El tiempo resbala de las manos
sin tiempo de los hombres.
Llena su historia, la contradice,
la equivoca o la liberta.
José Revueltas
sin tiempo de los hombres.
Llena su historia, la contradice,
la equivoca o la liberta.
José Revueltas
Para: Juan Gelman, Latinoamérica
De: SupMarcos, México
Don Gelman:
Tiene días que esta carta me anda cosquilleando en las manos. Uno y otro vientos la arrebataron, pero no la llevaron muy lejos. Hoy parece que al fin se deja hacer, y así, como su empecinada lucha, con rabia y digno empecinamiento, empiezan a salir las letras, las palabras, los sentimientos. Tal vez me recuerde: usted me entrevistó en aquellos tiempos del Encuentro Intercontinental y me hizo hablar de poesía y otras anacronías. Yo lo conocí a usted a través de sus poemas, en uno de esos libros que solíamos cargar en los primeros solidarios años de la guerrilla que después el mundo conocería como Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Sé bien que el título sonará extraño para muchos, pero no para usted, avezado como fue y es en su largo ir de arriba a abajo levantando esos recuerdos y memorias que algunos llaman noticias. Como quiera, parece excéntrico titular una carta con la medida de una bala: "5.56 mm. NATO". Así que permítame extenderme un poco sobre el tema, después de todo no soy sino un soldado, un soldado muy otro, pero soldado al fin y al cabo.
"5.56 mm NATO" es la notación militar para referirse a la bala que usan, entre otros, el fusil M-16 (y sus variantes A-1 y A-2), el AR-15 ambos de fabricación estadunidense, del Galil israelí, la Steyr Aug austriaca y otras armas. La notación comercial es "calibre .223". Sí, es la misma bala, pero una es de uso militar, muy frecuente en los ejércitos de América Latina, y la otra es para cacería.
La historia de esta bala es la historia de una mentira. Cuando las grandes potencias militares incurrieron en el despropósito de humanizar la guerra (primero en las convenciones de La Haya, después en la de Ginebra), se a cordó la prohibición de las balas expansivas o dum-dum. El razonamiento fue impecable: el objetivo en una guerra es causarle bajas al enemigo, y por bajas se entienden muertos, heridos, desaparecidos y prisioneros.
Ergo, para humanizar la guerra lo que hay que hacer es reducir el número de muertos aumentando el número de heridos. Por eso se pronunciaron por el uso de "balas duras", que simplemente perforan la carne humana pero, si no tocan ningún órgano vital, no provocan la muerte, y si la provocan no causan "excesivo dolor". De ahí que se prohibieran las balas expansivas que, al perforar el cuerpo se florean o se fragmentan, es decir, "se expanden", y el daño que causan es mayor que el de las balas simples, pues no sólo afectan por donde penetran, sino una área mayor.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (NATO, por sus siglas en inglés), encabezada por Estados Unidos, adoptó la bala de calibre 7.62 mm., que fue conocida desde entonces como "7.62 NATO". El Pacto de Varsovia, encabezado por la entonces URSS, adoptó el mismo calibre, 7.62 mm., pero con el cartucho más corto que el del 7.62 NATO (51 mm. el NATO y 39 mm. el soviético). El arma básica de infantería que usó el Pacto de Varsovia fue el fusil automático Kalashnikov (AK) cuyo último modelo, el AK-47, prolifera en el mercado negro. Por su lado, la OTAN (y los países periféricos) adoptó diversas armas para el calibre 7.62 mm. x 55 mm. o 7.62 NATO. Entre ellas estuvo el Fusil Automático Ligero (FAL), de fabricación belga, y más reciente el G-3, de patente alemana. El Ejército Mexicano cambió el FAL por el G-3 y llegó a fabricarlo después de adquirir los derechos.
Pero en el auge de la Tercera Guerra Mundial (como la llamamos los zapatistas) o guerra fría (como se conoce en la historia actual), los estadunidenses buscaron la forma de hacer más letales sus armas, al mismo tiempo que burlaban los tratados que ellos mismos firmaron. Fue así como nació, entre los años 1957-1959 y a solicitud del Comando de la Armada Continental (USA), la bala de calibre 5.56 mm. (regularizada en 1964). Más delgada que la 7.62 y mucho más rápida, la 5.56 mm. no sólo representaba ventajas en su acarreo (un infante podía llevar hasta el doble de parque de 5.56 mm. que de 7.62, pero con el mismo peso y en menor espacio), también significaba grandes ganancias para las empresas bélicas estadunidenses (tan inocentes como la General Motors, la General Electric, la Ford, etcétera), porque su aprobación significaba cambiar totalmente el armamento de la infantería de Estados Unidos (formado en ese entonces por las carabinas M-1 y M-2, el viejo Garand y la Thompson), es decir, más ventas.
Una nueva bala significaba una nueva arma, y toda la industria militar se concentró en demostrar las bondades del nuevo calibre. Para convencer al Pentágono presentaron la mejor característica de la bala calibre 5.56 mm.: era de punta blanda. ¿Qué quiere decir esto? Bueno, pues que una bala del tipo de la de 5.56 mm., con punta blanda, se dobla al hacer contacto con la carne y empieza a girar erráticamente dentro del cuerpo. ¿Resultado? Más terrible que la expansiva, si el orificio de entrada de la bala era, en efecto, de 5.56 mm, el de salida (si lo había) era hasta 10 veces mayor. Si la bala no salía, destruía huesos, músculos, órganos. En conclusión: sin usar balas expansivas, el ejército estadunidense empezó a utilizar una bala más letal, con más capacidad de matar y que dejaba con menos oportunidad de vida al blanco humano que la recibía (además de que aumentaba considerablemente el sufrimiento del herido).
Estoy hablando del auge de la guerra fría. En ese entonces, Estados Unidos imaginaba el futuro escenario de guerra mundial en tierras europeas y con los ejércitos del Pacto de Varsovia como enemigos. El futuro "teatro de operaciones" estaba perfectamente ubicado en la larga línea que separaba Europa Occidental de la Europa Oriental: grandes ciudades, amplias y rápidas vías de comunicación, muchos espacios abiertos, etcétera. Según eso, la lógica del Pacto de Varsovia era simple: lanzar oleada tras oleada de infantes y blindados hasta vencer la resistencia enemiga. Por eso los ejércitos de los dos pactos (de Varsovia y la OTAN) cambiaron sus armas básicas de infantería por fusiles de asalto (gran volumen de fuego a rangos cortos, menores de 500 metros). La Guerra de Corea había demostrado las limitaciones del M-14 (versión semiautomática del Garand M-1). Fue así como nacieron los prototipos de lo que después sería llamado M-16, fabricado por la Colt en Connecticut, Estados Unidos.
