LA GEOGRAFÍA Y EL CALENDARIO DE LA TEORÍA.
“El problema con la realidad, es que no sabe nada de teoría” Don Durito de La Lacandona.
Elías Contreras, Comisión de Investigación del EZLN, decía que la lucha, la nuestra al menos, podía ser explicada como una lucha de geografías y calendarios. Ignoro si este compañero, uno más de los muertos que de por sí somos, imaginó siquiera que sus teorías (“sus pensamientos”, decía él) serían presentadas al lado de tantas luces intelectuales como las que ahora confluyen en el suroriental estado mexicano de Chiapas. Tampoco sé si hubiera autorizado que yo, un subcomandante cualquiera, tomara algunos de esos pensamientos y los expusiera públicamente.
Pero, tomando en cuenta la evidencia de nuestro bajo “rating” mediático y teórico, creo que puedo permitirme el tratar de exponer las bases rudimentales de esta teoría, tan otra que es práctica.
No voy a aburrirlos contándoles el embrollo sentimental de Elías Contreras que, como todos y todas las zapatistas, eligió amar con desafío. Como si el puente afectivo que se tiende hacia la otra, el otro o lo otro no fuera ya de por sí complejo y complicado, Elías Contreras todavía le agregó las distancias y muros que separan los calendarios y las geografías, además del conocimiento, es decir el respeto, de la existencia de lo otro. Como si de esa forma él (y con él, lo colectivo que somos) decidiera hacer todo lo posible para que un acto tan antiguo, común y cotidiano como la existencia del ser humano, se convirtiera en algo extraordinario, terrible, maravilloso.
En cambio, en lugar de contarles del complicado e inquebrantable puente del amor de Elías Contreras por la Magdalena (que no era ni hombre ni mujer, lo que ya de por sí es un desafío a la lucha de género), pensé entonces en traerles algo de la música que se toca en las comunidades zapatistas. Por ejemplo, apenas anoche escuché una música que el “maistro de la ceremoña” tipificó como ritmo “corrido-cumbia-ranchera-norteña”. ¿Qué tal? Ritmo corrido-cumbia-ranchera-norteña… si eso no es un desafío teórico, entonces no sé que lo sea. Y no me pregunten cómo se toca o se baila eso, porque yo no toco ni la puerta y, además, a mi avanzada edad, en el baile tengo la gracia de un elefante con la uña enterrada.
Hace más de dos años, en estas montañas del sureste mexicano, en ocasión de las reuniones preparatorias de lo que después se llamaría “La Otra Campaña”, una mujer joven dijo, palabras más, palabras menos, “si tu revolución no sabe bailar, no me invites a tu revolución”. Tiempo después, pero entonces en las montañas del noroeste de México, volví a escuchar esas mismas palabras de la boca de un jefe indígena que se esfuerza por mantener vivos los bailes y la cultura toda de nuestros ancestros.
Al escuchar a la una y al otro, en tiempos distintos, yo volteé a mirar a una de las comandantas y le dije: “Ahí le hablan jovena”. La Comandanta no dejó de mirar hacia la concurrencia, pero en voz baja dijo: “Urrr Sup… Uta magre, viera que me dan pista y hasta les dejo planito el suelo”.
Yo no les voy a estar mentirando. La verdad es que pensé que podría traerles algunas historias de Sombra el guerrero, de Elías Contreras y la Magdalena, de las mujeres zapatistas, de las niñas y niños que crecen en una realidad diferente (ojo: no mejor, no peor, sólo diferente) a la de sus padres, marcada por otra resistencia, y hasta les contaría un cuento de la niña llamada “Diciembre” que, como su nombre lo indica, nació en Noviembre. Y pensé también ponerles algunas músicas (sin agraviar a las presentes), pero es de todos conocida la seriedad con la que los zapatistas abordamos los temas teóricos, así que sólo diré que habría que encontrar alguna forma de ligar la teoría con el amor, la música y el baile. Tal vez igual la teoría no alcanzaría a explicar nada que valiera la pena, pero sería más humana, porque la seriedad y el acartonamiento no garantizan el rigor científico.
Pero, bueno, ya me estoy yendo de nuevo por otro lado. Les decía yo que Elías Contreras, Comisión de Investigación del EZLN, decía a su vez que nuestra lucha podía ser entendida y explicada como una lucha de geografías y calendarios.
En nuestra participación como “teloneros” de los pensamientos que en estos días se congregan en este lugar y en estas fechas, serán la geografía y el calendario… más bien, la larga trenza que entre ambos se anuda abajo, uno de los referentes de nuestra palabra.
Dicen nuestros más mayores que los dioses más primeros, los que nacieron el mundo, fueron siete; que siete son los colores: el blanco, el amarillo, el rojo, el verde, el azul, el café y el negro; que son siete los puntos cardinales: el arriba y el abajo, el delante y el detrás, el uno y el otro lado, y el centro; y que siete son también los sentidos: oler, gustar, tocar, ver, oír, pensar y sentir.
Siete serán entonces los hilos de esta larga trenza, siempre inconclusa, del pensamiento zapatista.
Hablemos, pues, de La Geografía y el Calendario de la Teoría. Para esto pensemos el color blanco allá arriba.
******
No tenemos el dato exacto, pero en el complejo calendario del pensamiento teórico de arriba, de sus ciencias, técnicas y herramientas, así como de sus análisis de las realidades, hubo un momento en que las pautas se marcaban desde un centro geográfico y de ahí se iban extendiendo hacia la periferia, como una piedra arrojada en el centro de un estanque.
La piedra conceptual tocaba la superficie de la teoría y se producía una serie de ondas que afectaban y modificaban los distintos quehaceres científicos y técnicos adyacentes. La consistencia del pensamiento analítico y reflexivo hacía, y hace, que esas ondas se mantengan definidas… hasta que una nueva piedra conceptual cae y una nueva serie de ondas cambia la producción teórica. La misma densidad de la producción teórica tal vez podría explicar el por qué las ondas, las más de las veces, no alcanzan a llegar a la orilla, es decir, a la realidad.
“Paradigmas científicos” han llamado algunos a estos conceptos capaces de modificar, renovar y revolucionar el pensamiento teórico.
En esta concepción del quehacer teórico, en esta meta-teoría, se insiste no sólo en la irrelevancia de la realidad, también y sobre todo se alardea que se ha prescindido completamente de ella, en un esfuerzo de aislamiento e higiene que, dicen, merece ser aplaudido.
La imagen del laboratorio aséptico no sólo se limitó a las llamadas “ciencias naturales” o a las “ciencias exactas”, no. En los últimos saltos del sistema mundial capitalista, esta obsesión por la higiene anti-realidad alcanzó a las llamadas “ciencias sociales”. En la comunidad científica mundial empezó entonces a cobrar fuerza la tesis de “si la realidad no se comporta como indica la teoría, peor para la realidad”.
Pero volvamos al plácido estanque de la producción teórica y a la piedra que ha alterado su forma y contenido.
El reconocimiento de esta aparente fragilidad del andamiaje conceptual científico significó aceptar que la producción teórica se renovaba continuamente, incluso dentro de su pretendido aislamiento de la realidad. El laboratorio (término ahora muy usado por los llamados científicos sociales para referirse a las luchas dentro de las sociedades) no podría nunca reunir las condiciones ideales, por más aséptico y esterilizado que estuviera, para garantizar la perpetuidad que toda ley científica reclama. Y es que resulta que en su mismo quehacer, irrumpen una y otra vez nuevos conceptos.
