Nuestra región es el reino de las paradojas.
Brasil, pongamos por caso: paradójicamente, el Aleijadinho, el hombre más feo del Brasil, creó las más altas hermosuras del arte de la época colonial; paradójicamente, Garrincha, arruinado desde la infancia por la miseria y la poliomelitis, nacido para la desdicha, fue el jugador que más alegría ofreció en toda la historia del fútbol y, paradójicamente, ya ha cumplido cien años de edad Oscar Niemeyer, que es el más nuevo de los arquitectos y el más joven de los brasileños.
O pongamos por caso, Bolivia: en 1978, cinco mujeres voltearon una dictadura militar. Paradójicamente, toda Bolivia se burló de ellas cuando iniciaron su huelga de hambre. Paradójicamente, toda Bolivia terminó ayunando con ellas, hasta que la dictadura cayó.
Yo había conocido a una de esas cinco porfiadas, Domitila Barrios, en el pueblo minero de Llallagua. En una asamblea de obreros de las minas, todos hombres, ella se había alzado y había hecho callar a todos.
– Quiero decirles estito – había dicho –. Nuestro enemigo principal no es el imperialismo, ni la burguesía ni la burocracia. Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos adentro.
Y años después, reencontré a Domitila en Estocolmo. La habían echado de Bolivia, y ella había marchado al exilio, con sus siete hijos. Domitila estaba muy agradecida de la solidaridad de los suecos, y les admiraba la libertad, pero ellos le daban pena, tan solitos que estaban, bebiendo solos, comiendo solos, hablando solos. Y les daba consejos:
– No sean bobos – les decía. – Júntense. Nosotros, allá en Bolivia, nos juntamos. Aunque sea para pelearnos, nos juntamos.
Y cuánta razón tenía.
Porque, digo yo: ¿existen los dientes, si no se juntan en la boca? ¿Existen los dedos, si no se juntan en la mano?
Juntarnos: y no sólo para defender el precio de nuestros productos, sino también, y sobre todo, para defender el valor de nuestros derechos. Bien juntos están, aunque de vez en cuando simulen riñas y disputas, los pocos países ricos que ejercen la arrogancia sobre todos los demás. Su riqueza come pobreza y su arrogancia come miedo.
Hace bien poquito, pongamos por caso, Europa aprobó la ley que convierte a los inmigrantes en criminales. Paradoja de paradojas: Europa, que durante siglos ha invadido el mundo, cierra la puerta en las narices de los invadidos, cuando le retribuyen la visita. Y esa ley se ha promulgado con una asombrosa impunidad, que resultaría inexplicable si no estuviéramos acostumbrados a ser comidos y a vivir con miedo.
Miedo de vivir, miedo de decir, miedo de ser. Esta región nuestra forma parte de una América latina organizada para el divorcio de sus partes, para el odio mutuo y la mutua ignorancia. Pero sólo siendo juntos seremos capaces de descubrir lo que podemos ser, contra una tradición que nos ha amaestrado para el miedo y la resignación y la soledad y que cada día nos enseña a desquerernos, a escupir al espejo, a copiar en lugar de crear.
Todo a lo largo de la primera mitad del siglo diecinueve, un venezolano llamado Simón Rodríguez anduvo por los caminos de nuestra América, a lomo de mula, desafiando a los nuevos dueños del poder: – Ustedes – clamaba don Simón –, ustedes que tanto imitan a los europeos, ¿por qué no les imitan lo más importante, que es la originalidad?
Paradójicamente, era escuchado por nadie este hombre que tanto merecía ser escuchado. Paradójicamente, lo llamaban loco, porque cometía la cordura de creer que debemos pensar con nuestra propia cabeza, porque cometía la cordura de proponer una educación para todos y una América de todos, y decía que al que no sabe, cualquiera lo engaña y al que no tiene, cualquiera lo compra, y porque cometía la cordura de dudar de la independencia de nuestros países recién nacidos: – No somos dueños de nosotros mismos – decía. – Somos independientes, pero no somos libres.
Quince años después de la muerte del loco Rodríguez, Paraguay fue exterminado. El único país hispanoamericano de veras libre fue paradójicamente asesinado en nombre de la libertad. Paraguay no estaba preso en la jaula de la deuda externa, porque no debía un centavo a nadie, y no practicaba la mentirosa libertad de comercio, que nos imponía y nos impone una economía de importación y una cultura de impostación.
Paradójicamente, al cabo de cinco años de guerra feroz, entre tanta muerte sobrevivió el origen. Según la más antigua de sus tradiciones, los paraguayos habían nacido de la lengua que los nombró, y entre las ruinas humeantes sobrevivió esa lengua sagrada, la lengua primera, la lengua guaraní. Y en guaraní hablan todavía los paraguayos a la hora de la verdad, que es la hora del amor y del humor.
En guaraní, ñeñé significa palabra y también significa alma. Quien miente la palabra traiciona el alma.
Si te doy mi palabra, me doy.
Un siglo después de la guerra del Paraguay, un presidente de Chile dio su palabra, y se dio.
Los aviones escupían bombas sobre el palacio de gobierno, también ametrallado por las tropas de tierra. El había dicho: – Yo de aquí no salgo vivo.
En la historia latinoamericana, es una frase frecuente. La han pronunciado unos cuantos presidentes que después han salido vivos, para seguir pronunciándola. Pero esa bala no mintió. La bala de Salvador Allende no mintió.
Paradójicamente, una de las principales avenidas de Santiago de Chile se llama, todavía, Once de Septiembre. Y no se llama así por las víctimas de las Torres Gemelas de Nueva York. No. Se llama así en homenaje a los verdugos de la democracia en Chile. Con todo respeto por ese país que amo, me atrevo a preguntar, por puro sentido común: ¿No sería hora de cambiarle el nombre? ¿No sería hora de llamarla Avenida Salvador Allende, en homenaje a la dignidad de la democracia y a la dignidad de la palabra?
Y saltando la cordillera, me pregunto: ¿por qué será que el Che Guevara, el argentino más famoso de todos los tiempos, el más universal de los latinoamericanos, tiene la costumbre de seguir naciendo? Paradójicamente, cuanto más lo manipulan, cuanto más lo traicionan, más nace. El es el más nacedor de todos.
Y me pregunto: ¿No será porque él decía lo que pensaba, y hacía lo que decía? ¿No será que por eso sigue siendo tan extraordinario, en este mundo donde las palabras y los hechos muy rara vez se encuentran, y cuando se encuentran no se saludan, porque no se reconocen?
Los mapas del alma no tienen fronteras, y yo soy patriota de varias patrias. Pero quiero culminar este viajecito por las tierras de la región, evocando a un hombre nacido, como yo, por aquí cerquita.
