El amor es una enfermedad. Y a los enfermos cualquiera nos reconoce por las hondas ojeras, que delatan la falta de sueño, o por nuestra insoportable necesidad de decir estupideces.
El amor se puede provocar, echando un puñadito de polvo de "quereme", en el café o en la sopa, como al descuido, pero no se puede impedir. No hay decreto de gobierno que pueda prohibirlo.
Alguna vez escribí, para resumir el asunto: "Ellos son dos, por error que la noche corrige".
Hoy voy a contarles a mi modo y manera algunas historias que desarrollan el asunto.
De deseo somos
La vida, sin nombre, sin memoria, estaba sola.
Tenía manos pero no tenía a quien tocar. Tenía boca pero no tenía con quien hablar.
La vida era una. Y siendo una era ninguna.
Entonces el deseo disparó su arco.
Y la flecha del deseo partió la vida en dos.
Y la vida fue dos.
Y los dos se encontraron y se rieron.
Les daba risa verse, y tocarse también.
Huellas
Hace miles y miles y miles de años una pareja venía caminando por el oriente del África mientras nacía la estación de las lluvias.
Aquella mujer y aquel hombre todavía se parecían bastante a los monos (la verdad sea dicha), aunque ya andaban erguidos y no tenían rabo. Un volcán cercano, que ahora se llama Sadiman, estaba echando cenizas por la boca.
Y el cenizal guardó los pasos de aquella pareja desde aquel tiempo a través de todos los tiempos. Bajo el manto gris han quedado intactas las huellas.
Y esos pies nos dicen ahora que aquella Eva y aquel Adán, venían caminando juntos, cuando a cierta altura ella se detuvo, se desvió y caminó unos pasos por su cuenta... después, después volvió al camino compartido.
Las huellas humanas más antiguas de todas nos han dejado la marca de una duda.
Los años han pasado, unos cuantos añitos, y la duda sigue.
Hormigas
Tracy Hill era niña en un pueblo de Connecticut y practicaba entretenimientos propios de su edad, como cualquier otro tierno angelito de dios.
Un día, junto a sus compañeros de escuela, Tracy se puso a echar fósforos encendidos en un hormiguero. Todos disfrutaron mucho de ese sano esparcimiento infantil. Pero ella vio algo que los demas no vieron o hicieron como que no veían y que a ella le dejó una marca en la memoria.
Ante el fuego, ante el peligro, las hormigas se separaban en parejas... y así, juntas, bien pegaditas, esperaban la muerte.
Fundación de los abrazos
Muchísimo antes de que el Irak fuera tierra arrasada por la cruzada civilizatoria del presidente Bush, allí en Irak, había nacido la escritura. Y allí había sido escrito el primer poema de amor de la historia humana. El poema escrito en lengua sumeria, escrito en el barro, narraba el encuentro entre un pastor y una diosa. La diosa Inanna, amó esa noche como si fuera mortal, y Dumuvi, el pastor, fue inmortal mientras duró esa noche.
Teología
El dios de los cristianos, dios de mi infancia, no hace el amor. Es quizá el único dios que nunca a hecho el amor entre todos los dioses de todas las religiones de este mundo. Cada vez que lo pienso siento pena por él y entonces le perdono que haya sido mi superpapá castigador, el jefe de policía del universo, y pienso que al fin y al cabo dios también supo ser mi amigo cuando en aquellos viejos tiempos yo creía en él y creía que él creía en mí. Y a veces hasta me parece escuchar sus melancólicas confidencias, como si al oido me dijera: "Lástima que Adán fuera tan bruto, lástima que Eva fuera tan sorda y lástima que yo no supe hacerme entender. Ellos creyeron que un pecado merece castigo, si es original. Dije que peca quien desama y entendieron que peca quien ama. Donde anuncié praderas de fiestas escucharon valle de lágimas. Dije que era el dolor la sal que daba gustito a la vida, a la aventura humana y entendieron que yo los estaba condenando al otorgarles la gloria de ser mortales y loquitos".
