Damas y caballeros:
Yo sigo arriba de la ceiba. Hice un avión de papel con los comunicados y lo lancé con fuerza. Casi inmediatamente empezó a llover. "Debiste hacer un barco de papel" me gritó mi-otro-yo desde una goleta. A lo lejos la madrugada le cedía, amable, el asiento a un perezoso amanecer.
Vale. Salud y ¿quién puede adivinar, en el suelo hoy vacío, la flor de mañana?
Desde las montañas de Numancia
Subcomandante Insurgente Marcos.
La Posdata Recurrente.
Sección "La ceiba es el palo mayor de inestable navío".
Estaba yo en lo más alto del palo mayor (sí, ya sé que es una ceiba, pero se parecen), oteando el horizonte, cuando allá a lo lejos un surtidor fugaz fue relámpago en el relámpago que le dio vida. La noche era tormenta negra y, sin embargo, la luna alcanzó a asomar apenas su embestida al oriente. Un reflejo llegó al mar para dejar ver un pequeño banco de arena blanca. Cierto que el mar de la noche tiene sorpresas, pero encontrar un banco de arena blanca no es común. Quiero decir que suelo hallar bancos de escuela, mesabancos, y hasta sucursales bancarias, pero nunca un banco de blanca arena. Tomé el catalejo y apunté a proa, a donde la luna había señalado la playa, y nada, sólo el negro bostezo de una lluvia nocturna. Un relámpago delató de nuevo el surtidor espumoso pero ahora a babor. Volteé en esa dirección y alcancé a distinguir una mole blanca.
¡Un momento! ¡Ahora el acuoso surtidor está de nuevo a la proa! ¿Es éste un barco pirata o un tiovivo? Mmh.... Todo indica que el banco de arena se mueve... Mmh... Apunto de nuevo mi único ojo por el catalejo y, afocando, me digo que, si no es un banco de arena blanca movible, entonces bien podría ser una ballena. Sí, una ballena blanca como... Moby Dick! Sí, es ella! ¿Quién más se presentaría con tanta impunidad? ¿Córdoba Montoya? No, no es de esos piratas de los que hablamos. Sí, es Moby Dick. Y yo aquí solo. Al último marinero lo ahogó un huracán. Bueno, en realidad fue una mujer, pero para el caso es lo mismo. A Moby Dick la ahuyentó con eso de Pavese que dice:
"No hay voz que quiebre el silencio del agua
bajo el alba. Y ni siquiera nada que se estremezca
bajo el cielo. Sólo una tibieza que diluye las estrellas".
Sección: "La ceiba es un volado".
Estaba yo arriba de la ceiba, pensando en cómo bajarme de modo que mi orgullo y mi trasero salieran sin menoscabo alguno, cuando llegó mi-otro-yo y, sin más, me soltó aquello de "dicen que dicen que dice el supremo que la suerte ya está echada, que salió cruz y que te preparen la idem porque ese "!Ja!" le ardió más que el "!Ya basta!" del 94". Yo ni me inmuté, sólo me puse a calcular en qué lugar de la ceiba había espacio para una tumba. Inútil. "Tengo que bajar", le digo a mi-otro-yo. El me mira con ironía y me dice: "¿Tienes miedo?". "Nuncamente", le respondo, "pero allí (le senalo el horizonte) se avistan tiempos mejores. Si me quedo acá arriba me pierdo de lo mejor..."
Sección "Una ceiba es una isla con aspiraciones de volar".
Una botella llegó flotando en la cresta de una nube y quedó atorada en una de las ramas de la ceiba. Me acerqué con cuidado (una caída desde esta altura sería tan sonora como la del sistema en 1988) y la tomé. Como era de suponerse, la botella tenía un mensaje dentro. Lo saqué y encontré la siguiente carta de Durito:
"Mi querido Cyrano en decadencia:
Supe que os encontráis de nuevo prisionero en la copa de la ceiba. Eso sucede por dejaros llevar por vuestras necedades ésas de los espejos y caer para arriba. Por ahora me es imposible ir a rescataros. Estoy muuy ocupado en la redacción del segundo tomo de los "Cuentos para una noche de asfixia". Ahora se llamarán "Cuentos para una soledad desvelada". Aquí te mando una muestra para que consigas un editor.
