ENTRE LA LUZ Y LA SOMBRA
En La Realidad, Planeta Tierra.
Mayo del 2014.
Compañera, compañero, compañeroa:
Buenas noches, tardes, días en cualesquiera que sea su geografía, su tiempo y su modo.
Buenas madrugadas.
Quisiera pedirles a las compañeras, compañeros y compañeroas de la Sexta que vienen de otras partes, especialmente a los medios libres compañeros, su paciencia, tolerancia y comprensión para lo que voy a decir, porque éstas serán mis últimas palabras en público antes de dejar de existir.
Me dirijo a ustedes y a quienes a través de ustedes nos escuchan y miran.
Tal vez al inicio, o en el transcurso de estas palabras vaya creciendo en su corazón la sensación de que algo está fuera de lugar, de que algo no cuadra, como si estuvieran faltando una o varias piezas para darle sentido al rompecabezas que se les va mostrando. Como que de por sí falta lo que falta.
Tal vez después, días, semanas, meses, años, décadas después se entienda lo que ahora decimos.
Mis compañeras y compañeros del EZLN en todos sus niveles no me preocupan, porque de por sí es nuestro modo acá: caminar, luchar, sabiendo siempre que siempre falta lo que falta.
Además de que, que no se ofenda nadie, la inteligencia de l@s compas zapatistas está muy por arriba del promedio.
Por lo demás, nos satisface y enorgullece que sea ante compañeras, compañeros y compañeroas, tanto del EZLN como de la Sexta, que se da a conocer esta decisión colectiva.
Y qué bueno que será por lo medios libres, alternativos, independientes, que este archipiélago de dolores, rabias y digna lucha que nos llamamos “la Sexta” tendrá conocimiento de esto que les diré, donde quiera que se encuentren.
Si a alguien más le interesa saber qué pasó este día tendrá que acudir a los medios libres para enterarse.
Va pues. Bienvenidas y bienvenidos a la realidad zapatista.
I.- Una decisión difícil.
Cuando irrumpimos e interrumpimos en 1994 con sangre y fuego, no iniciaba la guerra para nosotras, nosotros los zapatistas.
La guerra de arriba, con la muerte y la destrucción, el despojo y la humillación, la explotación y el silencio impuestos al vencido, ya la veníamos padeciendo desde siglos antes.
Lo que para nosotros inicia en 1994 es uno de los muchos momentos de la guerra de los de abajo contra los de arriba, contra su mundo.
Esa guerra de resistencia que día a día se bate en las calles de cualquier rincón de los cinco continentes, en sus campos y en sus montañas.
Era y es la nuestra, como la de muchos y muchas de abajo, una guerra por la humanidad y contra el neoliberalismo.
Contra la muerte, nosotros demandamos vida.
Contra el silencio, exigimos la palabra y el respeto.
Contra el olvido, la memoria.
Contra la humillación y el desprecio, la dignidad.
Contra la opresión, la rebeldía.
Contra la esclavitud, la libertad.
Contra la imposición, la democracia.
Contra el crimen, la justicia.
¿Quién con un poco de humanidad en las venas podría o puede cuestionar esas demandas?
Y en ese entonces muchos escucharon.
La guerra que levantamos nos dio el privilegio de llegar a oídos y corazones atentos y generosos en geografías cercanas y alejadas.
Faltaba lo que faltaba, y falta lo que falta, pero conseguimos entonces la mirada del otro, su oído, su corazón.
Entonces nos vimos en la necesidad de responder a una pregunta decisiva:
“¿Qué sigue?”
En las tétricas cuentas de la víspera no entraba la posibilidad de plantearnos pregunta alguna. Así que esa pregunta nos llevó a otras:
¿Preparar a los que siguen en la ruta de la muerte?
¿Formar más y mejores soldados?
¿Invertir empeños en mejorar nuestra maltrecha maquinaria de guerra?
¿Simular diálogos y disposición para la paz, pero seguir preparando nuevos golpes?
¿Matar o morir como único destino?
¿O debíamos reconstruir el camino de la vida, ése que habían roto y siguen rompiendo desde arriba?
El camino no sólo de los pueblos originarios, también de trabajadores, estudiantes, maestros, jóvenes, campesinos, además de todas las diferencias que se celebran arriba, y abajo se persiguen y se castigan.
¿Debíamos inscribir nuestra sangre en el camino que otros dirigen hacia el Poder o debíamos voltear el corazón y la mirada a los que somos y a los que son lo que somos, es decir los pueblos originarios, guardianes de la tierra y la memoria?
Nadie lo escuchó entonces, pero en los primeros balbuceos que fueron nuestras palabras advertimos que nuestro dilema no estaba entre negociar o combatir, sino entre morir o vivir.
Quien hubiera advertido entonces que ese temprano dilema no era individual, tal vez hubiera entendido mejor lo que ha ocurrido en la realidad zapatista los últimos 20 años.
Pero les decía yo que nos topamos con esa pregunta y ese dilema.
Y elegimos.
Y en lugar de dedicarnos a formar guerrilleros, soldados y escuadrones, preparamos promotores de educación, de salud, y se fueron levantando las bases de la autonomía que hoy maravilla al mundo.
En lugar de construir cuarteles, mejorar nuestro armamento, levantar muros y trincheras, se levantaron escuelas, se construyeron hospitales y centros de salud, mejoramos nuestras condiciones de vida.
En lugar de luchar por ocupar un lugar en el Partenón de las muertes individualizadas de abajo, elegimos construir la vida.
Esto en medio de una guerra que no por sorda era menos letal.
Porque, compas, una cosa es gritar “no están solos” y otra enfrentar sólo con el cuerpo una columna blindada de tropas federales, como ocurrió en la zona de Los Altos de Chiapas, y a ver si hay suerte y alguien se entera, y a ver si hay un poco más de suerte y el que se entera se indigna, y otro poco más de suerte y el que se indigna hace algo.
En el entretanto, las tanquetas son frenadas por las mujeres zapatistas, y a falta de parque fue con mentadas de madre y piedras que la serpiente de acero tuvo que echarse para atrás.
Y en la zona norte de Chiapas, padecer el nacimiento y desarrollo de las guardias blancas, recicladas entonces como paramilitares; y en la zona Tzotz Choj las agresiones continuas de organizaciones campesinas que de “independientes” a veces ni el nombre tienen; y en la zona de la Selva Tzeltal la combinación de paramilitares y contras.
Y una cosa es gritar “todos somos marcos” o “no todos somos marcos”, según el caso o cosa, y otra la persecución con toda la maquinaria de guerra, la invasión de poblados, el “peinado” de montañas, el uso de perros adiestrados, las aspas de los helicópteros artillados alborotando los copetes de las ceibas, el “vivo o muerto” que nació en los primeros días de enero de 1994 y alcanzó su nivel más histérico en 1995 y el resto del sexenio del ahora empleado de una trasnacional, y que esta zona de Selva Fronteriza padeció desde 1995 y a la que se suma después la misma secuencia de agresiones de organizaciones campesinas, uso de paramilitares, militarización, hostigamiento.
Si hay algún mito en todo esto no es el pasamontañas, sino la mentira que repiten desde esos días, incluso retomada por personas con altos estudios, de que la guerra contra los zapatistas sólo duró 12 días.
No haré un recuento detallado. Alguien con un poco de espíritu crítico y seriedad puede reconstruir la historia, y sumar y restar para sacar la cuenta, y decir si fueron y son más los reporteros que los policías y soldados; si fueron más los halagos que las amenazas e insultos, si el precio que se ponía era para ver el pasamontañas o para capturarlo “vivo o muerto”.
En esas condiciones, algunas veces sólo con nuestras fuerzas y otras con el apoyo generoso e incondicional de gente buena de todo el mundo, se fue avanzando en la construcción aún inacabada, es cierto, pero ya definida de lo que somos.
No es entonces una frase, afortunada o desafortunada, según se le vea desde arriba o desde abajo, la de “aquí estamos los muertos de siempre, muriendo de nuevo, pero ahora para vivir”.
Es la realidad.
Y casi 20 años después…
El 21 de diciembre del 2012, cuando la política y el esoterismo coincidían, como otras veces, en predicar catástrofes que siempre son para los de siempre, los de abajo, repetimos el golpe de mano del 1 de enero del 94 y, sin disparar ni un solo tiro, sin armas, con nuestro solo silencio, postramos de nuevo la soberbia de las ciudades cuna y nido del racismo y el desprecio.
Si el primero de enero de 1994, miles de hombres y mujeres sin rostro atacaron y rindieron las guarniciones que protegían las ciudades, el 21 de diciembre del 2012 fueron decenas de miles que tomaron sin palabras los edificios desde donde se celebraba nuestra desaparición.
El sólo hecho inapelable de que el EZLN no sólo no se había debilitado, mucho menos desaparecido, sino que había crecido cuantitativa y cualitativamente hubiera bastado para que cualquier mente medianamente inteligente se diera cuenta de que, en esos 20 años, algo había cambiado al interior del EZLN y de las comunidades.
Tal vez más de alguno piense que nos equivocamos al elegir, que un ejército no puede ni debe empeñarse en la paz.
Por muchas razones, cierto, pero la principal era y es porque de esa forma terminaríamos por desaparecer.
Tal vez es cierto. Tal vez nos equivocamos al elegir cultivar la vida en lugar de adorar a la muerte.
Pero nosotros elegimos no escuchando a los de afuera. No a quienes siempre demandan y exigen la lucha a muerte, mientras los muertos los pongan otros.
Elegimos mirándonos y escuchándonos, siendo el Votán colectivo que somos.
Elegimos la rebeldía, es decir, la vida.
Eso no quiere decir que no supiéramos que la guerra de arriba trataría y trata de imponer de nuevo su dominio sobre nosotros.
Supimos y sabemos que una y otra vez habremos de defender lo que somos y como somos.
Supimos y sabemos que seguirá habiendo muerte para que haya vida.
Supimos y sabemos que para vivir, morimos.
II.- ¿Un fracaso?
Dicen por ahí que no hemos logrado nada para nosotros.
No deja de sorprender que se maneje con tanto desparpajo esta posición.
Piensan que los hijos e hijas de los comandantes y comandantas deberían disfrutar de viajes al extranjero, de estudios en escuelas privadas y luego de altos puestos en la empresa o la política. Que en lugar de trabajar la tierra para arrancarle con sudor y empeño el alimento, deberían lucirse en las redes sociales divirtiéndose en los antros, exhibiendo lujos.
Tal vez los subcomandantes deberían procrear y heredar a sus descendientes los cargos, las prebendas, los templetes, como hacen los políticos de todo el espectro.
Tal vez deberíamos, como los dirigentes de la CIOAC-H y de otras organizaciones campesinas, recibir privilegios y paga en proyectos y apoyos, quedarnos con la mayor parte y dejar a las bases sólo unas migajas, a cambio de que cumplan las órdenes criminales que vienen de más arriba.
Pero es cierto, no hemos logrado nada de eso para nosotros.
Difícil de creer que, 20 años después de aquel “nada para nosotros”, resultara que no era una consigna, una frase buena para carteles y canciones, sino una realidad, la realidad.
Si el ser consecuentes es un fracaso, entonces la incongruencia es el camino del éxito, la ruta al Poder.
Pero nosotros no queremos ir para allá.
No nos interesa.
En esos parámetros preferimos fracasar que triunfar.
III.- El relevo.
En estos 20 años ha habido un relevo múltiple y complejo en el EZLN.
Algunos han advertido sólo el evidente: el generacional.
Ahora están haciendo la lucha y dirigiendo la resistencia quienes eran pequeños o no habían nacido al inicio del alzamiento.
Pero algunos estudiosos no se han percatado de otros relevos:
El de clase: del origen clase mediero ilustrado, al indígena campesino.
El de raza: de la dirección mestiza a la dirección netamente indígena.
Y el más importante: el relevo de pensamiento: del vanguardismo revolucionario al mandar obedeciendo; de la toma del Poder de Arriba a la creación del poder de abajo; de la política profesional a la política cotidiana; de los líderes, a los pueblos; de la marginación de género, a la participación directa de las mujeres; de la burla a lo otro, a la celebración de la diferencia.
No me extenderé más sobre esto, porque ha sido precisamente el curso “La Libertad según l@s zapatistas” la oportunidad de constatar si en territorio organizado vale más el personaje que la comunidad.
En lo personal no entiendo por qué gente pensante que afirma que la historia la hacen los pueblos, se espante tanto ante la existencia de un gobierno del pueblo donde no aparecen los “especialistas” en ser gobierno.
¿Por qué les da terror el que sean los pueblos los que manden, los que dirijan sus pasos propios?
¿Por qué mueven la cabeza con desaprobación frente al mandar obedeciendo?
El culto al individualismo encuentra en el culto al vanguardismo su extremo más fanático.
Y ha sido eso precisamente, el que los indígenas manden y que ahora un indígena sea el vocero y jefe, lo que los aterra, los aleja, y finalmente se van para seguir buscando alguien que precise de vanguardias, caudillos y líderes. Porque también hay racismo en la izquierda, sobre todo en la que se pretende revolucionaria.
El ezetaelene no es de ésos. Por eso no cualquiera puede ser zapatista.
Mayo del 2014.
Compañera, compañero, compañeroa:
Buenas noches, tardes, días en cualesquiera que sea su geografía, su tiempo y su modo.
Buenas madrugadas.
Quisiera pedirles a las compañeras, compañeros y compañeroas de la Sexta que vienen de otras partes, especialmente a los medios libres compañeros, su paciencia, tolerancia y comprensión para lo que voy a decir, porque éstas serán mis últimas palabras en público antes de dejar de existir.
Me dirijo a ustedes y a quienes a través de ustedes nos escuchan y miran.
Tal vez al inicio, o en el transcurso de estas palabras vaya creciendo en su corazón la sensación de que algo está fuera de lugar, de que algo no cuadra, como si estuvieran faltando una o varias piezas para darle sentido al rompecabezas que se les va mostrando. Como que de por sí falta lo que falta.
Tal vez después, días, semanas, meses, años, décadas después se entienda lo que ahora decimos.
Mis compañeras y compañeros del EZLN en todos sus niveles no me preocupan, porque de por sí es nuestro modo acá: caminar, luchar, sabiendo siempre que siempre falta lo que falta.
Además de que, que no se ofenda nadie, la inteligencia de l@s compas zapatistas está muy por arriba del promedio.
Por lo demás, nos satisface y enorgullece que sea ante compañeras, compañeros y compañeroas, tanto del EZLN como de la Sexta, que se da a conocer esta decisión colectiva.
Y qué bueno que será por lo medios libres, alternativos, independientes, que este archipiélago de dolores, rabias y digna lucha que nos llamamos “la Sexta” tendrá conocimiento de esto que les diré, donde quiera que se encuentren.
Si a alguien más le interesa saber qué pasó este día tendrá que acudir a los medios libres para enterarse.
Va pues. Bienvenidas y bienvenidos a la realidad zapatista.
I.- Una decisión difícil.
Cuando irrumpimos e interrumpimos en 1994 con sangre y fuego, no iniciaba la guerra para nosotras, nosotros los zapatistas.
La guerra de arriba, con la muerte y la destrucción, el despojo y la humillación, la explotación y el silencio impuestos al vencido, ya la veníamos padeciendo desde siglos antes.
Lo que para nosotros inicia en 1994 es uno de los muchos momentos de la guerra de los de abajo contra los de arriba, contra su mundo.
Esa guerra de resistencia que día a día se bate en las calles de cualquier rincón de los cinco continentes, en sus campos y en sus montañas.
Era y es la nuestra, como la de muchos y muchas de abajo, una guerra por la humanidad y contra el neoliberalismo.
Contra la muerte, nosotros demandamos vida.
Contra el silencio, exigimos la palabra y el respeto.
Contra el olvido, la memoria.
Contra la humillación y el desprecio, la dignidad.
Contra la opresión, la rebeldía.
Contra la esclavitud, la libertad.
Contra la imposición, la democracia.
Contra el crimen, la justicia.
¿Quién con un poco de humanidad en las venas podría o puede cuestionar esas demandas?
Y en ese entonces muchos escucharon.
La guerra que levantamos nos dio el privilegio de llegar a oídos y corazones atentos y generosos en geografías cercanas y alejadas.
Faltaba lo que faltaba, y falta lo que falta, pero conseguimos entonces la mirada del otro, su oído, su corazón.
Entonces nos vimos en la necesidad de responder a una pregunta decisiva:
“¿Qué sigue?”
En las tétricas cuentas de la víspera no entraba la posibilidad de plantearnos pregunta alguna. Así que esa pregunta nos llevó a otras:
¿Preparar a los que siguen en la ruta de la muerte?
¿Formar más y mejores soldados?
¿Invertir empeños en mejorar nuestra maltrecha maquinaria de guerra?
¿Simular diálogos y disposición para la paz, pero seguir preparando nuevos golpes?
¿Matar o morir como único destino?
¿O debíamos reconstruir el camino de la vida, ése que habían roto y siguen rompiendo desde arriba?
El camino no sólo de los pueblos originarios, también de trabajadores, estudiantes, maestros, jóvenes, campesinos, además de todas las diferencias que se celebran arriba, y abajo se persiguen y se castigan.
¿Debíamos inscribir nuestra sangre en el camino que otros dirigen hacia el Poder o debíamos voltear el corazón y la mirada a los que somos y a los que son lo que somos, es decir los pueblos originarios, guardianes de la tierra y la memoria?
Nadie lo escuchó entonces, pero en los primeros balbuceos que fueron nuestras palabras advertimos que nuestro dilema no estaba entre negociar o combatir, sino entre morir o vivir.
Quien hubiera advertido entonces que ese temprano dilema no era individual, tal vez hubiera entendido mejor lo que ha ocurrido en la realidad zapatista los últimos 20 años.
Pero les decía yo que nos topamos con esa pregunta y ese dilema.
Y elegimos.
Y en lugar de dedicarnos a formar guerrilleros, soldados y escuadrones, preparamos promotores de educación, de salud, y se fueron levantando las bases de la autonomía que hoy maravilla al mundo.
En lugar de construir cuarteles, mejorar nuestro armamento, levantar muros y trincheras, se levantaron escuelas, se construyeron hospitales y centros de salud, mejoramos nuestras condiciones de vida.
En lugar de luchar por ocupar un lugar en el Partenón de las muertes individualizadas de abajo, elegimos construir la vida.
Esto en medio de una guerra que no por sorda era menos letal.
Porque, compas, una cosa es gritar “no están solos” y otra enfrentar sólo con el cuerpo una columna blindada de tropas federales, como ocurrió en la zona de Los Altos de Chiapas, y a ver si hay suerte y alguien se entera, y a ver si hay un poco más de suerte y el que se entera se indigna, y otro poco más de suerte y el que se indigna hace algo.
En el entretanto, las tanquetas son frenadas por las mujeres zapatistas, y a falta de parque fue con mentadas de madre y piedras que la serpiente de acero tuvo que echarse para atrás.
Y en la zona norte de Chiapas, padecer el nacimiento y desarrollo de las guardias blancas, recicladas entonces como paramilitares; y en la zona Tzotz Choj las agresiones continuas de organizaciones campesinas que de “independientes” a veces ni el nombre tienen; y en la zona de la Selva Tzeltal la combinación de paramilitares y contras.
