O eminente estadista italiano que dá pelo nome de Silvio Berlusconi, também conhecido pelo apodo de il "Cavaliere", acaba de gerar no seu privilegiado cérebro uma ideia que o coloca definitivamente à cabeça do pelotão dos grande pensadores políticos. Quer ele que, para obviar os longos, monótonos e demorados debates e agilizar os trâmites nas câmaras, senado e parlamento, sejam os chefes parlamentares a exercer o poder de representação, acabando-se ao mesmo tempo com o peso morto de umas quantas centenas de deputados e senadores que, na maior parte dos casos, não abrem a boca em toda a legislatura, a não ser para bocejar. A mim, devo reconhecê-lo, parece-me bem.
Os representantes dos maiores partidos, três ou quatro, digamos, reunir-se-iam num táxi a caminho de um restaurante onde, ao redor de uma boa refeição, tomariam as decisões pertinentes. Atrás de si teriam levado, mas deslocando-se em bicicleta, os representantes dos partidos menores, que comeriam ao balcão, no caso de o haver, ou numa cafetaria das imediações. Nada mais democrático. De caminho poderia mesmo começar a pensar-se em liquidar esses imponentes, arrogantes e pretensiosos edifícios denominados parlamentos e senados, fontes de contínuas discussões e de elevadas despesas que não aproveitam ao povo. De redução em redução confio que chegaríamos ao ágora dos gregos. Claro, com ágora, mas sem gregos. Dir-me-ão que a este Cavaliere não há que tomá-lo a sério. Sim, mas o perigo é que acabemos por não tomar a sério aqueles que o elegem.
José Saramago
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El eminente estadista italiano que tiene por nombre Silvio Berlusconi, también conocido por el apodo de il "Cavaliere", acaba de generar en su privilegiado cerebro una idea que lo coloca definitivamente a la cabeza del pelotón de los grandes pensadores políticos. Pretende él que, para obviar los largos, monótonos y tediosos debates y agilizar los trámites en las cámaras, senado y parlamento, sean los jefes de los grupos parlamentarios quienes ejerzan el poder de representación, acabándose al mismo tiempo con el peso muerto de unos cuantas cientos de diputados y senadores que, en la mayor parte de los casos, no abren la boca en toda la legislatura, salvo para bostezar. A mí, debo reconocerlo, me parece bien.
Los representantes de los mayores partidos, tres o cuatro, digamos, se reunirían en un taxi de camino a un restaurante donde, alredor de una buena mesa, tomarían las decisiones pertinentes. Tras de sí llevarían, pero viajando en bicicleta, a los representantes de los partidos menores, que comerían en el mostrador, en caso de haberlo, o en una cafetería cercana. Nada más democrático. De camino podría comenzar a pensarse en liquidar esos imponentes, arrogantes y pretenciosos edificios denominados parlamentos y senados, fuentes de continuas discusiones y de elevados gastos que no aprovechan al pueblo. De reducción en reducción supongo que llegaríamos al ágora de los griegos. Claro, con ágora, pero sin griegos. Me dirán que a este Cavaliere no hay que tomarlo en serio. Sí, pero el peligro es que acabemos por no tomar en serio a quienes lo eligen.
José Saramago
Os representantes dos maiores partidos, três ou quatro, digamos, reunir-se-iam num táxi a caminho de um restaurante onde, ao redor de uma boa refeição, tomariam as decisões pertinentes. Atrás de si teriam levado, mas deslocando-se em bicicleta, os representantes dos partidos menores, que comeriam ao balcão, no caso de o haver, ou numa cafetaria das imediações. Nada mais democrático. De caminho poderia mesmo começar a pensar-se em liquidar esses imponentes, arrogantes e pretensiosos edifícios denominados parlamentos e senados, fontes de contínuas discussões e de elevadas despesas que não aproveitam ao povo. De redução em redução confio que chegaríamos ao ágora dos gregos. Claro, com ágora, mas sem gregos. Dir-me-ão que a este Cavaliere não há que tomá-lo a sério. Sim, mas o perigo é que acabemos por não tomar a sério aqueles que o elegem.
José Saramago
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El eminente estadista italiano que tiene por nombre Silvio Berlusconi, también conocido por el apodo de il "Cavaliere", acaba de generar en su privilegiado cerebro una idea que lo coloca definitivamente a la cabeza del pelotón de los grandes pensadores políticos. Pretende él que, para obviar los largos, monótonos y tediosos debates y agilizar los trámites en las cámaras, senado y parlamento, sean los jefes de los grupos parlamentarios quienes ejerzan el poder de representación, acabándose al mismo tiempo con el peso muerto de unos cuantas cientos de diputados y senadores que, en la mayor parte de los casos, no abren la boca en toda la legislatura, salvo para bostezar. A mí, debo reconocerlo, me parece bien.
Los representantes de los mayores partidos, tres o cuatro, digamos, se reunirían en un taxi de camino a un restaurante donde, alredor de una buena mesa, tomarían las decisiones pertinentes. Tras de sí llevarían, pero viajando en bicicleta, a los representantes de los partidos menores, que comerían en el mostrador, en caso de haberlo, o en una cafetería cercana. Nada más democrático. De camino podría comenzar a pensarse en liquidar esos imponentes, arrogantes y pretenciosos edificios denominados parlamentos y senados, fuentes de continuas discusiones y de elevados gastos que no aprovechan al pueblo. De reducción en reducción supongo que llegaríamos al ágora de los griegos. Claro, con ágora, pero sin griegos. Me dirán que a este Cavaliere no hay que tomarlo en serio. Sí, pero el peligro es que acabemos por no tomar en serio a quienes lo eligen.
José Saramago
L’eminente statista italiano di nome Silvio Berlusconi, conosciuto anche come il "Cavaliere", ha appena partorito nel suo cervello privilegiato un’idea che lo colloca in maniera definitiva in testa al plotone dei grandi pensatori politici. Per evitare i lunghi, monotoni e lenti dibattiti e per snellire le procedure, alla camera e al senato, il Cavaliere vuole che siano i capigruppo parlamentari a esercitare il potere di rappresentanza, facendola finita allo stesso tempo col peso morto di alcune centinaia di deputati e senatori che, nella maggior parte dei casi, non aprono bocca durante tutta la legislatura, se non per sbadigliare. A me, devo ammetterlo, sembra un’ottima idea.
I rappresentanti dei maggiori partiti, diciamo tre o quattro, si riunirebbero in un taxi diretto a un ristorante dove, davanti a un lauto pasto, prenderebbero le decisioni del caso. Dietro si porterebbero, ma in sella a una bicicletta, i rappresentanti dei partiti minori, che mangerebbero al bancone, nel caso in cui ci sia, o in un bar nelle vicinanze. Niente di più democratico. Sulla strada si potrebbe anche cominciare a pensare a come liquidare questi imponenti, arroganti e pretenziosi edifici chiamati parlamento e senato, fonti di continue discussioni e onerose spese che non aiutano il popolo. Di riduzione in riduzione scommetto che arriveremmo all’agorà dei greci. Ovviamente con l’agorà, ma senza greci. Mi diranno che non bisogna prendere sul serio questo Cavaliere. D’accordo, ma il pericolo è che si finisca per non prendere sul serio quelli che lo votano.
José Saramago
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A Coisa Berlusconi
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