En estas concepciones, la idea (el concepto, en este caso) precede a la materia y se adjudica así a la ciencia y la tecnología la responsabilidad de las grandes transformaciones de la humanidad. Y la idea tiene, según el caso, un productor o un enunciante: el individuo, el científico en este caso.
Desde la ociosa reflexión de Descartes, la teoría de arriba insiste en la primacía de la idea sobre la materia. El “pienso, luego existo” definía también un centro, el YO individual, y a lo otro como una periferia que se veía afectada o no por la percepción de ese YO: afecto, odio, miedo, simpatía, atracción, repulsión. Lo que estaba fuera del alcance de la percepción del YO era, es, inexistente.
Así, el nacimiento de este crimen mundial llamado capitalismo es producto de la máquina de vapor y no del despojo. Y la etapa capitalista de la globalización neoliberal arranca con la aparición de la informática, el internet, el teléfono celular, el mall, la sopa instantánea, el fast food; y no con el inicio de una nueva guerra de conquista en todo el planeta, la IV Guerra Mundial.
En el campo de la tecnología se repite el mismo patrón. Y se agrega que, como el concepto científico, la técnica nace “inocente”, “libre de toda culpa”, “inspirada en el bien de la humanidad”. Einstein no es responsable de la bomba atómica, ni el señor Graham Bell lo es de los fraudes vía celular del hombre más rico del mundo, Carlos Slim. El coronel Sanders no es responsable de las indigestiones provocadas por el Kentucky Fried Chiken, ni el señor MacDonald de las hamburguesas de plástico reciclado.
Esto, que algunos desarrollaron más y definieron como “objetividad científica”, creó la imagen del científico que permea todavía el imaginario popular: un hombre o una mujer despeinados, con lentes, bata blanca, con desaliño corporal y espacial, embebidos frente a probetas y matraces burbujeantes.
El autodenominado “científico social” “compró” esa misma imagen, con algunos cambios: en lugar de laboratorio, un cubículo; en lugar de matraces y probetas, libros y cuadernos; en lugar de blanca, una bata de color oscuro; el mismo desaliño; pero agregaba tabaco, café, brandy o cogñac (también en la ciencia hay niveles, mi buen) y música de fondo, que eran impensables en un laboratorio.
Sin embargo, unos y otros, enfrascados como estaban en su objetividad y asepsia, no advirtieron la aparición y crecimiento de los “comisarios de la ciencia”, es decir, de los filósofos. Estos “jueces” del conocimiento, tan objetivos y neutrales como sus vigilados, expropiaron el criterio de cientificidad. Como la realidad no era el referente para determinar la verdad o falsedad de una teoría, entonces la filosofía pasó a cumplir ese papel. Apareció así la “filosofía de la ciencia”, es decir, la teoría de la teoría, la meta-teoría.
Pero la llamada “ciencia social”, la hija bastarda del conocimiento, encontró a los filósofos con sobrecarga de trabajo o con exigencias difíciles de cumplir (del tipo “Si A es igual a B y B es igual a C, entonces A es igual a C”), así que cada vez más debe padecer a los intelectuales de la academia como censores y comisarios.
…Mmh… creo que con lo anterior ya demostré que puedo ser tan oscuro e incomprensible como cualquier teórico que se respete, pero estoy seguro de que hay una forma más sencilla de seguir con esto.
Así que ahí les voy, nomás háganse a un ladito, no los vaya yo a salpicar.
En resumen, a consecuencia de este calendario y esta geografía, resulta que allá arriba la producción teórica no es más que una moda que se piensa, ve, huele, gusta, toca, escucha y siente en los espacios de la academia, los laboratorios y los institutos especializados.
O sea que la teoría es una moda que tiene en las tesis (de posgrado, mi buen, también en la academia hay niveles), las conferencias, las revistas especializadas y los libros, los sustitutos de las revistas de moda. Los coloquios suplen el lugar de las exhibiciones de modas, y ahí los ponentes hacen lo mismo que las modelos en la pasarela, es decir, exhiben su anorexia, en este caso, su delgadez intelectual.
Tomad cada momento del surgimiento de uno de esos paradigmas y encontrareis un centro intelectual que se disputa la primicia. Las universidades europeas y los institutos tecnológicos de Norteamérica repiten el listado de la moda: París, Roma, Londres, Nueva York (lo lamento si rompo alguna ilusión, pero no aparecen el Tec de Monterrey, ni la Ibero, ni la UDLA).
Con esto quiero decir que el mundo científico construyó una torre de cristal (pero plomado), con sus propias leyes y adornado con los vitrales churriguerescos que elaboran los intelectuales ad hoc.
A ese mundo, a esa torre y sus pent-houses, no podrá acceder la realidad hasta que acredite estudios de posgrado y un currículum, presten atención, tan abultado como la billetera.
Así se nos presenta al común de la gente, y así se representa a sí misma la comunidad científica.
Pero una mirada atenta y crítica, una de ésas que tanto escasean ahora, permitiría ver lo que en realidad ocurre.
Si el nuevo paradigma es el mercado y la imagen idílica de la modernidad es el mall o el centro comercial, imaginemos entonces una sucesión de estantes llenos de ideas, o mejor aún, una tienda departamental con teorías para cada ocasión. No costará trabajo entonces imaginar al gran capitalista o al gobernante en turno recorriendo los pasillos, sopesando precios y calidades de los distintos pensamientos, y adquiriendo aquellos que se adapten mejor a sus necesidades.
Allá arriba, toda teoría que se respete debe cumplir una doble función: por un lado: desplazar la responsabilidad de un hecho con una argumentación, que no por elaborada es menos ridícula; y, por el otro, ocultar la realidad (es decir, garantizar la impunidad).
En la explicación de la desgracia aparecen ejemplos:
El señor Calderón (todavía algunos desubicados lo consideran el presidente de México), disfrazado como militar, encuentra en la teoría lunática la explicación de las catástrofes que asolaron Tabasco y Chiapas (como antes a Sonora y Sinaloa) y ordena a sus tropas que le consigan la capacidad de convencimiento que no ha podido construir sobre ese castillo de naipes trucados que fue la elección presidencial del 2006. Su fracaso, tan poco informado en los medios, era previsible: consigue más el Teletón que el Estado Mayor presidencial. Desplazando la responsabilidad a la luna (quien, dicho sea de paso, es rencorosa, como lo contará la leyenda del origen de Sombra, el guerrero –pero eso será, si es que es, otro día-), Calderón oculta su responsabilidad y la de quienes lo antecedieron. Resultado: se crea una comisión para investigar… astronomía, y darle así, además del pobre de las armas, algún sustento legítimo a este émulo de Huerta y amante, según confesión propia, de los juegos cibernéticos militares. Seguramente, si la luna se niega a aceptar su culpabilidad, el titular del IV Reich le dirá, con la mirada dura y decidida: “¡bájate o mando por ti!”.
El señor Héctor Aguilar Camín, el prototipo del intelectual no de arriba (él que más quisiera) sino arribista, reescribe el “Libro Blanco” con que la PGR zedillista quiso explicar, sin éxito alguno, la matanza de Acteal (que este 22 de diciembre cumple 10 años sin verdad ni justicia). Fiel al patrón en turno, Aguilar Camín busca, inútilmente, desviar la indignación que de nuevo se levanta, ocultando un crimen de Estado y desplazando la responsabilidad se los asesinatos… a los muertos.
