A la familia de Ollin Alexis Benhumea Hernández
Compañera, compañero,
a media mañana nos avisaron. Supimos entonces que, después de enfrentarse a la empecinada trinchera que la fortaleza de Alexis le opuso por más de un mes, el asesinato iniciado la madrugada del 4 de mayo se había consumado.
El gobierno mexicano asesinó a un joven. Ollin Alexis, su nombre; de apellidos Benhumea Hernández. Más de 30 días tardó en matarle la vida. Por obra de la muerte con la que el gobierno mata, moría de madrugada este joven compañero.
Cuando el sistema cobra su cuenta cruel en la vida de un joven como Ollin Alexis, la muerte aparece como una absurda interrupción, como un sinsentido encajado en mitad del camino, cortándolo irremediablemente.
Dos décadas de vida inconclusa, arrancadas por una granada… de un arma… de un policía… de un gobierno… de un sistema.
Apenas unas horas antes, entre quienes allá arriba se atropellan para hacerse del botín de nuestra Patria, uno había prometido el mortal destino de Alexis a todos los jóvenes de México,… y mejores sueldos y coartadas para los asesinos.
Otro olvidó refrendar el aplauso entusiasta que otorgó cuando todavía en las calles de Atenco corría la sangre fresca, y Alexis agonizaba sin poder recibir la atención médica que le hubiera salvado la vida.
Uno más ratificó el silencio cómplice.
Y allá arriba apenas balbucean algunas torpezas y dicen que debaten ideas.
- “Después de todo – piensan allá en lo alto – “¿a quien le importa un joven de abajo y a la izquierda?” -.
Y respondemos:
A nosotras, a nosotros.
A nosotros, a nosotras nos importa.
Nos importa su muerte y nos importa su vida.
Y, con cuidado, doliendo, de su muerte tomamos nota en la larga cuenta de los pendientes que habremos de cobrar algún día. De su vida y de su posición política sumamos a la decisión que hemos asumido.
El gobierno mexicano mató a Ollin Alexis. Empezó a matarlo la madrugada del 4 de mayo del 2006 y terminó de asesinarlo el 7 de junio del mismo año.
Lo asesinó porque le tenía miedo. Porque su presencia solidaria en San Salvador Atenco, el 4 de mayo del 2006, ponía en riesgo la legalidad, las instituciones, las inversiones extranjeras, el “Estado de Derecho”, las buenas costumbres, la tranquilidad, la paz y la estabilidad. Ollin Alexis Benhumea Hernández, estudiante de la UNAM, era una amenaza y por eso lo eliminaron. Su juventud era un peligro. Ahora los mercados de valores y el flujo de inversiones y las campañas electorales y el gobierno de Fox y el del Estado de México y el de Texcoco y el PAN y el PRI y el PRD pueden estar tranquilos porque Ollin Alexis está muerto. Quienes lo asesinaron reciben condecoraciones, premios, felicitaciones.
“¡Orden! ¡Mano dura!”, ladraron los dueños de todo, y los perros de caza obedecieron.
A esto le temían y esto matan: 20 años de fresca existencia, un universitario estudiando dos carreras profesionales simultáneas (economía y matemáticas), un artista con 10 años de estudio de danza, una pasión por la historia y por el compromiso con los de abajo, un otro joven de la Otra.
Ahí está la imagen de Ollin Alexis en tierras zapatistas: de pie, erguido, joven, detrás del Comandante Gustavo (¿en una de las reuniones preparatorias de la Otra?), cuidando, mirando, aprendiendo, con nosotros.
Desconocido para muchos, Ollin Alexis adquiere ahora nombre y rostro por la brutalidad de quien no sabe gobernar como no sea intimidando, reprimiendo, violando, encarcelando, asesinando.
Esto, la muerte matada para los jóvenes, es lo que ofrece este gobierno.
Y ahora aprendemos a conjugar su nombre en la muerte, cuando queríamos y queremos en la vida nombrarlo.
Una otra joven, condiscípula de Alexis y de todas quienes estamos en la gran escuela de la Otra, le escribió hace unos días con la esperanza de que se recuperara y volviera a la lucha en un mundo donde la vida es injusta. “De nosotros va que deje de ser así”, escribió ella en la carta.
Es cierto que Alexis ya no podrá leer esas líneas, pero también es cierto que es de muchas y muchos el compromiso que reflejan esas líneas:
Que Alexis no repose solo en la noche, que no solo lo encuentre la oscuridad de la tierra.
Que la voz colectiva que, con él, estamos construyendo para atravesar el silencio, plante el relámpago que, como árbol de luz, hiera de muerte a las tinieblas.
