- Y es que resulta que de por sí no se cayen, parece que se cayen pero no se cayen -, le dijo Elías Contreras a la Magdalena cuando, sentados en una de las lomas que rodean La Realidad zapatista, vieron, en la madrugada de acá, una rápida línea de luz hiriendo la manchada pizarra de la madrugada.
Fue aquella vez en que La Magdalena acompañó a Elías, cuando su búsqueda del Mal y el Malo los trajo hasta las montañas del sureste mexicano.
La historia me la contó después a mí Elías, y no la vine a recordar hasta que, en la tierra del Comca´ac, el Seri, en el noroeste del México de abajo, una lluvia de estrellas me refrescó la memoria.
Era madrugada allá. Como parte de la gira inicial de la Comisión Sexta del EZLN en La Otra Campaña, habíamos llegado hasta las amenazadas tierras de la Nación Comca´ac, o del pueblo indio Seri, que así también es conocido.
Hablando con uno de los jefes, caminamos las orillas de la playa, frente a la majestuosa figura de la Isla del Tiburón, el corazón de ese pueblo digno.
El pueblo Seri es un pueblo guerrero. Durante siglos ha sido acosado, hostigado y perseguido por distintas tribus depredadoras.
La última de esas bandas de maleantes viste las ropas de marca que usan los gobernantes federales, estatales y municipales en Sonora, México, y pretende apoderarse de la Isla del Tiburón y convertirla en un centro vacacional de alto turismo. El Seri resiste y defiende su territorio, su cultura y su historia, frente a la ambición de siempre, aunque ahora disfrazada de modernidad.
Mientras en el cielo de cuando en cuando se colgaban retorcidos alambres de luz, iluminando esporádicamente el contorno sur de la isla, el jefe Seri y yo hablamos de los dolores de nuestros pueblos. Los relámpagos se fueron espaciando cada vez, al igual que nuestra palabra y llegó el momento en que el silencio fue una sombra en la noche y en nosotros.
Y la sombra de los dolores de nuestros pueblos se hubiera quedado ahí, a no ser porque, de pronto, una estrella abandonó su lugar fijo y corrió hacia el abajo de nuestro mundo, buscando besar la tierra. A la primera siguió otra, y otra. Y durante unos segundos pareció que las estrellas todas mudaban de casa y se pasaban a habitar el otro cielo, el de abajo, el nuestro.
El jefe Seri y yo nada dijimos. En silencio contemplamos la señal.
Yo encendí la pipa.
El jefe Seri encendió la palabra y dijo:
- “Así dijeron nuestros abuelos: que iba a llegar la hora” -.
Cuando la madrugada dejó su lugar a la mañana y, en lugar de una isla arropada en sombras, surgió un corazón gigante en medio del mar, el jefe Seri bailó y las mujeres de la tribu cantaron. No eran para nosotros ni el canto ni el baile. Eran para la tierra, la madre.
“Te cuidaremos”, prometía el mensaje. “Te defenderemos”, decía la promesa.
Fue entonces cuando, escuchando el canto guerrero de las Seris y mirando el baile del jefe indígena, recordé lo que me había contado Elías Contreras, Comisión de Investigación del EZLN, unos años antes.
Tal vez algún extraviado, o extraviada, según, de quienes me escuchan, no sepa quienes son (o eran, según el caso o cosa) Elías Contreras y la Magdalena. O ignoren qué rayos hacían esos dos aquella madrugada de enero, hace algunos años, sentados en una pequeña colina de la zona tojolabal, en territorio zapatista.
Por ahora sólo les digo que Elías Contreras era un indígena zapatista, veterano de guerra, que tenía la Comisión de Investigación del EZLN para apoyar en algunos de los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas. La Comisión de Investigación es, para los zapatistas, el equivalente a lo que los ciudadanos llaman “detective”. Y la Magdalena era un ciudadano homosexual que trabajaba la calle para conseguir dinero para operarse y cambiarse de sexo.
Elías y la Magdalena se conocieron en la Ciudad de México, también hace algunos años. La Magdalena se hizo nuestro compañero, o compañera, según, y fuera hombre, mujer, o ni una ni otra cosa, se convirtió en zapatista. Ella, o él, según, junto con Nadie y Elías Contreras, enfrentaron al Mal y al Malo en un desafío que le costó la vida a la Magdalena.