Pero tanto la nueva bala como el fusil de asalto necesitaban ser probados "en condiciones reales". Así que el gobierno estadunidense decidió que su traspatio incluía el sudeste Asiático e intervino militarmente en Vietnam. Con los nuevos M-16 y su flamante calibre 5.56 mm., las tropas de EU invadieron Vietnam, y en los combates probaron que el M-16 y el calibre 5.56 mm. no eran tan buenos como decían. La bala es extremadamente veloz y ligera, así que cualquier roce con una hojita o rama cambiaba radicalmente su trayectoria (y, como era de esperarse, en la jungla asiática abundaban las hojitas y las ramas); además, el fusil era muy afectado por la humedad, un deficiente mecanismo del cerrojo provocaba que se atascara, con la consiguiente falla en el disparo.
No fue nada agradable para los soldados estadunidenses ver venir una oleada de vietcongs (como llamaban a los guerrilleros vietnamitas), apuntarles con su M-16, disparar y oír sólo "clic". Al Pentágono no le importaba mayormente que algunos de sus muchachos perdieran la vida y los combates en las selvas vietnamitas. Después de todo, ni arma ni calibre tenían como escenario esa guerra, sino la futura en territorio europeo y contra el Pacto de Varsovia. Conforme avanzó la guerra en Vietnam, se fue modificando el fusil: se reforzó la recámara para resistir la corrosión de la pólvora, se le instaló una palanca extra al cerrojo para asegurar su cierre y se ajustó el resorte recuperador para reducir la cadencia de tiro. Así nacieron el M.16 A-1 y el M-16 A-2. Con el calibre 5.56 mm. y el fusil M-16 como arma básica de su infantería, el ejército de Estados Unidos estaba ya listo para la nueva guerra mundial.
Paralelamente al M-16, se desarrolló el AR-15 (versión semiautomática de aquél), que luego habría de ser exportado a los países de América Latina, más concretamente a sus policías y sus escuadrones contrainsurgentes.
En México, el AR-15 es el arma predilecta de las policías de Seguridad Pública estatal. Especialistas en asesinar campesinos e indígenas, la policía de Seguridad Pública de Chiapas probaba alegremente, en los cuerpos morenos de sus víctimas, los efectos del calibre 5.56 mm. Cuando bajamos de las montañas, el primero de enero de 1994, nos encontramos con muchos AR-15 que los valientes policías dejaban abandonados en su apara tosa huida; pero eso es otra historia.
Cuando el señor Zedillo toma el poder en México, previo asesinato de su predecesor (Luis Donaldo Colosio), y fracasa su ofensiva militar de febrero de 1995, él y el Ejército federal deciden activar grupos paramilitares para combatir al EZLN "sin el desgaste en la opinión pública por la actuación directa de tropas federales" (Memorando interno de la Presidencia a la Sedena, documento clasificado, marzo-abril, 1995). Los detalles fueron resueltos por el experto en contrainsurgencia general Mario Renán Castillo, bajo la supervisión de su superior, general Enrique Cervantes Aguirre, por el entonces gobernador de Chiapas (y hoy agregado de la embajada de México en Washington), Ruiz Ferro, y el Partido Revolucionario Institucional (PRI). El acuerdo estuvo así: el Ejército pondría la instrucción y la dirección estratégica y táctica, el PRI pondría la tropa y el gobierno estatal pondría el armamento y el equipo. Así que, pronto, los flamantes grupos paramilitares en Chiapas se vieron provistos de fusiles de asalto AR-15 y AK-47 (conseguidos en el mercado negro que patrocinan los militares).
Acteal es la palabra que define cabalmente la estrategia gubernamental en Chiapas. Las balas que destrozaron a los 45 hombres, mujeres y niños en esa comunidad, el 22 de diciembre de 1997, eran, en su mayoría, calibre 5.56 mm., algunas 7.62 mm. y una que otra .22 largo rifle. Los tres niños que, hace unos meses, fueron a Estados Unidos a ser atendidos por cirujanos especialistas, presentan los efectos del calibre de la mentira: el 5.56 mm.
El día de hoy, 5 de enero de 2000, 30 indígenas zapatistas del municipio de Chenalhó, Chiapas, fueron emboscados por policías de Seguridad Pública y priístas. Fueron atacados mientras salían a cortar su café. Después de horas de tortura, el gobierno liberó a 27 y dejó prisioneros a tres, acusados, dice, de provocar la matanza de Acteal. El ridículo gubernamental no detiene ante el hecho de que es de todos sabido que Zedillo es quien provocó la matanza del 27 de diciembre de 1997, tampoco ante el despropósito de querer responsabilizar a los zapatistas, que no son sino las víctimas de los paramilitares. No, va más allá porque la detención se da en el contexto de una supuesta iniciativa de paz del gobierno federal que ofrece, entre otras cosas, liberar a zapatistas presos. Y no sólo no los libera, sino que aumenta su número con los pretextos más ridículos. Una mentira hace que hoy se sumen tres indígenas más a los cientos de zapatistas presos por el simple e imperdonable hecho de ser eso: zapatistas.
Yo sé que, a estas alturas de la carta, se pregunta por qué lo tiene a usted como destinatario. Bueno, resulta que hace meses leí en la revista Proceso que usted derribó a un general argentino, cosa poco frecuente, y que lo hizo con palabras (algo inaudito). La causa del empeño de usted fue entonces tapada por el escándalo del affaire Clinton-Lewinski (no sé si así va, el porno escrito no es mi especialidad). Pero ahora, más reciente, es mundialmente conocida su campaña para encontrar a su nieto (a). Ahora se sabe en todo el mundo que su hijo y su nuera fueron asesinados por la dictadura militar argentina (tal vez con una bala calibre 5.56 mm.), y que el hijo (a) de ambos fue vendido en el mercado negro de infantes que, además de la tortura, parece ser la especialidad de los ejércitos latinoamericanos. Y eso de la compraventa de hijos de desaparecidos políticos viene teniendo el mismo efecto del 5.56 mm.: no sólo penetra hiriendo, sino que gira dentro y causa más y más daño. Como si el desaparecido heredara a sus hijos la misma condición. Es decir, un crimen que padece la víctima... y quienes le siguen en descendencia.
Vi su carta al gobierno de Uruguay y leí su respuesta a la respuesta de ese gobierno (en La Jornada). Las leí y entendí por qué había caído ese general argentino. Estoy seguro de que nunca imaginó que un día se iba a enfrentar a un poeta y, lo que es peor, a un poeta necio. Porque usted es eso, un poeta (aunque a veces se disfrace de periodista), y es necio porque ahora, en estos tiempos, así se les llama a los que no se rinden ni se conforman.
En fin, yo lo que quería decirle es que nosotros, los zapatistas, lo apoyamos a usted, que deseamos que lo o la encuentre, que su nieto o nieta (que ya deben ser un hombre o una mujer hecho o hecha) merece saber que tuvo los padres que tuvo y su historia. Y, sobre todo, merece saber que tiene un abuelo que siempre la o lo buscó, que nunca se rindió, que tumbó a un general con unas palabras y que conmovió al mundo con su causa, y que el mate ya no es tan amargo si se toma con alguien que queremos, y otras cosas que, es seguro, usted querrá que ella o él sepan.