Y una cosa es gritar “todos somos marcos” o “no todos somos marcos”, según el caso o cosa, y otra la persecución con toda la maquinaria de guerra, la invasión de poblados, el “peinado” de montañas, el uso de perros adiestrados, las aspas de los helicópteros artillados alborotando los copetes de las ceibas, el “vivo o muerto” que nació en los primeros días de enero de 1994 y alcanzó su nivel más histérico en 1995 y el resto del sexenio del ahora empleado de una trasnacional, y que esta zona de Selva Fronteriza padeció desde 1995 y a la que se suma después la misma secuencia de agresiones de organizaciones campesinas, uso de paramilitares, militarización, hostigamiento.
Si hay algún mito en todo esto no es el pasamontañas, sino la mentira que repiten desde esos días, incluso retomada por personas con altos estudios, de que la guerra contra los zapatistas sólo duró 12 días.
No haré un recuento detallado. Alguien con un poco de espíritu crítico y seriedad puede reconstruir la historia, y sumar y restar para sacar la cuenta, y decir si fueron y son más los reporteros que los policías y soldados; si fueron más los halagos que las amenazas e insultos, si el precio que se ponía era para ver el pasamontañas o para capturarlo “vivo o muerto”.
En esas condiciones, algunas veces sólo con nuestras fuerzas y otras con el apoyo generoso e incondicional de gente buena de todo el mundo, se fue avanzando en la construcción aún inacabada, es cierto, pero ya definida de lo que somos.
No es entonces una frase, afortunada o desafortunada, según se le vea desde arriba o desde abajo, la de “aquí estamos los muertos de siempre, muriendo de nuevo, pero ahora para vivir”.
Es la realidad.
Y casi 20 años después…
El 21 de diciembre del 2012, cuando la política y el esoterismo coincidían, como otras veces, en predicar catástrofes que siempre son para los de siempre, los de abajo, repetimos el golpe de mano del 1 de enero del 94 y, sin disparar ni un solo tiro, sin armas, con nuestro solo silencio, postramos de nuevo la soberbia de las ciudades cuna y nido del racismo y el desprecio.
Si el primero de enero de 1994, miles de hombres y mujeres sin rostro atacaron y rindieron las guarniciones que protegían las ciudades, el 21 de diciembre del 2012 fueron decenas de miles que tomaron sin palabras los edificios desde donde se celebraba nuestra desaparición.
El sólo hecho inapelable de que el EZLN no sólo no se había debilitado, mucho menos desaparecido, sino que había crecido cuantitativa y cualitativamente hubiera bastado para que cualquier mente medianamente inteligente se diera cuenta de que, en esos 20 años, algo había cambiado al interior del EZLN y de las comunidades.
Tal vez más de alguno piense que nos equivocamos al elegir, que un ejército no puede ni debe empeñarse en la paz.
Por muchas razones, cierto, pero la principal era y es porque de esa forma terminaríamos por desaparecer.
Tal vez es cierto. Tal vez nos equivocamos al elegir cultivar la vida en lugar de adorar a la muerte.
Pero nosotros elegimos no escuchando a los de afuera. No a quienes siempre demandan y exigen la lucha a muerte, mientras los muertos los pongan otros.
Elegimos mirándonos y escuchándonos, siendo el Votán colectivo que somos.
Elegimos la rebeldía, es decir, la vida.
Eso no quiere decir que no supiéramos que la guerra de arriba trataría y trata de imponer de nuevo su dominio sobre nosotros.
Supimos y sabemos que una y otra vez habremos de defender lo que somos y como somos.
Supimos y sabemos que seguirá habiendo muerte para que haya vida.
Supimos y sabemos que para vivir, morimos.
II.- ¿Un fracaso?
Dicen por ahí que no hemos logrado nada para nosotros.
No deja de sorprender que se maneje con tanto desparpajo esta posición.
Piensan que los hijos e hijas de los comandantes y comandantas deberían disfrutar de viajes al extranjero, de estudios en escuelas privadas y luego de altos puestos en la empresa o la política. Que en lugar de trabajar la tierra para arrancarle con sudor y empeño el alimento, deberían lucirse en las redes sociales divirtiéndose en los antros, exhibiendo lujos.
Tal vez los subcomandantes deberían procrear y heredar a sus descendientes los cargos, las prebendas, los templetes, como hacen los políticos de todo el espectro.
Tal vez deberíamos, como los dirigentes de la CIOAC-H y de otras organizaciones campesinas, recibir privilegios y paga en proyectos y apoyos, quedarnos con la mayor parte y dejar a las bases sólo unas migajas, a cambio de que cumplan las órdenes criminales que vienen de más arriba.
Pero es cierto, no hemos logrado nada de eso para nosotros.
Difícil de creer que, 20 años después de aquel “nada para nosotros”, resultara que no era una consigna, una frase buena para carteles y canciones, sino una realidad, la realidad.
Si el ser consecuentes es un fracaso, entonces la incongruencia es el camino del éxito, la ruta al Poder.
Pero nosotros no queremos ir para allá.
No nos interesa.
En esos parámetros preferimos fracasar que triunfar.
III.- El relevo.
En estos 20 años ha habido un relevo múltiple y complejo en el EZLN.
Algunos han advertido sólo el evidente: el generacional.
Ahora están haciendo la lucha y dirigiendo la resistencia quienes eran pequeños o no habían nacido al inicio del alzamiento.
Pero algunos estudiosos no se han percatado de otros relevos:
El de clase: del origen clase mediero ilustrado, al indígena campesino.
El de raza: de la dirección mestiza a la dirección netamente indígena.
Y el más importante: el relevo de pensamiento: del vanguardismo revolucionario al mandar obedeciendo; de la toma del Poder de Arriba a la creación del poder de abajo; de la política profesional a la política cotidiana; de los líderes, a los pueblos; de la marginación de género, a la participación directa de las mujeres; de la burla a lo otro, a la celebración de la diferencia.
No me extenderé más sobre esto, porque ha sido precisamente el curso “La Libertad según l@s zapatistas” la oportunidad de constatar si en territorio organizado vale más el personaje que la comunidad.
En lo personal no entiendo por qué gente pensante que afirma que la historia la hacen los pueblos, se espante tanto ante la existencia de un gobierno del pueblo donde no aparecen los “especialistas” en ser gobierno.
¿Por qué les da terror el que sean los pueblos los que manden, los que dirijan sus pasos propios?
¿Por qué mueven la cabeza con desaprobación frente al mandar obedeciendo?
El culto al individualismo encuentra en el culto al vanguardismo su extremo más fanático.
Y ha sido eso precisamente, el que los indígenas manden y que ahora un indígena sea el vocero y jefe, lo que los aterra, los aleja, y finalmente se van para seguir buscando alguien que precise de vanguardias, caudillos y líderes. Porque también hay racismo en la izquierda, sobre todo en la que se pretende revolucionaria.
El ezetaelene no es de ésos. Por eso no cualquiera puede ser zapatista.
IV.- Un holograma cambiante y a modo. Lo que no será.
Antes del amanecer de 1994, pasé 10 años en estas montañas. Conocí y traté personalmente a algunos en cuya muerte morimos un mucho. Conozco y trato desde entonces con otros y otras más que hoy están aquí como nosotros.
Muchas madrugadas me encontré a mí mismo tratando de digerir las historias que me contaban, los mundos que dibujaban con silencios, manos y miradas, su insistencia en señalar algo más allá.
¿Era un sueño el mundo ése, tan otro, tan lejano, tan ajeno?
A veces pensé que se habían adelantado, que las palabras que nos guiaron y guían venían de tiempos para los que no habían aún calendarios, perdidos como estaban en geografías imprecisas: siempre el sur digno omnipresente en todos los puntos cardinales.
Luego supe que no me hablaban de un mundo inexacto y, por lo tanto, improbable.
Ese mundo ya andaba con su paso.
Ustedes, ¿no lo vieron? ¿No lo ven?
No hemos engañado a nadie de abajo. No escondemos que somos un ejército, con su estructura piramidal, su centro de mando, sus decisiones de arriba hacia abajo. No por congraciarnos con libertarios o por moda negamos lo que somos.
Pero cualquiera puede ver ahora si el nuestro es un ejército que suplante o impone.
Y debo decir esto, que ya he pedido la autorización del compañero Subcomandante Insurgente Moisés para hacerlo:
Nada de lo que hemos hecho, para bien o para mal, hubiera sido posible si un ejército armado, el zapatista de liberación nacional, no se hubiera alzado contra el mal gobierno ejerciendo el derecho a la violencia legítima. La violencia del de abajo frente a la violencia del de arriba.
Somos guerreros y como tales sabemos cuál es nuestro papel y nuestro momento.
En la madrugada del día primero del primer mes del año de 1994, un ejército de gigantes, es decir, de indígenas rebeldes, bajó a las ciudades para con su paso sacudir el mundo.
Apenas unos días después, con la sangre de nuestros caídos aún fresca en las calles citadinas, nos dimos cuenta de que los de afuera no nos veían.
Acostumbrados a mirar desde arriba a los indígenas, no alzaban la mirada para mirarnos.
Acostumbrados a vernos humillados, su corazón no comprendía nuestra digna rebeldía.
Su mirada se había detenido en el único mestizo que vieron con pasamontañas, es decir, que no miraron.
Nuestros jefes y jefas dijeron entonces:
“Sólo lo ven lo pequeño que son, hagamos a alguien tan pequeño como ellos, que a él lo vean y por él nos vean”
Empezó así una compleja maniobra de distracción, un truco de magia terrible y maravillosa, una maliciosa jugada del corazón indígena que somos, la sabiduría indígena desafiaba a la modernidad en uno de sus bastiones: los medios de comunicación.
Empezó entonces la construcción del personaje llamado “Marcos”.
Les pido que me sigan en este razonamiento:
Supongamos que es posible otra forma de neutralizar a un criminal. Por ejemplo, creándole su arma homicida, hacerle creer que es efectiva, conminarlo a construir, en base a esa efectividad, todo su plan, para, en el momento en que se prepara para disparar, el “arma” vuelva a ser lo que siempre fue: una ilusión.
El sistema entero, pero sobre todo sus medios de comunicación, juegan a construir famas para luego destruirlas si no se pliegan a sus designios.
Su poder residía (ya no, han sido desplazados en eso por las redes sociales) en decidir qué y quién existía en el momento en que elegían qué nombraban y qué callaban.
En fin, no me hagan mucho caso, como se ha demostrado en estos 20 años, yo no sé nada de medios masivos de comunicación.
El caso es que el SupMarcos pasó de ser un vocero a ser un distractor.
Si el camino de la guerra, es decir, de la muerte, nos había tomado 10 años; el de la vida tomó más tiempo y requirió más esfuerzo, por no hablar de sangre.
Porque, aunque no lo crean, es más fácil morir que vivir.
Necesitábamos tiempo para ser y para encontrar a quien supiera vernos como lo que somos.
Necesitábamos tiempo para encontrar a quien nos viera no hacia arriba, no hacia abajo, que de frente nos viera, que nos viera con mirada compañera.
Les decía que empezó entonces la construcción del personaje.
Marcos un día tenía los ojos azules, otro día los tenía verdes, o cafés, o miel, o negros, todo dependiendo de quién hiciera la entrevista y tomara la foto. Así fue reserva en equipos de futbol profesional, empleado en tiendas departamentales, chofer, filósofo, cineasta, y los etcéteras que pueden encontrar en los medios de paga de esos calendarios y en diversas geografías. Había un Marcos para cada ocasión, es decir, para cada entrevista. Y no fue fácil, créanme, no había entonces wikipedia y si venían del Estado Español tenía que investigar si el corte inglés, por ejemplo, era un corte de traje típico de Inglaterra, una tienda de abarrotes, o una tienda departamental.
Si me permiten definir a Marcos el personaje entonces diría sin titubear que fue una botarga.
Digamos que, para que me entiendan, Marcos era un Medio No Libre (ojo: que no es lo mismo que ser un medio de paga).
En la construcción y mantenimiento del personaje tuvimos algunos errores.
“Es de humanos el herrar”, dijo el herrero.
Durante el primer año agotamos, como quien dice, el repertorio de “Marcos” posibles. Así que para inicios de 1995 estábamos en apuros y el proceso de los pueblos estaba en sus primeros pasos.
Así que en 1995 ya no sabíamos cómo hacerle. Pero entonces es cuando Zedillo, con el PAN de la mano, “descubre” a Marcos con el mismo método científico con que encuentra osamentas, es decir, por delación esotérica.
La historia del tampiqueño nos dio aire, aunque el fraude posterior de la Paca de Lozano nos hizo temer que la prensa de paga cuestionara también el “desenmascaramiento” de Marcos y descubriera que era un fraude más. Afortunadamente no fue así. Como ésa, los medios siguieron tragando otras ruedas de molino semejantes.
Un tiempo después el tampiqueño llegó a estas tierras. Junto con el Subcomandante Insurgente Moisés, hablamos con él. Le ofrecimos entonces dar una conferencia conjunta, así podría él librarse de la persecución puesto que sería evidente que no eran Marcos y él la misma persona. No quiso. Vino a vivir acá. Salió algunas veces y su rostro puede encontrarse en las fotografías de los velorios de sus padres. Si quieren pueden entrevistarlo. Ahora vive en una comunidad, en…. Ah, no quiere que sepan dónde mero vive. No diremos nada más para que él, si así lo desea algún día, pueda contar la historia que vivió desde el 9 de febrero de 1995. Por nuestra parte sólo nos queda agradecerle que nos haya pasado datos que cada tanto usamos para alimentar la “certeza” de que el SupMarcos no es lo que es en realidad, es decir, una botarga o un holograma, sino un profesor universitario, originario del ahora doloroso Tamaulipas.
En el entretanto seguíamos buscando, buscándolas, buscándolos a ustedes, a quienes ahora están aquí y a quienes no están aquí pero están.
Lanzamos una y otra iniciativas para encontrar al otro, a la otra, a lo otro compañero. Diferentes iniciativas, tratando de encontrar la mirada y el oído que necesitamos y merecemos.
En el entretanto, seguía el avance de los pueblos y el relevo del que se ha hablado mucho o poco, pero que se puede constatar directamente, sin intermediarios.
En la búsqueda de lo otro, una y otra vez fracasamos.
A quien encontrábamos o nos quería dirigir o quería que lo dirigiéramos.
Había quienes se acercaban y lo hacían con el afán de usarnos, o para mirar hacia atrás, sea con la nostalgia antropológica, sea con la nostalgia militante.
Así para unos éramos comunistas, para otros trotskistas, para otros anarquistas, para otros maoístas, para otros milenaristas, y ahí les dejo varios “istas” para que pongan lo que sea de su conocimiento.
Así fue hasta la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, la más audaz y la más zapatista de las iniciativas que hemos lanzado hasta ahora.
Con la Sexta al fin hemos encontrado quien nos mira de frente y nos saluda y abraza, y así se saluda y abraza.
Con la Sexta al fin los encontramos a ustedes.
Por fin, alguien que entendía que no buscábamos ni pastores que nos guiaran, ni rebaños a los cuales conducir a la tierra prometida. Ni amos ni esclavos. Ni caudillos ni masas sin cabeza.
Pero faltaba ver si era posible que miraran y escucharan lo que siendo somos.
Al interior, el avance de los pueblos había sido impresionante.
Entonces vino el curso “La Libertad según l@s zapatistas”.
En 3 vueltas, nos dimos cuenta de que ya había una generación que podía mirarnos de frente, que podía escucharnos y hablarnos sin esperar guía o liderazgo, ni pretender sumisión ni seguimiento.
Marcos, el personaje, ya no era necesario.
La nueva etapa en la lucha zapatista estaba lista.
Pasó entonces lo que pasó y muchas y muchos de ustedes, compañeras y compañeros de la Sexta, lo conocen de manera directa.
Podrán decir luego que lo del personaje fue ocioso. Pero una revisión honesta de esos días dirá de cuántas y cuántos voltearon a mirarnos, con agrado o desagrado, por los desfiguros de una botarga.
Así que el relevo de mando no se da por enfermedad o muerte, ni por desplazamiento interno, purga o depuración.
Se da lógicamente de acuerdo a los cambios internos que ha tenido y tiene el EZLN.
Sé que eso no cuadra con los esquemas cuadrados que en los distintos arriba hay, pero eso la verdad nos tiene sin cuidado.
Y si esto arruina la perezosa y pobre elaboración de los rumorólogos y zapatólogos de Jovel, pues ni modos.
Ni estoy ni he estado enfermo, ni estoy ni he estado muerto.
O sí, aunque tantas veces me mataron, tantas veces me morí, y de nuevo estoy aquí.
Si alentamos esos rumores fue porque así convenía.
El último gran truco del holograma fue simular enfermedad terminal, e incluso todas las muertes que ha padecido.
Por cierto, lo de “si su salud lo permite”, que el Subcomandante Insurgente Moisés usó en el comunicado anunciando la compartición con el CNI, era un equivalente a “si el pueblo lo pide” o “si las encuestas me favorecen” o “si dios me da licencia” u otros lugares comunes que han sido la muletilla en la clase política en los últimos tiempos.
Si me permiten un consejo: deberían cultivar un poco el sentido del humor, no sólo por salud mental y física, también porque sin sentido del humor no van a entender al zapatismo. Y el que no entiende, juzga; y el que juzga, condena.
En realidad ésa ha sido la parte más sencilla del personaje. Para alimentar el rumor sólo fue necesario decirle a algunas personas en específico: “te voy a decir un secreto pero prométeme que no se lo vas a contar nadie”.
Por supuesto que lo contaron.
Los principales colaboradores involuntarios del rumor de enfermedad y muerte han sido los “expertos en zapatología” que en la soberbia Jovel y en la caótica Ciudad de México presumen su cercanía con el zapatismo y el profundo conocimiento que de él tienen, además, claro, de los policías que también cobran como periodistas, de los periodistas que cobran como policías, y de l@s periodistas que sólo cobran, y mal, como periodistas.
Gracias a todas y todos ellos y ellas. Gracias por su discreción. Hicieron exactamente como suponíamos que iban a hacer. Lo único malo de todo esto, es que dudo que ahora alguien les confíe ningún secreto.
Es nuestra convicción y nuestra práctica que para rebelarse y luchar no son necesarios ni líderes ni caudillos ni mesías ni salvadores. Para luchar sólo se necesitan un poco de vergüenza, un tanto de dignidad y mucha organización.
Lo demás, o sirve al colectivo o no sirve.
Ha sido particularmente cómico lo que el culto al individuo ha provocado en los politólogos y analistas de arriba. Ayer dijeron que el futuro de este pueblo mexicano dependía de la alianza de 2 personalidades. Antier dijeron que Peña Nieto se independizaba de Salinas de Gortari, sin darse cuenta de que, entonces, si criticaban a Peña Nieto, se ponían del lado de Salinas de Gortari; y que si criticaban a éste último, apoyaban a Peña Nieto. Ahora dicen que hay que optar por un bando en la lucha de arriba por el control de las telecomunicaciones, así que o estás con Slim o estás con Azcárraga-Salinas. Y más arriba, o con Obama o con Putin.
Quienes hacia arriba suspiran y miran pueden seguir buscando su líder; pueden seguir pensando que ahora sí se van a respetar los resultados electorales; que ahora sí Slim va a apoyar la opción electoral de izquierda; que ahora sí en Game of Thrones van a aparecer los dragones y las batallas; que ahora sí en la serie televisiva The Walking Dead, Kirkman se va a apegar al comic; que ahora sí las herramientas hechas en china no se van a quebrar a la primera vuelta; que ahora sí el futbol va a ser deporte y no negocio.
Y sí, puede que en algunos de los casos sí le atinen, pero no hay que olvidar que en todos ellos son meros espectadores, es decir, consumidores pasivos.