El amor y el calendario
"Había una vez un hombre que siempre llegaba tarde a todo. Y no era que tuviera pereza o que fuera lento, ni que el reloj le retrasara o que fuera su costumbre. Lo que ocurría era que este hombre vivía en otro tiempo antes del tiempo. No mucho, es cierto, pero siempre algo. Por ejemplo, cuando el calendario marcaba el mes de septiembre, este hombre se caminaba una madrugada de abril. Por eso su primavera nunca coincidía con la improbable de ella. La muerte, en cambio, seguía obediente el paso del tiempo e iba repartiendo ausencias según se iban cumpliendo los días y las noches de cada cual. Pero como este hombre siempre le iba detrás al tiempo, pues siempre llegaba tarde a la hora de su muerte y ya no la encontraba, porque la muerte tenía que seguir el calendario. La muerte sabía que dejaba ese pendiente, ese hombre que ya debería estar muerto y, sin embargo y debido a su retraso, seguía vivo. El hombre se cansó de vivir y de caminar, que para el caso es lo mismo, y se dio en buscar a la muerte para morirse . Así se pasan el tiempo y el destiempo. La muerte esperando que llegue el hombre para matarlo. El hombre esperando encontrar a la muerte para morirse. No hay día en el calendario para que estas dos esperas se encuentren. Tan-tan".
¿Qué te parece? No, deja los elogios para después. Bueno, me voy. Te escribo luego, mi decadente y narizón escudero.
Don Durito de La Lacandona
P.D.- No olvides mantener firme el timón, dicen que vienen tormentas fieras.
Fin de la carta de Durito. No comments.
Dame e cavalieri:
Me ne stavo sopra la ceiba. Feci un aeroplano di carta coi comunicati e lo lanciai con forza. Quasi immediatamente incominciò a piovere. "Avresti dovuto fare una barca di carta" mi gridò il mio-alter-ego da una goletta. In lontananza l'alba cedeva, gentile, il posto ad un pigro mattino.
Vale. Saluti, e chi può indovinare, nel terreno oggi vuoto, il fiore di domani?
Dalle montagne di Numancia
Subcomandante Insurgente Marcos.
Il Poscritto Ricorrente.
Sezione "La ceiba è l'albero maestro di un instabile vascello."
Mi trovavo nel punto più alto dell'albero maestro (sì, so già che è una ceiba, ma si somigliano) scrutando l'orizzonte, allorquando in lontananza uno zampillo fugace prendeva vita come lampo nel lampo. La notte era nera tormenta e, tuttavia, la luna cominciava appena a levare il suo corno da oriente. Un riflesso arrivò sul mare per lasciar vedere un piccolo banco di sabbia bianca. Certo che il mare di notte riserva sorprese, ma trovare un banco di sabbia bianca non è comune. Voglio dire che normalmente trovo banchi di scuola, banconi, e perfino succursali bancarie, ma mai un banco di bianca sabbia. Presi il cannocchiale e mirai a prua, là dove la luna aveva segnalato la spiaggia, e niente, solo il nero sbadiglio della pioggia notturna. Un lampo rivelò di nuovo lo zampillo schiumoso ma ora a babordo. Mi voltai in quella direzione e riuscii a distinguere una mole bianca.
Un momento! Ora l'acquoso zampillo è di nuovo a lato di prua! È questa una nave pirata o una giostra? Mmh.... Tutto indica che il banco di sabbia si muove... Mmh... Punto di nuovo il mio unico occhio attraverso il cannocchiale e, mettendo a fuoco, mi dico che, se non è un banco di sabbia bianca semovente, allora potrebbe essere benissimo una balena. Sì, una balena bianca come... Moby Dick! Sì, è lei! Chi più di lei si presenterebbe con tanta impunità? Córdoba Montoya? No, non è di quei pirati che parliamo. Sì, è Moby Dick. Ed io sono qui solo. L'ultimo marinaio fu affogato da un uragano. Beh, in realtà fu una donna, ma il caso vuole sia la stessa cosa. Allontanai Moby Dick con quella di Cesare Pavese che dice:
"Non c'è voce che rompe il silenzio dell'acqua
sotto l'alba. E nemmeno qualcosa trasale
sotto il cielo. C'è solo un tepore che scioglie le stelle".