Paradójicamente, él murió hace un siglo y medio, pero sigue siendo mi compatriota más peligroso. Tan peligroso es que la dictadura militar del Uruguay no pudo encontrar ni una sola frase suya que no fuera subversiva y tuvo que decorar con fechas y nombres de batallas el mausoleo que erigió para ofender su memoria.
A él, que se negó a aceptar que nuestra patria grande se rompiera en pedazos; a él, que se negó a aceptar que la independencia de América fuera una emboscada contra sus hijos más pobres, a él, que fue el verdadero primer ciudadano ilustre de la región, dedico esta distinción, que recibo en su nombre.
Y termino con palabras que le escribí hace algún tiempo:
1820, Paso del Boquerón. Sin volver la cabeza, usted se hunde en el exilio. Lo veo, lo estoy viendo: se desliza el Paraná con perezas de lagarto y allá se aleja flameando su poncho rotoso, al trote del caballo, y se pierde en la fronda.Usted no dice adiós a su tierra. Ella no se lo creería. O quizás usted no sabe, todavía, que se va para siempre.
Se agrisa el paisaje. Usted se va, vencido, y su tierra se queda sin aliento.
¿Le devolverán la respiración los hijos que le nazcan, los amantes que le lleguen? Quienes de esa tierra broten, quienes en ella entren, ¿se harán dignos de tristeza tan honda?
Su tierra. Nuestra tierra del sur. Usted le será muy necesario, don José. Cada vez que los codiciosos la lastimen y la humillen, cada vez que los tontos la crean muda o estéril, usted le hará falta.
Porque usted, don José Artigas, general de los sencillos, es la mejor palabra que ella ha dicho.
Eduardo Galeano
La nostra regione è il regno dei paradossi.
Il Brasile, ad esempio: paradossalmente, Aleijadinho, l'uomo più brutto del Brasile, ha creato le più famose bellezze dell'arte dell'epoca coloniale; paradossalmente, Garrincha, rovinato sin dall'infanzia dalla miseria e dalla poliomielite, nato per sfortuna, è stato il giocatore che ha offerto più allegria in tutta la storia del calcio e, paradossalmente, ora ha compiuto cento anni Oscar Niemeyer, che è il più innovatore degli architetti ed il più giovane dei brasiliani.
O mettiamo per caso, la Bolivia: nel 1978, cinque donne rovesciarono una dittatura militare. Paradossalmente, tutta la Bolivia si burlò di loro quando iniziarono lo sciopero della fame. Paradossalmente, tutta la Bolivia terminò digiunando con loro, fino alla caduta della dittatura.
Io ho conosciuto una di queste cinque, Domitila Barrios, nel villaggio di minatori di Llallagua. In un'assemblea di minatori, tutti uomini, si alzò e zittì tutti.
Voglio dirvi questo - aveva affermato - il nostro nemico principale non è l'imperialismo, né la borghesia né la burocrazia. Il nostro nemico principale è la paura, e lo portiamo dentro.
Anni dopo, ritrovai Domitila a Stoccolma. L'avevano cacciata dalla Bolivia, e lei era andata in esilio, con i suoi setti figli. Domitila era molto grata per la solidarietà degli svedesi, dei quali ammirava la libertà, ma la rattristavano, erano così soli, bevevano soli, mangiavano soli, parlavano soli. Gli dava dei consigli:
Non siate sciocchi – gli diceva - unitevi. Noi, là in Bolivia, ci uniamo. Sebbene sia per litigare, ci uniamo.
Quanta ragione aveva.
Perché, dico io: esistono i denti, se non si uniscono nella bocca? Esistono le dita, se non si uniscono nella mano?
Uniamoci: e non solo per difendere il prezzo dei nostri prodotti, ma anche, e soprattutto, per difendere il valore dei nostri diritti. I pochi paesi ricchi che esercitano l'arroganza su tutti gli altri stanno insieme, sebbene di tanto in tanto simulano liti e dispute. La loro ricchezza come povertà e la loro arroganza come paura.
Poco tempo fa, ad esempio, l’Europa ha approvato la legge che converte gli immigranti in criminali. Paradosso dei paradossi: l’Europa, che durante secoli ha invaso il mondo, chiude la porta in faccia agli invasi, quando le restituiscono la visita. E questa legge è stata promulgata con una sorprendente impunità, che risulterebbe inspiegabile se non fossimo abituati ad essere sbranati ed a vivere con paura.
Paura di vivere, paura di dire, paura di essere. Questa nostra regione forma parte di un'America latina organizzata per il divorzio delle sue parti, per l'odio mutuo e la mutua ignoranza. Ma solo insieme saremo capaci di scoprire quello che possiamo essere, contro una tradizione che ci ha ammaestrati alla paura e alla rassegnazione e alla solitudine e che ogni giorno ci insegna a non amarci, a sputare nello specchio, a copiare invece di creare.
Durante tutta la prima metà del XIX secolo, un venezuelano chiamato Simón Rodríguez andò per i cammini della nostra America, a dorso di mula, sfidando i nuovi padroni del potere: - Voi - gridava don Simón -, voi che tanto imitate gli europei, perché non imitate la cosa più importante, che è l'originalità?
Paradossalmente, nessuno ascoltava quest’uomo che tanto meritava d’essere ascoltato. Paradossalmente, lo chiamavano matto, perché “commetteva” la saggezza di credere che dobbiamo pensare con la nostra propria testa, perché “commetteva” la saggezza di proporre un'educazione per tutti ed un'America di tutti, e diceva che chiunque inganna chi non sa e chiunque compra chi non ha nulla, perché “commetteva” la saggezza di dubitare dell'indipendenza dei nostri paesi appena nati: Non siamo padroni di noi stessi – diceva -. Siamo indipendenti, ma non siamo liberi.
Quindici anni dopo la morte del folle Rodríguez, il Paraguay fu sterminato. L'unico paese ispanoamericano davvero libero fu paradossalmente ucciso in nome della libertà. Il Paraguay non era prigioniero della gabbia del debito esterno, perché non doveva un centesimo a nessuno, e non praticava la bugiarda libertà di commercio, che ci imponeva e c’impone un'economia d’importazione ed una cultura d’impostazione.
Paradossalmente, dopo cinque anni di guerra feroce, tra tanta morte sopravvisse l'origine. Secondo la più antica delle sue tradizioni, i paraguaiani erano nati dalla lingua che li nominò, e tra le rovine fumanti sopravvisse questa lingua sacra, la prima lingua, la lingua guaranì. Ed in guaranì parlano ancora i paraguaiani nell'ora della verità, che è l'ora dell'amore e dell'umore.
In guaranì, ñeñé significa parola e significa anche anima. Chi mente con la parola tradisce l'anima. Se ti do la mia parola, mi consegno.
Un secolo dopo la guerra del Paraguay, un presidente del Cile diede la sua parola, e si consegnò.
