La política, la odontología y la moral



A: Carlos Monsiváis,
México, D.F.

De: Subcomandante Insurgente Marcos,
Montañas del sureste mexicano,
Chiapas, México.

Maestro:
Le (te) mando un saludo y acuso recibo del libro Los rituales del caos. Lo leí de corrido en uno de esos impasse que el supremo llama Diálogos de San Andrés.
Vale. Salud y probad a ver si siguiendo a Alicia lográis encontrar a la Reina Roja y resolver el enigma al que invita la última posdata.

Desde las montañas del Sureste mexicano
Subcomandante Insurgente Marcos

P.D. que recuerda, un poco tarde, el motivo principal de este caos epistolar y se titula primero:

OJEPSE LE Y OTIRUD
(La política, la odontología y la moral)

"Y en ese instante vi el Apocalipsis cara a cara. Y comprendí que el santo temor al Juicio Final radica en la intuición demoníaca: uno ya no estará para presenciarlo. Y vi de reojo a la Bestia con siete cabezas y diez cuernos, y entre sus cuernos diez diademas, y sobre las cabezas de ella nombre de blasfemia. Y la gente le aplaudía y le tomaba fotos y videos, y grababa sus declaraciones exclusivas mientras, con claridad que había de tornarse bruma dolorosa, llegaba a mí el conocimiento postrero: la pesadilla más atroz es la que nos excluye definitivamente."
Carlos Monsiváis, Los rituales del caos, p. 250.