Y todo esto del calibre 5.56 mm., y Acteal, y los paramilitares, y su lucha de usted vienen a cuento porque, ahora que está la polémica de si el segundo milenio ya terminó en 1999 o terminará hasta que finalice el 2000, algo hay que decir.
Y nosotros los zapatistas decimos que no, que ni el milenio ni el siglo han terminado. No terminarán hasta que haya justicia y vida y libertad. No terminarán hasta que la justicia se cumpla, se castigue a los verdaderos culpables y sea así imposible otro Acteal. No terminarán hasta que usted encuentre a su nieto o nieta. No, ni el siglo ni el milenio pueden darse por terminados con esos pendientes. Es una vergüenza para la humanidad decir que ya entró en un nuevo milenio mientras sigue pendiente Acteal en la memoria, y un poeta-abuelo busca a su nieto desaparecido. No terminará nada mientras los calibres de las mentiras de este siglo y este milenio sigan dando vueltas dentro nuestro, destrozándonos, matándonos.
Así que, don Gelman, esta carta era sólo para decirle que, de veras, esperamos poder algún día decirle: ¡Feliz siglo nuevo! ¡Feliz nuevo milenio!
Vale. Salud y que el tiempo al fin liberte nuestra historia.
Desde las montañas del sureste mexicano
Subcomandante Insurgente Marcos
PD ARMAMENTISTA. Por cierto, el arma que cargo es una carabina AR-15, calibre 5.56 mm. Se la pedí prestada a un policía el primero de enero de 1994. Claro que corría tan rápido que no alcancé a escuchar su respuesta. Aquí la tengo, ayer servía para matar indígenas, hoy sirve para que no los maten, o ya no impunemente.
5.56 NATO: il calibro della menzogna
Il tempo scivola dalle mani
senza tempo degli uomini.
Riempie la loro storia, la contraddice,
la confonde o la libera.
José Revueltas
senza tempo degli uomini.
Riempie la loro storia, la contraddice,
la confonde o la libera.
José Revueltas
Per Juan Gelman, America Latina
Dal SupMarcos, Messico
Don Gelman:
E’ da giorni che questa lettera mi prude fra le mani. Un vento e l’altro l’hanno rapita, però non se la sono portata via molto lontano. Oggi pare che alla fine si lasci scrivere, e così, come la sua lotta caparbia, con rabbia e degna ostinazione, iniziano a venir fuori le lettere, le parole, i sentimenti. Forse mi ricorda: lei mi ha incontrato a quei tempi dell’Incontro Intercontinentale e mi ha fatto parlare di poesia e di altri anacronismi. Io l’ho conosciuta attraverso le sue poesie, in uno di quei libri che siamo soliti addebitare ai primi solidali anni di quella guerriglia che dopo il mondo avrebbe conosciuto come Esercito Zapatista di Liberazione Nazionale.
So bene che il titolo suonerà strano a molti, però non a lei, avvezzo com'è stato ed è nel suo lungo andare in su e in giù risvegliando quei ricordi e quelle memorie che alcuni chiamano notizie. E’ vero, pare eccentrico intitolare una lettera con il calibro di un proiettile: "5.56 mm NATO". Ed allora mi permetta di dilungarmi un poco sul tema, dopo tutto sono un soldato, un soldato molto strano, però soldato in fondo.
"5.56 mm NATO" è l’identificazione militare che si riferisce al proiettile che usano, tra gli altri, il fucile M-16 (e le sue varianti A-1 e A-2), l’AR-15 entrambi di fabbricazione statunitense, il Galil israeliano, la Steyr Aug austriaca e altre armi. L’identificazione commerciale è "calibro .223". Sì, è lo stesso proiettile, però uno è di uso militare, molto frequente per gli eserciti dell’America Latina, e l’altro è per la caccia.
La storia di questo proiettile è la storia di una bugia. Quando le grandi potenze militari sono incorse nello sproposito di umanizzare la guerra (prima nelle convenzioni de L’Aia, dopo in quella di Ginevra), si concordò la proibizione dei proiettili espansivi o dum-dum. Il discorso fu impeccabile: l’obiettivo in una guerra è causare perdite al nemico, e per perdite si intendono morti, feriti, dispersi e prigionieri.
Ergo, per umanizzare la guerra quello che c'è da fare è ridurre il numero dei morti aumentando il numero dei feriti. Perciò si pronunciarono per l’uso di "proiettili duri", che perforano solamente la carne umana però, se non ledono nessun organo vitale, non provocano la morte e se la provocano non sono causa di "eccessivo dolore". Da lì si proibirono i proiettili espansivi che, al perforare il corpo, fioriscono o si frammentano, vale a dire "si espandono", e il danno di cui sono causa è maggiore di quello dei semplici proiettili, dato che non ledono solo dove penetrano, ma un'area maggiore.
L’Organizzazione del Trattato del Nord Atlantico (NATO, nella sua sigla in inglese), diretta dagli Stati Uniti, adottò il proiettile calibro 7.62 mm, che si conobbe da allora come "7.62 NATO". Il Patto di Varsavia, capeggiato dall’allora URSS, adottò lo stesso calibro, 7.62 mm, però con una cartuccia più corta di quella del 7.62 NATO (51 mm quello della NATO e 39 mm quello sovietico). L’arma di base di fanteria che usò il Patto di Varsavia fu il fucile automatico Kalashnikov (AK) il cui ultimo modello, l’AK-47, prolifera sul mercato nero. Da parte sua, la NATO (e i paesi periferici) adottò diverse armi col calibro 7.62 mm. x 55 mm. o 7.62 NATO. Tra queste c’è stato il Fucile Automatico Leggero (FAL), di fabbricazione belga, e più di recente il G-3, di patente tedesca. L’Esercito Messicano cambiò il FAL con il G-3 ed è arrivato a fabbricarlo dopo averne acquistato i diritti.
Però nell’auge della Terza Guerra Mondiale (come la chiamiamo noi zapatisti) o della guerra fredda (come si conosce nella storia attuale), gli statunitensi cercarono il modo per rendere più letali le loro armi, burlandosi dei trattati che avevano firmato. Fu così che nacque, tra gli anni 1957-1959 sollecitato dal Comando dell’Armata Continentale (USA), il proiettile calibro 5.56 mm (regolarizzato nel 1964). Più sottile del 7.62 e molto più rapido, il 5.56 mm non presentava solo vantaggi per il suo trasporto (un fante poteva portare il doppio di proiettili 5.56 mm rispetto ai 7.62, con lo stesso peso e in minore spazio), ma significava pure grandi guadagni per le imprese belliche statunitensi (tanto innocenti come la General Motors, la General Elettric, la Ford, eccetera), perché la sua approvazione significava cambiare totalmente l’armamento della fanteria degli Stati Uniti (formato fino allora dalle carabine M-1 e M-2, dal vecchio Garand e dalla Thompson), vale a dire, più vendite.