Pero esto que les narro, aunque ya ocurrió hace muchas lunas, se puede imaginar como que pasa ahora, en tiempo presente, y que somos espectadores privilegiados de cómo el amor, ese impertinente, también se puede esconder, y así mostrarse del lado de acá, en las palabras.
Imaginemos pues…
La madrugada en nuestro acá. Un largo y hondo cielo manchado de lucecitas. Dos figuras como sombras bajo la doble sombra de la noche y el árbol.
(La Magdalena ha recostado su cabeza en el hombro de Elías y, sin decir palabra alguna, ha levantado su mano para señalar la estrella fugaz que rompió la monotonía de un cielo harto de estrellas inmóviles.)
A pesar de la distancia de calendario que los separa, y del desconcierto que a Elías le causa el saber que la Magdalena es un hombre que no lo es y que es una mujer que tampoco es, el compañero Comisión de Investigación del EZLN, Elías Contreras, se ha auto adjudicado el papel de maestro-tutor-padre-hermano-mayor y admirador vergonzante de la Magdalena.
Además, Elías está en su cancha, y como tal se siente obligado a dar cuenta de todo lo que ocurre en estas tierras, así que empieza a contar una historia que, como todas las que inventa Elías para decirle o explicarle algo a la Magdalena, va construyendo paso a paso sin saber bien a bien en qué terminará. Así que dejemos que él continúe:
- Cuentan nuestros más antiguos mayores que hubo antes un tiempo muy primero -.
- Muy nuevito estaba ese tiempo, dicen nuestros viejos sabedores. Era como un pichito apenas y acaso sabía caminar bien -.
(La Magdalena asiente en silencio y su imaginación evoca a una niña pequeña, tratando de dar sus primeros pasos. Elías, a saber por qué causa, razón o motivo, también empieza a imaginar a una niña y sigue hablando)
No sabía caminar todavía y andaba a los tumbos, tropezando andaba el tiempo. Como una cría que apenas está aprendiendo que eso que tiene en una de las orillas del cuerpo, las patas pues, sirven, además de para meterse los dedos a la boca, para caminar. Y ahí anda la criatura agarrándose de las nagüas de la mamá o de una silla o de una mesa o de nada, y ¡zaz!, al suelo pues.
(La Magdalena y Elías se imaginan, en estéreo, a una niña cayendo de sentón, mirando a ver si tiene testigos y haciendo un rápido cálculo de si vale la pena chillar o no. Sonríen los dos sin mirarse. Elías continúa su narración)
Entonces, como no se caminaba todavía bien ese tiempo más primerito, pues todo iba como muy despacio.
No como ahora, que el tiempo ya está más mayor y anda a las carreras.
Ya ves que nomás un ratito y ya son más de 10 años de que nos alzamos en armas contra del maldito gobierno. Que sea más de una década.
Y “década” es una palabra nueva que aprendí y que quiere decir que son diez años, o sea que para no decir “diez años” se dice “década” y así parece que no son diez años pero sí son, bueno, según el caso o cosa. Porque, por ejemplo, si uno dice que ya tiene una década en la escuela y nomás no pasa de grado, pues duele menos que decir que ya tiene 10 años y nomás no aprende. Y aluego, por ejemplo…
(La Magdalena ha volteado a ver a Elías con una evidente cara de “te-estás-dispersando-querido” y Elías ha comprendido que la Magdalena ya sabe qué cosa quiere decir “década”, así que da por terminado ese tema y prosigue)
Bueno, pues como todo iba muy lento, pues todo y todos tenían el modo y el tiempo para hacer muchas cosas.
Por ejemplo para platicar.
Que sea para hablar y escuchar.
Ya ves tú, Magdalena, que los ciudadanos, o ciudadanas, según, acaso tienen modo y tiempo para platicar. Yo creo que por eso cuando encuentran a un zapatista, o a una zapatista, según, empiezan a hablar y pues aluego ya no hay forma de quitarles el micrófono…
(La Magdalena mira a Elías con un gesto de reproche. Elías se defiende)
Bueno, yo acaso estoy diciendo nada. Es el Sup que así anda diciendo, que los ciudadanos agarran el micrófono y ya no lo sueltan, que como que le echan pegamento en las manos, y a mí una vez me pasó, en la ciudad, que iba a lavar mi diente y no va siendo que en lugar de pasta de dientes le eché pegamento al cepillo, y es que están igualitos los tubitos ésos y así anduve un buen rato con los dientes bien trabados y nada que no baja nada, si hasta me enflaquecí un buen y todos me dijeron que es por corajudo, que cuando uno se pone bravo hasta rechinan los dientes y no come, pero yo qué rechinar ni qué nada, si no los podía ni mover, o sea que mi diente estaba inmóvil…
Y entonces, “inmóvil” es una palabra nueva que aprendí que quiere decir que no se mueve, que sea que se está así nomás, como que no pasa nada y entonces…
(Ahora no es la Magdalena quien ha exhortado a Elías a que se centre en el tema, sino él mismo)
Bueno pues, entonces pues arresulta que los dioses primeros, los que nacieron el mundo, de por sí salieron muy platicadores.