Punto es el gozne de unión entre dos espejos que, enfrentados, se despliegan a los lados, como alas para sobrevolar una era de caos. Una bisagra, eso es el punto.
- Busca en la página 250 -dice Durito, al tiempo que desempaca sus maletas.
Yo busco apuradamente y murmuro:
- Página 250... mmmh... sí, aquí está -digo con satisfacción.
"O la que nos incluye momentáneamente", pienso, mientras Durito insiste en trepar su pequeño piano encima de su todavía más pequeño escritorio, para demostrarme que lo pequeño sostiene a lo grande, en la historia y en la naturaleza. El argumento se cae junto al piano y Durito rueda abajo quedando, después de esta aparatosa operación, con el piano y el escritorio encima de su caparazón. Yo termino de leer esa parte del libro y busco la pipa, el tabaco y a Durito (en ese orden). Durito no tiene intenciones de salir de abajo de la catástrofe que tiene encima, y una pequeña columna de humo anuncia dos cosas: la primera es el lugar donde está mi tabaco, y la segunda que Durito está vivo.
Encender la pipa y los recuerdos es todo uno. Algo del texto me lleva años atrás. Aquélla era una época dulce y simple. Sólo había que preocuparse por la comida. Los libros eran pocos pero buenos, y releer era volver a encontrar nuevos libros dentro de uno. Y esto viene al caso porque Durito me ha traído este libro de regalo, y me ha señalado un texto de la página 250 para decirme algo que ahora quedará pendiente, porque hay cosas más importantes que señalar, por ejemplo que los libros están hechos de hojas y las hojas, sumadas a algunas ramas y raíces, hacen árboles y arbustos. Los árboles, como todo el inundo sabe, sirven para guardar la noche, que de día, es sabido, se encuentra desocupada. Por entre ramas y hojas, la noche reparte sus redondeces de la misma manera en que una mujer reparte sus formas entre abrazos húmedos y jadeos. Los árboles, no obstante esta sensual misión, se dan tiempo para otras cosas. Por ejemplo, suelen alojar a los más variados animales mamíferos, ovíparos, artrópodos, y otras esdrújulas que sólo sirven para demostrar que los niños crecen. A veces, también, los árboles alojan hombres enmascarados. Se trata, a no dudarlo, de delincuentes y transgresores. El rostro embozado y el hecho de alojarse en árboles no dejan lugar a dudas de su carácter de seres perseguidos. Este tipo de hombres conviven con la noche, cuando es de día, en los árboles. Por eso su pasión y empeño por amar a la rama. También, es cierto, en los árboles suelen reposar los escarabajos como...
Durito me interrumpe desde lo más profundo de, ahora me lo aclara, la escultura moderna formada por su piano y su escritorio arriba de su cabeza.
- ¿Tienes encendedor?
- Esa escultura debería llamarse algo así como "Caos sobre escarabajo fumador" -le digo mientras le aviento un encendedor.
- No me ofenden tus burlas. Sólo reflejan tu ignorancia. Se ve que no has leído a Umberto Eco en eso de la obra abierta. Esta hermosa escultura es la mejor muestra del arte moderno y revolucionario, y de cómo el artista se compromete hasta tal punto con su obra que se convierte en parte de ella.
-
¿Y cómo se llama?
- Ahí está el detalle. El respetable debe ponerle nombre. Por eso es una "obra abierta". Como sabrás, mi querido "Guatson", la "obra abierta" no está terminada sino que se "completa" dentro del proceso de circulación y consumo en el mercado artístico. Elemental. Así el espectador deja de serlo y se convierte en "coautor" de la obra de arte. Zedillo, por ejemplo, puede titular esta obra como "Mi programa de gobierno" y ponerla en Los Pinos; Salinas de Gortari podría titularla "Mi herencia política y económica" y tenerla en Almoloya, y los neoliberales la llamarían "Nuestra propuesta de un nuevo orden mundial". Y tú, ¿cómo la llamarías? -me pregunta Durito. Yo analizo con ojo crítico y respondo:
- Mmmh... Algo así como "Escarabajo sepultado bajo un pianito y un escritorio".
- ¡Bah! Es demasiado descriptivo -reprocha Durito.
Mientras hablamos, los rituales de la noche se cumplen lentamente: el sonido del avión, el humo de la pipa, la soledad, el discreto escándalo de los grillos, el espaciado y luminoso parpadeo de las luciérnagas, la opresión en el pecho y, arriba, las estrellas hechas talco del camino de Santiago.
Tal vez llueva. Los meses pasados han tenido la misma inconstancia de la lluvia; hasta el calendario parece desorientado y no acaba de hallarse entre tanto vaivén de acontecimientos. Durito me pregunta cómo se llama el autor del libro.
- Monsiváis -le respondo.
- ¡Ah, Carlos! -dice Durito con una familiaridad que me sorprende. Le pregunto si lo conoce.
- ¡Por supuesto! La crónica es un género que compartimos... Pero es mejor que sigas escribiendo. Yo tengo mucho quehacer -responde Durito.
Yo me estoy dando tiempo porque, al iniciar esta carta, he recordado súbitamente que sigo sin resolver el dilema del Tú o el Usted con el que debo dirigirme a usted-tú. Durito sostiene firmemente un axioma, pilar de su concepción del mundo: no hay problema lo suficientemente grande como para no darle la vuelta. Así que, con ese corpus filosófico, he decidido, una vez más, dejar pendiente la solución del dilema y seguir con el suave péndulo que nos lleva del Tú al Usted.
Y entonces me decido. Muerdo la pipa con determinación. Pongo mirada de gobernador-del-sureste-dispuesto-a-todo-por-defender-la-voluntad-popular-que-mira-lo-que-son-las-cosas-da-la-casualidad-que-la-voluntad-popular-soy-yo, y emprendo la ruda tarea de escribirte(le).
Mi imagen debe parecer fenomenal, ¡lástima de no tener un testigo! (Durito ya ronca bajo el derrumbe de su demostración), lástima que mandé todos los espejos en el escrito ese que se llamó algo así como "Espejos: el México entre las noches del día y el cristal de la luna". ¿Qué? ¿No era así? Bueno, no importa. El caso es que ahora mismo necesito un espejo para checar si mi mirada tiene el brillo delirante del genio que se prepara para abortar su mejor idea. ¿Qué? ¿Un autogol? ¿Por qué? ¿Por lo de "abortar"? ¡Pero no! Estará(s) de acuerdo conmigo en que las mejores ideas son las que nunca se expresan. En el momento en que entran en la cárcel del lenguaje, las ideas se materializan, se hacen letras, palabras, frases, párrafos, páginas... hasta libros si te descuidas y las dejas sueltas. Y ya en ésas, las ideas se vuelven mensurables, se pueden pesar, medir, comparar. Entonces se vuelven bastante aburridas, además de que se tornan independientes y no obedecen órdenes de ningún tipo. Comprendo que a ti (usted) le (te) resulte inverosímil eso de las órdenes incumplidas, pero para un militarote como un servidor es un verdadero dolor de muelas. Las muelas, como todo científico con estudios de posgrado sabe, son unos pedazos de hueso que sirven para dar empleo a los dentistas, para que florezca la industria de las pastas de dientes, y para que exista la profesión de torturador vergonzante: la odontología. La palabra "odontología" es una idea que se hizo lenguaje y se volvió medible y clasificable: tiene once letras, lleva acento en la vocal débil para romper el diptongo, y pesa tanto como la cuenta que hay que pagar después de salir del consultorio...
- Definitivamente -dice Durito.
- ¿Qué? -es lo único que se me ocurre decir ante la súbita interrupción de Durito.
- No hay duda. Esta consulta excluye a los escarabajos -continúa Durito, quien por lo visto no estaba dormido y sigue revisando papeles incluso debajo del caos que lo abruma-. Esta consulta nos excluyó a los escarabajos y eso es una forma de racismo y apartheid. Llevaré mi protesta a los organismos internacionales pertinentes.
Es inútil que trate de darle explicaciones a Durito. El insiste en que faltó la que él llama "la séptima pregunta" y que, palabras más o menos, rezaría:
"¿Está usted de acuerdo en que la andante caballería debe agregarse al Registro Nacional de Profesiones?"
Yo le explico que mandé posdatas diversas haciendo discretas insinuaciones a la CND y a Alianza Cívica, pero nadie se dio por aludido.
- Es indignante que esa pregunta no aparezca. Es cuestión de estética. ¿A quién se le ocurre hacer una consulta con seis preguntas? Los números pares son antiestéticos. Los impares, en cambio, tienen el encanto de la asimetría. Me extraña que alguien tan asimétrico como vos, mi narizón escudero, no haya reparado antes en ese detalle.
Yo me hago el ofendido y guardo silencio. Un sonido atroz se deja escuchar por el norte. Los relámpagos desgarran la oscura cortina que diluye la distancia entre montañas y cielo.
Durito trata de contentarme y me cuenta algo (no se entiende bien lo que dice desde abajo de la escultura moderna) de que él tenía un consultorio especializado en dedos gordos del pie izquierdo. Yo no dejo de apreciar la suave insinuación de Durito para que me concentre en el tema de esta misiva, que era algo así como "Partidos políticos y ética", o "Política y moral", o "Nueva izquierda, nueva moral y nueva política", o "Todos somos Prigione", o... Ahorita acaba de reventar un rayo que olvídate del Apocalipsis, y Durito me dice que eso me pasa por andarme metiendo con el alto clero, y yo le digo que no me estoy metiendo con el nuncio sino que estoy buscando un título muuuy bueno para este escrito, de forma que hasta algún embajador me lo pueda copiar... ¿Qué tal éste? "La bella mentira y la causa perdida". Durito dice que perdida tengo la razón y que mejor se vuelve a dormir, y que lo despierte cuando llegue la sociedad civil a rescatarlo del derrumbe. Entonces yo me doy cuenta de que ahora tengo todos los elementos necesarios para el escrito: título, personajes (los partidos políticos, el embajador, el nuncio, el espectro político y la sociedad civil), una polémica (aquella de la relación entre moral y política) en la cual meter mis narices, que para eso tengo nariz de sobra. Ahora sólo me falta un tema que justifique las cuartillas, los timbres para el correo, la solicitud a Juan Villoro, de La Jornada Semanal, para ser anfitrión de tan "bella" historia, y el pretexto para retomar el amable intercambio epistolar que iniciamos en vísperas de la Convención hace un año. ¿Lo recuerda(s)?
Mi otro yo se acerca y me dice que si le voy a entrar a la polémica más me vale ser serio, porque con los Maquiavelos y los nuncios no se juega. "Y si no me crees, pregúntale a Castillo Peraza, cuya ética política demostró su eficacia en Yucatán", dice mi otro yo mientras se retira a vigilar los frijoles.
Toda polémica es una pesadilla, no sólo para los polemistas sino, sobre todo, para los lectores. Por eso se me ocurre que no vale la pena, y más cuando recuerdo aquella profecía de cierto intelectual salinista (hoy sin memoria) en diciembre de 1993, que auguraba grandes éxitos para Salinas en 1994, pues tenía "todas las canicas" en la bolsa.
Pero se me ocurre que no puedo permanecer como espectador y que debo tomar partido. Y yo tomo partido, en este caso, por los que no tienen partido, y con Durito hacemos una "ola", y no se crea que es una "ola" despreciable: con tantos pares de manos o pies que tiene Durito hasta parece "ola" de la porra mexicana cuando los penaltis de la Copa América.
Pero Durito debe estar ahora soñando con Brigitte Bardot, porque ha soltado un suspiro que más bien parece lamento postrero, así que no se puede contar con él y más vale concentrarse en la discusión, y en esta discusión lo más importante es la relación entre la moral y la política, o, más mejor, entre la moral y los partidos políticos, o más todavía, entre política y poder.
Sin embargo, hay razonamientos que van más allá, y el problema de la relación entre moral y política es ocultado (o desplazado) por el de la relación entre política y "éxito", y entre política y "eficacia". Maquiavelo resucita en el argumento de que, en política, la moral "superior" es la "eficacia", y la eficacia se mide en cuotas de poder, es decir, en el acceso al poder. De aquí se salta, previo malabarismo de retórica maquiavélica, a definir el cambio democrático como que la oposición política se haga gobierno. El Partido Acción Nacional es el ejemplo, dicen, de este "éxito" político, de esta moral política.
Pero después se rectifica y se matiza: la acumulación de poder, dicen, sirve para contener el antagonismo que las sociedades plurales guardan dentro de sí. ¡El poder se ejerce para defender a la sociedad de sí misma!
Bien, dejemos pendiente este nuevo referente para medir la "eficacia" política, y vayamos al original. No ya para polemizar con quienes miden el "éxito" y la "eficacia" políticos en número de gubernaturas, alcaldías y sillas en el Congreso, sino para retomar ese señalamiento de "éxito" que tantos seguidores tiene en el actual equipo de gobierno, es decir, en el de Carlos Salinas de Gortari.
¿Se define el "éxito" en política en términos de eficacia? ¿Es más exitosa una política en tanto que más eficaz se muestra? En tal caso, Carlos Salinas de Gortari merece un monumento, y no un proceso de investigación por supuesta complicidad en los magnicidios de J. F. Ruiz Massieu y Luis D. Colosio. Su política fue "eficaz" hasta tal punto que mantuvo al país entero viviendo en una realidad virtual que, por supuesto, fue rota por la realidad real. El conocimiento de la realidad se conseguía a través de los medios de comunicación. Un gran "éxito", a no dudarlo. La "eficacia" política y económica de Carlos Salinas de Gortari le mereció el aplauso de Acción Nacional y de intelectuales hoy huérfanos; y no sólo de ellos: grandes empresarios y altos clérigos se quejan ahora de haber sido engañados. Juntos se regocijaron de "tener todas las canicas". Las consecuencias del "éxito" salinista hoy las sufren todos los mexicanos, y no sólo aquellos más empobrecidos.
Después de todo, ¿no es la "eficacia política" en México tan perenne como un sexenio? A veces dura menos. El gobierno de Ernesto Zedillo es una excelente muestra de "éxitos" tan durables como las hojas de un calendario sin fotos.
El otro problema planteado, el de las cuotas de poder, era señalar que la eficacia del cambio democrático está en la alternancia en el poder. La alternancia del poder no es sinónimo de cambio democrático o de su "eficacia", sino de componendas y divorcios en proyecto. Las políticas que sigue Acción Nacional en Baja California, Jalisco y Chihuahua, distan mucho de ser "otra" forma de hacer política, y son lo bastante autoritarias como para pretender normar el largo de las faldas (Guadalajara) y el descubrimiento del cuerpo humano (Monterrey).
La alternancia en el poder es problema aparte y va, tal vez, de rebote a la polémica del maestro Tomás Segovia con el tal Matías Vegoso: "Bueno: el ideal de gobierno bipartidista está ligado a esta postura, tal vez no porque el bipartidismo sea su única manifestación esencial, pero al menos porque es hasta ahora la manifestación concreta más clara de un gobierno no `ideológico' sino `técnico'. Lo primero que tengo que decir (y tal vez no es lo más importante) es que esa postura da fe, clarísimamente, de una continuación de las ideologías y no en absoluto de su fin. La convicción de que un gobierno `técnico' es mejor que uno `ideológico' es a su vez una ideología, o sea una creencia que condiciona y distorsiona la imagen de la realidad, exactamente del mismo modo que la convicción de que la verdad ‘positiva’ es mejor que la verdad ‘metafísica’ es, a su vez, una convicción metafísica".
(Claro que, interrumpo yo, ahora se habla de "tripartidismo", pero el problema permanece.) Sigue Tomás Segovia:
"Del mismo modo, te doy el consejo de amigo de que para defender el neoliberalismo no olvides que es una ideología y nada más que una ideología. ¿No comprendes que ésa es justamente la más astuta insidia de la ideología? Nada hay más ideológico que decir: ‘Los demás son ideológicos; yo soy lúcido’."
Aquí podría yo aducir en mi favor estos argumentos del maestro Tomás Segovia frente a Matías Vegoso, pero, además de que no cuento con la autorización de Tomás Segovia para hacerlo, esa discusión me lleva a mí a otro problema: la moralidad de la inmoralidad (¿o debo decir "de la amoralidad"?) Mutatis mutandis: la ideología de la no ideología. Y de aquí podríamos saltar al problema del conocimiento y de los intelectuales que producen y distribuyen ese conocimiento.
El proceso seguido por algunos intelectuales es típico: de la crítica frente al poder pasaron a la crítica desde el poder.
Con Salinas demostraron que el conocimiento está para servir al poder. Entonces colaboraron para darle sustento teórico. Su lógica, por más vueltas que daba, llegaba al mismo resultado: el poder no se equivoca al analizar la realidad, y si se equivoca, entonces el problema es de la realidad, no del poder.
Es una verdad dolorosa, es cierto, pero inevitable: el poder ha logrado no sólo aglutinar a su alrededor a un grupo de "brillantes" intelectuales; también ha producido un cuerpo de analistas capaces de teorizar, desde ahora, el futuro endurecimiento del poder (sean del PRI o del PAN las imágenes que presente el espejo del poder).
Maquiavelo es ahora el que encabeza un grupo de intelectuales que buscan darle sustento teórico-ideológico a la represión por venir (en esta línea se inscriben el nieto de Porfirio Díaz y La rebelión de las cañerías). Ése es el aporte fundamental de su élite: ha logrado evolucionar, desde la justificación de un sistema estúpido, hasta la teorización de la imbecilidad por venir. Ni hablar, son el nuevo tipo de intelectuales orgánicos al poder. Son capaces de ver más allá del poder. Ellos representan la imagen de lo que aspira a ser el intelectual orgánico del neoliberalismo. Dejarán escuela...
Me detengo ahora para recargar la pipa y descansar la espalda. Ahora, una bruma gris agrega una nueva cortina al pesado telón de la noche. Hay ruidos debajo de la "obra abierta" de Durito, señal de que no duerme y sigue trabajando. Una pequeña columna de humo se eleva por entre los cajones del escritorio y el teclado del piano. En algún lugar, debajo de ese gran garabato que pretende ser una escultura, Durito lee o escribe.
En la fogata la danza de colores se apaga y, poco a poco, se torna en negro. En la montaña los ruidos y los colores cambian continuamente. Y qué decir del inevitable tornarse en tarde el día, en noche la tarde, en día la noche...
Hay que volver al escrito, y así lo hago. Maquiavelo es revisitado y convertido no en guía, sino en elegante vestidura que cubre de intelectualidad el cinismo. Ahora hay una ética de la "eficacia política", que justifica los medios que sean necesarios para obtener "resultados" (es decir, cuotas de poder). Esta ética política debe tomar distancia de la "ética privada", cuya "eficacia" es de cero pues se mide por la lealtad a los principios.
Otra vez la eficacia y los "resultados", además de que el tema de la moral política se circunscribe a la "ética privada", a la ideología de la "salvación del alma". Frente a los "moralistas", Maquiavelo y sus equivalentes contemporáneos proponen su "ciencia" y su "técnica": la eficacia. A ella habría que atenerse.
Esta doctrina "no ideológica" tiene seguidores y "practicantes". Quiero decir, además de los intelectuales salinistas y del neopanismo. Con sus especificidades, el embajador despliega, ante el aplauso de los-intelectuales-sin-memoria, la "doctrina" del cinismo y la "eficacia":
Si le pego, habla;
si le hablo, me pega