Un nuovo proiettile significava una nuova arma e tutta l’industria militare si concentrò nel dimostrare la bontà del nuovo calibro. Per convincere il Pentagono presentarono la migliore caratteristica del proiettile calibro 5.56 mm: è a "punta blanda". Che vuole dire questo? Bene, vuol dire che un proiettile del tipo 5.56 mm, a punta blanda, si piega al contatto con la carne e inizia a girare dentro il corpo. Risultato? Più terribile del proiettile espansivo, se il foro di entrata del proiettile era, in effetti, di 5.56 mm, quello d’uscita (se c’era) era fino a 10 volte maggiore. Se il proiettile non usciva, distruggeva ossa, muscoli, organi. In conclusione: senza usare proiettili espansivi, l’Esercito statunitense iniziò ad utilizzare un proiettile più letale, con più capacità di uccidere e che lasciava meno opportunità di vita al bersaglio umano che lo riceveva (e inoltre aumentava considerevolmente la sofferenza del ferito).
Sto parlando dell’apogeo della guerra fredda. Allora, gli Stati Uniti immaginavano il futuro scenario di guerra mondiale nelle terre europee e con gli eserciti del Patto di Varsavia come nemico. Il futuro "teatro di operazioni" era perfettamente ubicato lungo la linea che separava l’Europa Occidentale dall’Europa Orientale: grandi città, ampie e rapide vie di comunicazione, molti spazi aperti, eccetera. In questa prospettiva, la logica del Patto di Varsavia era semplice: lanciare un’ondata dietro l’altra di fanteria e di blindati fino a vincere la resistenza nemica. Perciò gli eserciti dei due patti (di Varsavia e della NATO) cambiarono le loro armi di base della fanteria con fucili d’assalto (gran volume di fuoco a raggio corto, meno di 500 metri). La Guerra di Corea aveva dimostrato i limiti dell’M-14 (versione semiautomatica del Garand M-1). Fu così che nacquero i prototipi di quello che dopo sarebbe stato l’M-16, fabbricato dalla Colt nel Connecticut, Stati Uniti.
Però tanto il nuovo proiettile che il fucile d’assalto necessitavano d’essere provati "in condizioni reali". Così il governo statunitense ha deciso che il suo cortile di casa includeva il sudest Asiatico intervenendo militarmente in Vietnam. Con i nuovi M-16 e il loro fiammante calibro 5.56 mm, le truppe degli USA invasero il Vietnam e nei combattimenti provarono che l’M-16 e il calibro 5.56 mm non erano poi così buoni come si diceva. Il proiettile è estremamente veloce e leggero, così qualsiasi sfioramento di una fogliolina o di un ramo cambiavano radicalmente la sua traiettoria (e, come c’era da aspettarsi, nella giungla asiatica abbondano le foglioline e i rami); inoltre, il fucile era molto sensibile all’umidità, un deficiente meccanismo dell’otturatore ne provocava l’ostruzione, con il conseguente blocco dell’arma.
Non fu per nulla gradevole per i soldati statunitensi vedere venire avanti un’ondata di vietcong (così erano chiamati i guerriglieri vietnamiti), puntare con il loro M-16, sparare e sentire solo "clic". Al Pentagono non importava poi troppo che alcuni dei suoi ragazzi perdessero la vita nei combattimenti nelle selve vietnamite. Dopo tutto, né arma né calibro avevano come prospettiva questa guerra, ma quella futura in territorio europeo e contro il Patto di Varsavia. Continuando la guerra in Vietnam, si modificò il fucile: si rafforzò la culatta per resistere alla corrosione della polvere, si installò una leva extra all’otturatore per assicurare la sua chiusura e si modificò il meccanismo di caricamento per ridurre la cadenza di tiro. Così nacquero l’M.16 A-1 e l’M-16 A-2. con calibro 5.56 mm e il fucile M-16 come arma di base della fanteria: l’Esercito degli Stati Uniti era già pronto per la nuova guerra mondiale.
Parallelamente all’M-16, si sviluppò l’AR-15 (versione semiautomatica), che quindi avrebbe dovuto essere esportato ai paesi dell’America Latina, più concretamente alle loro polizie e ai loro squadroni antiguerriglia.
In Messico, l’AR-15 è l’arma prediletta delle polizie di Sicurezza Pubblica statale. Specialista nell’assassinare contadini e indigeni, la polizia di Sicurezza Pubblica del Chiapas provava allegramente, sui corpi morenos delle loro vittime, gli effetti del calibro 5.56 mm. Quando scendemmo dalle montagne, il primo gennaio del 1994, abbiamo trovato molti AR-15 che i coraggiosi poliziotti abbandonavano nella loro vistosa fuga; però questa è un’altra storia.
Quando il signor Zedillo prese il potere in Messico, previo l’assassinio del suo predecessore (Luis Donaldo Colosio), e fallisce la sua offensiva militare del febbraio del 1995, lui e l’Esercito federale decidono di attivare gruppi paramilitari per combattere l’EZLN "senza il deterioramento nell’opinione pubblica per l’azione diretta di truppe federali" (Memorandum interno de la Presidencia a la Sedena, documento archiviato, marzo-aprile, 1995). I dettagli sono stati risolti dall’esperto in antiguerriglia, il generale Mario Renán Castello, sotto la supervisione di un suo superiore, il generale Enrique Cervantes Aguirre, dall’allora governatore del Chiapas (e oggi addetto all’ambasciata del Messico a Washington), Ruiz Ferro, e dal Partito Rivoluzionario Istituzionale (PRI). L’accordo è stato questo: l’Esercito metteva l’istruzione e la direzione strategica e tattica, il PRI metteva la truppa e il governo statale metteva l’armamento e l’equipaggiamento. Così, presto, i fiammanti gruppi paramilitari in Chiapas sono stati dotati di fucili d’assalto AR-15 e AK-47 (reperiti sul mercato nero patrocinato dai militari).
Acteal è la parola che definisce meglio la strategia governativa in Chiapas. I proiettili che massacrarono 45 uomini, donne e bambini in questa comunità, il 22 dicembre 1997, erano, in maggioranza, calibro 5.56 mm, alcuni 7.62 mm e pochi altri .22 carabina lunga. I tre bambini che, alcuni mesi fa, sono stati negli Stati Uniti per essere curati da chirurghi specialisti, presentano gli effetti del calibro della bugia: il 5.56 mm.
Oggi, 5 gennaio 2000, poliziotti di Sicurezza Pubblica e priisti hanno teso un’imboscata a 30 indigeni zapatisti del municipio di Chenalhó, Chiapas. Sono stati attaccati mentre uscivano a raccogliere il loro caffè. Dopo ore di tortura, il governo ne ha liberati 27 arrestandone tre, accusati, dice, di aver provocato il massacro di Acteal. Il ridicolo governativo non si ferma di fronte al fatto che sia noto a tutti che è Zedillo che ha provocato il massacro del 27 dicembre 1997, non si ferma neanche di fronte allo sproposito di volere responsabilizzare gli zapatisti, che non sono altro che le vittime dei paramilitari. No, va più in là perché l’arresto avviene nel contesto di una presunta iniziativa di pace del governo federale che offre, tra le altre cose, di liberare zapatisti detenuti. E non solo non li libera, ma aumenta il loro numero con i pretesti più ridicoli. Una bugia fa sì che oggi si aggiungano tre indigeni in più alle centinaia di zapatisti detenuti per il semplice e imperdonabile fatto di essere ciò che sono: zapatisti.