Y como estaban en su platicadera, pues no se apuraban a hacer las cosas que el mundo necesitaba para que estuviera cabal, que sea, completo.
Y entonces la tierra, nuestra madre primera, como tardaban los dioses en su quehacer, pues también se puso a darle a la platicadera.
Y bueno, pues tampoco había muchos con quien hablar, así que la tierra se puso a platicar con las cosas que también se caminan pero en el cielo.
O sea con las nubes, el sol, la luna, las estrellas, y tal vez algunos pájaros, no muy se sabe porque no sabemos si ya habían hecho los pájaros los dioses primeros.
Entonces pues ahí estaban como comagreando la tierra y los que caminan el cielo. Y dale con la queja y queja.
Y decía la tierra:
“No, pos estos dioses serán muy primeros pero también son muy marmotas Apenas unas cuantas matitas me han puesto y unos cuantos ríos y lagos, y el mar ahí nomás lo aventaron y se rompió en siete partes y entonces pues ahora sí que, como luego dicen, me rompieron la madre, porque yo también quedé toda pedaceada. Y luego pues va a ser un despelote con la geografía y los intercontinentales”.
Y decían las nubes:
“Sí pues, marmotas y malhechos que son. Míreme, a mí me hicieron muy gordita y a mi otra comagre la dejaron toda escurrida. Ahora van a andar diciendo que yo me zampo su comida. Y luego este color de ropa sucia que me pusieron. Y aquella tan blanca, que se cree muy pura, si bien que sabemos que nomás anda por ahí de tingolilingo.”
“Y luego –se hablaba la nube enflaquecida-, pues primero nos hicieron duras, que para que no nos aventara el viento pá donde fuera y no sé qué. Y entonces pues nomás nos estábamos cayendo, por pesadas pues. Y luego los pájaros se daban cada guamazo cuando topaban con nosotras, que olvídese comagre, una destrucción y una matazón que hasta parecía que el capitalismo neoliberal se había adelantado en el calendario. Y entonces pues de vuelta nos hicieron ligeritas, aunque algunas ya eran de por sí, como la comagre aquella que se las da de muy muy, y a ésa sí lo pesada no se le ha quitado”.
Y así estaban la tierra y quienes se caminan el cielo, en el puro comagreo y el chisme y la malhablada.
Y dicen nuestros más mayores, que la tierra, nuestra primera madre, no malhablaba, sino que nomás escuchaba, porque tampoco podía irse para otro lado, o sea que ahí estaba y ni modos de decir: “bueno comagres, pues ya me tengo que ir porque se me están quemando los frijoles”, si ni frijoles había, porque los dioses ésos, los más primeros, pos nomás no tenían apuro de nada, mucho menos de andar haciendo los frijoles.
Entonces pues la tierra se tenía que aguantar de oír tarugada y media, aunque también escuchaba cosas buenas e inteligentes, porque de todo había en la otra camp… perdón, en la intergalác… perdón, en el mundo pues, aunque todavía el mundo no era mundo, sino que era más bien una perspectiva desordenada, o sea que era un desmagre todo al mismo tiempo y en todos lados. Y eso de “perspectiva desordenada” te lo explico luego, Magdalena, orita no me interrumpas porque se me va la tonelada del cuento…
(La Magdalena pone ahora cara de “acaso estoy diciendo nada”. Elías se da por satisfecho y continúa…)
Bueno pues, entonces arresulta que la tierra también se platicó con los mames, que así le llamaban nuestros antiguos a los dioses hacedores de lluvia, que sea los dioses del trueno.
Y arresulta que, entre chismes y chisme, la tierra había echado trato con quienes caminaban el cielo.