El embajador no se representa a sí mismo, quiero decir que no sólo a sí mismo. Representa una posición política, una manera de hacer política que caracteriza ya a esta indefinición de rumbo que son los once meses primeros del sexenio salinista sin Salinas. El embajador forma parte del neocorpus de "asesores" presidenciales que le recomiendan a Zedillo pegar para hablar. El costo que se paga, dicen, se puede maquillar con un adecuado manejo de los medios de comunicación.
No recuerdo el nombre de la película (tal vez el maestro Barbachano lo recuerda) pero sí que uno de los actores principales era Peter Fonda. El argumento sí lo recuerdo con claridad. Era, más o menos, que un grupo de brillantes estudiantes de Harvard violaban a una muchacha. Ella los acusó en un tribunal y ellos respondieron que era una prostituta. El abogado de ellos los defiende argumentando sus brillantes calificaciones y sus buenas familias. Son absueltos. La muchacha se suicida. Ya adultos, los “júniors” buscan "emociones más fuertes" y se dedican a "cazar" parejas en vacaciones de fin de semana. Lo de "cazar" no es figurado: después de la violación de rigor, los “júniors” sueltan a la pareja para que huya en el campo, y se dedican a cazarla con escopetas.
No recuerdo el final, pero es uno de ésos en los que se impone la justicia, con los que Hollywood trata de resolver en la pantalla lo que en la realidad queda impune.
Ahora, los “júniors” modernos se han encontrado con que tienen un país para jugar. El uno está en Los Pinos y el otro estaba en Bucareli, se aburren del nintendo y prueban a cazar a "los malos" en un juego de guerra real. Dan tiempo a que la presa se escape, y mueven sus "fichas" para acorralar y hacer más interesante el juego. Pero resulta que el país no está para juegos y se moviliza para protestar. Los “júniors” se ven en problemas porque el juego se alarga y no logran atrapar al "malo". Entonces aparece el embajador para sacarlos (?) del apuro: "Todo estaba planeado -nos dice-, los muertos no están muertos, la guerra no es guerra, los desalojados no están desalojados, siempre quisimos hablar y sólo mandamos a decenas de miles de soldados para poder decirle al `malo' que queremos dialogar". Un argumento patético para un gobierno ídem.
Mientras, la realidad se impone... y los medios masivos de comunicación tratan de imponerse a la realidad. Los olvidos empiezan a poblar el discurso gubernamental: se olvida la caída de la bolsa de valores, la devaluación, las "negociaciones" de San Andrés como aparador para exhibir la verdadera política indigenista del neoliberalismo, la inestabilidad, la desconfianza y el recelo, la ingobernabilidad y la incertidumbre. Olvidan lo principal, según Maquiavelo, que es que no han tenido resultados, no han sido "eficaces".
Olvidan que defienden una causa perdida, y eso lo sabe el embajador, pero lo olvida a la hora de las entrevistas exclusivas. Las últimas declaraciones del gobierno son claras: olvidan la realidad, es decir, olvidan que cada vez son menos los que creen en las bellas mentiras y los dispuestos a apostar a las causas perdidas...
Mientras tanto, los Maquiavelos modernos se quejan de nuestra moralina y recetan que, en la política, no hay buenos y malos, y, por tanto, no se puede resolver el asunto con la calificación de bandos.
Y aquí aciertan, pero sólo en lo que se refiere a que la relación entre ética y política no es un asunto fácil de resolver con la definición de bandos: malos versus buenos. Es decir: "Si el Maquiavelo de la nostalgia intelectual salinista es el malo, entonces nosotros, que no estamos de acuerdo con él, somos buenos". No deja de ser tentador llevar por ahí la polémica, pero creo que cuando usted (tú) señalaste (señaló) que "Si la 'eficacia' a la manera del neoliberalismo ha conducido a las situaciones trágicas del presente, el culto por la pureza doctrinaria, sin 'resultados tan costosos', tampoco ha ido muy lejos" (Carlos Monsiváis, Proceso n. 966), marcó (marcaste) un nuevo problema sobre el que vale la pena insistir.
Desde la izquierda la alternativa a Maquiavelo no es muy atractiva, es cierto. Pero el problema no es ése, no es el de la "pureza doctrinaria", o no sólo ése. Es también algo más. La complicidad de un espejo que se ofrece como alternativa y simplifica todas sus relaciones políticas (y humanas, pero ése es otro tema) a una inversión. Éste es el fundamento ético de la ciencia "revolucionaria": el conocimiento "científico" produce una moral inversa a la del capitalismo. Propone que al egoísmo se oponga el desinterés; a la privatización, la colectividad; al individualismo, el ser social.
Pero este conocimiento en espejo, como fundamentalismo moral, no aporta nada nuevo. La inversión de la imagen no es una nueva imagen, sino una imagen invertida. La propuesta política (y moral) alternativa es en espejo: donde es predominante la derecha, ahora lo será la izquierda; donde el blanco, el negro; donde el de arriba, el de abajo; donde la burguesía, el proletariado, y así. Lo mismo, pero invertido. Y esta ética era (o es) la que se grababa (o se graba) en todo el espectro de la izquierda.
De acuerdo. Los modernos Maquiavelos dicen, y dicen bien, que nosotros no ofrecemos algo mejor a lo que ellos ofertan: cinismo y efectividad. Que nosotros los criticamos desde una nueva "moralidad", tan criminal como la suya (bueno, ellos no dicen que la suya sea una moral criminal, sólo dicen que la nuestra lo es), y que pretendemos reducir la política a una lucha entre blancos y negros, olvidando que hay muchos grises. Es verdad, pero no sólo criticamos que la moral del resurrecto Maquiavelo sea cínica y criminal, también señalamos que no es eficaz...
Durito interrumpe de nuevo para recomendarme prudencia en el tema de la moral.
- Tu inmoralidad es ya del dominio público -me dice Durito, tratando de justificar su incalificable falta de no haber traído unos videos que le encargué, de ésos con muchas X, de la capital.
- No es de "esa" moral que estamos hablando. Y ya deja de sermonearme como si fueras alcalde panista -me defiendo.
-
Eso jamás. Pero es mi deber reconvenirte por tu averiado gusto cinematográfico. En lugar de esos videos inmorales, aquí te traje algo más edificante. Son las fotos de mi viaje al DF.
Dicho esto, Durito me avienta un sobre. En él hay fotos de diversos tamaños y temas. En una de ellas sale él, Durito, en Chapultepec.
- No pareces muy feliz en esta foto en el zoológico -le digo.
Durito responde desde abajo del escritorio, y me cuenta que esa foto se la tomó después de que lo detuviera un guardia del zoológico. Resulta que el señor confundió a Durito con un rinoceronte enano y se empeñó en regresarlo a la jaula. Durito argumentó en su defensa variaciones diversas sobre botánica, zoología, artrópodos, mamíferos, la caballería andante y no sé qué más, pero terminó en el foso de los rinos. Se escapó como pudo, en el momento en que el vigilante se tomaba su descanso.
Le dio tanto gusto verse libre que decidió tomarse esta foto donde parece rinoceronte blanco. Así de pálido estaba. Por el susto, dice él.
Y luego venían varias fotos con Durito en poses diversas y en situaciones típicamente urbanas.
Por ejemplo venía una foto de Durito entre muchos pies. El me hacía notar que ninguno de los pies calzaba botas, y eso es algo que Durito aplaudía. Yo le recomendé que no se entusiasmara tanto, que en esos días Espinosa no había enseñado sus pezuñas todavía.
A esa foto le seguía otra con mucha gente. Durito me aclara que esa foto la tomó nomás para que no me sintiera tan solo.
La siguiente era con Durito y otro escarabajo. Al fondo se veía lo que parecían las "islas" de Ciudad Universitaria. Le pregunté quién era el otro escarabajo.
- No es un "él", es una "ella" -responde Durito con un prolongado suspiro.
Las fotos se acabaron. Durito quedó en silencio y sólo se escuchaban suspiros provenientes de su escultura. Yo regreso a la indignación de Maquiavelo por nuestra crítica a su eficacia.
¿Significa esta crítica que, frente a esa moral, nosotros ofrecemos una alternativa? ¿Es ésta la blasfemia que aterra a los Maquiavelos adoptados y adaptados? ¿Una nueva moral? ¿Una moral mejor? ¿Más exitosa? ¿Más eficaz? ¿Es lo que ofrecemos? Negativo. Cuando menos en lo que se refiere a nosotros los zapatistas. Nosotros pensamos que es necesario construir una nueva relación política, que esa nueva relación no será producto de una sola fuente (el neozapatismo en este caso), que esa nueva relación producirá efectos en sí misma. Tan nueva que definirá no sólo la nueva política: también a los nuevos políticos. Una nueva forma de definir el ámbito de la política y de los que en ella se desenvuelven.
No voy a insistir mucho en por qué la nueva moral política no puede nacer del neozapatismo; baste decir que nuestro fundamento es, también, lo viejo. Nosotros hemos recurrido al argumento de las armas (por más que J. Castañeda, en aras de rescatar su libro del naufragio editorial, las niegue y diga que de ejército sólo tenemos el nombre), y, con ellas, al argumento de la fuerza. Poco o nada cambia la situación el hecho de que las armas sean pocas o viejas, o de que se hayan usado poco. El hecho es que nosotros estuvimos, y estamos, dispuestos a usarlas. Estamos dispuestos a morir por nuestras ideas, es cierto. Pero también estamos dispuestos a matar. Por eso, de un ejército, "manque" sea revolucionario, heroico y etcétera, no puede surgir una nueva moral política, o, más mejor, una moral política superior a la que nos agobia hoy en día y buena parte de la noche. Ella, la noche, todavía guarda algunas sorpresas y, de eso estoy seguro, se romperán más cabezas tratando de entender que...
- Las cosas no son tan simples -dice Durito-.
Puede que no haya traído los videos que querías, y por eso pretendes descargar sobre mis nobles hombros el peso de una culpa mayor que la de este piano y el escritorio. Pero debo decir en mi descargo que, a cambio, traje unas cosas para las zapatistas: pulseras, diademas, aretes, prensapelo... Diez noches seguidas estuve trabajando para conseguir todo eso...
Hablando de noches, la de hoy luce los afilados cuernos de una luna-toro que, nueva, retorna del occidente. Sus nubes ahora están ausentes y, sin muleta alguna que le ayude, la noche torea sola y en silencio. Sus ánimas no se arredran por la tormenta que se anuncia al oriente, y entre sus recursos luce tantos destellos como el traje del mejor torero.
Y en ésas estaba yo, viendo si me lanzaba al quite aunque no hubiera trigo alguno en el tendido, cuando me detuvo la amplia sonrisa que, dibujada entre sus cuernos, me regalaba la luna. Diez veces pedí el indulto, y diez veces las estrellas me demandaron seguir la faena.
Entonces boté el escrito y me dirigí al centro del nocturno ruedo, pidiendo antes a Durito que tocara un pasodoble. Él me dijo que mejor regresara a terminar la carta porque ya llevaba mucho tiempo sin acabarla y él, Durito, no pensaba ayudarme. Ni hablar, la corrida quedó pendiente y volví al escrito y al problema de la moral política. Las mil cabezas que la luz asomaba por entre el muro de la noche se agitaron apenas...
¿En qué me quedé? ¡Ah sí! En nuestra crítica no me estoy refiriendo a que, frente a Maquiavelo, nosotros seamos mejores, más buenos, o superiores. Pero sí decimos que es necesario ser mejores. El problema no está en cuál moral política es mejor o más eficaz, sino en qué es necesario para una nueva moral política.
En todo caso, no será el cinismo matizado de estos intelectuales, ansiosos de un sostén teórico para el caos, el que produzca una moral política mejor o más eficaz. Respecto a los partidos políticos, Maquiavelo opera una complicada balanza de compensaciones: al formalizarse como alternativas de poder, todas sus pequeñeces (secretos, negociaciones, oportunismos, pragmatismos y traiciones) no pesan lo suficiente para alterar el favor que la balanza hace al poder real.
Pero resulta que el carácter de esas "pequeñeces" no tarda en llegar a cobrar su cuota histórica. Y mientras más alta es la posición alcanzada con esas "pequeñas y grandes astucias políticas", más grande es la cuota que la historia exige. Nuevamente, Carlos Salinas de Gortari es el ejemplo que se hace lección histórica (que, por lo visto, nadie de la clase política quiere aprender).
¿Es mejor el mundo que ofrecemos nosotros? Negativo: nosotros no ofrecemos un mundo nuevo. Maquiavelo sí, y dice que no es posible que sea mejor, que nos conformemos con que los grises que pueblan la política mexicana no se hagan tan antagónicos y que se atenúen en nuevos matices de grises, más diluidos, es decir, más grises. No nos parece, y no sólo por la triste perspectiva que ofrece esa mediocridad de "ni chicha ni limoná", sino porque es mentira, no tiene futuro y, tarde o temprano, viene la realidad, con esa necedad que suele asumir la realidad, y empieza a desbaratar los medios tonos y a afilar los grises más neutrales...
- Siete preguntas. Eso será lo correcto -dice Durito que, como es evidente, no suelta el tema de su desacuerdo con la Consulta Nacional. Yo trato de distraerlo y le pregunto por Pegaso. A Durito se le quiebra la voz cuando me responde.
-
Lo que ocurrió con Pegaso es parte de esa tragedia cotidiana que se vive y se muere en el DF. Pegaso era una bestia amable e inteligente, pero demasiado paciente para el tráfico de la ciudad de México. Yo lo había camuflado de auto compacto, luego de que se negó a disfrazarse de vagón del Metro por aquello de las patinadas en las lluvias. Las cosas marchaban bien, pero resultó que Pegaso era Pegasa y se enamoró de un Ruta 100. La última vez que la vi estaba boteando para el fondo de resistencia. Pero no lo lamento; estoy seguro de que aprenderá cosas buenas ahí. Quedó de escribirme pero no sabrá adónde hacerlo.
Un temblor sacude el cielo. Yo miro de reojo adonde está Durito. Un silencio y una nube de humo rodean la escultura. Yo trato de animar a Durito y le pido que me platique más de su viaje a la capital.
-
¿Qué te puedo decir? Vi lo que se ve en una ciudad grande o pequeña: injusticia y coraje, prepotencia y rebeldía, grandes riquezas en manos de unos cuantos y una miseria que cada día engulle a más personas. Valió la pena presenciarlo. Para muchos, el miedo deja de serlo; para otros se disfraza de prudencia. Algunos dicen que siempre podrá ser peor; para otros la situación nunca será tan desesperada. No hay unanimidad, como no sea en el repudio a todo lo que sea gobierno.
Durito enciende la pipa y continúa:
-
Una madrugada estaba yo por dormirme en uno de los pocos árboles de la Alameda. Ya la ciudad era otra, diferente a la que vive de día. Desde lo alto del árbol vi a una patrulla que rondaba con paso lento. Se detuvo frente a una mujer y uno de los ocupantes se bajó del vehículo. Su mirada demoníaca lo delató. Mi intuición no falla: supe al instante lo que iba a ocurrir. La mujer no se movió, y esperó al policía como si ya lo conociera de antes. En silencio, ella le entregó un rollo de billetes y él lo guardó mientras miraba a los lados. Se despidió tratando de pellizcar las mejillas de la mujer, pero ella le apartó la mano con un ademán brusco. El regresó al vehículo. En un instante, la patrulla se alejó...
Durito calla un buen rato. Yo supongo que terminó y ha vuelto a su papeleo, y yo debo volver al mío: en lugar de discutir cuál moral política es mejor o es más "eficaz", podríamos hablar y discutir sobre la necesidad de luchar por la creación de un espacio en el cual pueda nacer una nueva moral política. Y aquí el problema radica en lo siguiente:
Debe la moral política definirse siempre frente al problema del poder. Bien, pero no es lo mismo que decir "frente al problema de la toma del poder". Tal vez la nueva moral política se construya en un nuevo espacio que no sea la toma o la retención del poder, sino servirle de contrapeso y oposición que lo contenga y obligue a, por ejemplo, "mandar obedeciendo".
Por supuesto que el "mandar obedeciendo" no está entre los conceptos de la "ciencia política", y es despreciado por la moral de la "eficacia" que rige el actuar político que padecemos. Pero al final, enfrentada al juicio de la historia, la "eficacia" de la moral del cinismo y del "éxito" queda desnuda frente a sí misma. Al enfrentarse a su imagen en el espejo de sus "logros", el temor que inspiró a sus enemigos (que serán siempre los más) se vuelve contra ella misma.
Por el otro lado, del lado de los "puros", el santo se descubre demonio, y la imagen inversa del cinismo descubre que convirtió a la intolerancia en rumbo y religión, en tasa de medida y proyecto político. El puritanismo de Acción Nacional, por ejemplo, es parte de una muestra que no se agota en la derecha mexicana.
Bueno, se acerca el amanecer y, con él, la hora de despedirse. Tal vez no comprendí la polémica a la que invitaba la resurrección de Maquiavelo, y veo ahora que presenté (y que no resolví) más líneas de polémica que la original. Y no creo que sea malo; será, en todo caso, poco "eficaz".
Seguramente la polémica podrá seguir, pero parece poco probable que se pudiera dar cara a cara, puesto que pasamontañas, persecución y cerco... En palabras de Muñoz Ledo: "No creo que [Marcos] sea alguien que vaya a permanecer en el escenario político del país". ¿Algo que ya "pactó" con Chuayfett? ¿Una "desaparición" como las que ordena desde la Secretaría de Gobierno de Chiapas ese otro gran perredista, Eraclio Zepeda?
En el entretanto, el poder nos seguirá prometiendo el Apocalipsis como equivalente al cambio. Él deduce que es mejor evitarlo y conformarnos. Otros aducen, con su silencio, que el Apocalipsis es desde siempre y que el caos no está por venir, sino que es ya una realidad...
Ya no sé cómo terminar y acudo a Durito para que me ayude. El espectáculo de su escultura cegada por los relámpagos de la tormenta es sorprendente. El repentino iluminarse hace que sea más contrastante la sombra que lo cubre. Tal vez por eso no vi a Durito salir de detrás del derrumbe, y por un instante pensé que algo extraordinario había ocurrido. Durito ya fumaba sentado sobre el pianito.
-
Pero, ¿cómo saliste de ahí abajo?
- Fue muy sencillo. Nunca estuve abajo. Me hice a un lado cuando el piano empezó a tambalearse. En un instante decidí que no hay obra de arte que merezca estar sobre mi cuerpo. Además, yo soy caballero andante, y para eso se necesita ser un artista del alma y de ésos hay pocos. Bien, ¿qué te acongoja, mi querido "Guatson"?
- No sé cómo terminar esta carta -digo apenado.
-
Ese problema es fácil de resolver. Termina como empezaste.
- ¿Como empecé? ¿Con un punto?
- Sí, es elemental, mi querido "Guatson", viene en cualquier libro de lógica matemática.
-
¿De lógica matemática? ¿Y qué tiene que ver la lógica matemática con la moral política?
- Más de lo que piensas. Por ejemplo, en lógica matemática (no confundir con el álgebra) el punto representa una conjunción, una y. El punto es igual a una y. Para decir A y B o A más B, se pone A • B. El punto no es el final, es señal de unión, de algo que se suma. Sólo define, entre punto y punto, un número x de párrafos donde x sea un número que el espejo no altere y lo refleje fielmente -dice Durito, mientras acomoda sus papeles. Al oriente, el sol descobija nubes y se apodera del cielo.
Y así las cosas, termino esta posdata con un punto y, según Durito, no termino sino continúo. Vale pues: y...

