, e un aumento di seicento armi per la nostra capacità combattiva.
È chiaro, ormai, che l'esercito non può sconfiggerci; non c'è forza, a Cuba, capace di piegare i picchi della Sierra Maestra e tutte le colline del secondo fronte orientale "Frank País"; a Oriente, le strade diventano intransitabili per le truppe della tirannide. Respinta l'offensiva, si dà incarico a Camilo Cienfuegos, con la Colonna n. 2, e all'autore di queste pagine, con la Colonna n. 8 "Ciro Redondo", di attraversare la provincia di Camagúey, stabilirsi a Las Villas e tagliare le comunicazioni del nemico. Camilo imitò poi le gesta dell'eroe del cui nome, "Antonio Maceo", si fregia la sua colonna: l'invasione totale da Oriente fino a Occidente.
La guerra mostra ora una nuova caratteristica; l'insieme delle forze converge verso la Rivoluzione, due piccole colonne di ottanta e centoquaranta uomini attraverseranno in un mese e mezzo le pianure di Camagúey, costantemente accerchiate o minacciate da un esercito composto di migliaia di soldati, arriveranno fino a Las Villas e daranno inizio al compito di tagliare in due l'isola.
A volte risulta strano, altre volte incomprensibile e, altre ancora, incredibile, che due colonne così piccole possano battersi senza comunicazioni, senza mobilità, senza le più elementari armi della guerra moderna, contro un esercito ben addestrato e, soprattutto, bene armato. La cosa fondamentale è la caratteristica di ogni gruppo; quanto più scomoda è la sua condizione, quanto più è esposto ai rigori della natura, tanto più il guerrigliero si sente a casa propria, tanto più alto è il suo morale, tanto più grande è il suo senso di sicurezza. Al tempo stesso, in qualsiasi circostanza sia venuto a giocare la propria vita, poco importa che il guerrigliero esca vivo o morto dalla lotta.
Il soldato nemico, nel caso di Cuba, è un alleato minore del dittatore, l'uomo che riceve l'ultima briciola di pane dall'ultimodei profittatori: una lunga catena che incomincia a Wall Street e finisce con lui. È disposto a difendere i propri privilegi, ma è disposto a farlo nella misura in cui questi siano importanti. I suoi stipendi e le sue prebende valgono qualche sofferenza e qualche pericolo, mai la vita. Se il prezzo da pagare per conservarli deve essere quest'ultima, è meglio perderli, e cioè piegarsi di fronte alla guerriglia. Da questi due concetti e da queste due morali sorge la differenza che doveva creare la crisi del 31 dicembre 1958.
La superiorità dell'Esercito Ribelle si afferma con sempre maggiore chiarezza e con l'arrivo a Las Villas delle nostre colonne; si rivela inoltre la maggior popolarità del Movimento "26 luglio" su tutti gli altri: Direttorio rivoluzionario, il secondo fronte di Las Villas, il Partito Socialista Popolare e alcune piccole formazioni di guerriglia dell'Organizzazione Autentica. A questo risultato si era giunti soprattutto grazie alla personalità magnetica di un leader come Fidel Castro, ma grazie anche alla superiorità della sua linea rivoluzionaria.
Qui ha fine l'insurrezione, ma gli uomini che arrivano all'Avana dopo due anni di ardente lotta sulle Sierre e nelle pianure di Oriente, nelle pianure di Camagúey e sulle montagne, nelle pianure e nelle città di Las Villas, sono ideologicamente diversi da quelli che arrivarono alle spiagge di Las Coloradas, o che si riunirono nel primo momento della lotta. La loro sfiducia nei contadini si è tramutata in affetto e rispetto per le loro virtù; la loro totale ignoranza della vita nei campi si è tramutata in una profonda conoscenza delle necessità dei guajiros; le loro "civetterie" statistiche e teoriche hanno subito la prova della pratica.
Con la Eiforma Agraria come bandiera, la cui realizzazione inizia nella Sierra Maestra, questi uomini arrivano a trovarsi di fronte l'imperialismo; sanno che la Riforma Agraria è la base sulla quale dovrà essere edificata la nuova Cuba; sanno anche che la Riforma Agraria darà la terra a tutti i diseredati, ma ne priverà coloro che la detengono ingiustamente; e sanno che i più potenti tra coloro che la detengono ingiustamente sono anche uomini influenti al Dipartimento di Stato o al governo degli Stati Uniti d'America; ma hanno imparato a vincere le difficoltà con il coraggio, con l'astuzia e, soprattutto con l'appoggio del popolo, e hanno già intravisto il futuro di libertà che ci attende al di là delle sofferenze.
Questa idea finale dei nostri obiettivi è stata raggiunta dopo molto cammino e molti cambiamenti. Ai successivi cambiamenti qualitativi verificatisi sui fronti di battaglia si sono accompagnati i cambiamenti nella compagine sociale della nostra guerriglia nonché le trasformazioni ideologiche dei capi. Perché ognuno di questi processi, di questi cambiamenti, costituisce effettivamente un cambiamento di qualità nella composizione, nella forza, nella maturità rivoluzionaria del nostro esercito. Il contadino gli dona il suo vigore, la sua capacità di sofferenza, la sua conoscenza del terreno, il suo amore per la terra, la sua fame di Riforma Agraria. L'intellettuale, di qualsiasi tipo, offre il suo piccolo granello di sabbia cominciando a fare un abbozzo di teoria. L'operaio dà il suo senso dell'organizzazione, la sua tendenza innata alla riunione e all'unificazione. E al di sopra di tutte queste cose, l'esempio delle forze ribelli la cui lezione infiammò e sollevò le masse fino al punto di togliere loro la paura del boia.
Mai prima di ora è stato per noi così chiaro il concetto di interazione: questa interazione che andava maturando e dimostrando l'efficacia dell'insurrezione armata, la forza che l'uomo possiede quando, per difendersi da un altro uomo, ha un'arma in mano e la sicurezza di vincere nello sguardo, e i contadini svelavano le insidie della Sierra, la forza che è necessaria per vivere e trionfare in essa e le dosi di fermezza, di capacità, di sacrificio che bisogna avere per poter portare avanti il destino di un popolo
Per questo, quando bagnati di sudore contadino con un orizzonte di montagne e di nubi, sotto il sole raggiante dell'isola il capo ribelle e il suo corteo entrarono all'Avana, "la storia saliva con i piedi del popolo una nuova scalinata del Giardino d'inverno".

Ernesto "Che" Guevara


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