Gli aeroplani sputavano bombe sul palazzo del governo, mitragliato anche dalle truppe di terra. Lui aveva detto: - Io da qui non esco vivo.
Nella storia latinoamericana, è una frase frequente. L'hanno pronunciata tanti presidenti che dopo sono usciti vivi, per continuare a pronunciarla. Ma questa pallottola non ha mentito. La pallottola di Salvatore Allende non ha mentito.
Paradossalmente, uno dei principali di viali di Santiago del Cile si chiama, ancora, Undici Settembre. E non chiama così per le vittime delle Torri Gemelle di New York. No. Si chiama così in omaggio ai boia della democrazia in Cile. Con tutto il rispetto per questo paese che amo, oso domandare, per puro senso comune: Non sarebbe ora di cambiargli il nome? Non sarebbe ora di chiamarlo Viale Salvatore Allende, in omaggio alla dignità della democrazia ed alla dignità della parola?
E passando dall’altro lato del continente, mi domando: perché sarà che il Che Guevara, l'argentino più famoso di tutti i tempi, il più universale dei latinoamericani, continua a nascere? Paradossalmente, quanto più lo manipolano, quanto più lo tradiscono, più nasce. Lui è il più “nato” di tutti.
E mi domando: non sarà perché diceva quello che pensava, e faceva quello che diceva? Non sarà per questo, che continua ad essere così straordinario, in questo mondo dove le parole ed i fatti s’incontrano molto raramente, e quando s’incontrano non si salutano, perché non si riconoscono?
Le mappe dell'anima non hanno frontiere, ed io sono un patriota di varie patrie. Ma voglio terminare questo viaggio per le terre della regione, evocando un uomo nato, come io, qui vicino.
Paradossalmente, lui è morto un secolo e mezzo fa, ma continua ad essere il mio compatriota più pericoloso. E’ così pericoloso che la dittatura militare dell'Uruguay non poté trovare una sola frase sua che non fosse sovversiva e dovette decorare con date e nomi di battaglie il mausoleo che eresse per offendere la sua memoria.
A lui, che si negò d’accettare che nostra patria grande si rompesse a pezzi; a lui, che si negò d’accettare che l'indipendenza dell’America fosse un'imboscata contro i suoi figli più poveri, a lui, che fu il primo vero cittadino illustre della regione, dedico questa distinzione, che ricevo nel suo nome.
E termino con le parole che gli ho scritto tempo fa:
1820, Passo del Boquerón. Senza voltare la testa, lei si sprofonda nell'esilio. Lo vedo, lo sto vedendo: il Paraná scorre con la pigrizia di un lucertolone e là si allontana fiammeggiando il suo poncho rotto, al trotto del cavallo, e si perde nella fronda. Lei non dice addio alla sua terra. Lei non lo crederebbe. O magari non sa ancora che va via per sempre.
Il paesaggio s’ingrigisce. Lei se ne va, vinto, e la sua terra rimane senza fiato. I figli che avrà, gli amanti che gli arriveranno le restituiranno la respirazione? Coloro che germoglieranno da questa terra, coloro che entreranno, si faranno degni di una tristezza così profonda?
La sua terra. La nostra terra del sud. Lei le sarà molto necessario, don José. Ogni volta che gli avidi la feriranno e l’umilieranno, ogni volta che gli sciocchi la crederanno muta o sterile, Lei le mancherà.
Perché lei, don José Artigas, generale dei semplici, è la migliore parola che questa terra ha detto.
Eduardo Galeano_______________
Discurso del cacique mexicano Guaicaipuro Cuautemoc ante la reunión de jefes de estado de la Comunidad Europea, Barcelona 8 de febrero de 2002.
Aquí pues yo, Guaicaipuro Cuatemoc he venido a encontrar a los que celebran el encuentro.
Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que la encontraron hace solo quinientos años.
Aquí pues, nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante. Nunca tendremos otra cosa.
El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron.
El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé a venderme.
El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento.
Yo los voy descubriendo. También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a Sanlúcar de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América.
¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su Séptimo Mandamiento.
¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano!
¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o a ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos!
¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al desarrollo de Europa.
Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.
Yo, Guaicaipuro Cuatemoc, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis.Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un plan MARSHALLTESUMA, para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.
Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos preguntarnos:1 ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o por lo menos productivo de los fondos tan generosamente adelantados por el Fondo Indo americano Internacional?. Deploramos decir que no.
En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas invencibles, en terceros reichs y otras formas de exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como en Panamá, pero sin canal.
En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta y provee todo el Tercer Mundo.
Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses que, tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar. Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a nuestros hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30 por ciento de interés, que los hermanos europeos le cobran a los pueblos del Tercer Mundo.
Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo del 10 por ciento, acumulado solo durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia. Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de plata, ambas cifras elevadas a la potencia de 300. Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias más de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total del planeta Tierra. Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto pesarían, calculadas en sangre?. Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.
Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indos americanos. Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención que discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente, y que los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica.
Dicen los pesimistas del Viejo Mundo que su civilización está en una bancarrota tal que les impide cumplir con sus compromisos financieros o morales.
En tal caso, nos contentaríamos con que nos pagaran entregándonos la bala con la que mataron al Poeta.
Pero no podrán.
Porque esa bala es el corazón de Europa...
Guaicaipuro Cuatemoc
Discorso del cacicco messicano Guaicaipuro Chuautemoc al vertice dei capi di stato dell'Unione Europea, Barcellona 8 febbraio 2002.
Così sono qua, io, Guaicaipuro Cuautemoc, sono venuto a incontrare i partecipanti a questo incontro.
Così sono qua, io, discendente di coloro che popolarono l'America quarantamila anni fa, sono venuto a trovare coloro che la trovarono cinquecento anni fa.
Così ci troviamo tutti: sappiamo chi siamo, ed è già abbastanza. Non abbiamo bisogno di altro.
Il fratello doganiere europeo mi chiede carta scritta con visto per scoprire coloro che mi scoprirono.
Il fratello usuraio europeo mi chiede di pagare un debito contratto da traditori che non ho mai autorizzato a vendermi.
Il fratello leguleio europeo mi spiega che ogni debito si paga con gli interessi, anche fosse vendendo esseri umani e paesi interi senza chiedere il loro consenso.
Questo è quello che sto scoprendo. Anch'io posso pretendere pagamenti. Anch'io posso reclamare interessi. Fa fede l'Archivio delle Indie. Foglio dopo foglio, ricevuta dopo ricevuta, firma dopo firma, risulta che solamente tra il 1503 ed il 1660 sono arrivati a San Lucar de Barrameda 185mila chili di oro e 16 milioni di chili d'argento provenienti dall'America.
Saccheggio? Non ci penso nemmeno!! Perché pensare che i fratelli cristiani disobbediscano al loro settimo comandamento?