P.D. que invita a resolver el enigma que encierra su planteamiento central:

INSTRUCCIONES:

Primera. "Al otro lado del espejo (y lo que Alicia encontró allí)", Lewis Carroll, capítulo II, "El jardín de las flores vivientes".

Segunda. Cada punto y aparte marca el fin de un párrafo.

Tercera. Los signos de puntuación no cuentan.

Cuarta. Caos numérico en la lógica del número en el espejo:
1-111. 14-110. 9-109. 247-107. 11-104. 25-103. 47-97. 37-96. 3-95.14-94. 3-89. 24-87. 22-86. 6-85. 10-84. 48-82. 21-81. 43-79. 55-78. 10-77. 49-76. 83-72. 21-71. 42-64. 6-63. 27-62. 52-61. 63-59. 13-58. 11-57. 3-56. 6-54. 101-53. 141-51. 79-50. 35-49. 32-49. 51-46. 11-45. 88-44. 12-43. 12-42. 31-41. 3-40. 24-39. 15-38. 20-37. 18-37. 17-36. 27-35. 22-33. 111-32. 7-32. 115-31. 20-31. 12-31. 5-31. 68-30. 46-30. 31-30. 12-30. 9-30. 54-29. 45-29. 12-29. 49-28. 20-28. 9-28. 40-27. 15-27. 42-22. 111-21. 91-21. 29-21. 3-21. 34-20. 6-20. 81-19. 66-19. 44-19. 36-19. 18-19. 11-19. 123-18. 90-18. 80-18. 76-18. 65-18. 43-17. 4-17. 51-15. 48-15. 28-15. 16-15. 47-14. 20-14. 8-14. 39-13. 12-13. 55-12. 54-12. 53-12. 18-11. 43-10. 25-10. 41-8. 9-6. 6-4. 1-1.

Quinta. En el espejo, el caos es un reflejo del orden lógico y el orden lógico es un reflejo del caos.

Sexta. A • A = ?

Séptima. Hay siete espejos: el primero es el primero. El segundo y el tercero abren el misterio del caos que se ordena en el cuarto. El cuarto se construye con el quinto y el sexto. El séptimo es el último.

Vale de nuevo. Salud y, como se ve (puesto que árboles, transgresores y odontología), no es tan sencillo.
amar a la rama

Montañas del Sureste mexicano

Subcomandante Insurgente Marcos




A: Carlos Monsiváis,
Messico, D.F.
Da: Subcomandante Insurgente Marcos,
Montagne del sudest messicano,
Chiapas, Messico.

Maestro:
Le (ti) mando un saluto e accuso ricevuta del libro I rituali del caos. L'ho letto tutto d'un fiato in una di quelle impasse che il supremo chiama Dialoghi di San Andrés.
Vale. Salute e provate a vedere se seguendo Alice riuscite a incontrare la Regina Rossa e risolvere l'enigma al quale invita l'ultimo poscritto.