Io so che, a questo punto della lettera, lei si domanda perché l’abbia scelta come destinatario. Bene, mesi fa ho letto sulla rivista Proceso che lei ha demolito un generale argentino, cosa poco frequente, e che lo ha fatto con le parole (cosa inaudita). La causa del suo impegno fu allora coperta dallo scandalo dell’affaire Clinton-Lewinski (non so se si scriva così, il porno scritto non è la mia specialità). Però adesso, più di recente, è mondialmente nota la sua campagna per trovare suo/a nipote. Adesso si sa in tutto il mondo che suo figlio e sua nuora sono stati assassinati dalla dittatura militare argentina (forse con un proiettile calibro 5.56 mm), e che il figlio/a di entrambi fu venduto al mercato nero dei bambini che, oltre alla tortura, pare essere la specialità degli eserciti latinoamericani. E questo della compravendita dei figli dei desaparecidos politici sta avendo lo stesso effetto del 5.56 mm: non solo penetra ferendo, ma gira dentro e causa sempre più danno. Come se il desaparecido lasciasse in eredità ai suoi figli la stessa condizione. Vale a dire, un crimine che colpisce la vittima... e coloro che la seguono nella discendenza.
Ho visto la sua lettera al governo dell’Uruguay e ho letto la sua risposta alla risposta di questo governo (in La Jornada). Le ho lette ed ho capito perché era caduto questo generale argentino. Sono sicuro che mai aveva immaginato che un giorno avrebbe dovuto affrontare un poeta e, ciò che è peggio, un poeta insensato. Perché lei lo è, un poeta (benché a volte si mascheri da giornalista), ed è insensato perché adesso, in questi tempi, così si chiamano coloro che non si arrendono né si adattano.
Infine, io volevo dirle che noi, zapatisti, la appoggiamo, che desideriamo che lo/a trovi, che suo/a nipote (che già deve essere un uomo o una donna fatto o fatta) merita di sapere che ha avuto i genitori che ha avuto e la loro storia. E, soprattutto, merita di sapere che ha un nonno che sempre la/o ha cercato/a, che non si è mai arreso, che mise al tappeto un generale con alcune parole e che ha commosso il mondo con la sua causa, e che il mate non è più tanto amaro se si prende con qualcuno che amiamo, e altre cose che, sicuramente, lei vorrà che lei o lui sappiano.
E tutto questo scrivere del calibro 5.56 mm e di Acteal e dei paramilitari e della sua lotta vengono a fagiolo perché, adesso che c’è la polemica se il secondo millennio è già terminato nel 1999 o terminerà quando finisce il 2000, qualcosa bisogna dire.
E noi zapatisti diciamo che no, che né il millennio né il secolo sono terminati. Non termineranno fino a che non ci saranno giustizia e vita e libertà. Non termineranno fino a che la giustizia non si applicherà, fino a che non si castigheranno gli autentici colpevoli e diventi così impossibile un altro Acteal. Non termineranno fino a che lei non troverà suo/a nipote. No, né il secolo né il millennio possono considerarsi terminati con queste pendenze. È una vergogna per l’umanità pensare di essere già entrata in un nuovo millennio mentre perdura insoluto Acteal nella memoria, e un poeta-nonno cerca suo/a nipote desaparecido/a. Non terminerà niente mentre il calibro delle bugie di questo secolo e di questo millennio continuino a girare dentro di noi, distruggendoci, uccidendoci.
Pertanto, don Gelman, questa lettera era solo per dirle che speriamo davvero un giorno di poterle dire: Felice secolo nuovo! Felice nuovo millennio!
Bene. Saluti e che il tempo infine liberi la nostra storia.
Dalle montagne del sudest messicano
Subcomandante Insurgente Marcos
P.S.: GUERRAFONDAIO Certo, l’arma che porto è un fucile AR-15, calibro 5.56 mm. La chiesi in prestito a un poliziotto il primo gennaio del 1994. Chiaramente scappava così in fretta che non riuscii a sentire la sua risposta. Adesso ce l’ho qui, ieri serviva ad uccidere indigeni, oggi serve perché non li uccidano, o almeno non impunemente.
Conosco bene il cal. 5.56 nato e i suoi effetti micidiali e devastanti. Tutto quello che dice il Subcomandante Marcos è assolutamente vero: il calibro 5.56 è un'arma di sterminio di massa!
Il cal. 5.56 è più "leggero" di un cal. 7.62, quindi ha più velocità di lancio e questo significa meno anticipo su un bersaglio in movimento. Ha meno "rinculo", e questo vuol dire maggiore precisione e più cadenza di tiro. Il cal. 5,56 ha anche meno massa all'impatto, quindi più velocità di rotazione e più penetrazione per neutralizzare il bersaglio. Meno massa fa anche meno peso, quindi più possibilità di caricamento nell'arma e più "dotazione" individuale di cartucce (nel mio caso di solito 180). L'ogiva a "punta blanda" del cal. 5,56 sposta il baricentro del poiettile all'impatto, questo significa che si uccide di più e meglio, perché se si colpisce una spalla è possibile che il proiettile esca poi dall'addome, da un fianco, dalla pancia, dopo aver fatto un sacco di strada... e di danni. (D*)
Dal SupMarcos, Messico
Don Gelman:
E’ da giorni che questa lettera mi prude fra le mani. Un vento e l’altro l’hanno rapita, però non se la sono portata via molto lontano. Oggi pare che alla fine si lasci scrivere, e così, come la sua lotta caparbia, con rabbia e degna ostinazione, iniziano a venir fuori le lettere, le parole, i sentimenti. Forse mi ricorda: lei mi ha incontrato a quei tempi dell’Incontro Intercontinentale e mi ha fatto parlare di poesia e di altri anacronismi. Io l’ho conosciuta attraverso le sue poesie, in uno di quei libri che siamo soliti addebitare ai primi solidali anni di quella guerriglia che dopo il mondo avrebbe conosciuto come Esercito Zapatista di Liberazione Nazionale.
So bene che il titolo suonerà strano a molti, però non a lei, avvezzo com'è stato ed è nel suo lungo andare in su e in giù risvegliando quei ricordi e quelle memorie che alcuni chiamano notizie. E’ vero, pare eccentrico intitolare una lettera con il calibro di un proiettile: "5.56 mm NATO". Ed allora mi permetta di dilungarmi un poco sul tema, dopo tutto sono un soldato, un soldato molto strano, però soldato in fondo.