El trato era que, cuando los que caminaban nubes se cansaban, la tierra dejaba que en ella encontraran reposo, se descansaran pues, o que de plano se tumbaran nomás a ver las cosas ahora sí que desde el otro lado, o sea desde abajo.
A cambio de eso, la tierra, la madre más primera de todas, sólo pidió que los que caminaban el cielo le ayudaran cuando ella lo necesitara.
Y no se llegó el día, porque los dioses todavía no habían hecho el día.
Y no se llegó la noche, porque tampoco la habían hecho.
Así que pues lo que se llegó fue la madrugada en que los dioses por fin entraron en razón de hacer ya, pues, a los hombres y mujeres.
Esa historia de cómo hicieron los dioses primeros a los hombres y mujeres, es otra historia y creo que ya la conté antes y si no, pues ahí en otra vuelta la cuento.
Y entonces los dioses hicieron a los hombres y mujeres de la tierra, o sea que le dieron encargo a la tierra que sea su mamá, o sea que los echa al mundo y los cría.
Entonces arresulta que los dioses éstos los hicieron a los hombres y mujeres pero ahí nomás los aventaron, sin ver si tienen una su comida para que no está triste el día.
Sin nada los hicieron, ni un pozolito les dieron a los hombres y mujeres primeros estos dioses.
Y la tierra, como buena madre que es, pos no se iba a quedar así nomás viendo que ahí andan los hombres y mujeres de un lado a otro sin nada para meter a la panza.
Y entonces la madre tierra anda toda preocupada, bueno, no anda, porque de por sí la tierra no anda, sino que se está quieta en su lugar, aunque de repente como que le da fiebre o a saber qué, pero se tiembla y se retuerce y es un desgarriate. Pero bueno, en ese tiempo, como todo iba muy despacito, pues hasta cuando temblaba pos nomás ni se sentía nada.
Bueno, pues entonces la tierra, nuestra madre, ahí anda con su preocupadera de que no han comido los hombres y mujeres. Y ni modos de darles chiche, porque nomás no tiene pechos la tierra. Aunque claro que así no hacía gasto en portapechos. Ora que hay unos portapechitos que ya de balde, nomás como pintados.
Pero bueno, arresulta que la tierra, la mamá más primera, está nomás piensa y piensa que qué va a hacer.
Y entonces la tierra nuestra madre piensa que hay que hacer una investigación. Y entonces le encarga el trabajo a un caracol. Que sea que el primer Comisión de Investigación fue el caracol. Y entonces la madre tierra le dice al caracol:
“Oí caracol, por ahí andan diciendo que hay una comida muy buena que se llama “maíz” pero no se sabe dónde mero está, entonces andáte a buscar y ya luego vienes y me dices dónde está, pero vete rápido porque mis niños y niñas nomás están esperando su comida”.
Y entonces el caracol se fue hecho la raya y de bolón-pin-pon recorrió todo el mundo, que tampoco era muy grande todavía, para qué es más que la pura verdad. Y ya luego regresó el caracol hecho la mocha y le dijo a la madre tierra:
“Oí mamá Tierra, ya lo encontré ya el alimento ése que dices, pero está guardado en una piegra muy dura”.
Y entonces la Tierra, nuestra madre, llamó a todos los animales, que tampoco eran muchos, para que es más que la pura verdad, y les dijo:
“Oigan, agarren todos sus tiliches y se me van como de rayo a donde les va a decir aquí el señor caracol y me rompen esa piegra y me traen lo que tiene dentro para darles de comer a mis hijas e hijos”.
Y ahí va toda la animalada, y dale y dale a la piegra y nada que se cuartea ni siquiera un tantito. Y ahí regresan todos desmayados y le dicen a la tierra que nomás no se puede, que está más dura que cabeza de político.
Y entonces, el caso, o cosa, según, es que había uno de los mames, que sea de los dioses del trueno, que se llamaba YALUC, que era el más grande y el más antiguo, que sea el más sabedor.
Y el YALUC y la tierra, nuestra madrecita más primera, se llevaban muy bien, mucho platicaban de cosas importantes y que enseñaban y aprendían.
Y entonces la tierra, nuestra madre, lo llama al YALUC y le cuenta de la problema que tiene. Y entonces el YALUC salió buena gente y le avienta unos truenos a la roca ésa, que sea a la piegra, y ahí nomás el piegrón se arrugó como saladito y se abrió y el YALUC lo agarró el maíz y se lo entregó a los hombres y mujeres.