Dalle montagne del Sudest messicano
Subcomandante Insurgente Marcos

P.S. che ricorda, un po' tardi, il motivo principale di questo caos epistolare e si intitola in primo luogo:

OIHCCEPS OL E OTIRUD
(La politica, l'odontoiatria e la morale)

"E in quell'istante vidi faccia a faccia l'Apocalisse. E compresi che la sacra paura del Giudizio Finale si radica nell'intuizione demoniaca: uno non sarà lì per presenziarlo. E vidi in tralice la Bestia con sette teste e dieci corna, e tra le sue corna dieci diademi, e sulle sue teste il nome di bestemmia. E la gente l'applaudiva e gli faceva foto e video, e registrava le sue dichiarazioni esclusive mentre, con chiarezza che avrebbe voluto farsi nebbia dolorosa, mi arrivava la consapevolezza ultima: l'incubo più atroce è quello che ci esclude definitivamente."
Carlos Monsiváis, I rituali del caos, p. 250

Punto è il fulcro di unione tra due specchi che, messi uno di fronte all'altro, si spiegano ai lati, come ali per sorvolare un'era di caos. Un cardine, questo è il punto.
- Trova la pagina 250 - dice Durito, nel mentre disfa le sue valigie.
Io cerco frettolosamente e mormoro:
- Pagina 250... mmmh... sì, eccola - esclamo con soddisfazione.
"O quella che almeno ci riguarda momentaneamente", penso, mentre Durito insiste ad arrampicare il suo piccolo pianoforte sopra la sua ancora più piccola scrivania, per dimostrarmi che il piccolo sostiene il grande, nella storia e in natura. L'argomento cade assieme al piano e Durito ruzzola giù rimanendo, dopo questa spettacolare operazione, col piano e la scrivania sopra al suo guscio. Io finisco di leggere quella parte del libro e cerco la pipa, il tabacco e Durito (in quest'ordine). Durito non ha intenzione di uscire di sotto alla catastrofe che lo sovrasta, ma una piccola colonna di fumo mi annuncia due cose: la prima è il posto dove si trova il mio tabacco, e la seconda è che Durito è vivo.
Accendere la pipa e i ricordi è tutt'uno. Qualcosa nel testo mi riporta indietro negli anni. A quella che era un'epoca dolce e semplice. Bisognava solo preoccuparsi del cibo. I libri erano pochi ma buoni, e rileggere era tornare a scoprire nuovi libri dentro uno. E questo viene a proposito, perché Durito mi ha portato questo libro in regalo, e mi ha segnato un passo della pagina 250 per dirmi qualcosa che ora rimarrà in attesa, poiché ci sono cose più importanti da segnalare, per esempio che i libri sono fatti di foglie e le foglie, sommate a rami e radici, fanno alberi ed arbusti. Gli alberi, come sa bene tutto quel che ne viene sommerso, servono per custodire la notte, che durante il giorno, è risaputo, si sente disoccupata. Tra i rami e le foglie, la notte distribuisce le sue rotondità allo stesso modo in cui una donna distribuisce le sue grazie tra umidi abbracci e sospiri. Gli alberi, nonostante questa sensuale missione, si danno tempo anche per altre cose. Per esempio, sono soliti ospitare i più svariati animali mammiferi, ovipari, artropodi, ed altra sdrucciole che servono solo per dimostrare che i bambini crescono. A volte, gli alberi offrono riparo anche a uomini mascherati. Si tratta, non c'è da dubitarne, di delinquenti e malfattori. Il viso coperto e il fatto di rifugiarsi tra gli alberi non lascia adito a dubbi circa la loro caratteristica di ricercati. Questo tipo di uomini, quand'è giorno, convivono con la notte tra gli alberi. Da questo deriva la loro passione ed il loro impegno di amare il ramo [gioco di parole: amar-rama. N.d.t.]. Allo stesso tempo, è certo, sugli alberi normalmente riposano gli scarabei come...
Durito mi interrompe dal più profondo di quella che, ora me lo spiega, è una scultura moderna formata dal suo pianoforte e dalla sua scrivania sopra la sua testa.
- Hai un fiammifero?
- Quella scultura dovrebbe chiamarsi qualcosa tipo "Caos sopra scarabeo fumatore" - gli dico mentre gli lancio un fiammifero.
-
Non mi offendono i tuoi scherzi. Riflettono solo la tua ignoranza. Si vede che non hai letto Umberto Eco a proposito dell'opera aperta. Questa bella scultura è la migliore dimostrazione dell'arte moderna e rivoluzionaria, e di come l'artista si compromette fino a tal punto con la sua opera che si trasforma in una parte di essa.
-
E come si chiama?
- Lì sta il dettaglio. E' lo spettatore a dovergli mettere nome. Per questo è un'"opera aperta."Come saprai, mio caro "Guatson", "l'opera aperta" non è finita ma si "completa" dentro il processo di circolazione e consumo del mercato artistico. Elementare. Così lo spettatore smette di esser tale e si trasforma in "coautore" dell'opera d'arte. Zedillo, per esempio, può intitolare quest'opera come il "Mio programma di governo" e metterla a Los Pinos [residenza ufficiale del Presidente del Messico N.d.t.]; Salinas de Gortari potrebbe intitolarla la "Mia eredità politica ed economica ed tenerla" ad Almoloya [toponimo messicano N.d.t.], ed i neoliberali la chiamerebbero la "Nostra proposta di un nuovo ordine mondiale". E tu, come la chiameresti? - mi domanda Durito. Io analizzo con occhio critico e rispondo:
-
Mmmh... Qualcosa come "Scarabeo seppellito sotto un piano e una scrivania".
- Bah! È troppo descrittivo - rimprovera Durito.
Mentre parliamo, i rituali della notte si compiono lentamente: il rumore di un aereo, il fumo della pipa, la solitudine, il discreto trambusto dei grilli, l'intermittente e luminoso scintillio delle lucciole, l'oppressione al petto e, sopra, le stelle che si fanno talco sul cammino di Santiago.
Forse verrà a piovere. I mesi scorsi hanno avuto la stessa incostanza della pioggia; perfino il calendario sembra disorientato e non si raccapezza tra tanto viavai di avvenimenti. Durito mi domanda come si chiama l'autore del libro.
- Monsiváis - gli rispondo.
- Ah, Carlos! - dice Durito con una familiarità che mi sorprende. Gli domando se lo conosce.
- Ovviamente! La cronaca è un genere che condividiamo... Ma è meglio che tu continui a scrivere. Io ho molto da fare - risponde Durito.
Io mi sto dando tempo perché, nell'iniziare questa lettera, ho ricordato improvvisamente che continuo senza risolverlo il dilemma del Tu o del Lei da usare nel rivorgermi a lei-te. Durito sostiene fermamente un assioma, pilastro della sua concezione del mondo: non c'è problema così sufficientemente grande che non gli si possa girare intorno. Cosicché, con questo corpus filosofico, ho deciso, un'altra volta, di lasciare sospesa la soluzione del dilemma e seguitare col soave pendolo che ci porta dal Tu al Lei.
Ed allora mi decido. Mordo la pipa con determinazione. Faccio lo sguardo da governatore-del-sudest-disposto-a-tutto-per-difendere-la-volontà-popolare-che-guarda-quelle-che-sono-le-cose-dalla-casualità-che-la-volontà-popolare-sono-io, ed intraprendo l'arduo compito di scriverti(le).
La mia immagine deve apparire fenomenale, che peccato non avere un testimone! (Durito già russa sotto il crollo della sua dimostrazione), che peccato aver messo tutti gli specchi in quello scritto che si intitolò qualcosa come "Specchi: il Messico tra le notti del giorno ed il cristallo della luna". Cosa? Non era così? Beh, non importa. Il caso vuole che ora ho bisogno di un specchio per controllare se il mio sguardo ha la lucentezza delirante del genio che si prepara per fallire la sua miglior idea. Che cosa? Un autogol? Perché? Per quel "fallire"? Ma no! Sarai(sarà), d'accordo con me che le idee migliori sono quelle che non si esprimono mai. Nel momento in cui entrano nella prigione del linguaggio, le idee si materializzano, si fanno lettere, parole, frasi, paragrafi, pagine... perfino libri, se ti disinteressi e le lasci sciolte. E così le idee diventano misurabili, possono pesarsi, misurarsi, conrontarsi. A quel punto diventano abbastanza noiose, oltre al fatto che tornano indipendenti e non obbediscono agli ordini di nessun tipo. Comprendo che a te (lei) le (ti) risulti inverosimile questo fatto degli ordini incompiuti, ma per un soldato come per un servitore è un vero mal di denti. I denti, come ogni scientista con studi di universitari sa, sono alcuni pezzi di osso che servono per dar lavoro ai dentisti, affinché fiorisca l'industria dei dentifrici, e perché esista la professione di vergognoso torturatore: l'odontoiatria. La parola "odontoiatria" è un'idea che si fece linguaggio e diventò misurabile e classificabile: ha dodici lettere, porta accento nella vocale debole per rompere il dittongo, e pesa tanto quanto il conto che bisogna pagare dopo essere usciti dall'ambulatorio...
- Definitivamente - dice Durito.
- Che cosa? - è l'unica cosa che mi è venuta da dire davanti alla subitanea interruzione di Durito.
- Non c'è dubbio. Questa consulta esclude gli scarabei - continua Durito, che evidentemente non si era addormentato e continua perfino a rivedere le carte sotto il caos che l'opprime -. Questa consulta ha escluso noi scarabei e questa è una forma di razzismo ed apartheid. Porterò la mia protesta agli organismi internazionali competenti.
È inutile ch'io tenti di dare spiegazioni a Durito. Egli insiste sul fatto che è mancata quella che egli chiama "la settima domanda" e che, più o meno, dovrebbe recitare:
"Sarebbe lei favorevole a che la cavalleria errante debba essere inclusa nell'Albo Nazionale delle Professioni?"
Io gli spiego che aggiunsi diversi poscritti facendo discrete insinuazioni alla CND ed Alleanza Civica, ma nessuno si diede per inteso.
- È scandaloso che questa richiesta non appaia. È questione di estetica. Quando mai è successo di fare una consultazione con sei domande? I numeri pari sono antiestetici. I dispari, invece, hanno l'incantesimo dell'asimmetria. Mi rincresce che qualcuno tanto asimmetrico come voi, mio nasuto scudiero, non abbia riflettuto prima su questo dettaglio.
Io faccio l'offeso e me ne sto in silenzio. Un rombo atroce si lascia ascoltare verso nord. I lampi lacerano l'oscura tenda che diluisce la distanza tra montagne e cielo.
Durito tenta di accontentarmi e mi racconta qualcosa (non si capisce bene quello che dice da sotto la scultura moderna) sul fatto che egli aveva un ambulatorio specializzato in alluci del piede sinistro. Io non smetto di apprezzare la soave insinuazione di Durito affinché mi concentri sul tema di questa missiva che era qualcosa come "Partiti politici ed etica", o "Politica e morale", o "Nuova sinistra, nuova morale e nuova politica", o "Tutti siamo Prigione", o... Proprio adesso è appena scoppiato un lampo che ti dimentichi dell'Apocalisse, e Durito mi dice che questo mi succede per l'essermi messo con l'alto clero, ed io gli dico che mi non sto mettendo col nunzio ma sto cercando un titolo mooolto buono per questo scritto, di modo che perfino qualche ambasciatore possa copiarmelo... Che ti pare di questo? "La bella bugia e la causa persa". Durito dice che di persa ho la ragione e che è meglio se ne torni a dormire, e che lo svegli quando dovesse arrivare la società civile a salvarlo del crollo. Allora io mi rendo conto che ora ho tutti gli elementi necessari per lo scritto: titolo, personaggi (i partiti politici, l'ambasciatore, il nunzio, lo spettro politico e la società civile) una polemica (quella del rapporto tra morale e politica) nella quale ficcare il naso, che se per questo ho naso in abbondanza. Ora solo mi manca un tema che giustifichi i fogli, i timbri della posta, la sollecitazione a Juan Villoro, de La Jornada Semanal, per essere anfitrione di tanta "bella" storia, ed il pretesto per riprendere il gentile scambio epistolare che iniziammo alla vigilia della Convenzione un anno fa. Ricordi(a)?
Il mio alter ego si avvicina e mi dice che se entro in polemica mi vale di più esser serio, perché coi Machiavelli e i nunzi non si scherza. "E se non mi credi, domanda a Castillo Peraza, la cui etica politica dimostrò la sua efficacia in Yucatan", dice il mio alter ego mentre si ritira a dare un occhiata ai fagioli.
Ogni polemica è un incubo, non solo per i polemisti, ma soprattutto per i lettori. Per questo credo che non valga la pena, e più ancora quando ricordo quella profezia di un certo intellettuale salinista (oggi sono senza memoria) che nel dicembre del 1993 prevedeva grandi successi per Salinas nel 1994, perché aveva "tutte le biglie" nel sacchetto.
Ma mi è successo che non posso rimanere spettatore e devo prendere partito. Ed io prendo partito, in questo caso, per quelli che non hanno partito, e con Durito facciamo la "ola", e non si creda che sia una "ola" disprezzabile: con tante paia di mani o piedi che ha Durito sembra perfino la "ola" del tifo messicano quando si tirano i rigori di Coppa America.
Ma Durito ora starà sognando Brigitte Bardot, perché si è lasciato andare a un sospiro che sembra piuttosto un ultimo lamento, cosicché non si può far conto su lui e vale di più concentrarsi sulla discussione, ed in questa discussione la cosa più importante è la relazione tra la morale e la politica, o, meglio, tra la morale e i partiti politici, o più ancora, tra politica e potere.
Tuttavia, ci sono ragionamenti che vanno più in là, ed il problema della relazione tra morale e politica è oscurato (o deviato) da quello della relazione tra politica e "successo", e tra politica e "efficacia". Machiavelli resuscita nell'argomento secondo cui, in politica, la morale "superiore" è la "efficacia", e l'efficacia si misura in quote di potere, cioè, nell'accesso al potere. Di qui si salta, previo giocolierismo di retorica machiavellica, a definire il cambiamento democratico come l'opposizione politica che si faccia governo. Il Partito di Acción Nazional è l'esempio, dicono, di questo "successo" politico, di questa morale politica.
Ma poi si rettifica e si sfuma: la concentrazione di potere, dicono, serve per contenere l'antagonismo che le società pluraliste portano dentro di sé. Il potere va esercitato per difendere la società da sé stessa!