Quienes amaron y odiaron al SupMarcos ahora saben que han odiado y amado a un holograma. Sus amores y odios han sido, pues, inútiles, estériles, vacíos, huecos.
No habrá entonces casa-museo o placas de metal en donde nací y crecí. Ni habrá quien viva de haber sido el subcomandante Marcos. Ni se heredará su nombre ni su cargo. No habrán viajes todo pagado para dar pláticas en el extranjero. No habrá traslado ni atención en hospitales de lujo. No habrán viudas ni hereder@s. No habrán funerales, ni honores, ni estatuas, ni museos, ni premios, ni nada de lo que el sistema hace para promover el culto al individuo y para menospreciar al colectivo.
El personaje fue creado y ahora sus creadores, los zapatistas y las zapatistas, lo destruimos.
Si alguien entiende esta lección que dan nuestras compañeras y compañeros, habrá entendido uno de los fundamentos del zapatismo.
Así que en los últimos años ha pasado lo que ha pasado.
Entonces vimos que la botarga, el personaje, el holograma pues, ya no era necesario.
Una y otra vez planeamos, y una y otra vez esperamos el momento indicado: el calendario y la geografía precisas para mostrar lo que en verdad somos a quienes son en verdad.
Entonces llegó Galeano con su muerte a marcarnos la geografía y el calendario: “aquí, en La Realidad; ahora: en el dolor y la rabia”
Antes del amanecer de 1994, pasé 10 años en estas montañas. Conocí y traté personalmente a algunos en cuya muerte morimos un mucho. Conozco y trato desde entonces con otros y otras más que hoy están aquí como nosotros.
Muchas madrugadas me encontré a mí mismo tratando de digerir las historias que me contaban, los mundos que dibujaban con silencios, manos y miradas, su insistencia en señalar algo más allá.
¿Era un sueño el mundo ése, tan otro, tan lejano, tan ajeno?
A veces pensé que se habían adelantado, que las palabras que nos guiaron y guían venían de tiempos para los que no habían aún calendarios, perdidos como estaban en geografías imprecisas: siempre el sur digno omnipresente en todos los puntos cardinales.
Luego supe que no me hablaban de un mundo inexacto y, por lo tanto, improbable.
Ese mundo ya andaba con su paso.
Ustedes, ¿no lo vieron? ¿No lo ven?
No hemos engañado a nadie de abajo. No escondemos que somos un ejército, con su estructura piramidal, su centro de mando, sus decisiones de arriba hacia abajo. No por congraciarnos con libertarios o por moda negamos lo que somos.
Pero cualquiera puede ver ahora si el nuestro es un ejército que suplante o impone.
Y debo decir esto, que ya he pedido la autorización del compañero Subcomandante Insurgente Moisés para hacerlo:
Nada de lo que hemos hecho, para bien o para mal, hubiera sido posible si un ejército armado, el zapatista de liberación nacional, no se hubiera alzado contra el mal gobierno ejerciendo el derecho a la violencia legítima. La violencia del de abajo frente a la violencia del de arriba.
Somos guerreros y como tales sabemos cuál es nuestro papel y nuestro momento.
En la madrugada del día primero del primer mes del año de 1994, un ejército de gigantes, es decir, de indígenas rebeldes, bajó a las ciudades para con su paso sacudir el mundo.
Apenas unos días después, con la sangre de nuestros caídos aún fresca en las calles citadinas, nos dimos cuenta de que los de afuera no nos veían.
Acostumbrados a mirar desde arriba a los indígenas, no alzaban la mirada para mirarnos.
Acostumbrados a vernos humillados, su corazón no comprendía nuestra digna rebeldía.
Su mirada se había detenido en el único mestizo que vieron con pasamontañas, es decir, que no miraron.
Nuestros jefes y jefas dijeron entonces:
“Sólo lo ven lo pequeño que son, hagamos a alguien tan pequeño como ellos, que a él lo vean y por él nos vean”
Empezó así una compleja maniobra de distracción, un truco de magia terrible y maravillosa, una maliciosa jugada del corazón indígena que somos, la sabiduría indígena desafiaba a la modernidad en uno de sus bastiones: los medios de comunicación.
Empezó entonces la construcción del personaje llamado “Marcos”.
Les pido que me sigan en este razonamiento:
Supongamos que es posible otra forma de neutralizar a un criminal. Por ejemplo, creándole su arma homicida, hacerle creer que es efectiva, conminarlo a construir, en base a esa efectividad, todo su plan, para, en el momento en que se prepara para disparar, el “arma” vuelva a ser lo que siempre fue: una ilusión.
El sistema entero, pero sobre todo sus medios de comunicación, juegan a construir famas para luego destruirlas si no se pliegan a sus designios.
Su poder residía (ya no, han sido desplazados en eso por las redes sociales) en decidir qué y quién existía en el momento en que elegían qué nombraban y qué callaban.
En fin, no me hagan mucho caso, como se ha demostrado en estos 20 años, yo no sé nada de medios masivos de comunicación.
El caso es que el SupMarcos pasó de ser un vocero a ser un distractor.
Si el camino de la guerra, es decir, de la muerte, nos había tomado 10 años; el de la vida tomó más tiempo y requirió más esfuerzo, por no hablar de sangre.
Porque, aunque no lo crean, es más fácil morir que vivir.
Necesitábamos tiempo para ser y para encontrar a quien supiera vernos como lo que somos.
Necesitábamos tiempo para encontrar a quien nos viera no hacia arriba, no hacia abajo, que de frente nos viera, que nos viera con mirada compañera.
Les decía que empezó entonces la construcción del personaje.
Marcos un día tenía los ojos azules, otro día los tenía verdes, o cafés, o miel, o negros, todo dependiendo de quién hiciera la entrevista y tomara la foto. Así fue reserva en equipos de futbol profesional, empleado en tiendas departamentales, chofer, filósofo, cineasta, y los etcéteras que pueden encontrar en los medios de paga de esos calendarios y en diversas geografías. Había un Marcos para cada ocasión, es decir, para cada entrevista. Y no fue fácil, créanme, no había entonces wikipedia y si venían del Estado Español tenía que investigar si el corte inglés, por ejemplo, era un corte de traje típico de Inglaterra, una tienda de abarrotes, o una tienda departamental.
Si me permiten definir a Marcos el personaje entonces diría sin titubear que fue una botarga.
Digamos que, para que me entiendan, Marcos era un Medio No Libre (ojo: que no es lo mismo que ser un medio de paga).
En la construcción y mantenimiento del personaje tuvimos algunos errores.
“Es de humanos el herrar”, dijo el herrero.
Durante el primer año agotamos, como quien dice, el repertorio de “Marcos” posibles. Así que para inicios de 1995 estábamos en apuros y el proceso de los pueblos estaba en sus primeros pasos.
Así que en 1995 ya no sabíamos cómo hacerle. Pero entonces es cuando Zedillo, con el PAN de la mano, “descubre” a Marcos con el mismo método científico con que encuentra osamentas, es decir, por delación esotérica.
La historia del tampiqueño nos dio aire, aunque el fraude posterior de la Paca de Lozano nos hizo temer que la prensa de paga cuestionara también el “desenmascaramiento” de Marcos y descubriera que era un fraude más. Afortunadamente no fue así. Como ésa, los medios siguieron tragando otras ruedas de molino semejantes.
Un tiempo después el tampiqueño llegó a estas tierras. Junto con el Subcomandante Insurgente Moisés, hablamos con él. Le ofrecimos entonces dar una conferencia conjunta, así podría él librarse de la persecución puesto que sería evidente que no eran Marcos y él la misma persona. No quiso. Vino a vivir acá. Salió algunas veces y su rostro puede encontrarse en las fotografías de los velorios de sus padres. Si quieren pueden entrevistarlo. Ahora vive en una comunidad, en…. Ah, no quiere que sepan dónde mero vive. No diremos nada más para que él, si así lo desea algún día, pueda contar la historia que vivió desde el 9 de febrero de 1995. Por nuestra parte sólo nos queda agradecerle que nos haya pasado datos que cada tanto usamos para alimentar la “certeza” de que el SupMarcos no es lo que es en realidad, es decir, una botarga o un holograma, sino un profesor universitario, originario del ahora doloroso Tamaulipas.
En el entretanto seguíamos buscando, buscándolas, buscándolos a ustedes, a quienes ahora están aquí y a quienes no están aquí pero están.
Lanzamos una y otra iniciativas para encontrar al otro, a la otra, a lo otro compañero. Diferentes iniciativas, tratando de encontrar la mirada y el oído que necesitamos y merecemos.
En el entretanto, seguía el avance de los pueblos y el relevo del que se ha hablado mucho o poco, pero que se puede constatar directamente, sin intermediarios.
En la búsqueda de lo otro, una y otra vez fracasamos.
A quien encontrábamos o nos quería dirigir o quería que lo dirigiéramos.
Había quienes se acercaban y lo hacían con el afán de usarnos, o para mirar hacia atrás, sea con la nostalgia antropológica, sea con la nostalgia militante.
Así para unos éramos comunistas, para otros trotskistas, para otros anarquistas, para otros maoístas, para otros milenaristas, y ahí les dejo varios “istas” para que pongan lo que sea de su conocimiento.
Así fue hasta la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, la más audaz y la más zapatista de las iniciativas que hemos lanzado hasta ahora.
Con la Sexta al fin hemos encontrado quien nos mira de frente y nos saluda y abraza, y así se saluda y abraza.
Con la Sexta al fin los encontramos a ustedes.
Por fin, alguien que entendía que no buscábamos ni pastores que nos guiaran, ni rebaños a los cuales conducir a la tierra prometida. Ni amos ni esclavos. Ni caudillos ni masas sin cabeza.
Pero faltaba ver si era posible que miraran y escucharan lo que siendo somos.
Al interior, el avance de los pueblos había sido impresionante.
Entonces vino el curso “La Libertad según l@s zapatistas”.
En 3 vueltas, nos dimos cuenta de que ya había una generación que podía mirarnos de frente, que podía escucharnos y hablarnos sin esperar guía o liderazgo, ni pretender sumisión ni seguimiento.
Marcos, el personaje, ya no era necesario.
La nueva etapa en la lucha zapatista estaba lista.
Pasó entonces lo que pasó y muchas y muchos de ustedes, compañeras y compañeros de la Sexta, lo conocen de manera directa.
Podrán decir luego que lo del personaje fue ocioso. Pero una revisión honesta de esos días dirá de cuántas y cuántos voltearon a mirarnos, con agrado o desagrado, por los desfiguros de una botarga.
Así que el relevo de mando no se da por enfermedad o muerte, ni por desplazamiento interno, purga o depuración.
Se da lógicamente de acuerdo a los cambios internos que ha tenido y tiene el EZLN.
Sé que eso no cuadra con los esquemas cuadrados que en los distintos arriba hay, pero eso la verdad nos tiene sin cuidado.
Y si esto arruina la perezosa y pobre elaboración de los rumorólogos y zapatólogos de Jovel, pues ni modos.
Ni estoy ni he estado enfermo, ni estoy ni he estado muerto.
O sí, aunque tantas veces me mataron, tantas veces me morí, y de nuevo estoy aquí.
Si alentamos esos rumores fue porque así convenía.
El último gran truco del holograma fue simular enfermedad terminal, e incluso todas las muertes que ha padecido.
Por cierto, lo de “si su salud lo permite”, que el Subcomandante Insurgente Moisés usó en el comunicado anunciando la compartición con el CNI, era un equivalente a “si el pueblo lo pide” o “si las encuestas me favorecen” o “si dios me da licencia” u otros lugares comunes que han sido la muletilla en la clase política en los últimos tiempos.
Si me permiten un consejo: deberían cultivar un poco el sentido del humor, no sólo por salud mental y física, también porque sin sentido del humor no van a entender al zapatismo. Y el que no entiende, juzga; y el que juzga, condena.
En realidad ésa ha sido la parte más sencilla del personaje. Para alimentar el rumor sólo fue necesario decirle a algunas personas en específico: “te voy a decir un secreto pero prométeme que no se lo vas a contar nadie”.
Por supuesto que lo contaron.
Los principales colaboradores involuntarios del rumor de enfermedad y muerte han sido los “expertos en zapatología” que en la soberbia Jovel y en la caótica Ciudad de México presumen su cercanía con el zapatismo y el profundo conocimiento que de él tienen, además, claro, de los policías que también cobran como periodistas, de los periodistas que cobran como policías, y de l@s periodistas que sólo cobran, y mal, como periodistas.
Gracias a todas y todos ellos y ellas. Gracias por su discreción. Hicieron exactamente como suponíamos que iban a hacer. Lo único malo de todo esto, es que dudo que ahora alguien les confíe ningún secreto.
Es nuestra convicción y nuestra práctica que para rebelarse y luchar no son necesarios ni líderes ni caudillos ni mesías ni salvadores. Para luchar sólo se necesitan un poco de vergüenza, un tanto de dignidad y mucha organización.
Lo demás, o sirve al colectivo o no sirve.
Ha sido particularmente cómico lo que el culto al individuo ha provocado en los politólogos y analistas de arriba. Ayer dijeron que el futuro de este pueblo mexicano dependía de la alianza de 2 personalidades. Antier dijeron que Peña Nieto se independizaba de Salinas de Gortari, sin darse cuenta de que, entonces, si criticaban a Peña Nieto, se ponían del lado de Salinas de Gortari; y que si criticaban a éste último, apoyaban a Peña Nieto. Ahora dicen que hay que optar por un bando en la lucha de arriba por el control de las telecomunicaciones, así que o estás con Slim o estás con Azcárraga-Salinas. Y más arriba, o con Obama o con Putin.
Quienes hacia arriba suspiran y miran pueden seguir buscando su líder; pueden seguir pensando que ahora sí se van a respetar los resultados electorales; que ahora sí Slim va a apoyar la opción electoral de izquierda; que ahora sí en Game of Thrones van a aparecer los dragones y las batallas; que ahora sí en la serie televisiva The Walking Dead, Kirkman se va a apegar al comic; que ahora sí las herramientas hechas en china no se van a quebrar a la primera vuelta; que ahora sí el futbol va a ser deporte y no negocio.
Y sí, puede que en algunos de los casos sí le atinen, pero no hay que olvidar que en todos ellos son meros espectadores, es decir, consumidores pasivos.
Quienes amaron y odiaron al SupMarcos ahora saben que han odiado y amado a un holograma. Sus amores y odios han sido, pues, inútiles, estériles, vacíos, huecos.
No habrá entonces casa-museo o placas de metal en donde nací y crecí. Ni habrá quien viva de haber sido el subcomandante Marcos. Ni se heredará su nombre ni su cargo. No habrán viajes todo pagado para dar pláticas en el extranjero. No habrá traslado ni atención en hospitales de lujo. No habrán viudas ni hereder@s. No habrán funerales, ni honores, ni estatuas, ni museos, ni premios, ni nada de lo que el sistema hace para promover el culto al individuo y para menospreciar al colectivo.
El personaje fue creado y ahora sus creadores, los zapatistas y las zapatistas, lo destruimos.
Si alguien entiende esta lección que dan nuestras compañeras y compañeros, habrá entendido uno de los fundamentos del zapatismo.
Así que en los últimos años ha pasado lo que ha pasado.
Entonces vimos que la botarga, el personaje, el holograma pues, ya no era necesario.
Una y otra vez planeamos, y una y otra vez esperamos el momento indicado: el calendario y la geografía precisas para mostrar lo que en verdad somos a quienes son en verdad.
Entonces llegó Galeano con su muerte a marcarnos la geografía y el calendario: “aquí, en La Realidad; ahora: en el dolor y la rabia”
V.- El dolor y la Rabia. Susurros y gritos.
Cuando llegamos al caracol aquí en La Realidad, sin que nadie nos lo dijera empezamos a hablar en susurros.
Quedo hablaba nuestro dolor, quedito nuestra rabia.
Como si tratáramos de evitar que al Galeano lo ahuyentaran los ruidos, los sonidos que le eran ajenos.
Como si nuestras voces y pasos lo llamaran.
“Espera compa”, decía nuestro silencio.
“No te vayas”, susurraban las palabras.
Pero hay otros dolores y otras rabias.
Ahora mismo, en otros rincones de México y del mundo, un hombre, una mujer, unoa otroa, un niño, una niña, un anciano, una anciana, una memoria, es golpeada a mansalva, rodeada por el sistema hecho crimen voraz, es garroteada, macheteada, baleada, rematada, arrastrada entre burlas, abandonada, recuperado y velado su cuerpo, enterrada su vida.
Sólo algunos nombres:
Alexis Benhumea, asesinado en el Estado de México.
Francisco Javier Cortés, asesinado en el Estado de México.
Juan Vázquez Guzmán, asesinado en Chiapas.
Juan Carlos Gómez Silvano, asesinado en Chiapas.
El compa Kuy, asesinado en el DF.
Carlo Giuliani, asesinado en Italia.
Aléxis Grigoropoulos, asesinado en Grecia.
Wajih Wajdi al-Ramahi, asesinado en un Campo de refugiados en la ciudad cisjordana de Ramala. 14 años, asesinado de un tiro en la espalda desde un puesto de observación del ejército israelí, no había marchas, ni protestas ni nada en la calle.
Matías Valentín Catrileo Quezada, mapuche asesinado en Chile.
Teodulfo Torres Soriano, compa de la Sexta desaparecido en la Ciudad de México.
Guadalupe Jerónimo y Urbano Macías, comuneros de Cherán, asesinados en Michoacán.
Francisco de Asís Manuel, desaparecido en Santa María Ostula.
Javier Martínes Robles, desaparecido en Santa María Ostula.
Gerardo Vera Orcino, desaparecido en Santa María Ostula.
Enrique Domínguez Macías, desaparecido en Santa María Ostula.
Martín Santos Luna, desaparecido en Santa María Ostula.
Pedro Leyva Domínguez, asesinado en Santa María Ostula.
Diego Ramírez Domínguez, asesinado en Santa María Ostula.
Trinidad de la Cruz Crisóstomo, asesinado en Santa María Ostula.
Crisóforo Sánchez Reyes, asesinado en Santa María Ostula.
Teódulo Santos Girón, desparecido en Santa María Ostula.
Longino Vicente Morales, desaparecido en Guerrero.
Víctor Ayala Tapia, desaparecido en Guerrero.
Jacinto López Díaz “El Jazi”, asesinado en Puebla.
Bernardo Vázquez Sánchez, asesinado en Oaxaca.
Jorge Alexis Herrera, asesinado en Guerrero.
Gabriel Echeverría, asesinado en Guerrero.
Edmundo Reyes Amaya, desaparecido en Oaxaca.
Gabriel Alberto Cruz Sánchez, desaparecido en Oaxaca.
Juan Francisco Sicilia Ortega, asesinado en Morelos.
Ernesto Méndez Salinas, asesinado en Morelos.
Alejandro Chao Barona, asesinado en Morelos.
Sara Robledo, asesinada en Morelos.
Juventina Villa Mojica, asesinada en Guerrero.
Reynaldo Santana Villa, asesinado en Guerrero.
Catarino Torres Pereda, asesinado en Oaxaca.
Bety Cariño, asesinada en Oaxaca.
Jyri Jaakkola, asesinado en Oaxaca.
Sandra Luz Hernández, asesinada en Sinaloa.
Marisela Escobedo Ortíz, asesinada en Chihuahua.
Celedonio Monroy Prudencio, desaparecido en Jalisco.
Nepomuceno Moreno Nuñez, asesinado en Sonora.