Felipe Calderón y Héctor Aguilar Camín, uno vestido cómicamente de militar y otro patéticamente disfrazado de intelectual. El primero maldiciendo a quien le recomendó comprar la teoría de la luna, y el segundo recorriendo oficinas gubernamentales y cuarteles militares ofreciendo en venta su inútil detergente para limpiar las manchas de sangre.
Es ésta, la teoría blanca e impoluta de arriba, la que domina en el decadente mundo científico. Frente a cada uno de sus estallidos teóricos, también llamados pomposamente “revoluciones científicas”, el pensamiento progresista en general se ha visto obligado a remar a contracorriente. Con el par de remos de la crítica y la honestidad, los pensadores (o teóricos, aunque es común usar este término como descalificativo) de izquierda deben cuestionar el alud de evidencias que, con el disfraz de la cientificidad, sepultan la realidad.
El referente de este quehacer crítico es la ciencia social. Pero si ésta se limita a expresar deseos, juicios, condenas y recetas (como ahora hacen algunos teóricos de la izquierda en México), en lugar de tratar de entender para tratar de explicar, su producción teórica no sólo resulta incapaz, sino, las más de la veces, patética.
Es entonces cuando la distancia entre teoría y realidad no sólo se convierte en un abismo, también presenta el triste espectáculo de autodenominados científicos sociales arrojándose con singular alegría al vacío conceptual.
Tal vez alguno, alguna, de quienes nos escuchan o leen, conozcan esos comerciales que anuncian productos para adelgazar sin hacer ejercicio y atascándose de garnachas y comida rica en “hidrocarburos”. Sé que es poco probable que alguien de aquí sepa de ello, pues estoy seguro de que se encuentran inmersos en cuestiones realmente importantes de la teoría, así que permitan que les dé un ejemplo: hay un anuncio de una galleta que si se come, a ellas les puede dar la figura de Angelina Jolie (suspiro), y ellos pueden llegar a tener el cuerpo atlético del SupMarcos (¡arrrrrroz con leche!)… ¡un momento! ¿yo escribí eso que acabo de decir? Mmh… no, no lo creo, mi modestia es legendaria, así que borren esa parte de sus apuntes. ¿En qué estaba? ¡Ah sí!, en la galleta que les dará una figura espectacular y eso sin hacer más ejercicio que el de llevar el producto a la boca y masticarlo.
De la misma forma, en los últimos años ha cobrado fuerza, en el medio intelectual progresista de México, la idea de que se puede transformar las relaciones sociales sin luchar y sin tocar los privilegios de que disfrutan los poderosos. Sólo es necesario tachar una boleta electoral y ¡zaz!, el país se transforma, proliferan las pistas de hielo y las playas artificiales, las carreras de autos en Reforma, los periféricos con segundo piso incluido y las construcciones del bicentenario (¿ha notado usted que no se habla del centenario?). Vaya, ni siquiera es necesario vigilar la elección para que no se convierta en un fraude y en una película documentándola.
La sumisión con que esto fue adquirido, digerido y difundido por buena parte de la intelectualidad progresista de México no debiera extrañar, sobre todo si se toma en cuenta que lo otro, pensar, analizar, debatir y criticar, cuesta más, es decir, es más caro.
Lo que sorprende es la virulencia y ruindad con la que atacaron y atacan a quien no se traga esa galleta dietética, perdón, esa rueda de molino.
Les doy otro ejemplo:
En la Ciudad de México se ha realizado un despojo impecable y ha obtenido el apoyo y/o el silencio cómplice de esa intelectualidad.
Un gobierno de “izquierda moderna” ha conseguido lo que la derecha no había podido: despojar a la ciudad y al país del Zócalo.
Sin necesidad de leyes reguladoras de marchas y mítines, sin necesidad de las firmas que los panistas hubieron de falsificar, el gobierno de Marcelo Ebrard toma el Zócalo, lo entrega a empresas comerciales (por ahí leímos que era de alabar que no le hubiera costado nada al gobierno del DF y que todo hubiera sido costeado por empresas privadas que, por cierto, incluyen a una de las televisoras “vetadas” por el lopezobradorismo), se construye una pista de hielo y ¡zaz!, cuando menos durante dos meses, nada de mítines o manifestaciones en esa plaza que el movimiento estudiantil de 1968 arrancó a las celebraciones oficiales.
No más CND-lópezobradorista, no más invasiones de turbas a la catedral, nada de gritos que no sean los de quienes se caen, nada de mítines ni marchas, no más gritos, pancartas, indignación.
Para los 10 meses restantes del año, el “izquierdoso” Ebrard ya tiene pensados nuevos proyectos que hagan sentir a los capitalinos que están en alguna otra metrópoli muy “chic”.
Hace apenas unos días, el llamado FNCR descubrió que la marcha que había convocado para el Zócalo no podría realizarse porque la pista de hielo lo ocupaba.
No protestaron contra ese despojo, simplemente cambiaron de lugar. Después de todo, no había por qué interferir en el espíritu neoyorkino que ahora se respira en el DF… ni en las ventas de patines de hielo en los grandes centros comerciales.
No sólo no se impidió el despojo, no sólo no se criticó, además se aplaudió y celebró con fotos a color en primera plana, crónicas y entrevistas, este evento “histórico” que le ahorró a los defeños las largas colas para obtener la visa norteamericana, y el costo del transporte y el hospedaje en la Nueva York de las películas que ven Marcelo Ebrard y su aspirante a Cristina Kirchner autóctona.
Si esto recuerda el método de “pan y circo” tan caro a los gobiernos priístas, se olvida que sigue faltando el alimento, porque el único PAN que hay es el partido que ahora se amarra a la caída de Calderón Hinojosa, con el que toda la clase política se relaciona en privado y se deslinda en público.
Todo eso se pasa y se celebra porque el señor Ebrard no se ha tomado (todavía) la foto con Felipe Calderón y porque dice que es de izquierda… aunque gobierne como de derecha, con desalojos y despojos disfrazados de espectáculo y orden.
¿Y estos intelectuales de izquierda?
Bueno, pues aplausos para el desalojo de los barrios (con acusaciones de narcotráfico que nunca fueron probadas), más aplausos para el desalojo del comercio ambulante en el centro histórico (para acabar de entregarlo a la iniciativa privada), más aplausos a las edecanes en la carrera de autos en la avenida Reforma…
¡Qué cambio, mi buen!, de las carpas “all included” del plantón contra el fraude, al glamur de la velocidad en un deporte tan de masas, tan popular y tan sin patrocinio como es el de las carreras de autos; del “grito de los libres” contra el espurio, a aspirar a ser subsede de la olimpiada de invierno; ¡no, mi buen! ¡no importa si eso no es de izquierda, pero de que apantalla, apantalla!; mire, estos patines los tengo en varias combinaciones: tricolores para los nostálgicos, azules para los persignados, y amarillo con negro para los ingenuos; hay también con los colores de la chiquillada, digo, de lo perdido lo que aparezca, ¿no cree? Ahora que, eso sí, el patinaje sobre hielo es para gente esbelta, así que le incluyo estas galletas que lo dejan más delgado que con un apretujón en el metro en hora pico. ¿Qué? ¿Es usted skater@? ¿No le digo? Por eso este país no progresa, donde quiera abunda la gente sucia, fea, mala y, para acabarla de amolar, naca. Órale, siquiera deme lo del fondo de desempleo y no le digo a nadie…
Frente al desalojo de familias en el barrio bravo de Tepito, el silencio o el razonamiento frívolo y servil: “se está combatiendo a la delincuencia”, señaló un intelectual y fallido suspirante a la rectoría de la UNAM, y una foto en primera plana mostraba a una niña sentada sobre los pocos muebles que su familia rescató de uno de los desalojos. La filosofía Rudolph Giulianni, importada de Nueva York (como la pista de hielo) por López Obrador con la coartada de “primero los pobres”, ahora hecha argumentación intelectual: esa niña era una narcotraficante en potencia… ahora es… nadie.