Spoliazione? Tanatzin mi guardi dall'immaginare che gli europei, come Caino, uccidano e poi neghino il sangue del fratello!
Genocidio? Sarebbe dar credito a calunniatori come Bartolomeo della Casa che considerarono quella scoperta come la distruzione delle Indie, o ad oltraggiosi come il dottor Arturo Pietri che sostiene che lo sviluppo del capitalismo e dell'attuale civiltà europea sia dovuto all'inondazione di metalli preziosi!
No! Questi 185mila chili di oro e 16 milioni di chili d'argento devono essere considerati come il primo di vari prestiti amichevoli dell'America per lo sviluppo dell'Europa.
Pensare il contrario vorrebbe dire supporre crimini di guerra, il che darebbe diritto non solo a chiedere la restituzione immediata ma anche l'indennizzo per danni e truffa.
Io, Guaicaipuro Cuautemoc, preferisco credere alla meno offensiva delle ipotesi. Una così favolosa esportazione di capitali non fu altro che l'inizio del piano Marshalltezuma teso a garantire la ricostruzione della barbara Europa, rovinata dalle sue deplorabili guerre contro i culti musulmani, difensori dell'algebra, della poligamia, dell'igiene quotidiana e di altre superiori conquiste della civiltà.
Per questo, avvicinandosi il Quinto Centenario del Prestito, possiamo chiederci: i fratelli europei hanno fatto un uso razionale, responsabile, o perlomeno produttivo delle risorse così generosamente anticipate dal Fondo Indoamericano Internazionale? Ci rincresce dover dire di no.
Dal punto di vista strategico le dilapidarono nelle battaglie di Lepanto, nelle armate invincibili, nei terzi Reich ed in altre forme di reciproco sterminio, per finire poi occupati dalle truppe yankee della Nato, come Panama (ma senza canale).
Dal punto di vista finanziario sono stati incapaci - dopo una moratoria di 500 anni - sia di restituire capitale ed interessi che di rendersi indipendenti dalle rendite liquide, dalle materie prime e dall'energia a basso costo che gli esporta il Terzo Mondo.
Questo deplorevole quadro conferma l'affermazione di Milton Friedman secondo il quale un'economia assistita non potrà mai funzionare e ci obbliga a chiedere - per il loro stesso bene - la restituzione del capitale e degli interessi che abbiamo così generosamente aspettato a richiedere per tutti questi secoli. Detto questo, vorremmo precisare che non ci abbasseremo a chiedere ai fratelli europei quei vili e sanguinari tassi d'interesse variabile del 20 fino al 30% che i fratelli europei chiedono ai paesi del Terzo Mondo.
Ci limiteremo a esigere la restituzione dei materiali preziosi prestati, piu' il modico interesse fisso del 10% annuale accumulato negli ultimi trecento anni, condonando quindi gli altri 200. Su questa base, applicando la formula europea dell'interesse composto, informiamo gli scopritori che ci devono, come primo pagamento del loro debito, soltanto 185mila chili di oro e 16 milioni di chili d'argento ambedue elevati alla potenza di trecento. Come dire, un numero per la cui espressione sarebbero necessarie piu' di trecento cifre, e il cui peso supera ampiamente quello della terra. Com'è pesante questa mole d'oro e d'argento! Quanto peserebbe calcolata in sangue? Addurre che l'Europa in mezzo millennio non ha saputo generare ricchezze sufficienti a cancellare questo modico interesse sarebbe come ammettere il suo assoluto disastro finanziario e/o la demenziale irrazionalità delle basi del capitalismo.
Tuttavia queste questioni metafisiche non affliggono noi indioamericani. Però chiediamo la firma immediata di una carta d'intenti che disciplini i popoli debitori del vecchio continente e li obblighi a far fede al loro impegno tramite un'immediata privatizzazione o riconversione dell'Europa perché ci venga consegnata per intero come primo pagamento di questo debito storico.
Dicono i pessimisti del Vecchio Mondo che la loro civiltà versa in una bancarotta tale che gli impedisce di tener fede ai loro impegni finanziari o morali.
In tal caso ci accontenteremo che ci paghino dandoci la pallottola con cui uccisero il poeta.
Ma non potranno.
Perché quella pallottola è il cuore dell'Europa...
Guaicaipuro Cuatemoc
Brasil, pongamos por caso: paradójicamente, el Aleijadinho, el hombre más feo del Brasil, creó las más altas hermosuras del arte de la época colonial; paradójicamente, Garrincha, arruinado desde la infancia por la miseria y la poliomelitis, nacido para la desdicha, fue el jugador que más alegría ofreció en toda la historia del fútbol y, paradójicamente, ya ha cumplido cien años de edad Oscar Niemeyer, que es el más nuevo de los arquitectos y el más joven de los brasileños.
O pongamos por caso, Bolivia: en 1978, cinco mujeres voltearon una dictadura militar. Paradójicamente, toda Bolivia se burló de ellas cuando iniciaron su huelga de hambre. Paradójicamente, toda Bolivia terminó ayunando con ellas, hasta que la dictadura cayó.
Yo había conocido a una de esas cinco porfiadas, Domitila Barrios, en el pueblo minero de Llallagua. En una asamblea de obreros de las minas, todos hombres, ella se había alzado y había hecho callar a todos.
– Quiero decirles estito – había dicho –. Nuestro enemigo principal no es el imperialismo, ni la burguesía ni la burocracia. Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos adentro.
Y años después, reencontré a Domitila en Estocolmo. La habían echado de Bolivia, y ella había marchado al exilio, con sus siete hijos. Domitila estaba muy agradecida de la solidaridad de los suecos, y les admiraba la libertad, pero ellos le daban pena, tan solitos que estaban, bebiendo solos, comiendo solos, hablando solos. Y les daba consejos:
– No sean bobos – les decía. – Júntense. Nosotros, allá en Bolivia, nos juntamos. Aunque sea para pelearnos, nos juntamos.
Y cuánta razón tenía.
Porque, digo yo: ¿existen los dientes, si no se juntan en la boca? ¿Existen los dedos, si no se juntan en la mano?
Juntarnos: y no sólo para defender el precio de nuestros productos, sino también, y sobre todo, para defender el valor de nuestros derechos. Bien juntos están, aunque de vez en cuando simulen riñas y disputas, los pocos países ricos que ejercen la arrogancia sobre todos los demás. Su riqueza come pobreza y su arrogancia come miedo.
Hace bien poquito, pongamos por caso, Europa aprobó la ley que convierte a los inmigrantes en criminales. Paradoja de paradojas: Europa, que durante siglos ha invadido el mundo, cierra la puerta en las narices de los invadidos, cuando le retribuyen la visita. Y esa ley se ha promulgado con una asombrosa impunidad, que resultaría inexplicable si no estuviéramos acostumbrados a ser comidos y a vivir con miedo.