Los y las migrantes desparecidas forzosamente y probablemente asesinadas en cualquier rincón del territorio mexicano.
Los presos a quienes se quiere matar en vida: Mumia Abu Jamal, Leonard Peltier, los Mapuche, Mario González, Juan Carlos Flores.
El continuo entierro de voces que vida fueron, silenciadas por el caer de la tierra y el cerrarse de las rejas.
Y la burla mayor es que, en cada paletada de tierra que arroja el esbirro en turno, el sistema va diciendo: “no vales, no importas, nadie te llora, a nadie le da rabia tu muerte, nadie sigue tu paso, nadie levanta tu vida”
Y con la última paletada sentencia: “aunque agarren y castiguen a los que te matamos, siempre encontraré otro, otra, otros, que de nuevo te embosquen y repitan la danza macabra que acabó con tu vida”
Y dice “Tu justicia pequeña, enana, fabricada para que los medios de paga simulen y obtengan un poco de calma para frenar el caos que se les viene encima, no me espanta, no me daña, no me castiga”
¿Qué le decimos a ese cadáver al que, en cualquier rincón del mundo de abajo, se le entierra en el olvido?
¿Que sólo nuestros dolor y rabia cuentan?
¿Que sólo nuestro coraje importa?
¿Que mientras susurramos nuestra historia, no escuchamos su grito, su alarido?
Tiene tantos nombres la injusticia y son tantos los gritos que provoca.
Pero nuestro dolor y nuestra rabia no nos impiden escuchar.
Y nuestros susurros no son sólo para lamentar la caída de nuestros muertos injustamente.
Son para así poder escuchar a otros dolores, hacer nuestras otras rabias y seguir así en el complicado, largo y tortuoso camino de hacer de todo eso un alarido que se transforme en lucha libertadora.
Y no olvidar que, mientras alguien susurra, alguien grita.
Y sólo el oído atento puede escuchar.
Mientras hablamos y escuchamos ahora, alguien grita de dolor, de rabia.
Y así como hay que aprender a dirigir la mirada, la escucha debe encontrar el rumbo que la haga fértil.
Porque mientras alguien descansa, hay quien sigue cuesta arriba.
Para mirar ese empeño, basta bajar la mirada y elevar el corazón.
¿Pueden?
¿Podrán?
La justicia pequeña se parece tanto a la venganza. La justicia pequeña es la que reparte impunidad, pues al castigar a uno, absuelve a otros.
La que queremos nosotros, por la que luchamos, no se agota en encontrar a los asesinos del compa Galeano y ver que reciban su castigo (que así será, que nadie se llame a engaño).
La búsqueda paciente y porfiada busca la verdad, no el alivio de la resignación.
La justicia grande tiene qué ver con el compañero Galeano enterrado.
Porque nosotros nos preguntamos no qué hacemos con su muerte, sino qué debemos hacer con su vida.
Disculpen si entro en el pantanoso terreno de los lugares comunes, pero ese compañero no merecía morir, no así.
Todo su empeño, su sacrificio cotidiano, puntual, invisible para quien no fuera nosotros, fue por la vida.
Y sí les puedo decir que fue un ser extraordinario y además, y esto es lo que maravilla, hay miles de compañeras y compañeros como él en las comunidades indígenas zapatistas, con el mismo empeño, idéntico compromiso, igual claridad y un único destino: la libertad.
Y haciendo cuentas macabras: si alguien merece la muerte es quien no existe ni ha existido, como no sea en la fugacidad de los medios de comunicación de paga.
Ya nos ha dicho nuestro compañero jefe y vocero del EZLN, el Subcomandante Insurgente Moisés, que al asesinar a Galeano, o a cualquiera de los zapatistas, los de arriba querían asesinar al EZLN.
No como ejército, sino como rebelde necio que construye y levanta vida donde ellos, los de arriba, desean el páramo de las industrias mineras, petroleras, turísticas, la muerte de la tierra y de quienes la habitan y trabajan.
Y ha dicho que hemos venido, como Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, a desenterrar a Galeano.
Pensamos que es necesario que uno de nosotros muera para que Galeano viva.
Y para que esa impertinente que es la muerte quede satisfecha, en su lugar de Galeano ponemos otro nombre para que Galeano viva y la muerte se lleve no una vida, sino un nombre solamente, unas letras vaciadas de todo sentido, sin historia propia, sin vida.
Así que hemos decidido que Marcos deje de existir hoy.
Lo llevarán de la mano sombra el guerrero y lucecita para que no se pierda en el camino, Don Durito se irá con él, lo mismo que el Viejo Antonio.
No lo extrañarán las niñas y niños que antes se juntaban para escuchar sus cuentos, pues ya son grandes, ya tienen juicio, ya luchan como el que más por la libertad, la democracia y la justicia, que son la tarea de cualquier zapatista.
El gato-perro, y no un cisne, entonará ahora el canto de despedida.
Y al final, quienes entiendan, sabrán que no se va quien nunca estuvo, ni muere quien no ha vivido.
Y la muerte se irá engañada por un indígena con el nombre de Galeano en la lucha, y en esas piedras que han colocado en su tumba volverá a andar y a enseñar, a quien se deje, lo básico del zapatismo, es decir, no venderse, no rendirse, no claudicar.
¡Ah la muerte! Como si no fuera evidente que a los de arriba los libera de toda corresponsabilidad, más allá de la oración fúnebre, el homenaje gris, la estatua estéril, el museo controlador.
¿A nosotros? Bueno, pues a nosotros la muerte nos compromete por lo que tiene de vida.
Así que aquí estamos, burlando a la muerte en la realidad.
Compas:
Dicho todo lo anterior, siendo las 0208 del 25 de mayo del 2014 en el frente de combate suroriental del EZLN, declaro que deja de existir el conocido como Subcomandante Insurgente Marcos, el autodenominado “subcomandante de acero inoxidable”.
Eso es.
Por mi voz ya no hablará la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Vale. Salud y hasta nunca… o hasta siempre, quien entendió sabrá que eso ya no importa, que nunca ha importado.
Desde la realidad zapatista.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, 24 de mayo del 2014.
P.D.1.- ¿“Game is over”?
P.D.2.- ¿Jaque Mate?
P.D.3.- ¿Touché?
P.D. 4.- Ahí se ven, raza, y manden tabaco.
P.D. 5.- Mmh… así que esto es el infierno… ¡Ése Piporro, Pedro, José Alfredo! ¿Cómo? ¿Por machistas? Nah, no lo creo, si yo nunca…
P.D.-6.- O sea que como quien dice, sin la botarga, ¿ya puedo andar desnudo?
P.D. 7.- Oigan, está muy oscuro acá, necesito una lucecita.
(…)
(se escucha una voz en off)
Buenas madrugadas tengan compañeras y compañeros. Mi nombre es Galeano, Subcomandante Insurgente Galeano.
¿Alguien más se llama Galeano?
(se escuchan voces y gritos)
Ah, tras que por eso me dijeron que cuando volviera a nacer, lo haría en colectivo.
Sea pues.
Buen viaje. Cuídense, cuídenos.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Galeano.
México, mayo del 2014.
Cuando llegamos al caracol aquí en La Realidad, sin que nadie nos lo dijera empezamos a hablar en susurros.
Quedo hablaba nuestro dolor, quedito nuestra rabia.
Como si tratáramos de evitar que al Galeano lo ahuyentaran los ruidos, los sonidos que le eran ajenos.
Como si nuestras voces y pasos lo llamaran.
“Espera compa”, decía nuestro silencio.
“No te vayas”, susurraban las palabras.
Pero hay otros dolores y otras rabias.
Ahora mismo, en otros rincones de México y del mundo, un hombre, una mujer, unoa otroa, un niño, una niña, un anciano, una anciana, una memoria, es golpeada a mansalva, rodeada por el sistema hecho crimen voraz, es garroteada, macheteada, baleada, rematada, arrastrada entre burlas, abandonada, recuperado y velado su cuerpo, enterrada su vida.
Sólo algunos nombres:
Alexis Benhumea, asesinado en el Estado de México.
Francisco Javier Cortés, asesinado en el Estado de México.
Juan Vázquez Guzmán, asesinado en Chiapas.
Juan Carlos Gómez Silvano, asesinado en Chiapas.
El compa Kuy, asesinado en el DF.
Carlo Giuliani, asesinado en Italia.
Aléxis Grigoropoulos, asesinado en Grecia.
Wajih Wajdi al-Ramahi, asesinado en un Campo de refugiados en la ciudad cisjordana de Ramala. 14 años, asesinado de un tiro en la espalda desde un puesto de observación del ejército israelí, no había marchas, ni protestas ni nada en la calle.
Matías Valentín Catrileo Quezada, mapuche asesinado en Chile.
Teodulfo Torres Soriano, compa de la Sexta desaparecido en la Ciudad de México.
Guadalupe Jerónimo y Urbano Macías, comuneros de Cherán, asesinados en Michoacán.
Francisco de Asís Manuel, desaparecido en Santa María Ostula.
Javier Martínes Robles, desaparecido en Santa María Ostula.
Gerardo Vera Orcino, desaparecido en Santa María Ostula.
Enrique Domínguez Macías, desaparecido en Santa María Ostula.
Martín Santos Luna, desaparecido en Santa María Ostula.
Pedro Leyva Domínguez, asesinado en Santa María Ostula.
Diego Ramírez Domínguez, asesinado en Santa María Ostula.
Trinidad de la Cruz Crisóstomo, asesinado en Santa María Ostula.
Crisóforo Sánchez Reyes, asesinado en Santa María Ostula.
Teódulo Santos Girón, desparecido en Santa María Ostula.
Longino Vicente Morales, desaparecido en Guerrero.
Víctor Ayala Tapia, desaparecido en Guerrero.
Jacinto López Díaz “El Jazi”, asesinado en Puebla.
Bernardo Vázquez Sánchez, asesinado en Oaxaca.
Jorge Alexis Herrera, asesinado en Guerrero.
Gabriel Echeverría, asesinado en Guerrero.
Edmundo Reyes Amaya, desaparecido en Oaxaca.
Gabriel Alberto Cruz Sánchez, desaparecido en Oaxaca.
Juan Francisco Sicilia Ortega, asesinado en Morelos.
Ernesto Méndez Salinas, asesinado en Morelos.
Alejandro Chao Barona, asesinado en Morelos.
Sara Robledo, asesinada en Morelos.
Juventina Villa Mojica, asesinada en Guerrero.
Reynaldo Santana Villa, asesinado en Guerrero.
Catarino Torres Pereda, asesinado en Oaxaca.
Bety Cariño, asesinada en Oaxaca.
Jyri Jaakkola, asesinado en Oaxaca.
Sandra Luz Hernández, asesinada en Sinaloa.
Marisela Escobedo Ortíz, asesinada en Chihuahua.
Celedonio Monroy Prudencio, desaparecido en Jalisco.
Nepomuceno Moreno Nuñez, asesinado en Sonora.
Los y las migrantes desparecidas forzosamente y probablemente asesinadas en cualquier rincón del territorio mexicano.
Los presos a quienes se quiere matar en vida: Mumia Abu Jamal, Leonard Peltier, los Mapuche, Mario González, Juan Carlos Flores.
El continuo entierro de voces que vida fueron, silenciadas por el caer de la tierra y el cerrarse de las rejas.
Y la burla mayor es que, en cada paletada de tierra que arroja el esbirro en turno, el sistema va diciendo: “no vales, no importas, nadie te llora, a nadie le da rabia tu muerte, nadie sigue tu paso, nadie levanta tu vida”
Y con la última paletada sentencia: “aunque agarren y castiguen a los que te matamos, siempre encontraré otro, otra, otros, que de nuevo te embosquen y repitan la danza macabra que acabó con tu vida”
Y dice “Tu justicia pequeña, enana, fabricada para que los medios de paga simulen y obtengan un poco de calma para frenar el caos que se les viene encima, no me espanta, no me daña, no me castiga”
¿Qué le decimos a ese cadáver al que, en cualquier rincón del mundo de abajo, se le entierra en el olvido?
¿Que sólo nuestros dolor y rabia cuentan?
¿Que sólo nuestro coraje importa?
¿Que mientras susurramos nuestra historia, no escuchamos su grito, su alarido?
Tiene tantos nombres la injusticia y son tantos los gritos que provoca.
Pero nuestro dolor y nuestra rabia no nos impiden escuchar.
Y nuestros susurros no son sólo para lamentar la caída de nuestros muertos injustamente.
Son para así poder escuchar a otros dolores, hacer nuestras otras rabias y seguir así en el complicado, largo y tortuoso camino de hacer de todo eso un alarido que se transforme en lucha libertadora.
Y no olvidar que, mientras alguien susurra, alguien grita.
Y sólo el oído atento puede escuchar.
Mientras hablamos y escuchamos ahora, alguien grita de dolor, de rabia.
Y así como hay que aprender a dirigir la mirada, la escucha debe encontrar el rumbo que la haga fértil.
Porque mientras alguien descansa, hay quien sigue cuesta arriba.
Para mirar ese empeño, basta bajar la mirada y elevar el corazón.
¿Pueden?
¿Podrán?
La justicia pequeña se parece tanto a la venganza. La justicia pequeña es la que reparte impunidad, pues al castigar a uno, absuelve a otros.
La que queremos nosotros, por la que luchamos, no se agota en encontrar a los asesinos del compa Galeano y ver que reciban su castigo (que así será, que nadie se llame a engaño).
La búsqueda paciente y porfiada busca la verdad, no el alivio de la resignación.
La justicia grande tiene qué ver con el compañero Galeano enterrado.
Porque nosotros nos preguntamos no qué hacemos con su muerte, sino qué debemos hacer con su vida.
Disculpen si entro en el pantanoso terreno de los lugares comunes, pero ese compañero no merecía morir, no así.
Todo su empeño, su sacrificio cotidiano, puntual, invisible para quien no fuera nosotros, fue por la vida.
Y sí les puedo decir que fue un ser extraordinario y además, y esto es lo que maravilla, hay miles de compañeras y compañeros como él en las comunidades indígenas zapatistas, con el mismo empeño, idéntico compromiso, igual claridad y un único destino: la libertad.
Y haciendo cuentas macabras: si alguien merece la muerte es quien no existe ni ha existido, como no sea en la fugacidad de los medios de comunicación de paga.
Ya nos ha dicho nuestro compañero jefe y vocero del EZLN, el Subcomandante Insurgente Moisés, que al asesinar a Galeano, o a cualquiera de los zapatistas, los de arriba querían asesinar al EZLN.
No como ejército, sino como rebelde necio que construye y levanta vida donde ellos, los de arriba, desean el páramo de las industrias mineras, petroleras, turísticas, la muerte de la tierra y de quienes la habitan y trabajan.
Y ha dicho que hemos venido, como Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, a desenterrar a Galeano.
Pensamos que es necesario que uno de nosotros muera para que Galeano viva.
Y para que esa impertinente que es la muerte quede satisfecha, en su lugar de Galeano ponemos otro nombre para que Galeano viva y la muerte se lleve no una vida, sino un nombre solamente, unas letras vaciadas de todo sentido, sin historia propia, sin vida.
Así que hemos decidido que Marcos deje de existir hoy.
Lo llevarán de la mano sombra el guerrero y lucecita para que no se pierda en el camino, Don Durito se irá con él, lo mismo que el Viejo Antonio.
No lo extrañarán las niñas y niños que antes se juntaban para escuchar sus cuentos, pues ya son grandes, ya tienen juicio, ya luchan como el que más por la libertad, la democracia y la justicia, que son la tarea de cualquier zapatista.
El gato-perro, y no un cisne, entonará ahora el canto de despedida.
Y al final, quienes entiendan, sabrán que no se va quien nunca estuvo, ni muere quien no ha vivido.
Y la muerte se irá engañada por un indígena con el nombre de Galeano en la lucha, y en esas piedras que han colocado en su tumba volverá a andar y a enseñar, a quien se deje, lo básico del zapatismo, es decir, no venderse, no rendirse, no claudicar.
¡Ah la muerte! Como si no fuera evidente que a los de arriba los libera de toda corresponsabilidad, más allá de la oración fúnebre, el homenaje gris, la estatua estéril, el museo controlador.
¿A nosotros? Bueno, pues a nosotros la muerte nos compromete por lo que tiene de vida.
Así que aquí estamos, burlando a la muerte en la realidad.
Compas:
Dicho todo lo anterior, siendo las 0208 del 25 de mayo del 2014 en el frente de combate suroriental del EZLN, declaro que deja de existir el conocido como Subcomandante Insurgente Marcos, el autodenominado “subcomandante de acero inoxidable”.
Eso es.
Por mi voz ya no hablará la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Vale. Salud y hasta nunca… o hasta siempre, quien entendió sabrá que eso ya no importa, que nunca ha importado.
Desde la realidad zapatista.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, 24 de mayo del 2014.
P.D.1.- ¿“Game is over”?
P.D.2.- ¿Jaque Mate?
P.D.3.- ¿Touché?
P.D. 4.- Ahí se ven, raza, y manden tabaco.
P.D. 5.- Mmh… así que esto es el infierno… ¡Ése Piporro, Pedro, José Alfredo! ¿Cómo? ¿Por machistas? Nah, no lo creo, si yo nunca…
P.D.-6.- O sea que como quien dice, sin la botarga, ¿ya puedo andar desnudo?
P.D. 7.- Oigan, está muy oscuro acá, necesito una lucecita.
(…)
(se escucha una voz en off)
Buenas madrugadas tengan compañeras y compañeros. Mi nombre es Galeano, Subcomandante Insurgente Galeano.
¿Alguien más se llama Galeano?
(se escuchan voces y gritos)
Ah, tras que por eso me dijeron que cuando volviera a nacer, lo haría en colectivo.
Sea pues.
Buen viaje. Cuídense, cuídenos.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Galeano.
México, mayo del 2014.
TRA LUCE ED OMBRA
La Realidad, Pianeta Terra
Maggio 2014
Compagna, compagno, compañeroa:
Buona notte, sera, giorno, qualunque sia la vostra geografia, tempo e modo.
Buone albe.
Chiedo in particolare alle compagne, compagni e compañeroas della Sexta che vengono da altre parti, ai media liberi compagni, di avere pazienza, tolleranza e comprensione per quello che dirò, perché queste saranno le mie ultime parole in pubblico prima di smettere di esistere. Mi rivolgo a voi e a coloro che attraverso di voi ci ascoltano e ci guardano.
Forse all’inizio, o durante questo discorso, potrebbe nascere nel vostro cuore la sensazione che qualcosa sia fuori luogo, che qualcosa non quadri, come se mancassero dei tasselli per dare un senso al rompicapo che vi si sta delineando. Come se mancasse qualcosa.
Forse dopo giorni, settimane, mesi, anni, decenni, si capirà quello che diciamo ora.
Le mie compagne e compagni dell’EZLN a tutti i livelli non mi preoccupano, perché questo è il nostro modo: camminare, lottare, sapendo che manca sempre ancora qualcosa.
Inoltre, nessuno si offenda, ma l’intelligenza delle/dei compas zapatisti è molto al di sopra della media.
Per il resto, ci inorgoglisce che sia davanti a compagne, compagni e compañeroas dell’EZLN e della Sexta, che si comunica pubblicamente questa decisione collettiva.
Ed è bello che sarà attraverso i media liberi, alternativi, indipendenti di questo arcipelago di dolori, rabbie e degna lotta che chiamiamo “la Sexta“, che verrete a conoscenza di quello che dirò dovunque vi troviate.