Y entonces los hombres y mujeres no saben qué hacer con el grano de maíz y lo dejan ahí botado nomás.
Y entonces nuestra madre la tierra, lo tapa al grano de maíz para que no pase frío y ahí nomás empieza a salir una plantita y se empieza a crecer y da unas sus buenas mazorcas y luego el YALUC lo avienta un trueno y ahí nomás fríe el grano de maíz y se hacen las palomitas de maíz, aunque un poco quemadas quedaron, eso sí, porque le echó mucha juerza al rayo que aventó. Y entonces los primeros hombres y mujeres lo más primero que comieron fueron palomitas de maíz y fueron con el tiendero a comprar una salsa Valentina, se llama, creo, y vieron película y se atascaron de palomitas y les dio chorrillo… y tan-tan
(La Magdalena voltea a ver a Elías entre intrigada y enojada. Elías sonríe y dice…)
¡Éjele! No es así, pero nomás lo dije para ver si no te dormiste ya…
Bueno no, la historia es que sí salió la planta de maíz pero no era maíz palomero, sino maíz maíz, pero del bueno, o sea que no era transgénico. Y entonces la tierra, nuestra madre, le habló a los hombres y mujeres y ya les explicó cómo van a hacer el pozol y las tortillas y los tamales y el marquesote y ya no les dolió la panza, y tan, tan.
(La Magdalena voltea a ver extrañada a Elías y le pregunta)
¿Y todo eso qué tiene que ver con las estrellas que caen?
¡Ah, sí cierto, ya se me había olvidado! -, responde Elías.
Bueno, pues arresulta que aquellos primeros hombres y mujeres, los originarios, que sea los pueblos indios, quedaron muy agradecidos con la madre tierra y dijeron que siempre la van a cuidar siempre. Y entonces los hombres y mujeres primeros pensaron que qué tal que se les olvida o se enamorran y se distrayen y no dan cuenta si la tierra tiene alguna problema y entonces hicieron una su asamblea con la tierra, nuestra madre, y con el YALUC y con quienes caminan el cielo, y todos sacaron un acuerdo.
Y el acuerdo es que unos hombres y mujeres van a quedar como guardianes de la tierra, que sea de la montaña, de los ríos, de los mares, de los valles, de los vientos. Y esos guardianes van a quedar quietos, como dormidos, y si la madre tierra tiene algún peligro o una problema, entonces quienes caminan el cielo les van a avisar a los hombres y mujeres originarios, a los guardianes, para que se pongan truchas y hagan algo.
Y el trato fue que el aviso se iba a dar cuando el YALUC y los dioses del trueno, revientan el hilo que sostiene a las estrellas que están colgadas del techo del mundo, y ya las estrellas van a bajar para avisarles a los hombres y mujeres que la tierra tiene peligro.
Y entonces las estrellas que cayen no se cayen, sino que están avisando a los guardianes que ya llegó la hora…
La Magdalena, con una concreción que sería deseable en cualquier plenaria de la Otra o de la Intergaláctica, dice:
Tengo dos preguntas:
Primera: ¿Por qué dices que el caracol fue rápido a buscar el maíz si el caracol camina muy despacito?
Elías sonríe y responde:
Acaso camina despacio el caracol. Arresulta que en ese tiempo el tiempo iba muy despacito, entonces el caracol iba rápido en ese tiempo. Y lo que pasó es que, cuando el tiempo se cambió de tiempo, no le avisaron a tiempo al caracol. Entonces el caracol no camina despacio, lo que pasa es que tiene otro tiempo.
La Magdalena aplaude y ríe. Después añade temblorosa:
Bueno, la segunda pregunta es: dices que las estrellas que caen, bueno, que no caen, avisan a los guardianes de la tierra que ya llegó la hora, ¿la hora de qué?
Elías Contreras pone la voz grave y, señalando un largo y fugaz arañazo de luz en el cielo, dice:
De despertar.
Tan-tan.
¡Libertad y justicia para Atenco!
¡Libertad y justicia para Oaxaca!
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos.
P.D.- Ya no estamos, pero Elías Contreras y la Magdalena siguen sentados frente al horizonte de oriente. Es la Magdalena la que rompe el silencio:
- Oye papá Elías, imagínate que sí puedo hacerme la operación y hacerme mujer. A lo mejor hasta puedo tener hijos. Si tengo una niña, le voy a poner puras minifaldas -.