"5.56 mm NATO" è l’identificazione militare che si riferisce al proiettile che usano, tra gli altri, il fucile M-16 (e le sue varianti A-1 e A-2), l’AR-15 entrambi di fabbricazione statunitense, il Galil israeliano, la Steyr Aug austriaca e altre armi. L’identificazione commerciale è "calibro .223". Sì, è lo stesso proiettile, però uno è di uso militare, molto frequente per gli eserciti dell’America Latina, e l’altro è per la caccia.
La storia di questo proiettile è la storia di una bugia. Quando le grandi potenze militari sono incorse nello sproposito di umanizzare la guerra (prima nelle convenzioni de L’Aia, dopo in quella di Ginevra), si concordò la proibizione dei proiettili espansivi o dum-dum. Il discorso fu impeccabile: l’obiettivo in una guerra è causare perdite al nemico, e per perdite si intendono morti, feriti, dispersi e prigionieri.
Ergo, per umanizzare la guerra quello che c'è da fare è ridurre il numero dei morti aumentando il numero dei feriti. Perciò si pronunciarono per l’uso di "proiettili duri", che perforano solamente la carne umana però, se non ledono nessun organo vitale, non provocano la morte e se la provocano non sono causa di "eccessivo dolore". Da lì si proibirono i proiettili espansivi che, al perforare il corpo, fioriscono o si frammentano, vale a dire "si espandono", e il danno di cui sono causa è maggiore di quello dei semplici proiettili, dato che non ledono solo dove penetrano, ma un'area maggiore.
L’Organizzazione del Trattato del Nord Atlantico (NATO, nella sua sigla in inglese), diretta dagli Stati Uniti, adottò il proiettile calibro 7.62 mm, che si conobbe da allora come "7.62 NATO". Il Patto di Varsavia, capeggiato dall’allora URSS, adottò lo stesso calibro, 7.62 mm, però con una cartuccia più corta di quella del 7.62 NATO (51 mm quello della NATO e 39 mm quello sovietico). L’arma di base di fanteria che usò il Patto di Varsavia fu il fucile automatico Kalashnikov (AK) il cui ultimo modello, l’AK-47, prolifera sul mercato nero. Da parte sua, la NATO (e i paesi periferici) adottò diverse armi col calibro 7.62 mm. x 55 mm. o 7.62 NATO. Tra queste c’è stato il Fucile Automatico Leggero (FAL), di fabbricazione belga, e più di recente il G-3, di patente tedesca. L’Esercito Messicano cambiò il FAL con il G-3 ed è arrivato a fabbricarlo dopo averne acquistato i diritti.
Però nell’auge della Terza Guerra Mondiale (come la chiamiamo noi zapatisti) o della guerra fredda (come si conosce nella storia attuale), gli statunitensi cercarono il modo per rendere più letali le loro armi, burlandosi dei trattati che avevano firmato. Fu così che nacque, tra gli anni 1957-1959 sollecitato dal Comando dell’Armata Continentale (USA), il proiettile calibro 5.56 mm (regolarizzato nel 1964). Più sottile del 7.62 e molto più rapido, il 5.56 mm non presentava solo vantaggi per il suo trasporto (un fante poteva portare il doppio di proiettili 5.56 mm rispetto ai 7.62, con lo stesso peso e in minore spazio), ma significava pure grandi guadagni per le imprese belliche statunitensi (tanto innocenti come la General Motors, la General Elettric, la Ford, eccetera), perché la sua approvazione significava cambiare totalmente l’armamento della fanteria degli Stati Uniti (formato fino allora dalle carabine M-1 e M-2, dal vecchio Garand e dalla Thompson), vale a dire, più vendite.
Un nuovo proiettile significava una nuova arma e tutta l’industria militare si concentrò nel dimostrare la bontà del nuovo calibro. Per convincere il Pentagono presentarono la migliore caratteristica del proiettile calibro 5.56 mm: è a "punta blanda". Che vuole dire questo? Bene, vuol dire che un proiettile del tipo 5.56 mm, a punta blanda, si piega al contatto con la carne e inizia a girare dentro il corpo. Risultato? Più terribile del proiettile espansivo, se il foro di entrata del proiettile era, in effetti, di 5.56 mm, quello d’uscita (se c’era) era fino a 10 volte maggiore. Se il proiettile non usciva, distruggeva ossa, muscoli, organi. In conclusione: senza usare proiettili espansivi, l’Esercito statunitense iniziò ad utilizzare un proiettile più letale, con più capacità di uccidere e che lasciava meno opportunità di vita al bersaglio umano che lo riceveva (e inoltre aumentava considerevolmente la sofferenza del ferito).
Sto parlando dell’apogeo della guerra fredda. Allora, gli Stati Uniti immaginavano il futuro scenario di guerra mondiale nelle terre europee e con gli eserciti del Patto di Varsavia come nemico. Il futuro "teatro di operazioni" era perfettamente ubicato lungo la linea che separava l’Europa Occidentale dall’Europa Orientale: grandi città, ampie e rapide vie di comunicazione, molti spazi aperti, eccetera. In questa prospettiva, la logica del Patto di Varsavia era semplice: lanciare un’ondata dietro l’altra di fanteria e di blindati fino a vincere la resistenza nemica. Perciò gli eserciti dei due patti (di Varsavia e della NATO) cambiarono le loro armi di base della fanteria con fucili d’assalto (gran volume di fuoco a raggio corto, meno di 500 metri). La Guerra di Corea aveva dimostrato i limiti dell’M-14 (versione semiautomatica del Garand M-1). Fu così che nacquero i prototipi di quello che dopo sarebbe stato l’M-16, fabbricato dalla Colt nel Connecticut, Stati Uniti.
Però tanto il nuovo proiettile che il fucile d’assalto necessitavano d’essere provati "in condizioni reali". Così il governo statunitense ha deciso che il suo cortile di casa includeva il sudest Asiatico intervenendo militarmente in Vietnam. Con i nuovi M-16 e il loro fiammante calibro 5.56 mm, le truppe degli USA invasero il Vietnam e nei combattimenti provarono che l’M-16 e il calibro 5.56 mm non erano poi così buoni come si diceva. Il proiettile è estremamente veloce e leggero, così qualsiasi sfioramento di una fogliolina o di un ramo cambiavano radicalmente la sua traiettoria (e, come c’era da aspettarsi, nella giungla asiatica abbondano le foglioline e i rami); inoltre, il fucile era molto sensibile all’umidità, un deficiente meccanismo dell’otturatore ne provocava l’ostruzione, con il conseguente blocco dell’arma.