Se a qualcun altro interesserà sapere che cosa è successo in questo giorno dovrà rivolgersi ai media liberi per saperlo.
Bene dunque. Benvenute e benvenuti nella realtà zapatista.
I.- Una decisione difficile.
Quando nel 1994 con sangue e fuoco irrompemmo ed interrompemmo, per noi zapatisti non iniziava la guerra.
La guerra dell’alto, con la morte e la distruzione, la spoliazione e l’umiliazione, lo sfruttamento ed il silenzio imposti al vinto, la stavamo già subendo da secoli.
Quello che per noi inizia nel 1994 è uno dei molti momenti della guerra di quelli che stanno in basso contro quelli che stanno sopra, contro il loro mondo.
Quella guerra di resistenza che si svolge giorno per giorno per le strade di ogni angolo dei cinque continenti, nelle campagne e sulle montagne.
La nostra, come quella di molti e molte del basso, era ed è una guerra per l’umanità e contro il neoliberismo.
Contro la morte, noi chiedevamo vita.
Contro il silenzio, esigevamo la parola ed il rispetto.
Contro l’oblio, la memoria.
Contro l’umiliazione e il disprezzo, la dignità.
Contro l’oppressione, la ribellione.
Contro lo schiavitù, la libertà.
Contro l’imposizione, la democrazia.
Contro il crimine, la giustizia.
Chi con un po’ di umanità nelle vene potrebbe o può contestare queste richieste?
Ed in quei momenti molti ascoltarono.
La guerra che iniziammo ci diede il privilegio di raggiungere ascolti e cuori attenti e generosi in geografie vicine e lontane.
Mancava certo qualcosa, e manca ancora, ma allora ottenemmo lo sguardo dell’altro, il suo ascolto, il suo cuore.
Allora ci vedemmo nella necessità di rispondere ad una domanda decisiva:
“Che cosa fare?”
I tetri conti della vigilia non includevano la possibilità di porci domande. Cosicché questa domanda ne portò altre:
Preparare quelli che seguiranno il cammino della morte?
Formare altri e migliori soldati?
Investire impegno nel migliorare la nostra malconcia macchina da guerra?
Fingere dialoghi e predisposizione alla pace, ma continuare a preparare nuovi colpi?
Ammazzare o morire come unico destino?
O dovevamo ricostruire il cammino verso la vita, quello che avevano rotto e rompono dall’alto?
La strada non solo dei popoli originari, ma anche di lavoratori, studenti, maestri, giovani, contadini, oltre a tutte le differenze che si celebrano in alto, e sotto si perseguono e si puniscono.
Dovevamo segnare col nostro sangue il cammino che altri dirigono verso il Potere, o dovevamo rivolgere il cuore e lo sguardo verso quelli che siamo e quelli che sono quello che siamo, i popoli originari, guardiani della terra e della memoria?
Nessuno allora sentì, ma con le nostre prime incerte parole avvertimmo che il nostro dilemma non era tra negoziare o combattere, bensì tra morire o vivere.
Chi allora avesse inteso che quel precoce dilemma non era individuale, forse avrebbe capito meglio quello che è successo nella realtà zapatista negli ultimi 20 anni.
Ma vi dicevo che ci imbattemmo in quella domanda e quel dilemma.
Ed abbiamo compiuto una scelta.
Invece di formare guerriglieri, soldati e squadroni, abbiamo formato promotori di educazione, di salute, e sono state lanciate le basi dell’autonomia che oggi stupisce il mondo.
Invece di costruire quartieri militari, migliorare il nostro armamento, innalzare muri e trincee, sono state costruite scuole, ospedali e centri di salute, abbiamo migliorato le nostre condizioni di vita.
Invece di lottare per occupare un posto nel Partenone delle morti individualizzate del basso, abbiamo scelto di costruire la vita.
Tutto questo in mezzo ad una guerra che non perché sorda fosse meno letale.
Perché compas, una cosa è gridare “non siete soli”, ed un’altra affrontare solo con il proprio corpo una colonna blindata di truppe federali, come successe nella zona degli Altos del Chiapas, e sperare che con un po’ di fortuna qualcuno lo venga a sapere, e sempre con un po’ di fortuna sperare che chi lo viene a sapere si indigni, e che con un altro poco più di fortuna chi si indigna faccia qualcosa.
Nel frattempo, i blindati vengono fermati dalle donne zapatiste, ed in mancanza d’altro è stato con improperi e pietre che il serpente di acciaio dovette tornare indietro.
E nella zona nord del Chiapas subire la nascita e lo sviluppo delle guardias blancas, riciclate allora come paramilitari; e nella zona Tzotz Choj le aggressioni continue di organizzazioni contadine che di “indipendente” a volte non hanno nemmeno il nome; e nella zona della Selva Tzeltal la combinazione di paramilitari e contras.
Ed una cosa è gridare “tutti siamo marcos” o “non tutti siamo marcos”, a seconda del caso o cosa, ed un’altra la persecuzione con tutto il macchinario di guerra, l’invasione dei villaggi, il “rastrellamento” delle montagne, l’uso dei cani addestrati, le pale degli elicotteri blindati che agitano le cime delle ceibe, l’ordine “vivo o morto” lanciato nei primi giorni di gennaio del 1994 e che raggiunse il suo livello più isterico nel 1995 e nel resto del sessennio dell’allora impiegato di una multinazionale, e che questa zona di Selva di Confine ha patito dal 1995 ed al quale si somma poi la stessa sequenza di aggressioni di organizzazioni contadine, l’uso di paramilitari, la militarizzazione, la persecuzione.
Se c’è un mito in tutto questo non è il passamontagna, ma la menzogna che si ripete fin da quei giorni, perfino ripresa da persone molto istruite, e cioè che la guerra contro gli zapatisti è durata solo 12 giorni.
Non farò un resoconto dettagliato. Qualcuno con un po’ di spirito critico e serietà può ricostruire la storia, e sommare e sottrarre per ottenere il risultato, e dire se sono stati e sono più i giornalisti dei poliziotti e soldati; se sono state più le lusinghe delle minacce e gli insulti, se il prezzo offerto era per vedere il passamontagna o per catturarlo “vivo o morto”.
In quelle condizioni, a volte solo con le nostre forze ed altre con l’appoggio generoso ed incondizionato di gente buona di tutto il mondo, si è andati avanti nella costruzione ancora incompiuta, certo, ma già definita di quello che siamo.
Non è dunque solo una frase, fortunata o sfortunata, a seconda se la si guardi dall’alto o dal basso, questa “siamo qui i morti di sempre, che muoiono di nuovo, ma ora per vivere“. È la realtà.
E quasi 20 anni dopo…
Il 21 dicembre del 2012, quando politica ed esoterismo coincidevano come altre volte nel predire catastrofi che cadono sempre sui soliti, quelli in basso, abbiamo replicato il colpo di mano del 1° gennaio ’94 e, senza sparare un solo colpo, senza armi, col nostro solo silenzio, abbiamo di nuovo rovesciato la superbia della città culla e nido del razzismo e del disprezzo.
Se il primo gennaio 1994 migliaia di uomini e donne senza volto attaccarono e presero le guarnigioni che proteggevano le città, il 21 dicembre 2012 sono state decine di migliaia di persone a prendere senza parole gli edifici da dove si celebrava la nostra scomparsa.
Il solo fatto inappellabile che l’EZLN non solo non si era indebolito, e tanto meno era scomparso, ma che era cresciuto quantitativa e qualitativamente, sarebbe stato sufficiente a qualsiasi mente mediamente intelligente per rendersi conto che, in questi 20 anni, qualcosa era cambiato all’interno dell’EZLN e delle comunità.
Forse più di qualcuno penserà che sbagliammo nella scelta, che un esercito non può né deve impegnarsi per la pace.
Per molte ragioni, certo, ma la principale era ed è perché con una scelta diversa avremmo finito per sparire.
Forse è vero. Forse abbiamo sbagliato a scegliere di coltivare la vita invece di adorare alla morte.
Ma noi abbiamo scelto senza ascoltare quelli di fuori. Non ascoltando quelli che chiedono ed esigono sempre la lotta fino alla morte, quando i morti però li mettono gli altri.
Abbiamo scelto guardandoci ed ascoltandoci, come il Votán collettivo che siamo.
Abbiamo scelto la ribellione, cioè, la vita.
Questo non vuol dire che non sapessimo che la guerra dell’alto avrebbe cercato e cerca di imporre di nuovo il suo dominio su di noi.
Sapevamo e sappiamo che avremmo sempre dovuto difendere ciò che siamo e come siamo.
Sapevamo e sappiamo che continuerà ad esserci la morte affinché ci sia la vita.
Sapevamo e sappiamo che per vivere, moriamo.
II.- Un fallimento?
Da quelle parti dicono che non abbiamo ottenuto niente per noi.
Non smette di sorprendere come si manipoli con tanta impudenza questa posizione.
Pensano che i figli e le figlie dei comandantes e comandantas dovrebbero godere di viaggi all’estero, di studi in scuole private e poi posti di rilievo in aziende o in politica. Che invece di lavorare la terra per strapparle il cibo con sudore e fatica, dovrebbero esibirsi sui social network mentre si divertono nei locali ed esibire il lusso.
Forse i subcomandanti dovrebbero procreare e passare in eredità ai loro discendenti le cariche, le prebende, le scene, come fanno i politici di ogni dove.
Forse dovremmo, come i dirigenti della CIOAC-H e di altre organizzazioni contadine, ricevere privilegi e soldi in progetti ed aiuti, tenercene la maggior parte e lasciare alle basi solo qualche briciola in cambio di eseguire gli ordini criminali che vengono dall’alto.
Ma è vero, non abbiamo ottenuto niente di tutto questo per noi.
Difficile da credere che 20 anni dopo quel “niente per noi“, adesso si scopre che non era uno slogan, una frase buona per cartelloni e canzoni, ma una realtà, la realtà.
Se l’essere conseguenti è un fallimento, dunque l’incoerenza è la strada per il successo, per il Potere.
Ma noi non vogliamo prendere quella strada.
Non ci interessa.
Su queste basi preferiamo fallire che vincere.
III.- L’avvicendamento.
In questi 20 anni nell’EZLN c’è stato un avvicendamento molteplice e complesso.
Alcuni hanno notato solo il fattore evidente: quello generazionale.
Adesso chi era piccolo o non era nemmeno nato all’inizio dell’insurrezione, lotta e guida la resistenza.
Ma alcuni studiosi non hanno notato altri avvicendamenti:
Quello di classe: dall’originale classe media istruita, all’indigeno contadino.
Quello di razza: dalla dirigenza meticcia alla dirigenza nettamente indigena.
Ed il più importante: l’avvicendamento di pensiero: dall’avanguardismo rivoluzionario al comandare ubbidendo; dalla presa del Potere dall’Alto alla creazione del potere dal basso; dalla politica professionale alla politica quotidiana; dai leader, ai popoli; dall’emarginazione di genere, alla partecipazione diretta delle donne; dallo scherno per l’altro, alla celebrazione della differenza.
Non mi dilungherò oltre, perché il corso “La Libertad según l@s zapatistas” è stata proprio l’occasione di constatare se nel territorio organizzato vale più il personale della comunità.
A livello personale non capisco perché gente pensante che afferma che la storia la fanno i popoli, si spaventi tanto di fronte all’esistenza di un governo del popolo dove non ci sono gli “esperti” del governare.
Perché li terrorizza che siano i popoli a comandare, a muovere e dirigere i propri passi?
Perché scuotono il capo con disapprovazione di fronte al comandare ubbidendo?
Il culto della personalità trova nel culto dell’avanguardismo il suo estremo più fanatico.
Ed è esattamente questo, che gli indigeni comandino e che ora un indigeno sia il portavoce e capo, ciò che li atterrisce, li allontana, ed alla fine li spinge via alla ricerca di qualcuno che necessiti di avanguardie, capi e leader. Perché c’è razzismo anche nella sinistra, soprattutto in quella che si crede rivoluzionaria.
L’ezetaellenne non è di quelli. Per questo non tutti possono essere zapatisti.
IV.- Un ologramma cangiante e a modo. Quello che non sarà.
Prima dell’alba del 1994, ho trascorso 10 anni in queste montagne. Ho conosciuto ed avuto a che fare personalmente con alcuni con la cui morte siamo morti in molti. Conosco ed ho a che fare da allora con altri ed altre che oggi sono qui come noi.
Molte albe mi sono trovato io stesso a cercare di assimilare le storie che mi raccontavano, i mondi che disegnavano con silenzi, mani e sguardi, la loro insistenza nell’indicare qualcosa più in là.
Quel mondo così altro, così lontano, così alieno, era un sogno?
A volte pensavo che erano troppo avanti, che le parole che ci guidavano e guidano venivano da tempi per i quali non c’erano ancora calendari adeguati, persi com’erano in geografie imprecise: il sud degno sempre onnipresente in tutti i punti cardinali.
Poi mi sono accorto che non mi parlavano di un mondo inesatto e, pertanto, improbabile.
Quel mondo procedeva già col suo passo.
Voi non l’avete visto? Non lo vedete?
Non abbiamo ingannato nessuno del basso. Non nascondiamo che siamo un esercito, con la sua struttura piramidale, il suo centro di comando, le sue decisioni dall’alto verso il basso. Non neghiamo quello che siamo per ingraziarci i libertari o per moda.
Ma chiunque adesso può vedere se il nostro è un esercito che soppianta o impone.
E devo dire questo, ho già chiesto l’autorizzazione di farlo al compagno Subcomandante Insurgente Moisés:
Niente di quello che abbiamo fatto, nel bene o nel male, sarebbe stato possibile se un esercito armato, quello zapatista di liberazione nazionale, non si fosse sollevato contro il malgoverno esercitando il diritto alla violenza legittima. La violenza del basso di fronte alla violenza dell’alto.
Siamo guerrieri e come tali sappiamo quale è il nostro ruolo ed il nostro momento.
All’alba del giorno primo del primo mese dell’anno 1994, un esercito di giganti, cioè, di indigeni ribelli, scese in città per scuotere il mondo al suo passaggio.
Solo pochi giorni dopo, col sangue dei nostri caduti ancora fresco per le strade cittadine, ci rendemmo conto che quelli di fuori non ci vedevano.
Abituati a guardare gli indigeni dall’alto, non alzavano lo sguardo per vederci.
Abituati a vederci umiliati, il loro cuore non comprendeva la nostra degna ribellione.
Il loro sguardo si era fermato sull’unico meticcio con addosso un passamontagna, ovvero, non guardavano.
Allora i nostri capi e cape dissero:
“Vedono solo quantI sono piccoli, creiamo qualcuno piccolo come loro affinché lo vedano ed attraverso lui vedano noi”.
Iniziò così una complessa manovra di distrazione, un trucco di magia terribile e meraviglioso, un malizioso trucco del nostro cuore indigeno, la saggezza indigena sfidava la modernità in uno dei suoi bastioni: i mezzi di comunicazione.
Incominciò allora la costruzione del personaggio chiamato “Marcos”.
Vi chiedo di seguirmi in questo ragionamento:
Supponiamo che ci sia un altro modo per neutralizzare un criminale. Per esempio, creandogli la propria arma micidiale, facendogli credere che è efficace, e sulla base della sua efficacia fargli costruire un piano, e far sì che nel momento in cui si prepara a sparare, “l’arma” torni ad essere quello che è sempre stata: un’illusione.
L’intero sistema, ma soprattutto i suoi mezzi di comunicazione, giocano a costruire notorietà per poi distruggerle se non si piegano ai loro propositi.
Il loro potere risiedeva (ora non più, per questo sono stati soppiantati dai social network) nel decidere che cosa e chi esisteva nel momento in cui sceglievano cosa dire e cosa tacere.
Infine, ma lasciamo stare, come è stato dimostrato in questi 20 anni, io non so niente di mezzi di comunicazione di massa.
Il fatto è che il SupMarcos è passato dall’essere un portavoce all’essere un elemento di distrazione.
Se la strada della guerra, cioè, della morte, ci ha preso 10 anni; quella della vita ci ha preso più tempo e richiesto più sforzi, per non parlare del sangue.
Perché, anche se non lo credete, è più facile morire che vivere.
Avevamo bisogno di tempo per essere e per trovare chi sapesse vederci per quello che siamo.
Avevamo bisogno di tempo per trovare chi ci guardasse non dall’alto, non dal basso, che ci guardasse di fronte, che ci guardasse con sguardo compagno.
Vi dicevo che incominciò allora la costruzione del personaggio.
Marcos un giorno aveva gli occhi azzurri, un altro li aveva verdi, o marroni, o miele, o neri, a seconda di chi faceva l’intervista o scattasse la foto. Era riserva in qualche squadra di calcio, commesso in qualche negozio, autista, filosofo, cineasta, e gli eccetera che potete trovare sui media prezzolati di quei calendari ed in diverse geografie. C’era un Marcos per ogni occasione, cioè, per ogni intervista. E non è stato facile, credetemi, allora non c’era wikipedia e se venivano dallo Stato Spagnolo doveva sapere se il corte inglés [la più importante catena di grandi magazzini in Spagna – n.d.t.], per esempio, era un taglio d’abito tipico dell’Inghilterra, un negozio di generi alimentari, o un supermercato.
Se posso definire il personaggio Marcos, direi senza indugio che è stata una montatura.
Per intenderci, diciamo che Marcos era un Mezzo non Libero (attenzione: non è la stessa cosa di un media prezzolato).
Nella costruzione e mantenimento del personaggio abbiamo fatto alcuni errori.
“Errare è umano”, si dice.
Durante il primo anno esaurimmo tutto il possibile repertorio dei “Marcos“. Quindi all’inizio del 1995 eravamo in difficoltà ed il processo di autonomia dei popoli muoveva i suoi primi passi.
Dunque nel 1995 non sapevamo più cosa fare. È proprio quando Zedillo, PAN alla mano, “scopre” Marcos con lo stesso metodo scientifico con cui trova gli scheletri, cioè, per delazione esoterica.
La storia del tampiqueño ci diede un po’ di respiro, benché la frode successiva della Paca de Lozano ci fece temere che la stampa prezzolata mettesse in dubbio anche lo “smascheramento” di Marcos e scoprisse che si trattava di un’ulteriore frode. Fortunatamente non fu così. Come con quella, i media continuarono a bersi altre simili fandonie.
Qualche tempo dopo, il tampiqueño venne in queste terre. Insieme al Subcomandante Insurgente Moisés andammo a parlargli. Gli proponemmo di convocare una conferenza stampa congiunta così da potersi liberare dalla persecuzione dato che sarebbe stato evidente che lui e Marcos non erano la stessa persona. Non accettò. Venne a vivere qua. Qualche volta ha viaggiato e la sua faccia appare nelle fotografie delle veglie funebri dei suoi genitori. Se volete potete intervistarlo. Ora vive in una comunità, a…. Ah, non vuole nemmeno che si sappia dove vive. Non diremo nient’altro fino a che non sarà lui, se un giorno lo vorrà, a raccontare la storia che ha vissuto dal 9 febbraio del 1995. Da parte nostra non ci resta che ringraziarlo di averci passato informazioni che ogni tanto abbiamo usato per alimentare la “certezza” che il SupMarcos non è quello che in realtà è, una montatura o un ologramma, ma un professore universitario originario dell’attuale dolente Tamaulipas.
Nel frattempo continuavamo a cercare, a cercarvi, voi che adesso siete qui e chi non è qui ma c’è.
Abbiamo lanciato mille iniziative per incontrare l’altro, l’altra, l’altro compagno. Diverse iniziative per trovare lo sguardo e l’ascolto di cui necessitiamo e che meritiamo.