Sezione: "La ceiba è ventilata."
Io stavo sopra la ceiba, pensando a come scenderne in un modo che il mio orgoglio ed il mio posteriore ne uscissero senza diminuzione alcuna, quando arrivò il mio-alter-ego e, senz'altro, mi sciolse quel "dicono che dicono che dice il supremo che la sorte è già decisa, che uscì croce e che ti preparino la idem perché quel "!Ah!" bruciò più che il "!Ya basta!" del 94." Io nemmeno mi scomposi, mi misi solo a calcolare in che posto della ceiba c'era spazio per una tomba. Inutile. "Devo scendere", mi dico. Egli mi guarda con ironia e mi dice: "Hai paura?". "Assolutamente no", gli rispondo, "ma lì (e gli indico l'orizzonte) si vedono tempi migliori. Se rimango qua sopra mi perdo il meglio..."
Sezione "Una ceiba è un'isola con aspirazioni di volare."
Una bottiglia arrivò galleggiando sulla cresta di una nuvola e rimase incastrata in uno dei rami della ceiba. Mi avvicinai con attenzione (una caduta da questa altezza sarebbe tanto sonora come quella del sistema del 1988) e la presi. Come era da supporrsi, la bottiglia aveva dentro un messaggio. Lo tirai fuori e trovai la seguente lettera di Durito:
"Mio caro Cyrano in decadenza:
Sono venuto a sapere che vi trovate di nuovo prigioniero sulla cima della ceiba. Questo succede col lasciarvi trasportare dalle vostre sciocchezze come quelle degli specchi e del cadere verso l'alto. Per ora mi è impossibile venire a recuperarvi. Sono mooolto occupato nella redazione del secondo tomo dei "Racconti per una notte di asfissia" Ora si chiameranno "Racconti per una solitudine insonne." Qui te ne mando un saggio affinché trovi un editore.
L'amore e il calendario
"C'era una volta un uomo che arrivava sempre tardi a tutto. E non che avesse pigrizia o fosse lento, né che l'orologio gli facesse ritardo o fosse una sua abitudine. Quello che succedeva era che quest'uomo viveva in un altro tempo prima del tempo. Non di molto, certo, ma pur sempre qualcosa. Per esempio, quando il calendario segnava il mese di settembre, per quest'uomo principiava aprile. Per questo motivo la sua primavera non coincideva mai con l'improbabile vostra. La morte, invece, seguiva ubbidiente il passo del tempo e continuava a distribuire assenze a seconda di come si andavano compiendo i giorni e le notti di ognuno. Ma quest'uomo andava come sempre dietro al tempo, perché arrivava sempre tardi al momento della sua morte, quando ormai non la trovava, perché la morte doveva seguire il calendario. La morte sapeva che lasciava quella pendenza, quell'uomo che già avrebbe dovuto esser morto e, tuttavia e a motivo del suo ritardo, seguitava a restar vivo. L'uomo si stancò di vivere e di camminare, che guarda caso è la stessa cosa, e si diede a cercare la morte per morire. Così passano il tempo ed il fuoritiempo. La morte sperando che arrivi l'uomo per ammazzarlo. L'uomo sperando di trovare la morte per morire. Non c'è giorno nel calendario affinché queste due attese si trovino. Tan-tan."
Che cosa te ne pare? No, lascia gli elogi per dopo. Bene, vado via. Ti scrivo dopo, mio decadente e nasuto scudiero.
Don Durito de La Lacandona
P.S.- Non dimenticare di tenere fermo il timone, dicono che sono in arrivo temporali violenti.
Fine della lettera di Durito. No comments.
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