Bene, lasciamo da parte questo nuovo parametro per misurare "l'efficacia" politica, e andiamo all'origine. Non già per polemizzare con quanti misurano il "successo" e "l'efficacia" politici dal numero di governatorati, comuni e poltrone al Congresso, bensì per riconsiderare quella manifestazione di "successo" che tanti seguaci trovano nell'attuale squadra di governo, vale a dire quella di Carlos Salinas de Gortari.
Il "successo" in politica può definirsi in termini di efficacia? È tanto più di successo una politica quanto più efficace si mostra? In tale caso, Carlos Salinas de Gortari merita un monumento, e non un procedimento di inchiesta per supposta complicità nelle stragi di J. F. Ruiz Massieu e Luis D. Colosio. La sua politica fu perfino "efficace" a tal punto da mantenere la vita dell'intero paese in una realtà virtuale che, ovviamente, fu rotta dalla realtà reale. La conoscenza della realtà arrivava attraverso i mezzi di comunicazione. Un gran "successo", non ci sono dubbi. L'"efficacia" politica ed economica di Carlos Salinas de Gortari gli meritò l'applauso di Acción Nacional e di intellettuali oggi orfani; e non solo di essi: grandi impresari ed alti chierici si lamentano ora di essere stati ingannati. Insieme si rallegrarono un tempo di "avere tutte le biglie". Oggi le conseguenze del "successo" salinista le patiscono tutti i messicani, e non solo quelli più impoveriti.
Dopo tutto, non è "l'efficacia politica" in Messico tanto perenne come un sessennio? A volte dura meno. Il governo di Ernesto Zedillo è un'eccellente dimostrazione di "successi" tanto durevoli come i fogli di un calendario senza foto.
L'altro problema dibattuto, quello delle quote di potere, era per segnalare che l'efficacia del cambiamento democratico sta nell'alternanza nel potere. L'alternanza del potere non è sinonimica di cambiamento democratico o della sua "efficacia", piuttosto di compromessi e divorzi in fieri. Le politiche che segue Acción Nacional in Bassa California, Jalisco e Chihuahua, distano molto dall'essere un modo "altro" di fare politica, e sono tanto autoritarie da pretendere di regolamentare la lunghezza delle gonne (Guadalajara) e l'esposizione delle parti del corpo umano (Monterrey).
L'alternanza al potere è un problema a parte e va, forse, ad impattare con la polemica del maestro Tomás Segovia con il tal Matías Vegoso: "Bene: l'ideale di governo bipartitico è legato a questa posizione, forse non perché il bipartitismo sia la sua unica manifestazione essenziale, ma perché è, almeno finora, la manifestazione concreta più chiara di un governo non "ideologico", bensì "tecnico". La prima cosa che devo dire (e forse non è la cosa più importante) è che questa posizione fa fede, evidentemente, in una continuazione delle ideologie e non in assoluto su una loro fine. La convinzione che un governo "tecnico" è meglio di uno "ideologico" è a sua volta un'ideologia, cioè una credenza che condiziona e distorce l'immagine della realtà, esattamente allo stesso modo in cui la convinzione che una verità "positiva" sia migliore della verità "metafisica" è, a sua volta, una convinzione metafisica."
(Indubbiamente, interrompo io, ora si parla di "tripartitismo", ma il problema rimane) Segue Tomás Segovia:
"Allo stesso modo, ti do un consiglio da amico: per difendere il neoliberalismo non si dimentichi che è un'ideologia e nient'altro che un'ideologia. Non comprendi che questa è giustamente la più astuta insidia dell'ideologia? Niente è più ideologico che dire: 'Gli altri sono ideologici; io sono razionale'."
Qui io potrei addurre a mio favore questi argomenti del maestro Tomás Segovia di fronte a Matías Vegoso, ma, a parte il fatto che non conto sull'autorizzazione di Tomás Segovia per farlo, questa discussione mi porta ad un altro problema: la moralità dell'immoralità (o devo dire "dell'amoralità"?) Mutatis mutandis: l'ideologia della non ideologia. E di qui potremmo saltare al problema della conoscenza e degli intellettuali che producono e distribuiscono questa conoscenza.
Il percorso seguito da alcuni intellettuali è tipico: dalla critica di fronte al potere sono passati alla critica dal potere.
Con Salinas dimostrarono che la conoscenza è al servizio del potere. Quindi collaborarono per dargli sostegno teorico. La loro logica, gira e rigira, arrivava sempre allo stesso risultato: il potere non si sbaglia analizzando la realtà, e se si sbaglia, allora il problema è della realtà, non del potere.
È una verità dolorosa, certo, ma inevitabile: il potere è riuscito non solo ad aggregare al suo seguito un gruppo di "brillanti" intellettuali; ha prodotto anche un corpo di analisti capaci di teorizzare, d'ora in poi, il futuro irrigidimento del potere (siano del PRI o del PAN le immagini che presenta lo specchio del potere).
Machiavelli è ora quello che guida un gruppo di intellettuali che cercano di dare un fondamento teorico-ideologico alla repressione a venire (in questa linea si iscrivono il nipote di Porfirio Díaz e La rebelión de las cañerías). Questo è il contributo fondamentale della sua elite: essere riusciti ad evolvere, dalla giustificazione di un sistema stupido, fino alla teorizzazione dell'imbecillità a venire. In poche parole, sono il nuovo tipo di intellettuali organici al potere. Sono capaci di vedere più in là del potere. Essi rappresentano l'immagine di quello che aspira ad essere l'intellettuale organico del neoliberalismo. Faranno scuola...
Mi fermo ora un attimo per ricaricare la pipa e riposare la schiena. Adesso una foschia grigia aggiunge una nuova tenda al pesante sipario della notte. Ci sono rumori provenienti da sotto "l'opera aperta" di Durito, segno che non dorme e continua a lavorare. Una piccola colonna di fumo si alza tra i cassetti della scrivania e la tastiera del piano. In qualche posto, sotto a quel gran pasticcio che pretende di essere una scultura, Durito legge o scrive.
Nel falò la danza di colori si spegne e, a poco a poco, ritorna il nero. Nella montagna i rumori ed i colori cambiano continuamente. E che cosa dire dell'inevitabile farsi in pomeriggio il giorno, in notte il pomeriggio e in giorno la notte...
Bisogna ritornare allo scritto, e così lo faccio. Machiavelli è rivisto e corretto, trasformato non in guida, bensì in elegante paramento che copre di intellettualismo il cinismo. C'è ora un'etica della "efficacia politica" che giustifica i mezzi necessari a ottenere "risultati" (cioè quote di potere). Questa etica politica deve prendere distanza dalla "etica privata", la cui "efficacia" è pari a zero perché si misura dalla lealtà ai principi.
Altre volte l'efficacia e i "risultati", oltre che al tema della morale politica vengono circoscritti all' "etica privata", all'ideologia della "salvazione" dell'anima. Di fronte ai "moralisti", Machiavelli ed i suoi equivalenti contemporanei propongono la loro "scienza" e la loro "tecnica": l'efficacia. Ad essa bisogna sempre attenersi.
Questa dottrina "non ideologica" ha seguaci ed "apprendisti". Voglio dire, oltre agli intellettuali salinisti e del neopanismo. Con le sue specificità, l'ambasciatore spiega, davanti all'applauso de gli-intellettuali-senza-memoria, la "dottrina" del cinismo e dell' "efficacia":
Se lo attacco, parla;
se gli parlo, mi attacca
L'ambasciatore non rappresenta sé stesso, intendo dire non solo sé stesso. Rappresenta una posizione politica, una maniera di fare politica che caratterizza già questa indefinibile rotta che sono i primi undici mesi del sessennio salinista senza Salinas. L'ambasciatore fa parte del neocorpus di "assessori" presidenziali che raccomandano a Zedillo attaccare per parlare. Il costo che si paga, dicono, può mascherarsi con una adeguata manipolazione dei mezzi di comunicazione.
Non ricordo il nome del film (forse il maestro Barbachano lo ricorda) ma uno degli attori principali era Peter Fonda. L'argomento sì lo ricordo con chiarezza. Trattava, più o meno, di un gruppo di brillanti studenti di Harvard che violentano una ragazza. Lei li accusò in un tribunale ed essi risposero che era una prostituta. L'avvocato li difendeva argomentando circa le loro brillanti qualifiche e le buone famiglie di estrazione. Vengono così assolti. La ragazza si suicida. Ormai adulti, i "júniors" cercano "emozioni più forti" e si dedicano a "cacce" dello stesso tipo durante i fine settimana. Quello di "cacciare" non è un termine figurato: dopo la violenza di rigore, i "júniors" liberano la vittima affinché fugga nei campi, e si dedicano a cacciarla con i fucili.
Non ricordo il finale, ma è uno di quelli in cui trionfa la giustizia e coi quali Hollywood tenta di risolvere sullo schermo quello che rimane impunito nella realtà.
Ora, i "júniors" moderni si sono messi d'accordo per il fatto che hanno un paese con cui giocare. L'uno sta a Los Pinos [residenza del Presidente del Messico N.d.r.] e l'altro sta in Bucareli [sede del Ministero degli Interni N.d.r.], si annoiano a non far nulla e provano a cacciare "i cattivi" in un gioco di guerra reale. Danno il tempo a che la preda scappi, e muovono le loro "pedine" per metterli alle strette e fare più interessante il gioco. Ma succede che il paese non sta al gioco e si mobilita per protestare. I "júniors" si trovano nei pasticci perché il gioco va per le lunghe e non riescono ad acchiappare il "cattivo".
Allora compare l'ambasciatore per tirarli fuori (?) dalle difficoltà: "Tutto era progettato - ci dice -, i morti non sono morti, la guerra non è guerra, i deportati non sono deportati, abbiamo sempre voluto dialogare ed mobilitiamo decine di migliaia di soldati solo per poter dire al `cattivo' che vogliamo dialogare." Un argomento patetico per un governo idem.
Nel mentre, la realtà prevale... e i mezzi di comunicazione di massa tentano di imporsi all'evidenza. Le dimenticanze incominciano a popolare il discorso governativo: si dimentica la caduta della borsa valori, la svalutazione, le "negoziazioni" di San Andrés come vetrina per esibire la vera politica indigenista del neoliberalismo, l'instabilità, la sfiducia e la diffidenza, l'ingovernabilità e l'incertezza. Dimenticano la cosa principale, secondo Machiavelli, e cioè che non hanno avuto risultati, non sono stati "efficaci".
Dimenticano che difendono una causa persa, e questo l'ambasciatore lo sa bene, ma lo dimentica nel momento delle interviste esclusive. Le ultime dichiarazioni del governo sono chiare: dimenticano la realtà, cioè dimenticano che ogni volta sono di meno quelli che credono nelle belle bugie e quelli disposti a scommettere sulle cause perse...
Nel frattempo, i Machiavelli moderni si lamentano della nostra moralina e recitano che, nella politica, non ci sono buoni e cattivi, e, pertanto, non può risolversi il tema con la qualificazione per bande.
E qui c'azzeccano, ma solo per quel che si riferisce al fatto che la relazione tra etica e politica non è un tema facile da risolvere con la definizione per bande: cattivi contro buoni. Vale a dire: "Se il Machiavelli della nostalgia intellettuale salinista è il cattivo, allora noi che non siamo d'accordo con lui, siamo buoni." Non vuol essere un tentativo di portare per di qua la polemica, ma credo che quando lei (tu) segnalò (segnalasti) che "Se "l'efficacia" alla maniera del neoliberalismo ha condotto alle situazioni tragiche del presente, neanche il culto per la purezza dottrinaria, senza "risultati troppo costosi", è andato molto lontano" (Carlos Monsiváis, Proceso n. 966), marcò (marcasti) un nuovo problema sul quale vale la pena insistere.
Da sinistra l'alternativa a Machiavelli non è molto attraente, quest'è certo. Ma il problema non è quello, non è cioè quello della "purezza dottrinaria", o almeno non solo quello. È anche qualcos'altro. La complicità di uno specchio che si offre come alternativa e semplifica tutte le sue relazioni politiche (ed umane, ma questo è un altro tema) ad un investimento. Questo è il fondamento etico della scienza "rivoluzionaria": la conoscenza "scientifica" produce una morale inversa a quella del capitalismo. Propone che all'egoismo si opponga il disinteresse; alla privatizzazione, la collettività; all'individualismo, l'essere sociale.
Ma questa concezione attraverso lo specchio, sorta di fondamentalismo morale, non apporta niente nuovo. L'inversione dell'immagine non è una nuova immagine, bensì un'immagine invertita. La proposta politica, e morale, alternativa è speculare: dove è predominante ora la destra, lo sarà la sinistra; dove il bianco, il nero; dove quello di sopra, quello di sotto; dove la borghesia, il proletariato, e così via. La stessa cosa, ma invertita. E questa etica era (o è) quella che si fissava (o si fissa) in tutto lo spettro della sinistra.
D'accordo. I moderni Machiavelli dicono, e dicono bene, che noi non offriamo qualcosa di meglio rispetto a quanto essi promuovono: cinismo ed efficacia. Che noi li criticiamo da una nuova "moralità", tanto criminale come la loro (beh, essi non dicono che la loro sia una morale criminale, dicono solo che lo è la nostra) e che pretendiamo di ridurre la politica ad una lotta tra bianchi e neri, dimenticando che ci sono molti grigi. È vero, ma non criticiamo solo che la morale del risorto Machiavelli sia cinica e criminale, segnaliamo anche che non è efficace...
Durito mi interrompe di nuovo per raccomandarmi prudenza in tema di morale.
- La tua immoralità è già di dominio pubblico - mi dice Durito, tentando di giustificare così la sua inqualificabile mancanza di non avere portato alcuni filmetti che gli avevo raccomandato, di quelli con molte X, dalla capitale.
- Non è di "quella" morale che stiamo parlando. E smettila di farmi la predica come se fossi un alcalde panista - mi difendo.
- Quello mai. Ma è mio dovere rimproverarti per il tuo depravato gusto cinematografico. Invece di quei video immorali, qui ti ho portato qualcosa di più edificante. Sono le foto del mio viaggio al DF.