Nel frattempo, proseguiva il progredire delle nostre comunità e l’avvicendamento di cui si è parlato molto o poco, ma che si può constatare direttamente, senza intermediari.
Nella ricerca dell’altro abbiamo spesso fallito.
Quelli che trovavamo, o ci volevano guidare o volevano che li guidassimo.
C’era chi si avvicinava e lo facevano per usarci, o per guardare indietro, sia con la nostalgia antropologica, sia con la nostalgia militante.
Così per qualcuno eravamo comunisti, per altri trotzkisti, per altri anarchici, per altri maoisti, per altri millenaristi, e tralascio altri “isti” che lascio a voi completare.
Così è stato fino alla Sesta Dichiarazione dalla Selva Lacandona, la più audace e la più zapatista delle iniziative che abbiamo lanciato fino ad ora.
Con la Sexta finalmente abbiamo incontrato chi ci guarda di fronte e ci saluta e abbraccia, ed è così che si saluta e abbraccia.
Con la Sexta finalmente abbiamo incontrato voi.
Finalmente qualcuno che capiva che non cercavamo né pastori che ci guidassero, né greggi da condurre nella terra promessa. Né padroni né schiavi. Né capi né masse senza testa.
Ma mancava di vedere se eravate in grado di guardare ed ascoltare quello che siamo.
All’interno, i progressi delle comunità erano impressionanti.
Poi è arrivato il corso “La Libertad según l@s zapatistas”.
In 3 turni ci siamo accorti che c’era oramai una generazione che poteva guardarci negli occhi, che poteva ascoltarci e parlarci senza aspettarsi guide o leadership, né pretendere sottomissione né controllo.
Marcos, il personaggio, non era più necessario.
La nuova tappa della lotta zapatista era pronta.
È successo allora quello che è successo e molte e molti di voi, compagne e compagni della Sexta, lo conoscono in maniera diretta.
Si potrà dire che la faccenda del personaggio fu oziosa. Ma uno sguardo onesto su quei giorni rivelerà quante e quanti ci hanno guardato, con piacere o fastidio, a causa dei travestimenti di una macchietta.
Quindi l’avvicendamento non è per malattia o morte, né per trasferimenti interni, purghe o epurazione.
Segue la logica dei cambiamenti interni all’interno dell’EZLN.
So che questo non quadra con i rigidi schemi dell’alto, ma questa è la pura verità.
E se questo rovina l’indolente e povera elaborazione dei rumorologi e zapatologi di Jovel, pazienza.
Non sono né sono stato mai malato, non sono né sono mai morto.
O sì, benché tante volte mi hanno ucciso, tante volte sono morto, e di nuovo sono qui.
Se abbiamo alimentato queste voci è stato perché così conveniva.
L’ultimo trucco dell’ologramma è stato simulare una malattia terminale, comprese tutte le morti sofferte.
Infatti, il commento “se la salute glielo permette” che il Subcomandante Insurgente Moisés ha usato nel comunicato annunciando l’incontro con il CNI, era l’equivalente di “se il popolo lo chiede” o “se i sondaggi mi favoriscono” o “se dio vorrà” ed altri luoghi comuni che sono stati il ritornello della classe politica negli ultimi tempi.
Se mi permettete un consiglio: dovreste coltivare un po’ di più il senso dell’umorismo, non solo per la salute mentale e fisica, ma anche perché senza senso dell’umorismo non capireste lo zapatismo. E chi non comprende, giudica; e chi giudica, condanna.
In realtà quella è stata la parte più semplice del personaggio. Per alimentare la diceria è stato solo necessario dire alle persone giuste: “ti svelo un segreto ma prometti di non dirlo a nessuno“.
Ovviamente l’hanno detto.
I principali collaboratori involontari delle voci sulla malattia e morte sono stati gli “esperti in zapatologia” che nella superba Jovel e nella caotica Città del Messico vantano la loro vicinanza allo zapatismo e la sua profonda conoscenza, oltre chiaramente ai poliziotti pagati come giornalisti, giornalisti pagati come poliziotti, e giornalist@ solo pagati, e male, come giornalisti.
Grazie a tutte e tutti loro. Grazie per la loro discrezione. Hanno fatto esattamente come supponevamo avrebbero fatto. L’unico lato negativo di tutto questo, è che adesso dubito che qualcuno confidi loro qualche segreto.
È nostra convinzione e nostra pratica che per ribellarsi e lottare non sono necessari né leader né capi né messia né salvatori. Per lottare c’è bisogno solo di un po’ di vergogna, un tanto di dignità e molta organizzazione.
Il resto, o serve per l’insieme collettivo o non serve.
È stato particolarmente comico quanto provocato dal culto della personalità tra i politologi ed analisti dell’alto. Ieri dicevano che il futuro di questo popolo messicano dipendeva dall’alleanza di due personalità. L’altro ieri dicevano che Peña Nieto si emancipava da Salinas de Gortari, senza accorgersi che se criticavano Peña Nieto, passavano dalla parte di Salinas de Gortari; e che se criticavano quest’ultimo, appoggiavano Peña Nieto. Ora dicono che bisogna scegliere da che parte stare nella lotta dell’alto per il controllo delle telecomunicazioni, quindi o stai con Slim o stai con Azcárraga-Salinas. E più su, o con Obama o con Putin.
Chi aspira e guarda in alto può continuare a cercare il proprio leader; può continuare a pensare che si rispetteranno i risultati elettorali; che Slim appoggerà la sinistra; che appariranno i draghi e le battaglie di Game of Thrones; che Kirkman sarà fedele al fumetto originale della serie televisiva The Walking Dead; che gli oggetti fatti in Cina non si romperanno al primo utilizzo; che il calcio sarà uno sport e non un affare.
Sì, forse in qualche caso avranno ragione, ma non bisogna dimenticare che in tutti questi casi si tratta di meri spettatori, cioè, consumatori passivi.
Coloro che hanno amato e odiato il SupMarcos ora sanno che hanno odiato ed amato un ologramma. Il loro amore e odio sono stati quindi inutili, sterili, vacui, vuoti.
Non ci saranno dunque case-museo o targhe di metallo con su scritto qui è nato e cresciuto. Né ci sarà chi dirà di essere stato il subcomandante Marcos. Né si erediterà il suo nome o il suo incarico. Non ci saranno viaggi pagati all’estero per tenere conferenze. Non ci saranno trasferimenti né cure in ospedali di lusso. Non ci saranno vedove né eredi. Non ci saranno funerali, né onori, né statue, né musei, né premi, né niente di quello che il sistema fa per promuovere il culto della personalità e per sminuire la collettività.
Il personaggio è stato creato ed ora i suoi creatori, gli zapatisti e le zapatiste, lo distruggono.
Se qualcuno comprende la lezione delle nostre compagne e compagni, avrà compreso uno dei fondamenti dello zapatismo.
Così negli ultimi anni è successo quello che è successo.
Dunque ci siamo resi conto che la montatura, il personaggio, l’ologramma, non era più necessario.
Abbiamo più volte pianificato e poi più volte aspettato il momento adatto: il calendario e la geografia precisi per mostrare quello che in realtà siamo a chi in realtà è.
Poi è arrivato Galeano con la sua morte a marcare la geografia ed il calendario: “qui, a La Realidad; adesso: nel dolore e la rabbia”.
V.- Il Dolore e la Rabbia. Sussurri e grida.
Quando siamo arrivati qui nel caracol della Realidad, senza che nessuno ce lo dicesse abbiamo cominciato a parlare sussurrando.
Il nostro dolore parlava sommessamente, sommessamente la nostra rabbia.
Come se cercassimo di evitare che Galeano fosse disturbato dai rumori, dai suoni a lui estranei.
Come se le nostre voci ed i nostro passi lo chiamassero.
“Aspetta compa”, diceva il nostro silenzio.
“Non andartene”, sussurravano le parole.
Ma ci sono altri dolori ed altre rabbie.
In questo preciso momento, in altri angoli del Messico e del mondo, un uomo, una donna, uno/a altro/a, una bambina, un bambino, un uomo anziano, una donna anziana, una memoria, vengono picchiati crudelmente e impunemente, circondati dal crimine vorace che è il sistema, bastonati, machetati, sparati, finiti, trascinati via fra lo scherno, abbandonati, il loro corpo poi raccolto e pianto, la loro vita sepolta.
Solo qualche nome:
Alexis Benhumea, assassinato nell’Estado de México.
Francisco Javier Cortés, assassinato nell’Estado de México.
Juan Vázquez Guzmán, assassinato in Chiapas.
Juan Carlos Gómez Silvano, assassinato in Chiapas.
El compa Kuy, assassinato nel DF.
Carlo Giuliani, assassinato in Italia.
Aléxis Grigoropoulos, assassinato in Grecia.
Wajih Wajdi al-Ramahi, assassinato in un Campo profughi nella città della Cisgiordania di Ramalla. 14 anni, assassinato con un colpo alla schiena sparato da un posto di osservazione dell’esercito israeliano, non c’erano marce, né proteste, non c’era nulla in strada.
Matías Valentín Catrileo Quezada, mapuche assassinato in Chile.
Teodulfo Torres Soriano, compa della Sexta desaparecido a Città del Messico.
Guadalupe Jerónimo e Urbano Macías, comuneros di Cherán, assassinato in Michoacán.
Francisco de Asís Manuel, desaparecido a Santa María Ostula.
Javier Martínes Robles, desaparecido a Santa María Ostula.
Gerardo Vera Orcino, desaparecido a Santa María Ostula.
Enrique Domínguez Macías, desaparecido a Santa María Ostula.
Martín Santos Luna, desaparecido a Santa María Ostula.
Pedro Leyva Domínguez, assassinato a Santa María Ostula.
Diego Ramírez Domínguez, assassinato a Santa María Ostula.
Trinidad de la Cruz Crisóstomo, assassinato a Santa María Ostula.
Crisóforo Sánchez Reyes, assassinato a Santa María Ostula.
Teódulo Santos Girón, desaparecido a Santa María Ostula.
Longino Vicente Morales, desaparecido in Guerrero.
Víctor Ayala Tapia, desaparecido in Guerrero.
Jacinto López Díaz “El Jazi”, assassinato a Puebla.
Bernardo Vázquez Sánchez, assassinato in Oaxaca.
Jorge Alexis Herrera, assassinato in Guerrero.
Gabriel Echeverría, assassinato in Guerrero.
Edmundo Reyes Amaya, desaparecido in Oaxaca.
Gabriel Alberto Cruz Sánchez, desaparecido in Oaxaca.
Juan Francisco Sicilia Ortega, assassinato in Morelos.
Ernesto Méndez Salinas, assassinato in Morelos.
Alejandro Chao Barona, assassinato in Morelos.
Sara Robledo, assassinata in Morelos.
Juventina Villa Mojica, assassinata in Guerrero.
Reynaldo Santana Villa, assassinato in Guerrero.
Catarino Torres Pereda, assassinato in Oaxaca.
Bety Cariño, assassinata in Oaxaca.
Jyri Jaakkola, assassinato in Oaxaca.
Sandra Luz Hernández, assassinata in Sinaloa.
Marisela Escobedo Ortíz, assassinata in Chihuahua.
Celedonio Monroy Prudencio, desaparecido in Jalisco.
Nepomuceno Moreno Nuñez, assassinato in Sonora.
Le/i migranti fatti sparire e probabilmente assassinati in qualche parte del territorio messicano.
I carcerati che si vogliono ammazzare in vita: Mumia Abu Jamal, Leonard Peltier, i Mapuche, Mario González, Juan Carlos Flores.
La continua sepoltura di voci che erano vive, messe a tacere dal cadere dalla terra su di loro e dal chiudersi delle sbarre.
E la più grande beffa è che con ogni palata di terra lanciata dallo sbirro di turno, il sistema dice: “Non conti niente, nessuno piangerà per te, nessuno si infurierà per la tua morte, nessuno seguirà le tue orme, nessuno può trattenere la tua vita“.
E con l’ultima palata sentenzia: “anche se prenderanno e puniranno quelli che ti hanno ucciso, ne troveremo sempre un altro, un’altra, altri, che tenderanno un’imboscata e ripeteranno la danza macabra che ha posto fine alla tua vita”.
E dice “La tua giustizia piccola, nana, fabbricata affinché i media pagati mentano per calmare le acque dopo il caos suscitato, non mi spaventa, non mi danneggia, non mi punisce”.
Che cosa diciamo a quel cadavere che, in ogni angolo del mondo del basso, viene sepolto dall’oblio?
Che solo il nostro dolore e rabbia contano?
Che solo la nostra indignazione significa qualcosa?
Che mentre sussurriamo la nostra storia, non sentiamo il suo pianto, il suo urlo?
Ha tanti nomi l’ingiustizia e sono tante le grida che provoca.
Ma il nostro dolore e la nostra rabbia non ci impediscono di sentire.
Ed i nostri sussurri non sono solo per piangere la caduta dei nostri morti ingiustamente.
Sono per poter ascoltare altri dolori, fare nostre altre rabbie e proseguire così nel complicato, lungo e tortuoso cammino di trasformare tutto ciò in un urlo che diventi lotta liberatrice.
E non dimenticare che, mentre qualcuno sussurra, qualcun’altro grida.
E solo l’udito attento può sentire.
Mentre ora parliamo ed ascoltiamo, qualcuno grida di dolore, di rabbia.
E così come bisogna imparare a rivolgere lo sguardo, l’ascolto deve trovare la direzione che lo renda fertile.
Perché mentre qualcuno riposa, c’è chi prosegue la salita.
Per vedere questo impegno, basta abbassare lo sguardo ed elevare il cuore.
Ce la fate?
Ce la farete?
La giustizia piccola somiglia tanto alla vendetta. La giustizia piccola è quella che distribuisce impunità, punendo uno, ne assolve altri.
Quella che vogliamo noi, per la quale lottiamo, non si esaurisce con la scoperta degli assassini del compa Galeano e forse della loro punizione (che se avverrà, nessuno si faccia trarre in inganno).
La ricerca paziente e tenace vuole la verità, non il sollievo della rassegnazione.
La giustizia grande ha che vedere col compagno Galeano sepolto.
Perché noi ci chiediamo non che cosa fare della sua morte, ma che cosa dobbiamo fare della sua vita.
Scusate se entro nel paludoso terreno dei luoghi comuni, ma quel compagno non meritava di morire, non così.
Tutto il suo impegno, il suo quotidiano sacrificio, puntuale, invisibile per chi non era noi, era per la vita.
E vi posso dire che era un essere straordinario ed inoltre, e questo è quello che stupisce, ci sono migliaia di compagne e compagni come lui nelle comunità indigene zapatiste, con la stessa dedizione, identico impegno, uguale chiarezza ed unico destino: la libertà.
E facendo conti macabri: se qualcuno merita la morte è chi non esiste né è esistito, se non nella fugacità dei mezzi di comunicazione prezzolati.
Il nostro compagno capo e portavoce dell’EZLN, il Subcomandante Insurgente Moisés, ci ha detto che assassinando Galeano, o uno chiunque degli zapatisti, quelli di sopra volevano assassinare l’EZLN.
Non come esercito, ma come ostinato ribelle che costruisce vita dove loro, quelli di sopra, desiderano la desolazione delle industrie minerarie, industrie petrolifere, turistiche, la morte della terra e di chi l’abita e lavora.
Ed ha detto che siamo venuti qui, come Comandancia Generale dell’Esercito Zapatista di Liberazione Nazionale, a dissotterrare Galeano.
Pensiamo che sia necessario che uno di noi muoia affinché Galeano viva.
E per soddisfare la morte impertinente, al posto di Galeano mettiamo un altro nome affinché Galeano viva e la morte non si porti via una vita, ma solo un nome, poche lettere prive di senso, senza storia propria, senza vita.
Quindi abbiamo deciso che Marcos da oggi smette di esistere. Lo prenderanno per mano il guerriero ombra e la piccola luce affinché non si perda lungo il cammino. Don Durito se ne andrà con lui, e così anche il Vecchio Antonio.
Non mancherà alle bambine ed ai bambini che gli si facevano intorno per ascoltare i suoi racconti, perché sono ormai grandi, hanno giudizio, lottano per la libertà, la democrazia e la giustizia, che è il compito di ogni zapatista.
Il gatto-cane, e non un cigno, intonerà il canto di addio.
Alla fine chi capirà, saprà che non se ne va chi non c’è mai stato, né muore chi non ha vissuto.
E la morte se ne andrà via ingannata da un indigeno col nome di lotta di Galeano, e sulle pietre posate sulla sua tomba tornerà a camminare ed ad insegnare, a chi lo vorrà, la base dello zapatismo, cioè, non vendersi, non arrendersi, non tentennare.
Oh morte! Come se non fosse evidente che libera quelli di sopra da ogni responsabilità al di là della preghiera funebre, l’omaggio blando, la statua sterile, il museo controllore.
A noi? Beh, perché noi la morte ci impegna alla vita che contiene.
Quindi siamo qui, a deridere la morte nella realtà.
Compas:
Detto questo, alle ore 02:08 del 25 maggio 2014 sul fronte di combattimento sudorientale dell’EZLN, dichiaro che smette di esistere il noto come Subcomandante Insurgente Marcos, l’autodenominato “subcomandante di acciaio inossidabile”.
È tutto.
Per mia voce non parlerà più la voce dell’Esercito Zapatista di Liberazione Nazionale.
Bene. Salute e a mai più… o hasta siempre, chi ha capito sa che questo non ha più importanza, non ne ha mai avuta.
Dalla realtà zapatista.
Subcomandante Insurgente Marcos
Messico, 24 maggio 2014
P.S. 1.- “Game is over”?
P.S. 2.- Scacco Matto?
P.S. 3.- Touché?
P.S. 4.- Fatevene una ragione, raza, e mandate tabacco.
P.S. 5.- Mmm… e questo sarebbe l’inferno… Quel Piporro, Pedro, José Alfredo! Come? Quei machisti? Naah, non credo, ma se io non ho mai…
P.S. 6.- Quindi, senza travestimento, adesso posso andarmene in giro nudo?
P.S. 7.- Eih, è buio qui, datemi un po’ di luce.
(…)
(si sente una voce fuori campo)
Compagne e compagni vi auguro buone albe. Il mio nome è Galeano, Subcomandante Insurgente Galeano.
Qualcun altro si chiama Galeano?
(si alzano voci e grida)
Oh, mi avevano detto che quando sarei rinato lo avrei fatto collettivamente.
Così sia dunque.
Buon viaggio. Abbiate cura di voi, e di noi.
Dalle montagne del Sudest Messicano.
Subcomandante Insurgente Galeano Messico, maggio 2014
Maggio 2014
Compagna, compagno, compañeroa:
Buona notte, sera, giorno, qualunque sia la vostra geografia, tempo e modo.
Buone albe.
Chiedo in particolare alle compagne, compagni e compañeroas della Sexta che vengono da altre parti, ai media liberi compagni, di avere pazienza, tolleranza e comprensione per quello che dirò, perché queste saranno le mie ultime parole in pubblico prima di smettere di esistere. Mi rivolgo a voi e a coloro che attraverso di voi ci ascoltano e ci guardano.
Forse all’inizio, o durante questo discorso, potrebbe nascere nel vostro cuore la sensazione che qualcosa sia fuori luogo, che qualcosa non quadri, come se mancassero dei tasselli per dare un senso al rompicapo che vi si sta delineando. Come se mancasse qualcosa.