El amar de los amares
Cantó el Rey Salomón a la más mujer de sus mujeres. Cantó a su cuerpo y a la puerta de su cuerpo y al verdor del lecho compartido. "El cantar de los cantares" no se parece ni un poquito a los demas pasajes de la Biblia de Jerusalén. ¿Por qué será que está ahí?
Según los rabinos es una alegoría del amor de dios por Israel. Según los curas, es un un homenaje a la boda de cristo con la iglesia. Pero ningun verso de "el Cantar" menciona a dios y mucho menos a Cristo o a la Iglesia que nacieron mucho despues de que "el cantar" fuera cantado. Más bien parece que éste fue un homenaje, un jubiloso homenaje a la pasión humana y a la diversidad de nuestros colores. Los amores entre un Rey judío y una mujer negra. Ella cantaba: "Mejores que el vino son los besos de tu boca". Y según la version oficial, cantaba tambien: "Negra soy pero bella". Otras versiones dicen que no, que el "pero" fue agregado, y agregado despues porque ella orgullosa había cantado: "Negra soy y bella".
El pánico macho
Uno de los mitos más antiguos y más universales, cuenta que la primera noche yacían juntos la mujer y el hombre... cuando él escuchó un ruidito amenasante, un crujidero de dientes entre las piernas de ella y el susto que cortó el abrazo.
Los machos mas machos del mundo (la verdad sea dicha) tiemblan todavía, en cualquier lugar del mundo, cuando recuerdan, sin saber qué recuerdan, aquel primer peligro de devoración. Y se preguntan los machos más machos, sin saber qué se preguntan: ¿Será que la mujer sigue siendo una puerta de entrada que no tiene salida?
Un arma peligrosa
En más de treinta paises la tradición manda cortar el clítoris.
Este tajo confirma el derecho de propiedad del hombre sobre su mujer o mujeres. Y los mutiladores llaman "Purificación" a éste crimen cometido contra el placer femenino.
Ellos explican que el clítoris es: un dardo envenenado, una cola de escorpión, un nido de termitas, que mata al hombre o lo enferma, que excita a las mujeres, se les envenena la leche y las vuelve insaciables y locas de remate. Para justificar la mutilación citan al profeta Maoma, que jamás habló del asunto, y al Corán, que tampoco lo menciona.
Los siete pecados capitales
De rodillas en el confesionario un arrepentido admitió que era culpable de avaricia, gula, lujuria, pereza, envidia, soberbia e ira. Jamás me confesé, dijo, porque yo no quería que ustedes, los curas, gozaran mas que yo con mis pecados, y por avaricia me los guardé. Gula, bueno, desde la primera vez que la ví, confieso, el canivalismo no me pareció nada mal. ¿Se llama lujuria eso de perderse en el cuerpo de la mujer amada? Esa mujer era lo único en el mundo que no me daba pereza. Y sentía envidia, sí, lo reconozco, sentía envidia de mí. Y confieso que despues cometí la soberbia de creer que ella era yo. Y quise romper ese espejo, loco de ira, cuando no me ví.
Burros
Atados al mismo palenque, los dos cargados de leña seca se miran. Él querendón. Ella casquivana. Y mientras el burro y la burra se miran y se remiran, las beatas cruzan atareadas en oración, la plaza de Cosalá. Hoy es viernes santo y andan todas luteando. Vestidas de negro, mantillas negras, medias negras, guantes negros. Pero tremenda espantada pegan las beatas cuando el burro y la burra rompen las amarras y retocandose dan a gozarse en plena plaza, de cara a la iglesia y de espaldas a la alcaldía.
Por todo Mexico retumban los chillidos. Y el alcalde de Cosalá, José Antonio Ochoa, sale al balcón, pega un grito y se tapa los ojos. Y enseguida manda que sean pasados por las armas los revoltosos burritos enganchados de amor, que sin desprenderse caen, fusilados.