Ya no se quiere ocultar que la llamada izquierda institucional no es de izquierda, ahora se presenta como una virtud, de la misma forma que se anuncia un café descafeinado con la virtud de que no desvela y no sabe a café.
Es esta izquierda a la que algunos intelectuales progresistas (lo que sea de cada quien, los hombres son ahí la mayoría) presentan como el único referente aceptable, maduro, responsable, deseable y posible para la transformación social.
Sin embargo, y afortunadamente, no todo el pensamiento progresista es “bien portado”.
Algunos hombres y mujeres han hecho del pensamiento analítico y reflexivo, palabra incómoda y a contrapelo. En estos días podremos escuchar a algunas de estas pensadoras y pensadores. No están todos los que son, ni son todos los que están, pero el saber de su navegar río arriba en el cauce del conocimiento, es un alivio para quienes a veces imaginamos que no estamos solos.
Por eso saludo en esta primera ronda a Immanuel Wallerstein y a Carlos Aguirre Rojas.
Reflexionando sobre algo del trabajo teórico de ellos, presentamos…
ALGUNAS TESIS SOBRE LA LUCHA ANTISISTÉMICA.
UNO.- No se puede entender y explicar el sistema capitalista sin el concepto de guerra. Su supervivencia y su crecimiento dependen primordialmente de la guerra y de todo lo que a ella se asocia e implica. Por medio de ella y en ella, el capitalismo despoja, explota, reprime y discrimina. En la etapa de globalización neoliberal, el capitalismo hace la guerra a la humanidad entera.
DOS.- Para aumentar sus ganancias, los capitalistas no sólo recurren a la reducción de costos de producción o al aumento de precios de venta de las mercancías. Esto es cierto, pero incompleto. Hay cuando menos tres formas más: una es el aumento de la productividad; otra es la producción de nuevas mercancías; una más es la apertura de nuevos mercados.
TRES.- La producción de nuevas mercancías y la apertura de nuevos mercados se consiguen ahora con la conquista y reconquista de territorios y espacios sociales que antes no tenían interés para el capital. Conocimientos ancestrales y códigos genéticos, además de recursos naturales como el agua, los bosques y el aire son ahora mercancías con mercados abiertos o por crear. Quienes se encuentra en los espacios y territorios con estas y otras mercancías, son, quiéranlo o no, enemigos del capital.
CUATRO.- El Capitalismo no tiene como destino inevitable su autodestrucción, a menos que incluya al mundo entero. Las versiones apocalípticas sobre que el sistema colapsará por sí mismo son erróneas. Como indígenas llevamos varios siglos escuchando profecías en ese sentido.
CINCO.- La destrucción del sistema capitalista sólo se realizará si uno o muchos movimientos lo enfrentan y derrotan en su núcleo central, es decir, en la propiedad privada de los medios de producción y de cambio
SEIS.- Las transformaciones reales de una sociedad, es decir, de las relaciones sociales en un momento histórico, como bien lo señala Wallerstein en algunos de sus textos, son las que van dirigidas contra el sistema en su conjunto. Actualmente no son posibles los parches o las reformas. En cambio son posibles y necesarios los movimientos antisistémicos.
SIETE.- Las grandes transformaciones no empiezan arriba ni con hechos monumentales y épicos, sino con movimientos pequeños en su forma y que aparecen como irrelevantes para el político y el analista de arriba. La historia no se transforma a partir de plazas llenas o muchedumbres indignadas sino, como lo señala Carlos Aguirre Rojas, a partir de la conciencia organizada de grupos y colectivos que se conocen y reconocen mutuamente, abajo y a la izquierda, y construyen otra política.
Habría, creemos nosotros, nosotras, que desalambrar la teoría, y hacerlo con la práctica. Pero eso tal vez lo pueda explicar mejor Do Daniel Viglietti esta noche, cuando asuma la parte de culpa que tiene de que yo esté detrás de este pasamontañas, en lugar de estar detrás de una guitarra intentando el ritmo corrido-cumbi-ranchera-norteña.
Así las cosas, creo que siempre sí. Daniel Viglietti cantará esta noche, así que habrá música y baile.
Tal vez lleguen también, en estos días, Elías Contreras, la Magdalena, Sombra, Diciembre y las mujeres zapatistas.
Y tal vez Andrés Aubry sonría viendo y escuchando todo, contento de no estar en esta mesa donde nunca acababa de decir lo que tenía que decirnos, porque se le iba la vida agradeciendo e, invariablemente, a mitad de su ponencia le pasaban el papelito de “tiempo”.
Así que, antes de que me lo pasen a mí, gracias, nos vemos en la tarde.
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México
Subcomandante Insurgente Marcos
Né il Centro né la Periferia
I. IN ALTO, PENSARE IL BIANCO.
LA GEOGRAFIA E IL CALENDARIO DELLA TEORIA.
“Il problema con la realtà è che non sa nulla di teoria”. Don Durito della Lacandona.
Elias Contreras, Commissione Investigativa dell’EZLN, diceva che la lotta, la nostra almeno, potrebbe essere spiegata come una lotta di geografie e calendari. Ignoro se questo compagno, uno dei morti che di per sé siamo, abbia mai immaginato che le sue teorie (“i suoi pensieri”, diceva lui) sarebbero state presentate insieme a quelle di tanti intellettuali illuminati come questi, che in questo momento si incontrano nel sudorientale stato messicano del Chiapas. Non so neanche se avrebbe autorizzato uno come me, un subcomandante qualsiasi, a prendere alcuni di questi pensieri e ad esporli pubblicamente.
Però, considerando l’evidenza del nostro bassissimo indice d’ascolto mediatico e teorico, credo che posso permettermi di cercare di esporre le basi rudimentali di questa teoria, tanto altra che è pratica.
Non vi annoierò raccontandovi il groviglio sentimentale di Elias Contreras, che come tutti e tutte le zapatiste, ha scelto di amare le sfide. Come se il ponte affettivo che si tende verso l’altra, l’altro o l’alterità non fosse già di per sé abbastanza complicato, Elias Contreras ci ha aggiunto anche le distanze e i muri che separano i calendari e le geografie, cioè la conoscenza e il rispetto dell’esistenza dell’altro. Come se a questo modo lui (e con lui la collettività che siamo) avesse deciso di fare tutto il possibile, affinchè un atto tanto antico, comune e quotidiano come l’esistenza dell’essere umano si trasformasse in qualcosa di straordinario, terribile, meraviglioso.