Forse dopo giorni, settimane, mesi, anni, decenni, si capirà quello che diciamo ora.
Le mie compagne e compagni dell’EZLN a tutti i livelli non mi preoccupano, perché questo è il nostro modo: camminare, lottare, sapendo che manca sempre ancora qualcosa.
Inoltre, nessuno si offenda, ma l’intelligenza delle/dei compas zapatisti è molto al di sopra della media.
Per il resto, ci inorgoglisce che sia davanti a compagne, compagni e compañeroas dell’EZLN e della Sexta, che si comunica pubblicamente questa decisione collettiva.
Ed è bello che sarà attraverso i media liberi, alternativi, indipendenti di questo arcipelago di dolori, rabbie e degna lotta che chiamiamo “la Sexta“, che verrete a conoscenza di quello che dirò dovunque vi troviate.
Se a qualcun altro interesserà sapere che cosa è successo in questo giorno dovrà rivolgersi ai media liberi per saperlo.
Bene dunque. Benvenute e benvenuti nella realtà zapatista.
I.- Una decisione difficile.
Quando nel 1994 con sangue e fuoco irrompemmo ed interrompemmo, per noi zapatisti non iniziava la guerra.
La guerra dell’alto, con la morte e la distruzione, la spoliazione e l’umiliazione, lo sfruttamento ed il silenzio imposti al vinto, la stavamo già subendo da secoli.
Quello che per noi inizia nel 1994 è uno dei molti momenti della guerra di quelli che stanno in basso contro quelli che stanno sopra, contro il loro mondo.
Quella guerra di resistenza che si svolge giorno per giorno per le strade di ogni angolo dei cinque continenti, nelle campagne e sulle montagne.
La nostra, come quella di molti e molte del basso, era ed è una guerra per l’umanità e contro il neoliberismo.
Contro la morte, noi chiedevamo vita.
Contro il silenzio, esigevamo la parola ed il rispetto.
Contro l’oblio, la memoria.
Contro l’umiliazione e il disprezzo, la dignità.
Contro l’oppressione, la ribellione.
Contro lo schiavitù, la libertà.
Contro l’imposizione, la democrazia.
Contro il crimine, la giustizia.
Chi con un po’ di umanità nelle vene potrebbe o può contestare queste richieste?
Ed in quei momenti molti ascoltarono.
La guerra che iniziammo ci diede il privilegio di raggiungere ascolti e cuori attenti e generosi in geografie vicine e lontane.
Mancava certo qualcosa, e manca ancora, ma allora ottenemmo lo sguardo dell’altro, il suo ascolto, il suo cuore.
Allora ci vedemmo nella necessità di rispondere ad una domanda decisiva:
“Che cosa fare?”
I tetri conti della vigilia non includevano la possibilità di porci domande. Cosicché questa domanda ne portò altre:
Preparare quelli che seguiranno il cammino della morte?
Formare altri e migliori soldati?
Investire impegno nel migliorare la nostra malconcia macchina da guerra?
Fingere dialoghi e predisposizione alla pace, ma continuare a preparare nuovi colpi?
Ammazzare o morire come unico destino?
O dovevamo ricostruire il cammino verso la vita, quello che avevano rotto e rompono dall’alto?
La strada non solo dei popoli originari, ma anche di lavoratori, studenti, maestri, giovani, contadini, oltre a tutte le differenze che si celebrano in alto, e sotto si perseguono e si puniscono.
Dovevamo segnare col nostro sangue il cammino che altri dirigono verso il Potere, o dovevamo rivolgere il cuore e lo sguardo verso quelli che siamo e quelli che sono quello che siamo, i popoli originari, guardiani della terra e della memoria?
Nessuno allora sentì, ma con le nostre prime incerte parole avvertimmo che il nostro dilemma non era tra negoziare o combattere, bensì tra morire o vivere.
Chi allora avesse inteso che quel precoce dilemma non era individuale, forse avrebbe capito meglio quello che è successo nella realtà zapatista negli ultimi 20 anni.
Ma vi dicevo che ci imbattemmo in quella domanda e quel dilemma.
Ed abbiamo compiuto una scelta.
Invece di formare guerriglieri, soldati e squadroni, abbiamo formato promotori di educazione, di salute, e sono state lanciate le basi dell’autonomia che oggi stupisce il mondo.
Invece di costruire quartieri militari, migliorare il nostro armamento, innalzare muri e trincee, sono state costruite scuole, ospedali e centri di salute, abbiamo migliorato le nostre condizioni di vita.
Invece di lottare per occupare un posto nel Partenone delle morti individualizzate del basso, abbiamo scelto di costruire la vita.
Tutto questo in mezzo ad una guerra che non perché sorda fosse meno letale.
Perché compas, una cosa è gridare “non siete soli”, ed un’altra affrontare solo con il proprio corpo una colonna blindata di truppe federali, come successe nella zona degli Altos del Chiapas, e sperare che con un po’ di fortuna qualcuno lo venga a sapere, e sempre con un po’ di fortuna sperare che chi lo viene a sapere si indigni, e che con un altro poco più di fortuna chi si indigna faccia qualcosa.
Nel frattempo, i blindati vengono fermati dalle donne zapatiste, ed in mancanza d’altro è stato con improperi e pietre che il serpente di acciaio dovette tornare indietro.
E nella zona nord del Chiapas subire la nascita e lo sviluppo delle guardias blancas, riciclate allora come paramilitari; e nella zona Tzotz Choj le aggressioni continue di organizzazioni contadine che di “indipendente” a volte non hanno nemmeno il nome; e nella zona della Selva Tzeltal la combinazione di paramilitari e contras.
Ed una cosa è gridare “tutti siamo marcos” o “non tutti siamo marcos”, a seconda del caso o cosa, ed un’altra la persecuzione con tutto il macchinario di guerra, l’invasione dei villaggi, il “rastrellamento” delle montagne, l’uso dei cani addestrati, le pale degli elicotteri blindati che agitano le cime delle ceibe, l’ordine “vivo o morto” lanciato nei primi giorni di gennaio del 1994 e che raggiunse il suo livello più isterico nel 1995 e nel resto del sessennio dell’allora impiegato di una multinazionale, e che questa zona di Selva di Confine ha patito dal 1995 ed al quale si somma poi la stessa sequenza di aggressioni di organizzazioni contadine, l’uso di paramilitari, la militarizzazione, la persecuzione.
Se c’è un mito in tutto questo non è il passamontagna, ma la menzogna che si ripete fin da quei giorni, perfino ripresa da persone molto istruite, e cioè che la guerra contro gli zapatisti è durata solo 12 giorni.
Non farò un resoconto dettagliato. Qualcuno con un po’ di spirito critico e serietà può ricostruire la storia, e sommare e sottrarre per ottenere il risultato, e dire se sono stati e sono più i giornalisti dei poliziotti e soldati; se sono state più le lusinghe delle minacce e gli insulti, se il prezzo offerto era per vedere il passamontagna o per catturarlo “vivo o morto”.
In quelle condizioni, a volte solo con le nostre forze ed altre con l’appoggio generoso ed incondizionato di gente buona di tutto il mondo, si è andati avanti nella costruzione ancora incompiuta, certo, ma già definita di quello che siamo.
Non è dunque solo una frase, fortunata o sfortunata, a seconda se la si guardi dall’alto o dal basso, questa “siamo qui i morti di sempre, che muoiono di nuovo, ma ora per vivere“. È la realtà.
E quasi 20 anni dopo…
Il 21 dicembre del 2012, quando politica ed esoterismo coincidevano come altre volte nel predire catastrofi che cadono sempre sui soliti, quelli in basso, abbiamo replicato il colpo di mano del 1° gennaio ’94 e, senza sparare un solo colpo, senza armi, col nostro solo silenzio, abbiamo di nuovo rovesciato la superbia della città culla e nido del razzismo e del disprezzo.
Se il primo gennaio 1994 migliaia di uomini e donne senza volto attaccarono e presero le guarnigioni che proteggevano le città, il 21 dicembre 2012 sono state decine di migliaia di persone a prendere senza parole gli edifici da dove si celebrava la nostra scomparsa.
Il solo fatto inappellabile che l’EZLN non solo non si era indebolito, e tanto meno era scomparso, ma che era cresciuto quantitativa e qualitativamente, sarebbe stato sufficiente a qualsiasi mente mediamente intelligente per rendersi conto che, in questi 20 anni, qualcosa era cambiato all’interno dell’EZLN e delle comunità.
Forse più di qualcuno penserà che sbagliammo nella scelta, che un esercito non può né deve impegnarsi per la pace.
Per molte ragioni, certo, ma la principale era ed è perché con una scelta diversa avremmo finito per sparire.
Forse è vero. Forse abbiamo sbagliato a scegliere di coltivare la vita invece di adorare alla morte.
Ma noi abbiamo scelto senza ascoltare quelli di fuori. Non ascoltando quelli che chiedono ed esigono sempre la lotta fino alla morte, quando i morti però li mettono gli altri.
Abbiamo scelto guardandoci ed ascoltandoci, come il Votán collettivo che siamo.
Abbiamo scelto la ribellione, cioè, la vita.
Questo non vuol dire che non sapessimo che la guerra dell’alto avrebbe cercato e cerca di imporre di nuovo il suo dominio su di noi.
Sapevamo e sappiamo che avremmo sempre dovuto difendere ciò che siamo e come siamo.
Sapevamo e sappiamo che continuerà ad esserci la morte affinché ci sia la vita.
Sapevamo e sappiamo che per vivere, moriamo.
II.- Un fallimento?
Da quelle parti dicono che non abbiamo ottenuto niente per noi.
Non smette di sorprendere come si manipoli con tanta impudenza questa posizione.
Pensano che i figli e le figlie dei comandantes e comandantas dovrebbero godere di viaggi all’estero, di studi in scuole private e poi posti di rilievo in aziende o in politica. Che invece di lavorare la terra per strapparle il cibo con sudore e fatica, dovrebbero esibirsi sui social network mentre si divertono nei locali ed esibire il lusso.
Forse i subcomandanti dovrebbero procreare e passare in eredità ai loro discendenti le cariche, le prebende, le scene, come fanno i politici di ogni dove.
Forse dovremmo, come i dirigenti della CIOAC-H e di altre organizzazioni contadine, ricevere privilegi e soldi in progetti ed aiuti, tenercene la maggior parte e lasciare alle basi solo qualche briciola in cambio di eseguire gli ordini criminali che vengono dall’alto.
Ma è vero, non abbiamo ottenuto niente di tutto questo per noi.
Difficile da credere che 20 anni dopo quel “niente per noi“, adesso si scopre che non era uno slogan, una frase buona per cartelloni e canzoni, ma una realtà, la realtà.
Se l’essere conseguenti è un fallimento, dunque l’incoerenza è la strada per il successo, per il Potere.
Ma noi non vogliamo prendere quella strada.
Non ci interessa.
Su queste basi preferiamo fallire che vincere.
III.- L’avvicendamento.
In questi 20 anni nell’EZLN c’è stato un avvicendamento molteplice e complesso.
Alcuni hanno notato solo il fattore evidente: quello generazionale.
Adesso chi era piccolo o non era nemmeno nato all’inizio dell’insurrezione, lotta e guida la resistenza.
Ma alcuni studiosi non hanno notato altri avvicendamenti:
Quello di classe: dall’originale classe media istruita, all’indigeno contadino.
Quello di razza: dalla dirigenza meticcia alla dirigenza nettamente indigena.
Ed il più importante: l’avvicendamento di pensiero: dall’avanguardismo rivoluzionario al comandare ubbidendo; dalla presa del Potere dall’Alto alla creazione del potere dal basso; dalla politica professionale alla politica quotidiana; dai leader, ai popoli; dall’emarginazione di genere, alla partecipazione diretta delle donne; dallo scherno per l’altro, alla celebrazione della differenza.
Non mi dilungherò oltre, perché il corso “La Libertad según l@s zapatistas” è stata proprio l’occasione di constatare se nel territorio organizzato vale più il personale della comunità.
A livello personale non capisco perché gente pensante che afferma che la storia la fanno i popoli, si spaventi tanto di fronte all’esistenza di un governo del popolo dove non ci sono gli “esperti” del governare.
Perché li terrorizza che siano i popoli a comandare, a muovere e dirigere i propri passi?
Perché scuotono il capo con disapprovazione di fronte al comandare ubbidendo?
Il culto della personalità trova nel culto dell’avanguardismo il suo estremo più fanatico.
Ed è esattamente questo, che gli indigeni comandino e che ora un indigeno sia il portavoce e capo, ciò che li atterrisce, li allontana, ed alla fine li spinge via alla ricerca di qualcuno che necessiti di avanguardie, capi e leader. Perché c’è razzismo anche nella sinistra, soprattutto in quella che si crede rivoluzionaria.
L’ezetaellenne non è di quelli. Per questo non tutti possono essere zapatisti.
IV.- Un ologramma cangiante e a modo. Quello che non sarà.
Prima dell’alba del 1994, ho trascorso 10 anni in queste montagne. Ho conosciuto ed avuto a che fare personalmente con alcuni con la cui morte siamo morti in molti. Conosco ed ho a che fare da allora con altri ed altre che oggi sono qui come noi.
Molte albe mi sono trovato io stesso a cercare di assimilare le storie che mi raccontavano, i mondi che disegnavano con silenzi, mani e sguardi, la loro insistenza nell’indicare qualcosa più in là.
Quel mondo così altro, così lontano, così alieno, era un sogno?
A volte pensavo che erano troppo avanti, che le parole che ci guidavano e guidano venivano da tempi per i quali non c’erano ancora calendari adeguati, persi com’erano in geografie imprecise: il sud degno sempre onnipresente in tutti i punti cardinali.
Poi mi sono accorto che non mi parlavano di un mondo inesatto e, pertanto, improbabile.
Quel mondo procedeva già col suo passo.
Voi non l’avete visto? Non lo vedete?
Non abbiamo ingannato nessuno del basso. Non nascondiamo che siamo un esercito, con la sua struttura piramidale, il suo centro di comando, le sue decisioni dall’alto verso il basso. Non neghiamo quello che siamo per ingraziarci i libertari o per moda.
Ma chiunque adesso può vedere se il nostro è un esercito che soppianta o impone.
E devo dire questo, ho già chiesto l’autorizzazione di farlo al compagno Subcomandante Insurgente Moisés:
Niente di quello che abbiamo fatto, nel bene o nel male, sarebbe stato possibile se un esercito armato, quello zapatista di liberazione nazionale, non si fosse sollevato contro il malgoverno esercitando il diritto alla violenza legittima. La violenza del basso di fronte alla violenza dell’alto.
Siamo guerrieri e come tali sappiamo quale è il nostro ruolo ed il nostro momento.
All’alba del giorno primo del primo mese dell’anno 1994, un esercito di giganti, cioè, di indigeni ribelli, scese in città per scuotere il mondo al suo passaggio.
Solo pochi giorni dopo, col sangue dei nostri caduti ancora fresco per le strade cittadine, ci rendemmo conto che quelli di fuori non ci vedevano.
Abituati a guardare gli indigeni dall’alto, non alzavano lo sguardo per vederci.
Abituati a vederci umiliati, il loro cuore non comprendeva la nostra degna ribellione.
Il loro sguardo si era fermato sull’unico meticcio con addosso un passamontagna, ovvero, non guardavano.
Allora i nostri capi e cape dissero:
“Vedono solo quantI sono piccoli, creiamo qualcuno piccolo come loro affinché lo vedano ed attraverso lui vedano noi”.
Iniziò così una complessa manovra di distrazione, un trucco di magia terribile e meraviglioso, un malizioso trucco del nostro cuore indigeno, la saggezza indigena sfidava la modernità in uno dei suoi bastioni: i mezzi di comunicazione.
Incominciò allora la costruzione del personaggio chiamato “Marcos”.
Vi chiedo di seguirmi in questo ragionamento:
Supponiamo che ci sia un altro modo per neutralizzare un criminale. Per esempio, creandogli la propria arma micidiale, facendogli credere che è efficace, e sulla base della sua efficacia fargli costruire un piano, e far sì che nel momento in cui si prepara a sparare, “l’arma” torni ad essere quello che è sempre stata: un’illusione.
L’intero sistema, ma soprattutto i suoi mezzi di comunicazione, giocano a costruire notorietà per poi distruggerle se non si piegano ai loro propositi.
Il loro potere risiedeva (ora non più, per questo sono stati soppiantati dai social network) nel decidere che cosa e chi esisteva nel momento in cui sceglievano cosa dire e cosa tacere.
Infine, ma lasciamo stare, come è stato dimostrato in questi 20 anni, io non so niente di mezzi di comunicazione di massa.
Il fatto è che il SupMarcos è passato dall’essere un portavoce all’essere un elemento di distrazione.
Se la strada della guerra, cioè, della morte, ci ha preso 10 anni; quella della vita ci ha preso più tempo e richiesto più sforzi, per non parlare del sangue.
Perché, anche se non lo credete, è più facile morire che vivere.
Avevamo bisogno di tempo per essere e per trovare chi sapesse vederci per quello che siamo.
Avevamo bisogno di tempo per trovare chi ci guardasse non dall’alto, non dal basso, che ci guardasse di fronte, che ci guardasse con sguardo compagno.
Vi dicevo che incominciò allora la costruzione del personaggio.
Marcos un giorno aveva gli occhi azzurri, un altro li aveva verdi, o marroni, o miele, o neri, a seconda di chi faceva l’intervista o scattasse la foto. Era riserva in qualche squadra di calcio, commesso in qualche negozio, autista, filosofo, cineasta, e gli eccetera che potete trovare sui media prezzolati di quei calendari ed in diverse geografie. C’era un Marcos per ogni occasione, cioè, per ogni intervista. E non è stato facile, credetemi, allora non c’era wikipedia e se venivano dallo Stato Spagnolo doveva sapere se il corte inglés [la più importante catena di grandi magazzini in Spagna – n.d.t.], per esempio, era un taglio d’abito tipico dell’Inghilterra, un negozio di generi alimentari, o un supermercato.
Se posso definire il personaggio Marcos, direi senza indugio che è stata una montatura.
Per intenderci, diciamo che Marcos era un Mezzo non Libero (attenzione: non è la stessa cosa di un media prezzolato).
Nella costruzione e mantenimento del personaggio abbiamo fatto alcuni errori.
“Errare è umano”, si dice.
Durante il primo anno esaurimmo tutto il possibile repertorio dei “Marcos“. Quindi all’inizio del 1995 eravamo in difficoltà ed il processo di autonomia dei popoli muoveva i suoi primi passi.
Dunque nel 1995 non sapevamo più cosa fare. È proprio quando Zedillo, PAN alla mano, “scopre” Marcos con lo stesso metodo scientifico con cui trova gli scheletri, cioè, per delazione esoterica.
La storia del tampiqueño ci diede un po’ di respiro, benché la frode successiva della Paca de Lozano ci fece temere che la stampa prezzolata mettesse in dubbio anche lo “smascheramento” di Marcos e scoprisse che si trattava di un’ulteriore frode. Fortunatamente non fu così. Come con quella, i media continuarono a bersi altre simili fandonie.