Unicuerpo
Con la ayuda de sus bastones blancos y de unos cuantos tragos, ellos se abrían paso, mal que bien, por las callecitas de Tlaquepaque. Parecía que estaban a punto de caerse, pero no. Cuando él tropezaba lo sostenía ella y cuando ella se bamboleaba la sostenía él. A dúo andaban y a dúo cantaban. Cantaban juntos con voz gastadita, siempre en el mismo lugar, a la sombra del mismo portal. Y con voz castigada recreaban viejos corridos de la revolución mexicana, algún instrumento usarían, no sé, no recuerdo, quizá una guitarra. Y después pasaban el sombrero entre el respetable público. Y se perdían precedidos por sus bastones, atravesando el gentío bajo el sol, destartalados, rotosos, bien agarraditos el uno al otro, pegados el uno al otro, en los vaivenes del mundo.
El siempre abrazo
No hace mucho que fueron descubiertos en el secarral que antiguamente fue playa de Sumpa, en el Ecuador. Y ahí están. Ahí están al sol para quien quiera verlos, éstos esqueletos, un hombre y una mujer, atados, durmiendo amares desde hace una eternidad o más bien, para ser un poquito más preciso, desde hace ocho mil años.
Resulta sorprendente su hermosura, tratándose de huesos tan feos. Y más sorprendente todavía resulta su modestia, porque éstos amantes de Sumpa, por siempre abrazados, dormidos en el viento, ignoran que tienen más grandesa y belleza que las Cataratas del Iguazú, o las Pirámides de Teotihuacan, o la fortaleza de Machu Picchu.
Ventana sobre el cuerpo
La iglesia dice: "El cuerpo es una culpa".
La ciencia dice: "El cuerpo es una máquina".
La publicidad dice: "El cuerpo es un negocio".
Y el cuerpo dice: "Yo soy una fiesta".
Eduardo Galeano
L'amore è una malattia. E chiunque riconosce noi malati, per le profonde occhiaie che denunciano la mancanza di sonno, o per la nostra insopportabile necessità di dire stupidaggini.
L'amore può essere provocato, gettando un pugno di polvere di "quereme" nel caffè o nella zuppa, come la disattenzione, ma non può ostacolarsi. Non c'è decreto del governo che possa proibirlo.
Qualche volta ho scritto, per riassumere il tema: "Essi sono due, per uno sbaglio che la notte corregge."
Oggi racconto, a mio modo e maniera, alcuni storie che sviluppano il tema.
Di desiderio siamo
La vita, senza nome, senza memoria, era sola.
Aveva le mani, ma non aveva chi toccare. Aveva la bocca, ma non aveva con chi parlare.
La vita era una, ed essendo una non era nessuna.
Allora il desiderio tirò con il suo arco.
E la freccia del desiderio divise la vita a metà.
E la vita fu due.
E i due s'incontrarono e risero.
Li faceva ridere vedersi, e anche toccarsi.
Orme
Migliaia e migliaia e migliaia di anni fa una coppia stava camminando nella savana, nell'Africa orientale, mentre iniziava la stagione delle piogge. Quella donna e quell'uomo, a dire il vero, assomigliavano ancora parecchio alle scimmie, sebbene ormai camminassero eretti e non avessero la coda.
Un vulcano vicino, ora chiamato Sadiman, stava gettando cenere dal cratere. La distesa di cenere conservò i passi della coppia, da quel tempo, attraverso tutti i tempi. Sotto il grigio manto le impronte sono rimaste intatte. E quei piedi ci dicono, adesso, che quella Eva e quell'Adamo stavano camminando insieme, quando ad un certo punto lei si fermò, cambiò strada e fece alcuni passi per conto suo. Poi tornò al cammino condiviso.
Le impronte umane più antiche hanno lasciato il segno di un dubbio.
Qualche annetto è passato. Il dubbio resta.
Formiche
Tracey Hill, bambina in un paesino del Connecticut, si divertiva come qualsiasi altro piccolo angelo nello stato del Connecticut o in qualsiasi altra parte del pianeta, giocando come si addice alla sua età.