Miedo de vivir, miedo de decir, miedo de ser. Esta región nuestra forma parte de una América latina organizada para el divorcio de sus partes, para el odio mutuo y la mutua ignorancia. Pero sólo siendo juntos seremos capaces de descubrir lo que podemos ser, contra una tradición que nos ha amaestrado para el miedo y la resignación y la soledad y que cada día nos enseña a desquerernos, a escupir al espejo, a copiar en lugar de crear.
Todo a lo largo de la primera mitad del siglo diecinueve, un venezolano llamado Simón Rodríguez anduvo por los caminos de nuestra América, a lomo de mula, desafiando a los nuevos dueños del poder: – Ustedes – clamaba don Simón –, ustedes que tanto imitan a los europeos, ¿por qué no les imitan lo más importante, que es la originalidad?
Paradójicamente, era escuchado por nadie este hombre que tanto merecía ser escuchado. Paradójicamente, lo llamaban loco, porque cometía la cordura de creer que debemos pensar con nuestra propia cabeza, porque cometía la cordura de proponer una educación para todos y una América de todos, y decía que al que no sabe, cualquiera lo engaña y al que no tiene, cualquiera lo compra, y porque cometía la cordura de dudar de la independencia de nuestros países recién nacidos: – No somos dueños de nosotros mismos – decía. – Somos independientes, pero no somos libres.
Quince años después de la muerte del loco Rodríguez, Paraguay fue exterminado. El único país hispanoamericano de veras libre fue paradójicamente asesinado en nombre de la libertad. Paraguay no estaba preso en la jaula de la deuda externa, porque no debía un centavo a nadie, y no practicaba la mentirosa libertad de comercio, que nos imponía y nos impone una economía de importación y una cultura de impostación.
Paradójicamente, al cabo de cinco años de guerra feroz, entre tanta muerte sobrevivió el origen. Según la más antigua de sus tradiciones, los paraguayos habían nacido de la lengua que los nombró, y entre las ruinas humeantes sobrevivió esa lengua sagrada, la lengua primera, la lengua guaraní. Y en guaraní hablan todavía los paraguayos a la hora de la verdad, que es la hora del amor y del humor.
En guaraní, ñeñé significa palabra y también significa alma. Quien miente la palabra traiciona el alma.
Si te doy mi palabra, me doy.
Un siglo después de la guerra del Paraguay, un presidente de Chile dio su palabra, y se dio.
Los aviones escupían bombas sobre el palacio de gobierno, también ametrallado por las tropas de tierra. El había dicho: – Yo de aquí no salgo vivo.
En la historia latinoamericana, es una frase frecuente. La han pronunciado unos cuantos presidentes que después han salido vivos, para seguir pronunciándola. Pero esa bala no mintió. La bala de Salvador Allende no mintió.
Paradójicamente, una de las principales avenidas de Santiago de Chile se llama, todavía, Once de Septiembre. Y no se llama así por las víctimas de las Torres Gemelas de Nueva York. No. Se llama así en homenaje a los verdugos de la democracia en Chile. Con todo respeto por ese país que amo, me atrevo a preguntar, por puro sentido común: ¿No sería hora de cambiarle el nombre? ¿No sería hora de llamarla Avenida Salvador Allende, en homenaje a la dignidad de la democracia y a la dignidad de la palabra?
Y saltando la cordillera, me pregunto: ¿por qué será que el Che Guevara, el argentino más famoso de todos los tiempos, el más universal de los latinoamericanos, tiene la costumbre de seguir naciendo? Paradójicamente, cuanto más lo manipulan, cuanto más lo traicionan, más nace. El es el más nacedor de todos.
Y me pregunto: ¿No será porque él decía lo que pensaba, y hacía lo que decía? ¿No será que por eso sigue siendo tan extraordinario, en este mundo donde las palabras y los hechos muy rara vez se encuentran, y cuando se encuentran no se saludan, porque no se reconocen?
Los mapas del alma no tienen fronteras, y yo soy patriota de varias patrias. Pero quiero culminar este viajecito por las tierras de la región, evocando a un hombre nacido, como yo, por aquí cerquita.
Paradójicamente, él murió hace un siglo y medio, pero sigue siendo mi compatriota más peligroso. Tan peligroso es que la dictadura militar del Uruguay no pudo encontrar ni una sola frase suya que no fuera subversiva y tuvo que decorar con fechas y nombres de batallas el mausoleo que erigió para ofender su memoria.
A él, que se negó a aceptar que nuestra patria grande se rompiera en pedazos; a él, que se negó a aceptar que la independencia de América fuera una emboscada contra sus hijos más pobres, a él, que fue el verdadero primer ciudadano ilustre de la región, dedico esta distinción, que recibo en su nombre.
Y termino con palabras que le escribí hace algún tiempo:
1820, Paso del Boquerón. Sin volver la cabeza, usted se hunde en el exilio. Lo veo, lo estoy viendo: se desliza el Paraná con perezas de lagarto y allá se aleja flameando su poncho rotoso, al trote del caballo, y se pierde en la fronda.Usted no dice adiós a su tierra. Ella no se lo creería. O quizás usted no sabe, todavía, que se va para siempre.
Se agrisa el paisaje. Usted se va, vencido, y su tierra se queda sin aliento.
¿Le devolverán la respiración los hijos que le nazcan, los amantes que le lleguen? Quienes de esa tierra broten, quienes en ella entren, ¿se harán dignos de tristeza tan honda?
Su tierra. Nuestra tierra del sur. Usted le será muy necesario, don José. Cada vez que los codiciosos la lastimen y la humillen, cada vez que los tontos la crean muda o estéril, usted le hará falta.
Porque usted, don José Artigas, general de los sencillos, es la mejor palabra que ella ha dicho.
Eduardo Galeano
La nostra regione è il regno dei paradossi.
Il Brasile, ad esempio: paradossalmente, Aleijadinho, l'uomo più brutto del Brasile, ha creato le più famose bellezze dell'arte dell'epoca coloniale; paradossalmente, Garrincha, rovinato sin dall'infanzia dalla miseria e dalla poliomielite, nato per sfortuna, è stato il giocatore che ha offerto più allegria in tutta la storia del calcio e, paradossalmente, ora ha compiuto cento anni Oscar Niemeyer, che è il più innovatore degli architetti ed il più giovane dei brasiliani.
O mettiamo per caso, la Bolivia: nel 1978, cinque donne rovesciarono una dittatura militare. Paradossalmente, tutta la Bolivia si burlò di loro quando iniziarono lo sciopero della fame. Paradossalmente, tutta la Bolivia terminò digiunando con loro, fino alla caduta della dittatura.
Io ho conosciuto una di queste cinque, Domitila Barrios, nel villaggio di minatori di Llallagua. In un'assemblea di minatori, tutti uomini, si alzò e zittì tutti.