Sí, de nosotras va… que el viento de abajo se levante, crezca, avance.
Compañera, compañero:
¿Qué podemos decirles a ustedes, quienes lo conocieron de toda su vida, a quienes duele su muerte como a nadie más?
¿Que nos hará falta? Lo hará, pero nunca como a ustedes.
Alexis ya no estará con ustedes pero estaremos nosotros, nosotras, la Otra que somos.
Según nuestro modo, que Alexis no esté solo es también, y sobre todo, que ustedes no estén solos.
Por eso les pido que acepten el abrazo que, en colectivo, los zapatistas les damos, que reciban el saludo de nuestro silencio como lo que es, es decir, dolor y rabia compartidos.
Con esa indignación levantemos juntos la mirada hacia los que arriba nos matan con la matada muerte, con el desprecio y con el olvido. De pie desafiémoslos y digamos:
“¿Qué puedes tú, maldito, contra el aire?
¿Qué puedes tú, maldito, contra todo
lo que florece y surge y calla y mira,
y me espera y te juzga?"
(Pablo Neruda. Canto General).
Con la vida, con la dignidad, con la memoria, levantémonos, desafiémoslos. No tendrán ni paz ni tranquilidad.
Vale. Salud y rabia que pare mañanas.
Desde la otra Ciudad de México.
(Subcomandante Insurgente Marcos)
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Alla famiglia di Ollin Alexis Benhumea Hernández
Compagna, compagno,
ci hanno avvisato a metà mattina. Abbiamo così saputo che, dopo essersi scontrato con l'ostinata resistenza che la forza di Alexis ha opposto per più di un mese, l'assassinio iniziato l'alba del 4 maggio si era consumato.
Il governo messicano ha assassinato un giovane. Ollin Alexis, il suo nome; cognome Benhumea Hernández. Più di 30 giorni ci sono voluti per ammazzargli la vita. Per opera della morte con la quale il governo uccide, di buon mattino moriva questo giovane compagno.
Quando il sistema riscuote il suo conto crudele con la vita di un giovane come Ollin Alexis, la morte appare come un'assurda interruzione, come un nonsenso caduto in mezzo al cammino che lo taglia irrimediabilmente.
Due decenni di vita incompiuta, strappata da una granata... da un'arma... da un poliziotto... da un governo... da un sistema.
Appena alcune ore prima, tra chi là in alto litiga per fare bottino della nostra patria, uno aveva promesso il mortale destino di Alexis a tutti i giovani del Messico... e migliori stipendi ed alibi per gli assassini.
Un altro ha dimenticato di ripetere l'applauso entusiasta concesso, quando ancora per le strade di Atenco scorreva il sangue fresco, ed Alexis agonizzava senza poter ricevere l'assistenza medica che gli avrebbe salvato la vita.
Un altro ancora ha ripetuto il silenzio complice. E là in alto balbettano solo alcune scempiaggini e dicono di discutere idee. - Dopo tutto - pensano là in alto -, a chi importa un giovane del basso e a sinistra?
E rispondiamo:
A noi.
A noi, importa a noi.
A noi importa la sua morte e a noi importa la sua vita.
E, con cura, con dolore, della sua morte prendiamo nota nel lungo conto dei sospesi che dovremo riscuotere un giorno. Dalla sua vita e dalla sua posizione politica siamo giunti alla decisione che abbiamo assunto.
Il governo messicano ha ucciso Ollin Alexis. Ha cominciato ad ucciderlo l'alba del 4 maggio del 2006 ed ha finito di assassinarlo il 7 giugno dello stesso anno.
L'ha ucciso perché ne aveva paura. Perché la sua presenza solidale a San Salvador Atenco, il 4 maggio 2006, metteva a rischio la legalità, le istituzioni, gli investimenti stranieri, "lo stato di diritto", le buone maniere, la tranquillità, la pace e la stabilità.
Ollin Alexis Benhumea Hernández, studente della UNAM, era una minaccia e per questo l'hanno eliminato. La sua giovinezza era un pericolo. Ora le borse ed il flusso di investimenti e le campagne elettorali ed il governo di Vicente Fox e quello dello stato del Messico e quello di Texcoco ed il PAN ed il PRI ed il PRD possono stare tranquilli perché Ollin Alexis è morto.
Chi l'ha assassinato ha ricevuto onorificenze, premi, congratulazioni. "Ordine! Mano pesante!", hanno abbaiato i padroni di tutto, ed i cani da caccia hanno obbedito. Questo temevano e questo ammazzano: 20 anni di fresca esistenza, un universitario che studiava contemporaneamente due facoltà (economia e matematica), un artista con 10 anni di pratica nella danza, una passione per la storia e per l'impegno con quelli in basso, un altro giovane dell'Altra.