Un giorno, insieme ai suoi compagni di scuola, Tracey si mise ad infilare fiammiferi accesi in un formicaio. Tutti si divertivano molto con questo svago, pero Tracey rimase impressionata da qualcosa che gli altri non videro, o fecero finta di non vedere, ma che la paralizzò e le lasciò, per sempre, un segno nella memoria: davanti al fuoco, davanti al pericolo, le formiche si separavano in coppie e, due a due, vicine ed unite, aspettavano la morte.
Fondazione degli abbracci
Migliaia di anni prima che l’invasione nordamericana portasse la crociata civilizzatrice del presidente Bush in Iraq, in quella terra era nata la scrittura. E lì era stato scritto il primo poema d’amore della storia universale. In lingua sumera, scritto sull’argilla, il poeta narrava l’incontro di una dea e di un pastore. Inanna, la dea, quella notte amò come se fosse mortale. E Damuzi, il pastore, quella notte fu immortale.
Teologia
Il dio dei cristiani, dio della mia infanzia, non fa l'amore. È forse l'unico dio che non ha mai fatto l'amore tra tutti gli dei di tutte le religioni di questo mondo. Ogni volta che ci penso sento pena per lui ed allora gli perdono che sia stato il mio superpapá castigatore, il capo della polizia dell'universo, e penso che dio seppe in fin dei conti anche esser mio amico quando, in quei vecchi tempi, io credevo in lui e credevo che egli credesse in me. Ed a volte mi sembra perfino di ascoltare le sue malinconiche confidenze, come se all'orecchio mi dicesse: "Che pena che Adamo fosse tanto rozzo, che pena che Eva fosse tanto sorda e che pena io non sia riuscito a farmi capire. Essi credettero che un peccato merita punizione, se è originale. Dissi che pecca chi disamora e capirono che pecca chi ama. Dove annunciai praterie di feste intesero valle di lacrime. Dissi che era il dolore il sale che dava gusto alla vita, all'avventura umana, e capirono che io stavo condannandoli concedendo loro la gloria di essere mortali e pazzi".
L'amare degli amanti
Cantò Re Salomone alla più donna delle sue donne. Cantò al suo corpo e alla porta del suo corpo ed al vigore del letto condiviso. "Il cantico dei cantici" non somiglia nemmeno un pochino agli altri passaggi della Bibbia di Gerusalemme. Per che motivo sta lì?
Secondo i rabbini è un'allegoria dell'amore di Dio per Israele. Secondo i curati, è un omaggio al matrimonio di Cristo con la Chiesa. Ma nessun verso de "il Cantico" menziona Dio e men che meno Cristo o la Chiesa che nacquero molto dopo che "il Cantico" fosse cantato. Piuttosto sembra che questo fosse un omaggio, un giubilante omaggio, alla passione umana e alla diversità dei nostri colori. Gli amori tra un Re ebreo ed una donna nera. Ella cantava: "Migliori che il vino sono i baci della tua bocca." E secondo la versione ufficiale, cantava anche: "Nera sono ma bella". Altre versioni dicono che il "ma" venne aggiunto, ed aggiunto dopo, perché ella, orgogliosa, aveva cantato: "Nera sono e bella".
Il panico maschio
Uno dei miti più antichi e più universali, racconta che la prima notte giacevano insieme la donna e l'uomo... quando egli ascoltò un rumore minaccioso, uno stridio di denti tra le gambe di lei e lo spavento ruppe l'abbraccio.
I maschi più maschi del mondo (la verità va detta) tremano ancora, in qualunque posto del mondo, quando ricordano, senza sapere cosa ricordano, quel primo pericolo d'essere divorati. E si domandano i maschi più maschi, senza sapere che cosa si domandano: Non sarà che la donna continua ad essere una porta di entrata che non ha uscita?
Un'arma pericolosa
In più di trenta paesi la tradizione impone di tagliare la clitoride.
Questo taglio conferma il diritto di proprietà dell'uomo su sua moglie o le sue mogli. Ed i mutilatori richiamano "Purificazione" questo crimine commesso contro il piacere femminile.
Essi spiegano che la clitoride è: un dardo avvelenato, una coda di scorpione, un nido di termiti, che ammazza l'uomo o lo fa ammalare, che eccita le donne, gli avvelena il latte e le fa girare insaziabili e completamente pazze. Per giustificare la mutilazione citano il profeta Maometto che non parlò mai del tema, e il Corano che neanche lo menziona.