Voglio dirvi questo - aveva affermato - il nostro nemico principale non è l'imperialismo, né la borghesia né la burocrazia. Il nostro nemico principale è la paura, e lo portiamo dentro.
Anni dopo, ritrovai Domitila a Stoccolma. L'avevano cacciata dalla Bolivia, e lei era andata in esilio, con i suoi setti figli. Domitila era molto grata per la solidarietà degli svedesi, dei quali ammirava la libertà, ma la rattristavano, erano così soli, bevevano soli, mangiavano soli, parlavano soli. Gli dava dei consigli:
Non siate sciocchi – gli diceva - unitevi. Noi, là in Bolivia, ci uniamo. Sebbene sia per litigare, ci uniamo.
Quanta ragione aveva.
Perché, dico io: esistono i denti, se non si uniscono nella bocca? Esistono le dita, se non si uniscono nella mano?
Uniamoci: e non solo per difendere il prezzo dei nostri prodotti, ma anche, e soprattutto, per difendere il valore dei nostri diritti. I pochi paesi ricchi che esercitano l'arroganza su tutti gli altri stanno insieme, sebbene di tanto in tanto simulano liti e dispute. La loro ricchezza come povertà e la loro arroganza come paura.
Poco tempo fa, ad esempio, l’Europa ha approvato la legge che converte gli immigranti in criminali. Paradosso dei paradossi: l’Europa, che durante secoli ha invaso il mondo, chiude la porta in faccia agli invasi, quando le restituiscono la visita. E questa legge è stata promulgata con una sorprendente impunità, che risulterebbe inspiegabile se non fossimo abituati ad essere sbranati ed a vivere con paura.
Paura di vivere, paura di dire, paura di essere. Questa nostra regione forma parte di un'America latina organizzata per il divorzio delle sue parti, per l'odio mutuo e la mutua ignoranza. Ma solo insieme saremo capaci di scoprire quello che possiamo essere, contro una tradizione che ci ha ammaestrati alla paura e alla rassegnazione e alla solitudine e che ogni giorno ci insegna a non amarci, a sputare nello specchio, a copiare invece di creare.
Durante tutta la prima metà del XIX secolo, un venezuelano chiamato Simón Rodríguez andò per i cammini della nostra America, a dorso di mula, sfidando i nuovi padroni del potere: - Voi - gridava don Simón -, voi che tanto imitate gli europei, perché non imitate la cosa più importante, che è l'originalità?
Paradossalmente, nessuno ascoltava quest’uomo che tanto meritava d’essere ascoltato. Paradossalmente, lo chiamavano matto, perché “commetteva” la saggezza di credere che dobbiamo pensare con la nostra propria testa, perché “commetteva” la saggezza di proporre un'educazione per tutti ed un'America di tutti, e diceva che chiunque inganna chi non sa e chiunque compra chi non ha nulla, perché “commetteva” la saggezza di dubitare dell'indipendenza dei nostri paesi appena nati: Non siamo padroni di noi stessi – diceva -. Siamo indipendenti, ma non siamo liberi.
Quindici anni dopo la morte del folle Rodríguez, il Paraguay fu sterminato. L'unico paese ispanoamericano davvero libero fu paradossalmente ucciso in nome della libertà. Il Paraguay non era prigioniero della gabbia del debito esterno, perché non doveva un centesimo a nessuno, e non praticava la bugiarda libertà di commercio, che ci imponeva e c’impone un'economia d’importazione ed una cultura d’impostazione.
Paradossalmente, dopo cinque anni di guerra feroce, tra tanta morte sopravvisse l'origine. Secondo la più antica delle sue tradizioni, i paraguaiani erano nati dalla lingua che li nominò, e tra le rovine fumanti sopravvisse questa lingua sacra, la prima lingua, la lingua guaranì. Ed in guaranì parlano ancora i paraguaiani nell'ora della verità, che è l'ora dell'amore e dell'umore.
In guaranì, ñeñé significa parola e significa anche anima. Chi mente con la parola tradisce l'anima. Se ti do la mia parola, mi consegno.
Un secolo dopo la guerra del Paraguay, un presidente del Cile diede la sua parola, e si consegnò.
Gli aeroplani sputavano bombe sul palazzo del governo, mitragliato anche dalle truppe di terra. Lui aveva detto: - Io da qui non esco vivo.
Nella storia latinoamericana, è una frase frequente. L'hanno pronunciata tanti presidenti che dopo sono usciti vivi, per continuare a pronunciarla. Ma questa pallottola non ha mentito. La pallottola di Salvatore Allende non ha mentito.
Paradossalmente, uno dei principali di viali di Santiago del Cile si chiama, ancora, Undici Settembre. E non chiama così per le vittime delle Torri Gemelle di New York. No. Si chiama così in omaggio ai boia della democrazia in Cile. Con tutto il rispetto per questo paese che amo, oso domandare, per puro senso comune: Non sarebbe ora di cambiargli il nome? Non sarebbe ora di chiamarlo Viale Salvatore Allende, in omaggio alla dignità della democrazia ed alla dignità della parola?
E passando dall’altro lato del continente, mi domando: perché sarà che il Che Guevara, l'argentino più famoso di tutti i tempi, il più universale dei latinoamericani, continua a nascere? Paradossalmente, quanto più lo manipolano, quanto più lo tradiscono, più nasce. Lui è il più “nato” di tutti.
E mi domando: non sarà perché diceva quello che pensava, e faceva quello che diceva? Non sarà per questo, che continua ad essere così straordinario, in questo mondo dove le parole ed i fatti s’incontrano molto raramente, e quando s’incontrano non si salutano, perché non si riconoscono?
Le mappe dell'anima non hanno frontiere, ed io sono un patriota di varie patrie. Ma voglio terminare questo viaggio per le terre della regione, evocando un uomo nato, come io, qui vicino.
Paradossalmente, lui è morto un secolo e mezzo fa, ma continua ad essere il mio compatriota più pericoloso. E’ così pericoloso che la dittatura militare dell'Uruguay non poté trovare una sola frase sua che non fosse sovversiva e dovette decorare con date e nomi di battaglie il mausoleo che eresse per offendere la sua memoria.
A lui, che si negò d’accettare che nostra patria grande si rompesse a pezzi; a lui, che si negò d’accettare che l'indipendenza dell’America fosse un'imboscata contro i suoi figli più poveri, a lui, che fu il primo vero cittadino illustre della regione, dedico questa distinzione, che ricevo nel suo nome.
E termino con le parole che gli ho scritto tempo fa:
1820, Passo del Boquerón. Senza voltare la testa, lei si sprofonda nell'esilio. Lo vedo, lo sto vedendo: il Paraná scorre con la pigrizia di un lucertolone e là si allontana fiammeggiando il suo poncho rotto, al trotto del cavallo, e si perde nella fronda. Lei non dice addio alla sua terra. Lei non lo crederebbe. O magari non sa ancora che va via per sempre.