In cambio, invece di raccontarvi del complicato e indistruttibile ponte d’amore di Elias Contreras per la Magdalena (che non era né uomo né donna, cosa che già di per sé è una sfida alla lotta di genere), ho pensato di parlarvi un po’ della musica che si suona nelle comunità zapatiste. Per esempio, giusto stanotte ho ascoltato una musica che il “maestro della cerimonia” ha classificato come ritmo “corrido-cumbia-ranchera-norteña”. Come!! Ritmo corrido-cumbia-ranchera-norteña...se questa non è una sfida teorica, allora non so cosa sia. E non mi chiedete come si suona o come si balla questa cosa, perché io non suono nemmeno il campanello della porta e poi, alla mia avanzata età, a ballare ho la grazia di un elefante con un’unghia incarnita.
Più di due anni fa, in queste montagne del sud-est messicano, in occasione di una riunione preparatoria di ciò che in seguito si sarebbe chiamato “La Otra Campaña”, una giovane donna disse, più o meno, “se la tua rivoluzione non sa ballare, non invitarmi alla tua rivoluzione”. Un po’ di tempo dopo, però questa volta nelle montagne del nord-est messicano, ho sentito un’altra volta queste stesse parole, in bocca ad un capo indigeno che si sforza di mantenere vivi i balli e l’intera cultura dei nostri antenati.
Dopo aver ascoltato l’una e l’altro, in ciascuno dei due momenti distinti, mi sono voltato a guardare una comandanta e le ho detto: “Parlano per te, giovane!”. La Comandanta continuò a guardare i partecipanti, però a voce bassa rispose: “Maremma maiala, Sub...lasciatemi spazio che vi spiano il pavimento!”.
Io, vi dirò la verità...ho pensato di portarvi alcune storie di Ombra il guerriero, di Elias Contreras e la Magdalena, delle donne zapatiste, delle bambine e bambini che crescono in una realtà differente (occhio: nè migliore, né peggiore, solo differente) rispetto a quella dei loro padri, segnata da un’altra resistenza, fino a raccontarvi un racconto di una bambina chiamata “Dicembre” che, come indica il suo nome, è nata a novembre. E ho pensato anche di mettervi su un po’ di musica, però è conosciuta da tutti la serietà con cui noi zapatisti abbordiamo i problemi teorici, cosicchè dirò solamente che bisognerebbe trovare un modo di legare la teoria all’amore, alla musica e al ballo. E se anche la teoria non riuscisse a spiegare niente che valga la pena, almeno sarebbe più umana, perché serietà e “incartapecorimento” non assicurano il rigore scientifico.
Bene, già sto divagando un’altra volta. Vi stavo dicendo che Elias Contreras, Commissione Investigativa dell’EZLN, a sua volta diceva che la nostra lotta potrebbe essere spiegata come una lotta di geografie e di calendari.
Per quanto riguarda la nostra partecipazione come sostenitori del pensiero, in questi giorni di incontro, in questo luogo e in questa data, le nostre parole si riferiranno alla geografia e al calendario, o meglio al loro costante intreccio abajo (in basso).
Dicono i nostri più anziani che gli dèi più primigeni, quelli che crearono il mondo, erano sette; che sette sono i colori: il bianco, il giallo, il rosso, il verde, l’azzurro, il caffè e il nero; che sono sette i punti cardinali: alto (arriba), basso (abajo), davanti, dietro, l’uno e l’altro lato, e il centro; e che sette sono anche i sensi: odorato, gusto, tatto, vista, udito, pensiero e sentimento.
Sette saranno dunque i fili di questa lunga treccia, sempre inconclusa, del pensiero zapatista.
Parliamo proprio della Geografia e del Calendario della Teoria. Per questo tema abbiamo pensato al colore bianco lì in alto.
***
Non abbiamo il dato esatto, però nel complesso calendario del pensiero teorico de arriba, delle sue scienze, tecniche, strumenti, come delle sue analisi delle realtà, c’è stato un momento in cui le linee guida si diffondevano da un centro geografico e si andavano estendendo fino alla periferia, come una pietra lanciata nel centro di una vasca. La pietra concettuale toccava la superficie della teoria e si produceva una serie di onde che condizionavano e modificavano le diverse pratiche adiacenti, scientifiche e tecniche. La consistenza del pensiero analitico e riflessivo faceva, e fa sì, che queste onde si mantengano definite...fino a quando una nuova pietra concettuale cade e una nuova serie di onde cambia la produzione teorica. La densità stessa della produzione teorica potrebbe spiegare perché le onde, il più delle volte, non riescono ad arrivare a riva, cioè alla realtà.
“Paradigmi scientifici” sono stati chiamati da qualcuno questo tipo di concetti, capaci di modificare, rinnovare e rivoluzionare il pensiero teorico.
In questa concezione della pratica teorica, in questa meta-storia, si insiste non solo sull’irrilevanza della realtà, ma anche e soprattutto si giunge a prescindere completamente da essa, in uno sforzo di isolamento e igiene che, dicono, deve esser lodato.
L’immagine del laboratorio asettico non si è limitata solo alle cosiddette “scienze naturali” o “scienze esatte”, no. Negli ultimi salti del sistema mondiale capitalista, questa ossessione per l’igiene anti-realtà si è estesa anche alle cosiddette “scienze sociali”. Nella comunità scientifica mondiale iniziò allora a prender forza la tesi che “se la realtà non si comporta come dice la teoria, tanto peggio per la realtà”.
Però torniamo al placido stagno della produzione teorica e alla pietra che ha alterato la sua forma e il suo contenuto.
Il riconoscimento dell’apparente fragilità dell’impalcatura concettuale scientifica significò accettare che la produzione teorica si rinnovi continuamente, perfino all’interno del suo preteso isolamento dalla realtà. Per quanto asettico e sterilizzato che sia, il laboratorio (termine ora molto usato dai cosiddetti scienziati sociali per riferirsi alle lotte all’interno delle società) non potrà mai riunire in sé tutte le condizioni ideali in grado di garantire la perpetuità, che l’intera legge scientifica reclama. E così risulta che nella stessa pratica teorica, irrompono uno alla volta nuovi concetti.
Secondo questa concezione, l’idea (in questo caso il concetto) precede la materia, e si devolve la responsabilità delle grandi trasformazioni dell’umanità alla scienza e alla tecnologia. E l’idea possiede, ogni volta, un produttore o un enunciante: l’individuo, o in questo caso lo scienziato. A partire dall’oziosa riflessione di Descartes, la teoria de arriba insiste sulla supremazia dell’idea sulla materia. Il cogito ergo sum definisce anche un centro, l’IO individuale, e vede l’altro come una periferia, condizionata o meno dalle percezioni dell’IO: affetto, odio, paura, simpatia, attrazione, repulsione. Ciò che sta fuori dalla portata della percezione dell’IO era, è, inesistente.
Così, la nascita di questo crimine mondiale chiamato capitalismo è il prodotto di una macchina a vapore, non della rapina. E la nuova tappa capitalista, la globalizzazione neoliberale, avanza grazie all’apparizione dell’informatica, di internet, del cellulare, del centro commerciale, della minestra istantanea e del fast food; e non con l’inizio di una nuova guerra di conquista in tutto il pianeta, la IV Guerra Mondiale.
Nel campo della tecnologia si ripete lo stesso padrone. E si aggiunge che, come il concetto scientifico, la tecnica nasce “innocente”, “libera da colpa”, “ispirata al bene dell’umanità”. Einstein non è responsabile della bomba atomica, nè il signor Graham Bell lo è delle frodi via cellulare dell’uomo più ricco del mondo, Carlos Slim. Il colonnello Sanders non è responsabile delle indigestioni provocate dal Kentuky Fried Chiken, né il signor MacDonald lo è degli hamburger di plastica riciclata.