Non fu per nulla gradevole per i soldati statunitensi vedere venire avanti un’ondata di vietcong (così erano chiamati i guerriglieri vietnamiti), puntare con il loro M-16, sparare e sentire solo "clic". Al Pentagono non importava poi troppo che alcuni dei suoi ragazzi perdessero la vita nei combattimenti nelle selve vietnamite. Dopo tutto, né arma né calibro avevano come prospettiva questa guerra, ma quella futura in territorio europeo e contro il Patto di Varsavia. Continuando la guerra in Vietnam, si modificò il fucile: si rafforzò la culatta per resistere alla corrosione della polvere, si installò una leva extra all’otturatore per assicurare la sua chiusura e si modificò il meccanismo di caricamento per ridurre la cadenza di tiro. Così nacquero l’M.16 A-1 e l’M-16 A-2. con calibro 5.56 mm e il fucile M-16 come arma di base della fanteria: l’Esercito degli Stati Uniti era già pronto per la nuova guerra mondiale.
Parallelamente all’M-16, si sviluppò l’AR-15 (versione semiautomatica), che quindi avrebbe dovuto essere esportato ai paesi dell’America Latina, più concretamente alle loro polizie e ai loro squadroni antiguerriglia.
In Messico, l’AR-15 è l’arma prediletta delle polizie di Sicurezza Pubblica statale. Specialista nell’assassinare contadini e indigeni, la polizia di Sicurezza Pubblica del Chiapas provava allegramente, sui corpi morenos delle loro vittime, gli effetti del calibro 5.56 mm. Quando scendemmo dalle montagne, il primo gennaio del 1994, abbiamo trovato molti AR-15 che i coraggiosi poliziotti abbandonavano nella loro vistosa fuga; però questa è un’altra storia.
Quando il signor Zedillo prese il potere in Messico, previo l’assassinio del suo predecessore (Luis Donaldo Colosio), e fallisce la sua offensiva militare del febbraio del 1995, lui e l’Esercito federale decidono di attivare gruppi paramilitari per combattere l’EZLN "senza il deterioramento nell’opinione pubblica per l’azione diretta di truppe federali" (Memorandum interno de la Presidencia a la Sedena, documento archiviato, marzo-aprile, 1995). I dettagli sono stati risolti dall’esperto in antiguerriglia, il generale Mario Renán Castello, sotto la supervisione di un suo superiore, il generale Enrique Cervantes Aguirre, dall’allora governatore del Chiapas (e oggi addetto all’ambasciata del Messico a Washington), Ruiz Ferro, e dal Partito Rivoluzionario Istituzionale (PRI). L’accordo è stato questo: l’Esercito metteva l’istruzione e la direzione strategica e tattica, il PRI metteva la truppa e il governo statale metteva l’armamento e l’equipaggiamento. Così, presto, i fiammanti gruppi paramilitari in Chiapas sono stati dotati di fucili d’assalto AR-15 e AK-47 (reperiti sul mercato nero patrocinato dai militari).
Acteal è la parola che definisce meglio la strategia governativa in Chiapas. I proiettili che massacrarono 45 uomini, donne e bambini in questa comunità, il 22 dicembre 1997, erano, in maggioranza, calibro 5.56 mm, alcuni 7.62 mm e pochi altri .22 carabina lunga. I tre bambini che, alcuni mesi fa, sono stati negli Stati Uniti per essere curati da chirurghi specialisti, presentano gli effetti del calibro della bugia: il 5.56 mm.
Oggi, 5 gennaio 2000, poliziotti di Sicurezza Pubblica e priisti hanno teso un’imboscata a 30 indigeni zapatisti del municipio di Chenalhó, Chiapas. Sono stati attaccati mentre uscivano a raccogliere il loro caffè. Dopo ore di tortura, il governo ne ha liberati 27 arrestandone tre, accusati, dice, di aver provocato il massacro di Acteal. Il ridicolo governativo non si ferma di fronte al fatto che sia noto a tutti che è Zedillo che ha provocato il massacro del 27 dicembre 1997, non si ferma neanche di fronte allo sproposito di volere responsabilizzare gli zapatisti, che non sono altro che le vittime dei paramilitari. No, va più in là perché l’arresto avviene nel contesto di una presunta iniziativa di pace del governo federale che offre, tra le altre cose, di liberare zapatisti detenuti. E non solo non li libera, ma aumenta il loro numero con i pretesti più ridicoli. Una bugia fa sì che oggi si aggiungano tre indigeni in più alle centinaia di zapatisti detenuti per il semplice e imperdonabile fatto di essere ciò che sono: zapatisti.
Io so che, a questo punto della lettera, lei si domanda perché l’abbia scelta come destinatario. Bene, mesi fa ho letto sulla rivista Proceso che lei ha demolito un generale argentino, cosa poco frequente, e che lo ha fatto con le parole (cosa inaudita). La causa del suo impegno fu allora coperta dallo scandalo dell’affaire Clinton-Lewinski (non so se si scriva così, il porno scritto non è la mia specialità). Però adesso, più di recente, è mondialmente nota la sua campagna per trovare suo/a nipote. Adesso si sa in tutto il mondo che suo figlio e sua nuora sono stati assassinati dalla dittatura militare argentina (forse con un proiettile calibro 5.56 mm), e che il figlio/a di entrambi fu venduto al mercato nero dei bambini che, oltre alla tortura, pare essere la specialità degli eserciti latinoamericani. E questo della compravendita dei figli dei desaparecidos politici sta avendo lo stesso effetto del 5.56 mm: non solo penetra ferendo, ma gira dentro e causa sempre più danno. Come se il desaparecido lasciasse in eredità ai suoi figli la stessa condizione. Vale a dire, un crimine che colpisce la vittima... e coloro che la seguono nella discendenza.
Ho visto la sua lettera al governo dell’Uruguay e ho letto la sua risposta alla risposta di questo governo (in La Jornada). Le ho lette ed ho capito perché era caduto questo generale argentino. Sono sicuro che mai aveva immaginato che un giorno avrebbe dovuto affrontare un poeta e, ciò che è peggio, un poeta insensato. Perché lei lo è, un poeta (benché a volte si mascheri da giornalista), ed è insensato perché adesso, in questi tempi, così si chiamano coloro che non si arrendono né si adattano.
Infine, io volevo dirle che noi, zapatisti, la appoggiamo, che desideriamo che lo/a trovi, che suo/a nipote (che già deve essere un uomo o una donna fatto o fatta) merita di sapere che ha avuto i genitori che ha avuto e la loro storia. E, soprattutto, merita di sapere che ha un nonno che sempre la/o ha cercato/a, che non si è mai arreso, che mise al tappeto un generale con alcune parole e che ha commosso il mondo con la sua causa, e che il mate non è più tanto amaro se si prende con qualcuno che amiamo, e altre cose che, sicuramente, lei vorrà che lei o lui sappiano.
E tutto questo scrivere del calibro 5.56 mm e di Acteal e dei paramilitari e della sua lotta vengono a fagiolo perché, adesso che c’è la polemica se il secondo millennio è già terminato nel 1999 o terminerà quando finisce il 2000, qualcosa bisogna dire.