Qualche tempo dopo, il tampiqueño venne in queste terre. Insieme al Subcomandante Insurgente Moisés andammo a parlargli. Gli proponemmo di convocare una conferenza stampa congiunta così da potersi liberare dalla persecuzione dato che sarebbe stato evidente che lui e Marcos non erano la stessa persona. Non accettò. Venne a vivere qua. Qualche volta ha viaggiato e la sua faccia appare nelle fotografie delle veglie funebri dei suoi genitori. Se volete potete intervistarlo. Ora vive in una comunità, a…. Ah, non vuole nemmeno che si sappia dove vive. Non diremo nient’altro fino a che non sarà lui, se un giorno lo vorrà, a raccontare la storia che ha vissuto dal 9 febbraio del 1995. Da parte nostra non ci resta che ringraziarlo di averci passato informazioni che ogni tanto abbiamo usato per alimentare la “certezza” che il SupMarcos non è quello che in realtà è, una montatura o un ologramma, ma un professore universitario originario dell’attuale dolente Tamaulipas.
Nel frattempo continuavamo a cercare, a cercarvi, voi che adesso siete qui e chi non è qui ma c’è.
Abbiamo lanciato mille iniziative per incontrare l’altro, l’altra, l’altro compagno. Diverse iniziative per trovare lo sguardo e l’ascolto di cui necessitiamo e che meritiamo.
Nel frattempo, proseguiva il progredire delle nostre comunità e l’avvicendamento di cui si è parlato molto o poco, ma che si può constatare direttamente, senza intermediari.
Nella ricerca dell’altro abbiamo spesso fallito.
Quelli che trovavamo, o ci volevano guidare o volevano che li guidassimo.
C’era chi si avvicinava e lo facevano per usarci, o per guardare indietro, sia con la nostalgia antropologica, sia con la nostalgia militante.
Così per qualcuno eravamo comunisti, per altri trotzkisti, per altri anarchici, per altri maoisti, per altri millenaristi, e tralascio altri “isti” che lascio a voi completare.
Così è stato fino alla Sesta Dichiarazione dalla Selva Lacandona, la più audace e la più zapatista delle iniziative che abbiamo lanciato fino ad ora.
Con la Sexta finalmente abbiamo incontrato chi ci guarda di fronte e ci saluta e abbraccia, ed è così che si saluta e abbraccia.
Con la Sexta finalmente abbiamo incontrato voi.
Finalmente qualcuno che capiva che non cercavamo né pastori che ci guidassero, né greggi da condurre nella terra promessa. Né padroni né schiavi. Né capi né masse senza testa.
Ma mancava di vedere se eravate in grado di guardare ed ascoltare quello che siamo.
All’interno, i progressi delle comunità erano impressionanti.
Poi è arrivato il corso “La Libertad según l@s zapatistas”.
In 3 turni ci siamo accorti che c’era oramai una generazione che poteva guardarci negli occhi, che poteva ascoltarci e parlarci senza aspettarsi guide o leadership, né pretendere sottomissione né controllo.
Marcos, il personaggio, non era più necessario.
La nuova tappa della lotta zapatista era pronta.
È successo allora quello che è successo e molte e molti di voi, compagne e compagni della Sexta, lo conoscono in maniera diretta.
Si potrà dire che la faccenda del personaggio fu oziosa. Ma uno sguardo onesto su quei giorni rivelerà quante e quanti ci hanno guardato, con piacere o fastidio, a causa dei travestimenti di una macchietta.
Quindi l’avvicendamento non è per malattia o morte, né per trasferimenti interni, purghe o epurazione.
Segue la logica dei cambiamenti interni all’interno dell’EZLN.
So che questo non quadra con i rigidi schemi dell’alto, ma questa è la pura verità.
E se questo rovina l’indolente e povera elaborazione dei rumorologi e zapatologi di Jovel, pazienza.
Non sono né sono stato mai malato, non sono né sono mai morto.
O sì, benché tante volte mi hanno ucciso, tante volte sono morto, e di nuovo sono qui.
Se abbiamo alimentato queste voci è stato perché così conveniva.
L’ultimo trucco dell’ologramma è stato simulare una malattia terminale, comprese tutte le morti sofferte.
Infatti, il commento “se la salute glielo permette” che il Subcomandante Insurgente Moisés ha usato nel comunicato annunciando l’incontro con il CNI, era l’equivalente di “se il popolo lo chiede” o “se i sondaggi mi favoriscono” o “se dio vorrà” ed altri luoghi comuni che sono stati il ritornello della classe politica negli ultimi tempi.
Se mi permettete un consiglio: dovreste coltivare un po’ di più il senso dell’umorismo, non solo per la salute mentale e fisica, ma anche perché senza senso dell’umorismo non capireste lo zapatismo. E chi non comprende, giudica; e chi giudica, condanna.
In realtà quella è stata la parte più semplice del personaggio. Per alimentare la diceria è stato solo necessario dire alle persone giuste: “ti svelo un segreto ma prometti di non dirlo a nessuno“.
Ovviamente l’hanno detto.
I principali collaboratori involontari delle voci sulla malattia e morte sono stati gli “esperti in zapatologia” che nella superba Jovel e nella caotica Città del Messico vantano la loro vicinanza allo zapatismo e la sua profonda conoscenza, oltre chiaramente ai poliziotti pagati come giornalisti, giornalisti pagati come poliziotti, e giornalist@ solo pagati, e male, come giornalisti.
Grazie a tutte e tutti loro. Grazie per la loro discrezione. Hanno fatto esattamente come supponevamo avrebbero fatto. L’unico lato negativo di tutto questo, è che adesso dubito che qualcuno confidi loro qualche segreto.
È nostra convinzione e nostra pratica che per ribellarsi e lottare non sono necessari né leader né capi né messia né salvatori. Per lottare c’è bisogno solo di un po’ di vergogna, un tanto di dignità e molta organizzazione.
Il resto, o serve per l’insieme collettivo o non serve.
È stato particolarmente comico quanto provocato dal culto della personalità tra i politologi ed analisti dell’alto. Ieri dicevano che il futuro di questo popolo messicano dipendeva dall’alleanza di due personalità. L’altro ieri dicevano che Peña Nieto si emancipava da Salinas de Gortari, senza accorgersi che se criticavano Peña Nieto, passavano dalla parte di Salinas de Gortari; e che se criticavano quest’ultimo, appoggiavano Peña Nieto. Ora dicono che bisogna scegliere da che parte stare nella lotta dell’alto per il controllo delle telecomunicazioni, quindi o stai con Slim o stai con Azcárraga-Salinas. E più su, o con Obama o con Putin.
Chi aspira e guarda in alto può continuare a cercare il proprio leader; può continuare a pensare che si rispetteranno i risultati elettorali; che Slim appoggerà la sinistra; che appariranno i draghi e le battaglie di Game of Thrones; che Kirkman sarà fedele al fumetto originale della serie televisiva The Walking Dead; che gli oggetti fatti in Cina non si romperanno al primo utilizzo; che il calcio sarà uno sport e non un affare.
Sì, forse in qualche caso avranno ragione, ma non bisogna dimenticare che in tutti questi casi si tratta di meri spettatori, cioè, consumatori passivi.
Coloro che hanno amato e odiato il SupMarcos ora sanno che hanno odiato ed amato un ologramma. Il loro amore e odio sono stati quindi inutili, sterili, vacui, vuoti.
Non ci saranno dunque case-museo o targhe di metallo con su scritto qui è nato e cresciuto. Né ci sarà chi dirà di essere stato il subcomandante Marcos. Né si erediterà il suo nome o il suo incarico. Non ci saranno viaggi pagati all’estero per tenere conferenze. Non ci saranno trasferimenti né cure in ospedali di lusso. Non ci saranno vedove né eredi. Non ci saranno funerali, né onori, né statue, né musei, né premi, né niente di quello che il sistema fa per promuovere il culto della personalità e per sminuire la collettività.
Il personaggio è stato creato ed ora i suoi creatori, gli zapatisti e le zapatiste, lo distruggono.
Se qualcuno comprende la lezione delle nostre compagne e compagni, avrà compreso uno dei fondamenti dello zapatismo.
Così negli ultimi anni è successo quello che è successo.
Dunque ci siamo resi conto che la montatura, il personaggio, l’ologramma, non era più necessario.
Abbiamo più volte pianificato e poi più volte aspettato il momento adatto: il calendario e la geografia precisi per mostrare quello che in realtà siamo a chi in realtà è.
Poi è arrivato Galeano con la sua morte a marcare la geografia ed il calendario: “qui, a La Realidad; adesso: nel dolore e la rabbia”.
V.- Il Dolore e la Rabbia. Sussurri e grida.
Quando siamo arrivati qui nel caracol della Realidad, senza che nessuno ce lo dicesse abbiamo cominciato a parlare sussurrando.
Il nostro dolore parlava sommessamente, sommessamente la nostra rabbia.
Come se cercassimo di evitare che Galeano fosse disturbato dai rumori, dai suoni a lui estranei.
Come se le nostre voci ed i nostro passi lo chiamassero.
“Aspetta compa”, diceva il nostro silenzio.
“Non andartene”, sussurravano le parole.
Ma ci sono altri dolori ed altre rabbie.
In questo preciso momento, in altri angoli del Messico e del mondo, un uomo, una donna, uno/a altro/a, una bambina, un bambino, un uomo anziano, una donna anziana, una memoria, vengono picchiati crudelmente e impunemente, circondati dal crimine vorace che è il sistema, bastonati, machetati, sparati, finiti, trascinati via fra lo scherno, abbandonati, il loro corpo poi raccolto e pianto, la loro vita sepolta.
Solo qualche nome:
Alexis Benhumea, assassinato nell’Estado de México.
Francisco Javier Cortés, assassinato nell’Estado de México.
Juan Vázquez Guzmán, assassinato in Chiapas.
Juan Carlos Gómez Silvano, assassinato in Chiapas.
El compa Kuy, assassinato nel DF.
Carlo Giuliani, assassinato in Italia.
Aléxis Grigoropoulos, assassinato in Grecia.
Wajih Wajdi al-Ramahi, assassinato in un Campo profughi nella città della Cisgiordania di Ramalla. 14 anni, assassinato con un colpo alla schiena sparato da un posto di osservazione dell’esercito israeliano, non c’erano marce, né proteste, non c’era nulla in strada.
Matías Valentín Catrileo Quezada, mapuche assassinato in Chile.
Teodulfo Torres Soriano, compa della Sexta desaparecido a Città del Messico.
Guadalupe Jerónimo e Urbano Macías, comuneros di Cherán, assassinato in Michoacán.
Francisco de Asís Manuel, desaparecido a Santa María Ostula.
Javier Martínes Robles, desaparecido a Santa María Ostula.
Gerardo Vera Orcino, desaparecido a Santa María Ostula.
Enrique Domínguez Macías, desaparecido a Santa María Ostula.
Martín Santos Luna, desaparecido a Santa María Ostula.
Pedro Leyva Domínguez, assassinato a Santa María Ostula.
Diego Ramírez Domínguez, assassinato a Santa María Ostula.
Trinidad de la Cruz Crisóstomo, assassinato a Santa María Ostula.
Crisóforo Sánchez Reyes, assassinato a Santa María Ostula.
Teódulo Santos Girón, desaparecido a Santa María Ostula.
Longino Vicente Morales, desaparecido in Guerrero.
Víctor Ayala Tapia, desaparecido in Guerrero.
Jacinto López Díaz “El Jazi”, assassinato a Puebla.
Bernardo Vázquez Sánchez, assassinato in Oaxaca.
Jorge Alexis Herrera, assassinato in Guerrero.
Gabriel Echeverría, assassinato in Guerrero.
Edmundo Reyes Amaya, desaparecido in Oaxaca.
Gabriel Alberto Cruz Sánchez, desaparecido in Oaxaca.
Juan Francisco Sicilia Ortega, assassinato in Morelos.
Ernesto Méndez Salinas, assassinato in Morelos.
Alejandro Chao Barona, assassinato in Morelos.
Sara Robledo, assassinata in Morelos.
Juventina Villa Mojica, assassinata in Guerrero.
Reynaldo Santana Villa, assassinato in Guerrero.
Catarino Torres Pereda, assassinato in Oaxaca.
Bety Cariño, assassinata in Oaxaca.
Jyri Jaakkola, assassinato in Oaxaca.
Sandra Luz Hernández, assassinata in Sinaloa.
Marisela Escobedo Ortíz, assassinata in Chihuahua.
Celedonio Monroy Prudencio, desaparecido in Jalisco.
Nepomuceno Moreno Nuñez, assassinato in Sonora.
Le/i migranti fatti sparire e probabilmente assassinati in qualche parte del territorio messicano.
I carcerati che si vogliono ammazzare in vita: Mumia Abu Jamal, Leonard Peltier, i Mapuche, Mario González, Juan Carlos Flores.
La continua sepoltura di voci che erano vive, messe a tacere dal cadere dalla terra su di loro e dal chiudersi delle sbarre.
E la più grande beffa è che con ogni palata di terra lanciata dallo sbirro di turno, il sistema dice: “Non conti niente, nessuno piangerà per te, nessuno si infurierà per la tua morte, nessuno seguirà le tue orme, nessuno può trattenere la tua vita“.
E con l’ultima palata sentenzia: “anche se prenderanno e puniranno quelli che ti hanno ucciso, ne troveremo sempre un altro, un’altra, altri, che tenderanno un’imboscata e ripeteranno la danza macabra che ha posto fine alla tua vita”.
E dice “La tua giustizia piccola, nana, fabbricata affinché i media pagati mentano per calmare le acque dopo il caos suscitato, non mi spaventa, non mi danneggia, non mi punisce”.
Che cosa diciamo a quel cadavere che, in ogni angolo del mondo del basso, viene sepolto dall’oblio?
Che solo il nostro dolore e rabbia contano?
Che solo la nostra indignazione significa qualcosa?
Che mentre sussurriamo la nostra storia, non sentiamo il suo pianto, il suo urlo?
Ha tanti nomi l’ingiustizia e sono tante le grida che provoca.
Ma il nostro dolore e la nostra rabbia non ci impediscono di sentire.
Ed i nostri sussurri non sono solo per piangere la caduta dei nostri morti ingiustamente.
Sono per poter ascoltare altri dolori, fare nostre altre rabbie e proseguire così nel complicato, lungo e tortuoso cammino di trasformare tutto ciò in un urlo che diventi lotta liberatrice.
E non dimenticare che, mentre qualcuno sussurra, qualcun’altro grida.
E solo l’udito attento può sentire.
Mentre ora parliamo ed ascoltiamo, qualcuno grida di dolore, di rabbia.
E così come bisogna imparare a rivolgere lo sguardo, l’ascolto deve trovare la direzione che lo renda fertile.
Perché mentre qualcuno riposa, c’è chi prosegue la salita.
Per vedere questo impegno, basta abbassare lo sguardo ed elevare il cuore.
Ce la fate?
Ce la farete?
La giustizia piccola somiglia tanto alla vendetta. La giustizia piccola è quella che distribuisce impunità, punendo uno, ne assolve altri.
Quella che vogliamo noi, per la quale lottiamo, non si esaurisce con la scoperta degli assassini del compa Galeano e forse della loro punizione (che se avverrà, nessuno si faccia trarre in inganno).
La ricerca paziente e tenace vuole la verità, non il sollievo della rassegnazione.
La giustizia grande ha che vedere col compagno Galeano sepolto.
Perché noi ci chiediamo non che cosa fare della sua morte, ma che cosa dobbiamo fare della sua vita.
Scusate se entro nel paludoso terreno dei luoghi comuni, ma quel compagno non meritava di morire, non così.
Tutto il suo impegno, il suo quotidiano sacrificio, puntuale, invisibile per chi non era noi, era per la vita.
E vi posso dire che era un essere straordinario ed inoltre, e questo è quello che stupisce, ci sono migliaia di compagne e compagni come lui nelle comunità indigene zapatiste, con la stessa dedizione, identico impegno, uguale chiarezza ed unico destino: la libertà.
E facendo conti macabri: se qualcuno merita la morte è chi non esiste né è esistito, se non nella fugacità dei mezzi di comunicazione prezzolati.
Il nostro compagno capo e portavoce dell’EZLN, il Subcomandante Insurgente Moisés, ci ha detto che assassinando Galeano, o uno chiunque degli zapatisti, quelli di sopra volevano assassinare l’EZLN.
Non come esercito, ma come ostinato ribelle che costruisce vita dove loro, quelli di sopra, desiderano la desolazione delle industrie minerarie, industrie petrolifere, turistiche, la morte della terra e di chi l’abita e lavora.
Ed ha detto che siamo venuti qui, come Comandancia Generale dell’Esercito Zapatista di Liberazione Nazionale, a dissotterrare Galeano.
Pensiamo che sia necessario che uno di noi muoia affinché Galeano viva.
E per soddisfare la morte impertinente, al posto di Galeano mettiamo un altro nome affinché Galeano viva e la morte non si porti via una vita, ma solo un nome, poche lettere prive di senso, senza storia propria, senza vita.
Quindi abbiamo deciso che Marcos da oggi smette di esistere. Lo prenderanno per mano il guerriero ombra e la piccola luce affinché non si perda lungo il cammino. Don Durito se ne andrà con lui, e così anche il Vecchio Antonio.
Non mancherà alle bambine ed ai bambini che gli si facevano intorno per ascoltare i suoi racconti, perché sono ormai grandi, hanno giudizio, lottano per la libertà, la democrazia e la giustizia, che è il compito di ogni zapatista.
Il gatto-cane, e non un cigno, intonerà il canto di addio.
Alla fine chi capirà, saprà che non se ne va chi non c’è mai stato, né muore chi non ha vissuto.
E la morte se ne andrà via ingannata da un indigeno col nome di lotta di Galeano, e sulle pietre posate sulla sua tomba tornerà a camminare ed ad insegnare, a chi lo vorrà, la base dello zapatismo, cioè, non vendersi, non arrendersi, non tentennare.
Oh morte! Come se non fosse evidente che libera quelli di sopra da ogni responsabilità al di là della preghiera funebre, l’omaggio blando, la statua sterile, il museo controllore.
A noi? Beh, perché noi la morte ci impegna alla vita che contiene.
Quindi siamo qui, a deridere la morte nella realtà.
Compas:
Detto questo, alle ore 02:08 del 25 maggio 2014 sul fronte di combattimento sudorientale dell’EZLN, dichiaro che smette di esistere il noto come Subcomandante Insurgente Marcos, l’autodenominato “subcomandante di acciaio inossidabile”.
È tutto.
Per mia voce non parlerà più la voce dell’Esercito Zapatista di Liberazione Nazionale.
Bene. Salute e a mai più… o hasta siempre, chi ha capito sa che questo non ha più importanza, non ne ha mai avuta.
Dalla realtà zapatista.
Subcomandante Insurgente Marcos
Messico, 24 maggio 2014
P.S. 1.- “Game is over”?
P.S. 2.- Scacco Matto?
P.S. 3.- Touché?
P.S. 4.- Fatevene una ragione, raza, e mandate tabacco.
P.S. 5.- Mmm… e questo sarebbe l’inferno… Quel Piporro, Pedro, José Alfredo! Come? Quei machisti? Naah, non credo, ma se io non ho mai…
P.S. 6.- Quindi, senza travestimento, adesso posso andarmene in giro nudo?
P.S. 7.- Eih, è buio qui, datemi un po’ di luce.
(…)
(si sente una voce fuori campo)
Compagne e compagni vi auguro buone albe. Il mio nome è Galeano, Subcomandante Insurgente Galeano.
Qualcun altro si chiama Galeano?
(si alzano voci e grida)
Oh, mi avevano detto che quando sarei rinato lo avrei fatto collettivamente.
Così sia dunque.
Buon viaggio. Abbiate cura di voi, e di noi.
Dalle montagne del Sudest Messicano.
Subcomandante Insurgente Galeano Messico, maggio 2014
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