Questo, che alcuni hanno definito più precisamente come “oggettività scientifica”, creò l’immagine dello scienziato che ancora permea l’immaginario popolare: un uomo o una donna spettinati, con gli occhiali, in vestaglia bianca, scoordinati nel corpo e nello spazio, inebetiti di fronte a provette e ampolle piene di bolle.
L’autodenominato “scienziato sociale”, “comprò” poi questa stessa immagine con alcuni cambiamenti: al posto del laboratorio, un cubìcolo; al posto delle ampolle e provette, libri e quaderni; al posto dell’abito bianco, uno di colore scuro; la stessa scoordinazione; però in aggiunta tabacco, caffè, brandy o cognac (anche per la scienza ci sono diversi livelli, molto bene) e musica di sottofondo, cose che erano impensabili in laboratorio.
Tuttavia entrambi, impelagati com’erano nella loro oggettività e asepsia, non avvertirono la comparsa e l’accrescimento dei “commissari della scienza”, cioè dei filosofi. Questi “giudici” della conoscenza, tanto obiettivi e neutrali quanto i loro sorvegliati, espropriarono il criterio della scientificità. Dato che la realtà non era il referente per determinare la verità o falsità di una teoria, la filosofia si mise a svolgere questo ufficio. Comparve così la “filosofia della scienza”, cioè la teoria della teoria, la meta-teoria.
Però la cosiddetta “scienza sociale”, la figlia bastarda della conoscenza, trovò che i filosofi erano oberati di lavoro e avevano esigenze difficili da soddisfare (del tipo “Se A è uguale a B e B è uguale a C, allora A è uguale a C”), così che ogni volta di più è costretta a patire gli intellettuali accademici come censori e commissari.
Mmh...credo che fin qui ho già dimostrato che posso essere oscuro e incomprensibile come un qualunque teorico che si rispetti, però sono sicuro che c’è una forma più semplice per continuare. E così farò, scostatevi solo un pochino, che non vi voglio sputacchiare.
Per riassumere, in conseguenza di questo calendario e questa geografia, risulta che lì arriba la produzione teorica non è niente più che una moda, che viene pensata, vista, odorata, gustata, toccata, ascoltata e sentita nei luoghi accademici, nei laboratori e negli istituti specializzati.
Cioè la teoria è una moda che trova nelle tesi (di dottorato, molto bene, anche nell’accademia ci sono diversi livelli), nelle conferenze, nelle riviste specializzate e nei libri, i sostituti delle riviste di moda. I dibattiti prendono il posto delle esibizioni di moda, e i relatori fanno lo stesso che le modelle in passerella che esibiscono la loro anoressia, cioè, in questo caso, la loro magrezza intellettuale.
Prendete ciascun momento di nascita di questi paradigmi e incontrerete un centro intellettuale che si contende la supremazia. Le Università europee e gli istituti tecnologici dell’America del Nord vanno di pari passo con le liste di moda: Parigi, Roma, New York (mi dispiace sfatare un’illusione, ma non compaiono né il Tec di Monterrey, né la Ibero, né la UDLA).
Con questo voglio dire che il mondo scientifico ha costruito una torre di cristallo (però al piombo), con le sue proprie leggi e adornato di vetrate barocche, elaborate da intellettuali ad hoc. A questo mondo, a questa torre e ai suoi attici, la realtà non potrà accedere fino a quando non avrà accreditato degli studi di dottorato e un curriculum, badate bene, grosso come un blocchetto della lotteria.
Così si presenta a noi gente comune, e così si auto-rappresenta a se stessa la comunità scientifica.
Se il nuovo paradigma è il mercato e l’immagine idillica della modernità è il centro commerciale, immaginiamoci allora una successione di scaffali pieni di idee, o meglio ancora un negozio di dipartimenti universitari con teorie per ciascuna occasione. Non costerà troppa fatica, a questo punto, immaginare il gran capitalista o il governante di turno girare per i corridoi, soppesando i prezzi e la qualità dei distinti pensieri, e scegliendo quelli che si adattano meglio alle sue necessità.
Lì arriba, ciascuna teoria che si rispetti deve compiere una doppia funzione: da una parte, attribuire false responsabilità per un determinato fatto, con argomentazioni che, anche se sono molto elaborate, non sono meno ridicole; e dall’altra, occultare la realtà (cioè, garantire l’impunità).
Per la spiegazione di questa disgrazia, facciamo degli esempi: Il signor Calderòn (tuttavia alcuni spostati lo considerano il presidente del Messico), mascherato da militare, trova nella teoria lunare la spiegazione della catastrofe che ha distrutto il Tabasco e il Chiapas (come prima Sonora e Sinaloa) e ordina alle sue truppe di procurargli quella capacità di convincimento, che non è riuscito a costruirsi sopra quel castello di carte truccate, che sono state le elezioni presidenziali del 2006. Il tracollo, di cui si è parlato così poco nei media, era prevedibile: conta di più Teleton che lo Sato Maggiore presidenziale.
Addossando la responsabilità alla luna (che, sia detto di passaggio, è permalosa, come racconterà la leggenda dell’origine di Ombra il Guerriero – però questo succederà, se deve succedere, un altro giorno), Calderòn occulta la sua responsabilità e quella di coloro che lo hanno preceduto. Risultato: si crea una commissione per investigare...l’astronomia, e dare così qualche sostegno legittimo in più, oltre al popolo e alle armi, a questo émulo di Huerta e amante, secondo una sua confessione, dei giochi cibernetici militari. Sicuramente, se la luna si rifiuta di accettare la sua colpevolezza, il titolare del IV Reich le dirà, con sguardo duro e deciso: “Scendi, o ti faccio arrestare!”.
Il signor Héctor Aguilar Camìn, il prototipo dell’intellettuale che non è de arriba (cosa che vorrebbe più di tutto), ma arribista, riscrive il “Libro Bianco” con cui la PGR zedillista ha voluto spiegare, senza esito alcuno, il massacro di Acteal (che questo 22 dicembre compie dieci anni senza verità né giustizia). Fedele al padrone di turno, Aguilar Camìn cerca, inutilmente, di sviare l’indignazione che si alza ancora una volta, occultando un crimine di Stato e addossando la responsabilità degli omicidi...ai morti.
Felipe Calderòn e Héctor Aguilar Camìn: uno comicamente vestito da militare e l’altro pateticamente mascherato da intellettuale. Il primo maledice chi gli ha suggerito di comprare la teoria della luna, e il secondo gira per gli uffici di governo e i quartiergenerali militari, offrendo in vendita il suo inutile detergente per pulire le macchie di sangue. Questa è la teoria bianca e senza macchia de arriba, che domina nel decadente mondo scientifico. Di fronte a ciascuno dei suoi balzi teorici, chiamati anche pomposamente “rivoluzioni scientifiche”, il pensiero progressista in generale si è visto obbligato a remare controcorrente.
Con i due remi della critica e dell’onestà, i pensatori (o teorici, anche se comunemente si usa questo termine in senso dispregiativo) di sinistra devono mettere in questione la valanga di evidenze che, con la maschera della scientificità, seppelliscono la realtà.