Detto questo, Durito mi lancia una busta. In essa ci sono foto di diversi formati e soggetti. In una di esse egli sale, Durito, a Chapultepec [parco zoologico di Città del Messico N.d.t.].
- Non sembri molto felice in questa foto allo zoo - gli dico.
Durito risponde da sotto la scrivania, e mi racconta che quella foto venne scattata dopo che lo aveva fermato una guardia dello zoo. Pare che quel signore avesse scambiato Durito con un rinoceronte nano e si mostrò intenzionato a riportarlo in gabbia. Durito argomentò a sua difesa diverse e svariate questioni di botanica, zoologia, artropodi, mammiferi, cavalleria errante e non so più che altro, ma finì nel fosso dei rino. Fuggì come potè, approfittando del momento in cui il guardiano si prendeva il suo riposo.
Gli diede tanto piacere vedersi libero che decise di scattarsi questa foto dove sembra un rinoceronte bianco. Tanto era pallido. Per lo spavento, egli dice.
E dopo c'erano varie foto con Durito in pose diverse e in situazioni tipicamente urbane.
Per esempio c'era una foto di Durito tra molti piedi. Egli mi fece notare che nessuno dei piedi calzava stivali, e quello era qualcosa che Durito plaudiva. Io gli raccomandai di non entusiasmarsi troppo che in quei giorni Spinosa non aveva ancora fatto scuola coi suoi zoccoli.
A quella foto ne seguiva un'altra con molta gente. Durito mi spiegò che quella foto venne scattata affinché non mi sentissi tanto solo.
Quella seguente era con Durito e un altro scarabeo. Sullo sfondo si vedevano quello che sembravano le "islas" della Città Universitaria. Gli domandai chi era l'altro scarabeo.
- Non è un "lui", è una "lei" - risponde Durito con un prolungato sospiro.
Le foto finirono. Durito rimase in silenzio e si ascoltavano solo sospiri provenienti della sua scultura. Io ritorno all'indignazione di Machiavelli per la nostra critica alla sua efficacia.
Questa critica significa che, di fronte a quella morale, noi offriamo un'alternativa? È questa la bestemmia che atterrisce i Machiavelli adottati e adattati? Una nuova morale? Una morale migliore? Più di successo? Più efficace? È quello che offriamo? Negativo. Almeno per quel che riguarda noi zapatisti. Noi pensiamo che sia necessario costruire una nuova relazione politica, che questa nuova relazione non sarà il prodotto di una sola fonte (il neozapatismo in questo caso) che questa nuova relazione produrrà effetti in sé stessa. Tanto nuova che definirà non solo la nuova politica, ma anche i nuovi politici. Una nuova forma di definire l'ambito della politica e di quanti si districano in essa.
Non insisto molto sul perché la nuova morale politica non può nascere dal neozapatismo; basti dire che il nostro fondamento è anche il vecchio. Noi siamo ricorsi all'argomento delle armi (per quanto J. Castañeda, nell'intento di riscattare il suo libro dal naufragio editoriale, lo neghi e dica che di esercito abbiamo solo il nome) e, con esse, all'argomento della forza. Poco o niente cambia la situazione il fatto che le armi siano poche o vecchie, o che si siano usate poco.
Il fatto è che noi siamo stati, e siamo, disposti a usarle. Siamo disposti a morire per le nostre idee, è certo. Ma siamo anche disposti ad ammazzare. Per questo motivo, da un esercito, "manque" sia rivoluzionario, eroico ed eccetera, non può sorgere una nuova morale politica, o, per meglio dire, una morale politica superiore a quella che ci infastidisce il giorno e buona parte della notte. Essa, la notte, ancora conserva alcune sorprese e, di questo sono sicuro, si romperanno molte teste tentando di capire che...
- Le cose non sono tanto semplici - dice Durito -. Può essere che non abbia portato i video che volevi, e per questo motivo pretendi di scaricare sulle mie nobili spalle il peso di una colpa maggiore che quella di questo piano e della scrivania. Ma devo dire a mia discolpa che, in cambio, porto alcune cose per le zapatiste: braccialetti, diademi, cerchietti, molle per i capelli... Dieci notti di seguito ho dovuto lavorare per ottenere tutto questo...
Parlando di notti, quella di oggi brilla delle affilate corna di una luna-toro che, notizia, ritorna dall'ovest. Le sue nuvole ora sono assenti e, senza alcuna muleta che l'aiuti, la notte torea sola ed in silenzio. Le sue anime non si spaventeranno per il temporale che si annuncia a oriente, e tra le sue risorse brillano tanti scintillii come nell'abito del miglior torero.
E in quelle io mi trovavo, vedendo se lanciarmi al quite, benché non ci fosse alcun trigo nell'arena, quando mi fermò l'ampio sorriso che, disegnata tra le sue corna, mi regalava la luna. Dieci volte chiesi indulto, e dieci volte le stelle mi chiesero di seguire il lavoro.
Allora buttai lo scritto e mi diressi al centro del notturno agone, chiedendo prima a Durito che toccasse un paso doble. Egli mi rispose che era meglio tornassi a finire la lettera perché avevo già perso molto tempo senza finirla ed egli, Durito, non pensava minimamente di aiutarmi. Neppure a parlarne, la corrida rimase in attesa e ritornai allo scritto ed al problema della morale politica. Le mille teste che la luce faceva spuntare attraverso il muro della notte si agitarono appena...
Dov'ero rimasto? Ah sì! Nella nostra critica non mi sto riferendo al fatto che, rispetto a Machiavelli, noi siamo migliori, più buoni, o superiori. Però sì, diciamo che è necessario essere migliori. Il problema non sta in quale morale politica è migliore o più efficace, bensì in che cosa è necessario per una nuova morale politica.
In ogni caso, non sarà il cinismo sfumato di questi intellettuali, ansiosi di un sostegno teorico per il caos, quello che produrrà una morale politica migliore o più efficace. Rispetto ai partiti politici, Machiavelli opera una complicata bilancia di compensazioni: formalizzandosi come alternative di potere, tutte le sue piccolezze (segreti, negoziazioni, opportunismi, pragmatismi e tradimenti) non pesano quanto basta per alterare il favore che la bilancia fa al potere reale.
Ma accade che il carattere di quelle "piccolezze" non tarda ad arrivare a riscuotere la sua quota storica. E quanto più alta è la posizione raggiunta con quelle "piccole e grandi astuzie politiche", tanto più grande è la quota che la storia esige. Nuovamente, Carlos Salinas de Gortari è l'esempio che si fa lezione storica (e che, a quanto s'è visto, nessuno della classe politica vuole imparare).
È meglio il mondo che offriamo noi? Negativo: noi non offriamo un mondo nuovo. Machiavelli sì, e dice che non è possibile che sia migliore, ch'è meglio se ci uniformiamo con quei grigi che popolano la politica messicana senza fare tanto gli antagonisti e che ci si stemperi in nuove sfumature di grigio, più diluiti, cioè più grigi. Non siamo di quest'avviso, e non solo per la triste prospettiva che offre quella mediocrità di "né carne né pesce", bensì perché è bugia, non ha futuro e, presto o tardi, viene la realtà, con quella sciocchezza che normalmente assume la realtà, ed incomincia a rovinare i mezzi toni ed ad affilare i grigi più neutrali...
- Sette domande. Quella sarà la cosa giusta - dice Durito che, com'è evidente, non stempera il motivo del suo disaccordo con la Consulta Nazionale. Io tento di distrarrlo e gli chiedo di Pegaso. A Durito si rompe la voce quando mi risponde.
- Quello ch'è successo con Pegaso è parte di quella tragedia quotidiana che si vive e muore nel DF. Pegaso era una bestia gentile ed intelligente, ma troppo paziente per il traffico di Città del Messico. Io l'avevo camuffato da auto compatta, dopo che si rifiutò di mascherarsi da vagone della Metro per via delle scivolate nelle pozzanghere. Le cose andavano bene, ma risultò che Pegaso era Pegasa e si innamorò di una Ruta100. L'ultima volta che la vidi stava manifestando per il fondo di resistenza. Ma non mi dispiaccio per lui; sono sicuro che imparerà lì cose buone. Mi lasciò dicendomi che m'avrebbe scritto ma non saprà dove farlo.
Un tremore scuote il cielo. Io guardo di traverso dove sta Durito. Un silenzio ed una nuvola di fumo circondano la scultura. Tento di incoraggiare Durito e gli chiedo che mi parli ancora del suo viaggio nella capitale.
- Che cosa posso dirti? Vidi quello che si vede in una città grande o piccola: ingiustizia e coraggio, prepotenza e disubbidienza, grandi ricchezze nelle mani di pochi ed una miseria che ogni giorno inghiotte più persone. E' valsa la pena assistere a tutto questo. Per molti, la paura smette di esserlo; per altri si maschera da prudenza. Alcuni dicono che potrà essere sempre peggio; per altri la situazione non sarà mai tanto disperata. Non c'è unanimità, se non nel ripudio di tutto quello che sia governo.
Durito accende la pipa e continua:
- Una sera stavo per addormentarmi su uno dei pochi alberi della Alameda. Già la città era un'altra, differente a quella che vive di giorno. Dall'alto dell'albero vidi una pattuglia che faceva la ronda procedendo lentamente. Si fermò di fronte a una donna e uno degli occupanti scese dal veicolo. Il suo sguardo demoniaco lo denunciò. La mia intuizione non falla: compresi subito quello che sarebbe successo. La donna non si mosse, ed aspettò il poliziotto come se lo conoscesse già da prima. In silenzio, ella gli consegnò un rotolo di biglietti ed lui lo intascò mentre si guardava intorno. Salutò tentando di dare un pizzicotto alle guance della donna, ma lei gli allontanò la mano con un gesto brusco. Lui ritornò al veicolo. In un istante, la pattuglia si allontanò...
Durito tace un buon momento. Io suppongo che abbia finito e sia ritornato alla sua pratica, e a me tocca tornare alla mia: invece di discutere quale morale politica è migliore o è più "efficace", potremmo parlare e discutere sulla necessità di lottare per la creazione di un spazio nel quale possa nascere una nuova morale politica. E qui il problema si fonda nella considerazione seguente:
La morale politica deve definirsi sempre rispetto al problema del potere. Bene, ma non è la stessa cosa dire "rispetto al problema della presa del potere". Forse la nuova morale politica va costruita in un nuovo spazio che non sia la presa o la conservazione del potere, bensì gli serva da contrappeso ed opposizione che lo contenga ed obblighi a, per esempio, "comandare ubbidendo".
E' ovvio che il "comandare ubbidendo" non è tra i concetti della "scienza politica", ed è disprezzato dalla morale della "efficacia" che dirige l'agire politico che subiamo. Ma alla fine, sottoposta al giudizio della storia, la "efficacia" della morale del cinismo e del "successo" rimane nuda di fronte a sé stessa. Affrontando la sua immagine allo specchio dei suoi "risultati", la paura che ispirò ai suoi nemici (che saranno sempre la maggioranza) le si ritorce contro.
Dall'altro lato, dalla parte dei "puri", il santo si scopre demonio, e l'immagine inversa del cinismo scopre che trasformò l'intolleranza in precetto e religione, in tasso di misura e progetto politico. Il puritanesimo di Acción Nacional, per esempio, è parte di una dimostrazione che non si esaurisce nella destra messicana.
Bene, si avvicina l'alba e, con essa, l'ora di salutarsi. Forse non ho compreso la polemica alla quale invitava la resurrezione di Machiavelli, e vedo ora che presentai (e che non risolsi) più linee di polemica che l'originale. E non credo che sia una brutta cosa; sarà, in ogni caso, poco "efficace".
Sicuramente la polemica sarà destinata a proseguire, ma sembra poco probabile che possa darsi un faccia a faccia, dato pasamontagna, persecuzione e assedio... Come dice Muñoz Ledo: "Non credo che [Marcos] sia qualcuno destinato a rimanere nello scenario politico del paese". E' qualcosa che già "concordò" con Chuayfett? Una "sparizione" come quelle che ordina dalla Segreteria di Governo del Chiapas quell'altro gran perredista, Eraclio Zepeda?
Nel frattanto il potere ci perseguirà promettendo l'Apocalisse come equivalente al cambiamento. Egli deduce che è meglio per noi evitarlo e conformarci. Altri adducono, col loro silenzio, che l'Apocalisse è da sempre e che il caos non sta per venire, ma è già una realtà...
Non so oramai come concludere e ricorro a Durito affinché mi aiuti. Lo spettacolo della sua scultura accecata dai lampi del temporale è sorprendente. Il repentino illuminare fa sì che faccia maggior contrasto con l'ombra che la copre. Forse per questo motivo non vidi Durito uscire da dietro il crollo, e per un istante pensai che qualcosa di straordinario fosse successo. Durito fumava già seduto sul piano.
- Ma, come sei uscito da lì sotto?
- Fu molto semplice. Non sono mai stato sotto. Mi misi da un lato quando il piano incominciò a dondolare. In un istante decisi che non c'è opera d'arte che meritasse di stare sul mio corpo. Inoltre, io sono cavaliere errante, e per questo si deve essere un artista dell'anima e di quelli ce ne sono pochi. Bene, che cosa ti angoscia, mio caro "Guatson?"
- Non so come terminare questa lettera - dico addolorato.
- Questo problema è di facile soluzione. Finiscila come l'hai incominciata.
- Come ho incominciato? Con un punto?
- Sì, è elementare, mio caro "Guatson", si trova in qualunque libro di logica matematica.
- Di logica matematica? E che cosa ha a che vedere la logica matematica con la morale politica?
- Più di quello che pensi. Per esempio, in logica matematica (da non confondere con l'algebra) il punto rappresenta una congiunzione, una e. Il punto è uguale ad una e. Per dire A e B o A più B, si mette A • B. Il punto non è la fine, è segno di unione, di qualcosa che si somma. Definisce solo, tra punto e punto, un numero x di paragrafi dove x sia un numero che lo specchio non alteri e lo rifletta fedelmente - dice Durito, mentre sistema le sue carte. A oriente, il sole scopre le nuvole e si impadronisce del cielo.
E stando così le cose, finisco questo poscritto con un punto e, secondo Durito, non finisco bensì continuo. Vale dunque: e...