Il paesaggio s’ingrigisce. Lei se ne va, vinto, e la sua terra rimane senza fiato. I figli che avrà, gli amanti che gli arriveranno le restituiranno la respirazione? Coloro che germoglieranno da questa terra, coloro che entreranno, si faranno degni di una tristezza così profonda?
La sua terra. La nostra terra del sud. Lei le sarà molto necessario, don José. Ogni volta che gli avidi la feriranno e l’umilieranno, ogni volta che gli sciocchi la crederanno muta o sterile, Lei le mancherà.
Perché lei, don José Artigas, generale dei semplici, è la migliore parola che questa terra ha detto.
Eduardo Galeano
Discurso del cacique mexicano Guaicaipuro Cuautemoc ante la reunión de jefes de estado de la Comunidad Europea, Barcelona 8 de febrero de 2002.
Aquí pues yo, Guaicaipuro Cuatemoc he venido a encontrar a los que celebran el encuentro.
Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que la encontraron hace solo quinientos años.
Aquí pues, nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante. Nunca tendremos otra cosa.
El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron.
El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé a venderme.
El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento.
Yo los voy descubriendo. También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a Sanlúcar de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América.
¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su Séptimo Mandamiento.
¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano!
¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o a ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos!
¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al desarrollo de Europa.
Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.
Yo, Guaicaipuro Cuatemoc, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis.Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un plan MARSHALLTESUMA, para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.
Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos preguntarnos:1 ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o por lo menos productivo de los fondos tan generosamente adelantados por el Fondo Indo americano Internacional?. Deploramos decir que no.
En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas invencibles, en terceros reichs y otras formas de exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como en Panamá, pero sin canal.
En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta y provee todo el Tercer Mundo.
Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses que, tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar. Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a nuestros hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30 por ciento de interés, que los hermanos europeos le cobran a los pueblos del Tercer Mundo.
Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo del 10 por ciento, acumulado solo durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia. Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de plata, ambas cifras elevadas a la potencia de 300. Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias más de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total del planeta Tierra. Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto pesarían, calculadas en sangre?. Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.
Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indos americanos. Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención que discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente, y que los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica.
Dicen los pesimistas del Viejo Mundo que su civilización está en una bancarrota tal que les impide cumplir con sus compromisos financieros o morales.
En tal caso, nos contentaríamos con que nos pagaran entregándonos la bala con la que mataron al Poeta.
Pero no podrán.
Porque esa bala es el corazón de Europa...
Guaicaipuro Cuatemoc
Discorso del cacicco messicano Guaicaipuro Chuautemoc al vertice dei capi di stato dell'Unione Europea, Barcellona 8 febbraio 2002.
Così sono qua, io, Guaicaipuro Cuautemoc, sono venuto a incontrare i partecipanti a questo incontro.
Così sono qua, io, discendente di coloro che popolarono l'America quarantamila anni fa, sono venuto a trovare coloro che la trovarono cinquecento anni fa.
Così ci troviamo tutti: sappiamo chi siamo, ed è già abbastanza. Non abbiamo bisogno di altro.
Il fratello doganiere europeo mi chiede carta scritta con visto per scoprire coloro che mi scoprirono.
Il fratello usuraio europeo mi chiede di pagare un debito contratto da traditori che non ho mai autorizzato a vendermi.
Il fratello leguleio europeo mi spiega che ogni debito si paga con gli interessi, anche fosse vendendo esseri umani e paesi interi senza chiedere il loro consenso.
Questo è quello che sto scoprendo. Anch'io posso pretendere pagamenti. Anch'io posso reclamare interessi. Fa fede l'Archivio delle Indie. Foglio dopo foglio, ricevuta dopo ricevuta, firma dopo firma, risulta che solamente tra il 1503 ed il 1660 sono arrivati a San Lucar de Barrameda 185mila chili di oro e 16 milioni di chili d'argento provenienti dall'America.
Saccheggio? Non ci penso nemmeno!! Perché pensare che i fratelli cristiani disobbediscano al loro settimo comandamento?
Spoliazione? Tanatzin mi guardi dall'immaginare che gli europei, come Caino, uccidano e poi neghino il sangue del fratello!
Genocidio? Sarebbe dar credito a calunniatori come Bartolomeo della Casa che considerarono quella scoperta come la distruzione delle Indie, o ad oltraggiosi come il dottor Arturo Pietri che sostiene che lo sviluppo del capitalismo e dell'attuale civiltà europea sia dovuto all'inondazione di metalli preziosi!
No! Questi 185mila chili di oro e 16 milioni di chili d'argento devono essere considerati come il primo di vari prestiti amichevoli dell'America per lo sviluppo dell'Europa.
Pensare il contrario vorrebbe dire supporre crimini di guerra, il che darebbe diritto non solo a chiedere la restituzione immediata ma anche l'indennizzo per danni e truffa.
Io, Guaicaipuro Cuautemoc, preferisco credere alla meno offensiva delle ipotesi. Una così favolosa esportazione di capitali non fu altro che l'inizio del piano Marshalltezuma teso a garantire la ricostruzione della barbara Europa, rovinata dalle sue deplorabili guerre contro i culti musulmani, difensori dell'algebra, della poligamia, dell'igiene quotidiana e di altre superiori conquiste della civiltà.
Per questo, avvicinandosi il Quinto Centenario del Prestito, possiamo chiederci: i fratelli europei hanno fatto un uso razionale, responsabile, o perlomeno produttivo delle risorse così generosamente anticipate dal Fondo Indoamericano Internazionale? Ci rincresce dover dire di no.
Dal punto di vista strategico le dilapidarono nelle battaglie di Lepanto, nelle armate invincibili, nei terzi Reich ed in altre forme di reciproco sterminio, per finire poi occupati dalle truppe yankee della Nato, come Panama (ma senza canale).
Dal punto di vista finanziario sono stati incapaci - dopo una moratoria di 500 anni - sia di restituire capitale ed interessi che di rendersi indipendenti dalle rendite liquide, dalle materie prime e dall'energia a basso costo che gli esporta il Terzo Mondo.
Questo deplorevole quadro conferma l'affermazione di Milton Friedman secondo il quale un'economia assistita non potrà mai funzionare e ci obbliga a chiedere - per il loro stesso bene - la restituzione del capitale e degli interessi che abbiamo così generosamente aspettato a richiedere per tutti questi secoli. Detto questo, vorremmo precisare che non ci abbasseremo a chiedere ai fratelli europei quei vili e sanguinari tassi d'interesse variabile del 20 fino al 30% che i fratelli europei chiedono ai paesi del Terzo Mondo.