Il referente di questa pratica critica è la scienza sociale. Però se questa si limita a esprimere desideri, giudizi, condanne e ricette (come ora fanno alcuni teorici di sinistra in Messico), invece di cercare di capire per cercare di spiegare, la sua produzione teorica non solo risulta incapace, ma il più delle volte anche patetica.
E’ allora che la distanza tra teoria e realtà non solo si converte in un abisso, ma presenta anche il triste spettacolo di auto-denominati scienziati sociali che si arroccano con sigolare allegria al vuoto concettuale.
Forse qualcuno, qualcuna, tra quelli che ci ascoltano o leggono, conoscono questi commercianti che annunciano prodotti per dimagrire senza fare esercizio, ingozzandosi di schifezze e cibo ricco di “idrocarburi”. So che è poco probabile che qualcuno di qui li conosca, dato che sono sicuro che si trovano immersi in questioni teoriche realmente importanti, così che permettetemi di farvi un esempio: c’è una pubblicità di biscotti che, se non mi sbaglio, a lei possono dare la figura di Angelina Jolie (sospiro), e a lui il corpo atletico del Subcomandante Marcos (grasso che cola!)...un momento!...ho scritto io quello che ho appena letto? Mmh...no non credo, la mia modestia è leggendaria (attento, che poi ti danno del narcisista spocchioso come hanno fatto con me. Ndr D*), cancellate questa parte di appunti. Dov’ero rimasto? Ah sì! Ai biscotti che vi daranno una figura spettacolare, e tutto senza fare più esercizio di quanto ce ne vuole per portare il prodotto alla bocca, per masticarlo.
Allo stesso modo, negli ultimi anni ha preso forza, tra gli intellettuali progressisti in Messico (e non solo in Messico! Ndr D*), l’idea che si possono trasformare le relazioni sociali senza lottare e senza toccare i privilegi di cui godono i potenti.
E’ necessario solamente annullare una scheda elettorale e zac! il paese si trasforma, proliferano le piste di pattinaggio sul ghiaccio e le spiagge artificiali, le colonne di macchine sulla Reforma, le case di periferia con secondo piano incluso e le costruzioni per il bicentenario (ha notato lei che non si parla del centanario?). Bene, non è nemmeno necessario vigilare sulle elezioni perché non ci siano dei brogli, né fare un film che li documentino.
La sottomissione con cui tutto questo è stato accolto, digerito e diffuso da buona parte dell’intellettualità progressista messicana non dovrebbe stupirci, soprattutto se si prende in considerazione che pensare, analizzare, discutere e criticare diversamente costa di più, cioè, è più caro.
Quello che sorprende è la virulenza e l’accanimento con i quali hanno attaccato chi non si ingoia il biscotto dietetico, ops, scusate, questi meccanismi.
Vi do un altro esempio: a Città del Messico si è realizzata una rapina impeccabile, che ha ottenuto l’appoggio e/o il silenzio complice di questa intellettualità. Un governo di “sinistra moderna” è arrivato dove la destra non aveva potuto: derubare la città e il paese dello Zocalo.
Niente più necessità di leggi per regolamentare manifestazioni e meeting, niente più necessità di quelle firme che i panisti hanno dovuto falsificare; il governo di Marcelo Ebrard prende lo Zocalo, lo dà a delle imprese commerciali (da qualche parte abbiamo letto che bisognava celebrare il fatto che non sarebbe costato nulla al governo del DF e che tutto sarebbe stato finanziato da imprese private tra cui, sicuramente, c’è anche una delle televisioni scomunicate dal lopezobradorismo), si costruisce una pista di pattinaggio sul ghiaccio e zac! per due mesi niente più meeting e manifestazioni in questa piazza, che il movimento studentesco del 1968 si è conquistato per le celebrazioni ufficiali.
Niente più CND-lopezobradorista, niente più invasioni di massa della cattedrale, niente grida se non quelle di chi inciampa per la strada, niente meeting né marce, niente grida, volantini, indignazione.
Per i restanti 10 mesi dell’anno, il “sinistroide” Ebrard ha già in mente altri progetti, che diano l’impressione agli abitanti della capitale di vivere in un’altra metropoli molto “chic”.
Appena qualche giorno fa, il cosiddetto FNCR ha scoperto che la manifestazione che aveva convocato nello Zocalo non avrebbe potuto realizzarsi, perché la pista di pattinaggio lo occupava tutto.
Non hanno protestato contro questa rapina, hanno semplicemente cambiato di posto. Dopotutto, non bisognava interferire con lo spirito newyorkese che ora si respira nel DF...nè con la vendita di pattini da ghiaccio nei grandi centri commerciali.
Non solo la rapina non è stata impedita, non solo non è stata criticata, ma in più è stata applaudita e celebrata con foto a colori in prima pagina, cronache e interviste...questo evento “storico” che ha risparmiato alla gente di città le lunghe code per ottenere il visto statunitense, e i costi di trasporto e di alloggio nella New York dei film che vedono Marcelo Ebrard e la sua aspirante-Cristina Kirchner autoctona.
Se tutto questo ricorda il metodo del “panem et circensem”, tanto caro ai governi pristi, si dimentica che continua a mancare da mangiare, perché l’unico “Pan” (gioco di parole: PAN-pane, ndr D*) che c’è, è il partito che in questo momento si sta aggrappando alla caduta di Calderòn Hinojosa, con cui tutta la classe politica intrattiene relazioni in privato e da cui ci tiene a distinguersi in pubblico.
Tutto questo succede e viene celebrato. Il signor Ebrard non si è (ancora) fatto scattare una foto con Felipe Calderòn, perché dice di essere di sinistra, ma governa come la destra, con sgomberi e rapine mascherati da spettacolo e ordine.
E questi sono intellettuali di sinistra?
Bene, e allora applausi per lo sgombero dei quartieri periferici (per accuse di un narcotraffico che non è mai stato provato), più applausi ancora per lo sgombero del commercio ambulante nel centro storico (così da consegnarlo finalmente per intero all’iniziativa privata), più applausi per gli ausiliari del traffico nelle corsie per le auto, sui viali della Reforma...
Di fronte allo sgombero di famiglie nel coraggioso quartiere di Tepito, ci sono stati il silenzio o le argomentazioni frivole e servili: “si sta combattendo la delinquenza”, ha fatto notare un intellettuale e aspirante fallito alla carica di Rettore della UNAM, e una foto in prima pagina mostrava una bambina seduta sui pochi mobili che la sua famiglia ha riscattato da uno degli sgomberi. La filosofia Rudolph Giuliani, importata da Lòpez Obrador da New York (come la pista di pattinaggio), con l’alibi di “prima i poveri”, tira fuori ora la sua argomentazione intellettuale: questa bambina era una narcotrafficante in potenza. Ora è...nessuno.
Ormai non si cerca più di nascondere che la cosiddetta sinistra istituzionale non è di sinistra, ora si presenta questo come una virtù, allo stesso modo che si fa pubblicità a un caffè, per le virtù di non sembrare decaffeinato e di non sapere di caffè.
E’ questa sinistra che alcuni intellettuali progressisti (a ciascuno le proprie colpe, sono per la maggior parte di sesso maschile) presentano come l’unico referente accettabile, maturo, responsabile, desiderabile e possibile per una trasformazione sociale.