Lì c'è l'immagine di Ollin Alexis in terre zapatiste: in piedi, diritto, giovane, dietro il comandante Gustavo (in una delle riunioni preparatorie dell'Altra), attento, che osserva, impara, con noi.
Sconosciuto a molti, Ollin Alexis acquisisce ora nome e volto a causa della brutalità di chi non sa governare se non intimidendo, reprimendo, violentando, imprigionando, assassinando.
Questo, la morte omicida dei giovani, è ciò che offre questo governo. Ed ora impariamo a coniugare il suo nome con la morte, quando vorremmo e vogliamo nominarlo in vita.
Un'altra ragazza, condiscepola di Alexis e di tutti quelli che ci troviamo nella grande scuola dell'Altra, alcuni giorni fa gli scrisse con la speranza che si rimettesse e ritornasse alla lotta in un mondo dove la vita è ingiusta. "Dipende da noi che smetta di essere così", ella scrisse nella lettera.
È vero che Alexis non potrà più leggere quelle righe, ma è anche vero che è di molte e molti l'impegno che riflettono quelle righe: Che Alexis non riposi solo nella notte, che non lo trovi solo l'oscurità della terra.
Che la voce collettiva che, con lui, stiamo costruendo per attraversare il silenzio lanci il lampo che, come albero di luce, ferisca a morte le tenebre. Sì, dipende da noi... che il vento del basso si sollevi, cresca, avanzi.
Compagna, compagno:
Che cosa possiamo dire a voi che lo avete conosciuto tutta la vita, la cui morte fa male come a nessun altro? Ci mancherà? Ci mancherà, ma mai come a voi.
Alexis non sarà più con voi, ma ci saremo noi, noi, la Otra che siamo.
Secondo il nostro modo, secondo cui Alexis non sia solo, è anche, e sopratutto che voi non siate soli.
Per questo vi chiedo di accettare l'abbraccio che, collettivamente, noi zapatisti vi diamo, di ricevere il saluto del nostro silenzio per quello che è, cioè, dolore e rabbia condivisi.
Con questa indignazione solleviamo insieme lo sguardo verso quelli che in alto ci ammazzano con la morte omicida, col disprezzo e con l'oblio. In piedi sfidiamoli e diciamo:
"Cosa puoi tu, maledetto, contro l'aria?
Cosa puoi tu, maledetto, contro tutto
Ciò che fiorisce e sorge e tace e guarda,
e mi aspetta e ti giudica?"
(Pablo Neruda. Canto General).
Con la vita, con la dignità, con la memoria, ribelliamoci, sfidiamoli. Non avranno né pace né tranquillità.
Bene. Salute e rabbia che partorisca domani.
Dalla Altra Città del Messico.
Subcomandante Insurgente Marcos
Sono passati circa 3 anni dalla morte di Alexis, da quando Marcos e centinaia di noi hanno lanciato un grido di rabbia e indignazione per l'assurda violenza dei fatti di Atenco. A cosa è servito? Ancora oggi decine di uomini e donne sono in carcere e il loro diritto di libertà violato.
RispondiEliminaCiao M.
Nessuna morte è inutile, nessuna sofferenza è vana, quando servono una nobile causa.
RispondiEliminaCerto sarebbe bello se essere idealisti e coraggiosi non costasse poi tanto, ma essere vigliacchi o indifferenti è forse umanamente più appagante?
Una vita pienamente umana può misurarsi solo dalla fede nei valori e negli ideali di Umanità, perchè alla fine, se vogliamo davvero misurare il significato della nostra vita, dovremo dare significato alla vita degli altri come alla nostra.
Il prezzo da pagare alla coerenza e all'integrità può essere fatto di quotidiane rinunce, di piccoli o grandi sacrifici, di scelte personali di intransigenza... E a volte anche di violenze subite o vite strappate. Ma questo può forse condizionare le nostre scelte? Sopire le nostre coscienze?
Quando si agisce nel giusto non possono esserci considerazioni di opportunità o calcoli di utilità, e l'agire onesto conseguente è sola ricompensa a se stesso.
Chi segue un percorso segnato dalla dirittura morale e non chi abbia raggiunto una qualsiasi meta, potrà dirsi alla fine abbia vissuto in modo "degno", e questo è il più alto riconoscimento come esseri umani.
Più che coraggio o utilità, diventa una questione di coerenza.
Il resto non conta... o come direbbe il Lauriano Mairena della poesia di Cardenal: "me vale verga!" ("mi fa una sega!") Io la penso così...
Ciao, D.