P.S. che invita a risolvere l'enigma che racchiude il suo progetto centrale:

ISTRUZIONI:

Prima. "Attraverso lo specchio (e cosa Alice ci trovò)", Lewis Carroll, capitolo II, "Il giardino dei fiori viventi".

Seconda. Ogni punto e a capo segna la fine di un paragrafo.

Terza. I segni di punteggiatura non contano.

Quarto. Caos numerico nella logica del numero nello specchio:
1-111. 14-110. 9-109. 247-107. 11-104. 25-103. 47-97. 37-96. 3-95.14-94. 3-89. 24-87. 22-86. 6-85. 10-84. 48-82. 21-81. 43-79. 55-78. 10-77. 49-76. 83-72. 21-71. 42-64. 6-63. 27-62. 52-61. 63-59. 13-58. 11-57. 3-56. 6-54. 101-53. 141-51. 79-50. 35-49. 32-49. 51-46. 11-45. 88-44. 12-43. 12-42. 31-41. 3-40. 24-39. 15-38. 20-37. 18-37. 17-36. 27-35. 22-33. 111-32. 7-32. 115-31. 20-31. 12-31. 5-31. 68-30. 46-30. 31-30. 12-30. 9-30. 54-29. 45-29. 12-29. 49-28. 20-28. 9-28. 40-27. 15-27. 42-22. 111-21. 91-21. 29-21. 3-21. 34-20. 6-20. 81-19. 66-19. 44-19. 36-19. 18-19. 11-19. 123-18. 90-18. 80-18. 76-18. 65-18. 43-17. 4-17. 51-15. 48-15. 28-15. 16-15. 47-14. 20-14. 8-14. 39-13. 12-13. 55-12. 54-12. 53-12. 18-11. 43-10. 25-10. 41-8. 9-6. 6-4. 1-1.

Quinta. Nello specchio, il caos è un riflesso dell'ordine logico e l'ordine logico è un riflesso del caos.

Sesta. A • A = ?

Settima. Ci sono sette specchi: il primo è il primo. Il secondo ed il terzo aprono il mistero del caos che si ordina nella stanza. La stanza si costruisce con il quinto e il sesto. Il settimo è l'ultimo.

Vale di nuovo. Salute e, come si vede (considerati alberi, trasgressori e odontoiatria) non è tanto semplice.
Amar la rama


Montagne del Sudest messicano
Subcomandante Insurgente Marcos


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