E noi zapatisti diciamo che no, che né il millennio né il secolo sono terminati. Non termineranno fino a che non ci saranno giustizia e vita e libertà. Non termineranno fino a che la giustizia non si applicherà, fino a che non si castigheranno gli autentici colpevoli e diventi così impossibile un altro Acteal. Non termineranno fino a che lei non troverà suo/a nipote. No, né il secolo né il millennio possono considerarsi terminati con queste pendenze. È una vergogna per l’umanità pensare di essere già entrata in un nuovo millennio mentre perdura insoluto Acteal nella memoria, e un poeta-nonno cerca suo/a nipote desaparecido/a. Non terminerà niente mentre il calibro delle bugie di questo secolo e di questo millennio continuino a girare dentro di noi, distruggendoci, uccidendoci.
Pertanto, don Gelman, questa lettera era solo per dirle che speriamo davvero un giorno di poterle dire: Felice secolo nuovo! Felice nuovo millennio!
Bene. Saluti e che il tempo infine liberi la nostra storia.
Dalle montagne del sudest messicano
Subcomandante Insurgente Marcos
P.S.: GUERRAFONDAIO Certo, l’arma che porto è un fucile AR-15, calibro 5.56 mm. La chiesi in prestito a un poliziotto il primo gennaio del 1994. Chiaramente scappava così in fretta che non riuscii a sentire la sua risposta. Adesso ce l’ho qui, ieri serviva ad uccidere indigeni, oggi serve perché non li uccidano, o almeno non impunemente.
Conosco bene il cal. 5.56 nato e i suoi effetti micidiali e devastanti. Tutto quello che dice il Subcomandante Marcos è assolutamente vero: il calibro 5.56 è un'arma di sterminio di massa!
Il cal. 5.56 è più "leggero" di un cal. 7.62, quindi ha più velocità di lancio e questo significa meno anticipo su un bersaglio in movimento. Ha meno "rinculo", e questo vuol dire maggiore precisione e più cadenza di tiro. Il cal. 5,56 ha anche meno massa all'impatto, quindi più velocità di rotazione e più penetrazione per neutralizzare il bersaglio. Meno massa fa anche meno peso, quindi più possibilità di caricamento nell'arma e più "dotazione" individuale di cartucce (nel mio caso di solito 180). L'ogiva a "punta blanda" del cal. 5,56 sposta il baricentro del poiettile all'impatto, questo significa che si uccide di più e meglio, perché se si colpisce una spalla è possibile che il proiettile esca poi dall'addome, da un fianco, dalla pancia, dopo aver fatto un sacco di strada... e di danni. (D*)
Ieri ascoltavo un'intervista a Gino Strada, un grande uomo che ammiro in modo incondizionato. Anche lui, come te in questo post, ha parlato dei danni irreversibili delle armi e della guerra sulle persone. E' atroce immaginare un corpo dilaniato da un pezzetto di metallo o da una mina antiuomo, lui e la sua organizzazione, ogni giorno tentano di salvare quei corpi, fanno questo da 15 anni in Afghanistan e non solo. Te fortunatamente ne sei uscito anche se non si dimentica. E sempre ieri il presidente degli U.S.A. riceveva il premio Nobel per la Pace. Mi dispiace dirlo ma non lo merita. Ciao, M.
RispondiEliminaPs: ho trovato stupende le parole della canzone "Acompaname", è una bellissima poesia in musica. Grazie, sempre, per i bei post.
Mary,
RispondiEliminapotrei dire cose su mine, granate e body trap da far accapponare la pelle.
Ci sono tipi di mine, ad esempio, che sono "attive". Siccome ci si è accorti che l'esplosione a terra non è detto che ammazzava chi calpestava la mina, se non spesso per il dissanguamento conseguente la perdita degli arti, si è pensato bene di renderla "dinamica". Quando si schiaccia questo tipo di ordigni la spoletta aziona un dispositivo che rilascia il corpo centrale della mina, proiettandolo fuori ad un'altezza di circa un metro, dove poi esplode e rilascia un mare di schegge a "saturazione d'area", colpisce cioè tutto per un raggio di circa 30/45 metri. In questo modo chi aziona la mina è uno, ma a morire sono in tanti.
Ti dirò qualcosa in più. Spesso si pensa che i proiettili vengano contati. Nulla di più sbagliato, si perderebbe troppo tempo e i militari non fanno i contabili (come disse quel generale americano parlando di vittime collaterali). I proiettili vengono pesati, chè si fa prima.
In questo modo dieci, cento o un milione di "pezzi" sono solo un'operazione aritmetica alla bilancia.
Questa è la verità! I proiettili ce li pesavano assieme alle razioni, ce ne davano un tot ciascuno, al chilo come fossero stati confetti o caramelle.
La vita di un uomo pesa poco, sono solo poche decine di grammi.
No, il presidente americano non merita il Nobel per la pace. Anche questo è segno dei tempi.
Non lo merita perché è a capo della nazione più potente del mondo, con più basi militari nel mondo, con l'arsenale più grande del mondo, che ha fatto e fa più guerre nel mondo, che inventa e produce più armi e che le esporta, legalmente e illegalmente, in tutto il mondo.
Non lo merita perché, a dispetto del colore, è esponente del ceto ricco della nazione più ricca del mondo e non aveva certo bisogno pure dei soldi del Nobel che potevano essere meglio spesi a La Realidad o in qualsiasi altro caracol zapatista (per istruzione, medicine, luce elettrica, sementi e fertilizzanti, ecc...).
Non lo merita perché il suo stesso discorso è stato un discorso sulla guerra e sul diritto (divino?) degli Usa di farla, sempre a tutti e ovunque.
Sarebbe stato molto meglio dare il premio ad un uomo solo e col passamontagna che si batte da oltre un decennio con la parola (e con il fuoco, se necessario) per la pace, che avrebbe usato i soldi per chi ne ha davvero bisogno e che avrebbe così finalmente visto riconosciuti significato e valore ad una lotta per la giustizia e l'equità cui ha dedicato tutto se stesso.
E che, infine, ci avrebbe deliziato tutti con un suo bellissimo e poetico discorso sull'utopia, i valori di umanità e... la grandezza del vero e unico vincitore del Nobel: l'insigne, l'insuperabile, l'incommensurabile, l'imbattibile Don Durito de la Lacandona.
Così non è stato, purtroppo. L'Accademia di Svezia ha perso in questo modo una bella occasione, ma noi che invece siamo un popolo di sognatori, quell'occasione preferiamo tenercela in serbo per quando
"....finirà con un pranzo di nozze,
con i piedi senza stivali,
con l'orchestra che ci dà dentro,
con mille fuochi artificiali.
Finirà con un bagno nel fiume,
con la sposa che ha perso l'anello,
con i piedi senza stivali,
e con tre stelle sul nostro cappello!
Finirà con i saluti,
come quando finisce una festa,
hasta siempre, hasta la vista!!"
Ciao, D.
Ps Grazie a te. Della canzone non sei la sola che mi ha parlato e anche a te dico la stessa cosa. Tutti noi scegliamo le canzoni come le poesie, alcune perché ci piacciono solo, altre perché ci dicono qualcosa, altre ancora perché parlano di noi.
Questa, in particolare, appartiene al terzo tipo...