Ci limiteremo a esigere la restituzione dei materiali preziosi prestati, piu' il modico interesse fisso del 10% annuale accumulato negli ultimi trecento anni, condonando quindi gli altri 200. Su questa base, applicando la formula europea dell'interesse composto, informiamo gli scopritori che ci devono, come primo pagamento del loro debito, soltanto 185mila chili di oro e 16 milioni di chili d'argento ambedue elevati alla potenza di trecento. Come dire, un numero per la cui espressione sarebbero necessarie piu' di trecento cifre, e il cui peso supera ampiamente quello della terra. Com'è pesante questa mole d'oro e d'argento! Quanto peserebbe calcolata in sangue? Addurre che l'Europa in mezzo millennio non ha saputo generare ricchezze sufficienti a cancellare questo modico interesse sarebbe come ammettere il suo assoluto disastro finanziario e/o la demenziale irrazionalità delle basi del capitalismo.
Tuttavia queste questioni metafisiche non affliggono noi indioamericani. Però chiediamo la firma immediata di una carta d'intenti che disciplini i popoli debitori del vecchio continente e li obblighi a far fede al loro impegno tramite un'immediata privatizzazione o riconversione dell'Europa perché ci venga consegnata per intero come primo pagamento di questo debito storico.
Dicono i pessimisti del Vecchio Mondo che la loro civiltà versa in una bancarotta tale che gli impedisce di tener fede ai loro impegni finanziari o morali.
In tal caso ci accontenteremo che ci paghino dandoci la pallottola con cui uccisero il poeta.
Ma non potranno.
Perché quella pallottola è il cuore dell'Europa...
Guaicaipuro Cuatemoc
Giunto a questo punto della sua allocuzione, il cacicco Guaicapuro Chuautemoc si sorprese nel constatare che la sua voce aveva cessato di uscire ingigantita dal cilindro metallico che stava davanti alla sua bocca. Seguí leggendo a voce alta, senza risparmiare il fiato dei suoi polmoni. Tutto fu vano, e l'esposizione rimase mutilata.
Quattro corpulenti uomini e dai modi marziali, si materializzarono alle spalle del cacicco, lo immobilizzarono, e sollevandolo dal suolo si avviarono verso una uscita.
L'allibito cacicco fece appena in tempo ad osservare che gli illustri dignitari seduti attorno al tavolo ovale, che alla vigilia lo avevano gratificato di placche, medaglie e diplomi e che si compiacquero nel volersi far fotografare al suo lato, ora scomposti e gesticolanti esibivano comportamenti che non si confacevano alla maestá del loro rango. Abbondavano i visi contratti dalle severe espressioni torve o minacciose; vi furono taluni che levarono le braccia mostrando mani dalle dita raccolte e con il solo dito medio proteso all'aria; si levarono persino grida confuse e stridule e, su tutte, prevaleva una parola incomprensibile per il cacicco: "manicomio".
Guaicaipuro Chuautemoc uscí definitivamente di scena una volta richiusasi alle sue spalle la porta di sicurezza. L'incontro tra le due civiltá si era concluso.
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Guaicaipuro Cuautemoc è un indios che sa far di conto. Non un indios di quelli piagnucolosi, che continuano a lamentarsi per via che sono poveri, la loro terra è stata depredata, i loro diritti calpestati brutalmente. No, Guaicaipuro Cuautemoc è un indios pragmatico. Una nuova specie di indios con il pallino degli affari.
Guaicaipuro Cuautemoc ha scritto una lettera alle potenze occidentali che non contiene recriminazioni. Va bene, dice, siete stati un po' malvagi, ma quel che è stato è stato, mettiamoci una pietra sopra. Affrontiamo la cosa da persone moderne e responsabili, non stiamo qui a fare un dramma su 5 secoli di aberrazioni. E' il progresso... Guaicaipuro Cuautemoc si limita a affrontare una piccola questione tecnica.
La questione delle ricchezze depredate.
Ok, non vogliamo pensare che le avete volute rubare. Diciamo che era un semplice prestito. Restituiteceli riconoscendoci un modesto interesse bancario. Vi va bene il 10% annuo?
Allora facciamo 2 conti: "Fa fede l'Archivio delle Indie. Foglio dopo foglio, ricevuta dopo ricevuta, firma dopo firma, risulta che solamente tra il 1503 e il 1660 sono arrivati a San Lucar de Barrameda 185mila chili di oro e 16 milioni di chili d'argento provenienti dall'America." Calcolare il valore attuale di questa fortuna non è facile, una stima prudenziale è di 10 milioni di miliardi di lire. Poi ci sono gli interessi, grazie ai quali ogni 10 anni il capitale raddoppia: 20 milioni di miliardi, 40 milioni di miliardi, 80, 160, 320, 640, 1280 e così via per 34 volte (iniziando a calcolare gli interessi dal 1660).
Beh...viene fuori un cifrone. Ci compri una massa di oro e di argento abbondantemente superiore al volume del pianeta terra. Ok, pagate! Dice l'indios. Ma, aimè, le potenze dell'occidente non hanno tutto questo denaro. Neppure se vendessero tutte le fabbriche, le banche, le imprese, le auto e le opere d'arte di tutti i loro musei, le proprietà terriere e i palazzi, potrebbero mettere insieme una cifra del genere. Eppure l'oro e l'argento giunti a San Lucar de Barrameda non sono che una frazione minima delle ricchezze depredate dalle grandi potenze nel cosiddetto terzo mondo... Sono una bazzecola!
Ora sorge spontanea una domanda: dove sono finiti questi soldi?
Volete dire che in tutti questi secoli non hanno reso almeno il 10% annuo? Calcoliamo che abbiano reso solo il 2%... Calcoliamo anzi che non abbiano reso nulla. Comunque la massa delle ricchezze depredate durante i secoli del colonialismo è tale che nessuno oggi sarebbe in grado di restituirle, neppure volendo. Se le ricchezze prese in prestito dalle potenze occidentali fossero restituite i paesi del terzo mondo diventerebbero ricchissimi e in Europa non ci sarebbero più neanche le sedie per sedersi. E invece, incredibile, le grandi potenze vantano dei crediti verso il terzo mondo. I derubati devono risarcire i danni del furto.
Dicevamo che i soldi sono spariti. Che fine hanno fatto? In parte furono sperperati nelle corti europee e nei palazzi nord americani. Ma in piccola parte. Il grosso del malloppo fu gettato via combattendo una guerra dopo l'altra. Guerre, guerre e ancora guerre. Miliardi di fucili, fantastiliardi di proiettili. E migliaia di cannoni, di testate nucleari, sommergibili, aerei, mezzi blindati... E viene allora da chiedersi che cosa succederebbe se un domani l'umanità trovasse il modo di vivere senza sprecare assurdamente le proprie risorse. Ogni bambino nascerebbe con un milione di dollari in banca e il mondo sarebbe un posto talmente bello che anche i generali sarebbero più umani.
Dario Fo
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