I sette peccati capitali
In ginocchio nel confessionale un penitente ammise che era colpevole di avarizia, gola, lussuria, pigrizia, invidia, superbia ed ira. Non mi confessai mai, disse, perché non volevo che voi, i curati, godeste più di me coi miei peccati, e per avarizia me li conservai. Gola, certo, dalla prima volta che la vidi, confesso il cannibalismo non mi sembrò affatto male. Si chiama lussuria quel perdersi nel corpo della donna amata? Quella donna era l'unica cosa al mondo che non mi dava pigrizia. E sentivo invidia, sì, lo riconosco, sentivo invidia di me stesso. E confesso che dopo commisi la superbia di credere che ella ero io. E volli rompere quello specchio, pazzo di ira, quando non mi vidi riflesso.
Asini
Attaccati allo stesso steccato, i due, carichi di legna secca, si guardano. Lui con aria affettuosa. Lei frivola. E mentre l'asino e l'asina si guardano e si compiacciono, le beghine attraversano, occupate nelle preghiere, la piazza di Cosalá. Oggi è venerdì santo e camminano tutte in gramaglie. Vestite di nero, mantiglie nere, calze nere, guanti neri. Ma a tremenda fuga si danno le beate quando l'asino e l'asina rompono le cavezze e rincorrendosi si danno a godere in piena piazza, di fronte alla chiesa e di spalle al comune.
Per tutto il Messico rimbombano gli strilli. E il sindaco di Cosalá, José Antonio Ochoa, esce sul balcone, lancia un grido e si copre gli occhi. E subito dà ordine che siano passati per le armi i rivoltosi asini legati dall'amore, che cadono senza staccarsi, fucilati.
Unicorpo
Con l'aiuto dei loro bastoni bianchi e di alcuni sorsi, essi si facevano largo, bene o male, per le viuzze di Tlaquepaque. Sembrava che stessero per cadere, ma no; quando egli inciampava lei lo sosteneva e quando ella si dondolava la sosteneva lui. A due camminavano e a due cantavano. Cantavano insieme con voce duettante, sempre nello stesso posto, all'ombra dello stesso portone. E con voce castigata ricreavano vecchi corridos della rivoluzione messicana. Quale strumento usassero non so, non ricordo, chissà, forse una chitarra. E dopo passavano il cappello tra il rispettabile pubblico. E si perdevano preceduti dai loro bastoni, attraversando la folla sotto il sole, scalcinati, straccioni, bene aggrappati l'un l'altro, incollati l'un l'altro, nei viavai del mondo.
L'abbraccio di sempre
Non è molto tempo fa che furono scoperti, nel terreno secco che fu anticamente la spiaggia di Sumpa, nell'Ecuador. E lì stanno. Lì stanno al sole per chi voglia vederli, questi scheletri, un uomo e una donna, avvinti, che dormono amanti da un'eternità o piuttosto, per essere un pochino più precisi, da ottomila anni.
Risulta sorprendente la loro bellezza, trattandosi di ossa tanto brutte. E più sorprendente ancora risulta la loro modestia, perché questi amanti di Sumpa, per sempre abbracciati, addormentati nel vento, ignorano che hanno più grandezza e bellezza delle Cascate dell'Iguazú, o delle Piramidi di Teotihuacan, o della fortezza di Machu Picchu.
Finestra sul corpo
La chiesa dice: "Il corpo è una colpa".
La scienza dice: "Il corpo è una macchina".
La pubblicità dice: "Il corpo è un commercio".
Ed il corpo dice: "Io sono una festa".
Eduardo Galeano
La vida según Galeano:
Mujeres
Niños
Los primeros americanos
Fútbolerias (primera parte)
Fútbolerias (segunda parte)
Amares
Memorias y desmemorias
Hijos de África
Los nadies
El arcoiris terrestre
El miedo manda
Mapamundi
Te doy mi palabra
Mundo se rifa
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