Tuttavia, e per fortuna, non tutto il pensiero progressista è “ben educato”.Alcuni uomini e donne hanno prodotto un pensiero analitico e riflessivo, parola scomoda, a “contrappelo”. In questi giorni, potremo ascoltare alcuni di queste pensatrici e pensatori. Non tutti quelli che sono qui presenti, lo sono; né tutti quelli che lo sono, sono qui presenti. Però sapere che stanno navigando controcorrente nel fondale della conoscenza, è un sollievo per quelli come noi, che a volte immaginiamo di non essere soli.
Per questo dò il benvenuto in questa prima seduta a Immanuel Wallerstein e a Carlos Aguirre Rojas.
Riflettendo sul loro lavoro teorico, presentiamo...
ALCUNE TESI SULLA LOTTA ANTISISTEMICA.
UNO. Non si può capire e spiegare il sistema capitalista senza il concetto di guerra. La sua sopravvivenza e il suo accrescimento dipendono primordialmente dalla guerra e da tutto ciò che ad essa si associa e che essa implica. Per mezzo della guerra e in guerra il capitalismo rapina, sfrutta, reprime e discrimina. Nella tappa della globalizzazione neoliberale, il capitalismo fa la guerra all’umanità intera.
DUE. Per aumentare i profitti, i capitali non solo ricorrono alla riduzione dei costi di produzione o all’aumento del prezzo di vendita delle merci. Questo è vero, ma è incompleto. Ci sono per lo meno altri tre modi: uno è l’aumento della produttività; l’altro è la produzione di nuove merci; e un altro ancora è l’apertura di nuovi mercati.
TRE. La produzione di nuove merci e l’apertura di nuovi mercati vengono conseguite oggi con la conquista e la riconquista di territori e spazi sociali che prima non erano di interesse per il capitale.
Conoscenze ancestrali e codici genetici, oltre alle risorse naturali come l’acqua, i boschi e l’aria sono oggi delle merci sul mercato, quello che è già stato aperto e quello che si sta per creare. Coloro che si trovano in spazi e territori, che sono ricchi di queste o di altre merci, sono, lo vogliano o no, nemici del capitale.
QUATTRO. Il Capitalismo non ha come suo destino inevitabile la propria autodistruzione, a meno che non si distrugga il mondo intero. Le versioni apocalittiche che affermano che il sistema collasserà da solo sono erronee. Come indigeni contiamo vari secoli ascoltando profezie di questo genere.
CINQUE. La distruzione del sistema capitalista si realizzerà solamente se uno o molti movimenti lo affrontano e lo sconfiggono nel suo nucleo centrale, cioè nella proprietà privata dei mezzi di produzione e di scambio.
SEI. Le trasformazioni reali di una società, cioè delle relazioni sociali in un dato momento storico, come fa vedere bene Wallerstein in alcuni dei suoi testi, sono quelle che vengono dirette contro il sistema nel suo insieme. Attualmente non sono possibili le tappe o le riforme. Al contrario sono possibili e necessari i movimenti antisistemici.
SETTE. Le grandi trasformazioni non cominciano arriba né con fatti monumentali ed epici, ma con movimenti piccoli e che appaiono irrilevanti al politico e all’analista de arriba. La storia non si trasforma a partire da piazze piene o moltitudini indignate ma, come segnala Carlos Aguirre Rojas, a partire dalla coscienza organizzata di gruppi e collettivi che si conoscono e riconoscono mutuamente, abajo y a la izquierda, e costruiscono un’altra politica.
Secondo noi, bisognerebbe abbattere il recinto di ferro della teoria, e farlo con la pratica. Però questo forse ce lo può spiegare meglio Daniel Viglietti questa notte, quando si assumerà la sua parte di colpa del fatto che io stia dietro a questo passamontagna, invece di stare dietro a una chitarra cercando il ritmo corrido-cumbi-ranchero-norteño. Così stanno le cose. Daniel Viglietti canterà questa notte, così che ci saranno musica e ballo.
Forse arriveranno anche, in questi giorni, Elias Contreras, la Magdalena, Ombra, Dicembre e le donne zapatiste.
E forse Andres Aubry sorriderà guardando e ascoltando tutto, contento di non stare a questo tavolo, dove non finiva mai di dire quello che doveva dirci, perché faceva notte con i ringraziamenti e, invariabilmente, a metà della sua esposizione gli passavano il fogliettino con scritto “tempo”.
Cosicché, prima che me lo passino, grazie, ci vediamo nel pomeriggio.
San Cristòbal de Las Casas, Chiapas, Mexico.
Subcomandante Insurgente Marcos
stoicamente... sono arrivata a leggere fino in fondo...ho le idee un pò confuse , lo ammetto.mi sembra di essere atterrata ora ora da Marte...ma mi sembra di capire che, chiunque comandi e ovunque, avranno sempre il "potere" di fare quello che vogliono e senza distinzione , e in troppi pochi hanno il coraggio di ribellarsi.... il benessere, finto che sia , piace. Poi , che renda inesistenti senza che uno se ne accorga , non so quanto possa essere importante.... ciao R.
RispondiEliminaLo so, è dura. Io e Marcos diamo l'impressione di essere (forse lo siamo) logorroici, grafomani e anche... complicati.
RispondiEliminaA (nostra) discolpa posso dire, facendomi indegno e immeritevole difensore di entrambi, che la colpa non è tutta e solo nostra.
Per limitarci (in ogni senso) ricorriamo spesso all'aiuto del nostro grande Maestro e mentore Don Durito de la Lacandona.
Il fatto sconcertante è che il Maestro, invece di frenarci (me e il Sub), non solo ci lascia andare a briglie sciolte, ma aggiunge anche del suo.
Da qui la lunghezza e la non poca complessità (addirittura fino all'alloglossia). Chi poteva pensare che uno scarafaggio, pardon scarabeo, ci spingesse a tanto...
Ma tornando a noi, quello che dici a commento non è del tutto esatto, perchè come sostiene il nostro (mio e del Sub) insuperato Maestro e impareggiabile mentore, Don Durito de la Lacandona...
A proposito, è lui che quando scrive si firma D*, dove ovviamente la D maiuscola è lui e io, il cui vero nome inizia per D, quale suo umile discepolo e segretario sono retrocesso a *, l'asterisco. Non potevamo, dopo la bella BB e la benemerita CC, proporci come DD...
Me l'avevi chiesto? Ecco allora svelato il mistero e confessata la mia piccolezza.
Ma tornando a noi, dicevamo?? Ah sì, che il grande Don Durito, nostra guida e condottiero, dice che non possiamo assolutamente perdere in quanto non stiamo proponendo una rivoluzione ortodossa, e quindi domabile, piuttosto qualcosa di molto "lacaniano", diverso e assolutamente inedito: stiamo ponendo le basi per una rivoluzione che renda possibile la rivoluzione.
Insomma, cerchiamo una nuova utopia litigando con il mondo, inseguendo il baio cavallo baio... E per questo - dice Lui - non potremo mai essere sconfitti, pur se non dovessimo arrivare alla meta.
Non posso negare che l'idea, anche se in fondo nasconde un sofisma, ha il suo fascino.
Insomma, permette di perdere lo stesso, ma senza doversi arrendere. Il che se vogliamo è come vincere ancor prima di combattere...
Adesso però cerco di farmi spiegare meglio la cosa dall'esimio, eccellentissimo ed illustre Don.
Ciao, D.
Ps. Non diciamolo troppo in giro, perchè se ne adonterebbe, ma a me a vederlo bene pare proprio uno scarafaggio, più che uno scarabeo. Saludos.