- Ni magres -, dice Elías de pronto, - mi hija nada de esas faldas rabonas que ya de balde. Puras nagüas hasta el tobillo. O pantalones, como las insurgentas -.
La Magdalena lo mira entre sorprendida y halagada, y pregunta:
- ¿Tu hija? -
Y entonces el nombrado por el Sup como Comisión de Investigación del EZLN, el que resolvió los casos más complicados en territorios zapatistas, el que no se amedrentó al recorrer él solo la Ciudad de México, el que se enfrentó sin titubear contra el Mal y el Malo siempre que lo topó, Elías Contreras, veterano de guerra del EZLN, se sonrojó de tal forma que la sombras de la madrugada no lo ocultaron. Con trabajos alcanzó a decir:
- Ya vámonos, ya está refrescando y el frío te puede hacer daño -.
Al bajar la loma, de forma natural, la Magdalena toma de la mano a Elías Contreras. Llegan al pueblo ya con el sol asomándose en una orilla. La Magdalena se arropa más en su rebozo, Elías Contreras suda como nunca en su vida…
Vale de nuez.
El Sup sonriendo mientras una estrella corre al abrazo de la tierra.
- Il fatto è che non è che cadono, sembra che cadano, ma non cadono -, disse Elías Contreras alla Magdalena quando, seduti su una delle colline che circondano La Realidad zapatista, videro, all'alba di qui, una veloce linea di luce ferire la lavagna maculata dell'aurora.
Fu quella volta in cui La Magdalena accompagnò Elías, quando la sua ricerca del Male e del Malvagio li portò fino alle montagne del sudest messicano.
La storia me la raccontò poi Elías, e non me la sono più ricordata fino a quando, nella terra dei Comca´ac, i Seri, nel nordovest del Messico del basso, una pioggia di stelle mi rinfrescò la memoria.
Era l'alba. Come parte del viaggio iniziale della Commissione Sesta dell'EZLN nell'Altra Campagna, eravamo arrivati fino alle minacciate terre della Nazione Comca´ac, o del popolo indio Seri, com'è anche conosciuto.
Parlando con uno dei capi, camminavamo ai bordi della spiaggia, di fronte alla maestosa figura dell'Isola di Tiburón, il cuore di questo popolo degno.
Il popolo Seri è un popolo guerriero. Per secoli è stato attaccato, vessato e perseguitato da diverse tribù predatrici.
L'ultima di queste bande di malviventi veste abiti di marca in uso ai governanti federali, statali e municipali di Sonora, Messico, e vuole impadronirsi dell'Isola di Tiburón e trasformarla in un centro vacanziero per turismo di lusso. I Seri resistono e difendono il loro territorio, la loro cultura e la loro storia, di fronte all'ambizione di sempre, anche se adesso è mascherata di modernità.
Mentre nel cielo di quando in quando si stagliavano obliqui raggi di luce che illuminavano sporadicamente il contorno meridionale dell'isola, il capo Seri ed io parlavamo delle sofferenze dei nostri popoli. I lampi si distanziavano sempre di più, come le nostre parole, ed arrivò il momento in cui il silenzio fu un'ombra nella notte ed in noi.
E l'ombra delle sofferenze dei nostri popoli si sarebbe fermata lì, se non fosse che, all'improvviso, una stella abbandonò il suo posto fisso e corse in basso verso il nostro mondo, cercando di baciare la terra. Alla prima ne seguì un'altra, ed un'altra. E per alcuni secondi sembrò che tutte le stelle cambiassero casa ed andassero ad abitare l'altro cielo, quello in basso, il nostro.
Il capo Seri ed io non dicemmo niente. In silenzio contemplavamo il fenomeno.
Io accesi la pipa.
Il capo Seri accese la parola e disse:
- "Così dissero i nostri antenati: che sarebbe arrivata l'ora" -.
Quando l'alba lasciò il posto al mattino e, invece di un'isola avvolta dalle ombre, sorse un cuore gigante in mezzo al mare, il capo Seri ballò e le donne della tribù cantarono. Non erano per noi né il canto né il ballo. Erano per la terra, la madre.
"Avremo cura di te", prometteva il messaggio. "Ti difenderemo", diceva la promessa.
Fu allora che, ascoltando il canto guerriero dei Seri e guardando il ballo del capo indigeno, ricordai quello che mi aveva raccontato Elías Contreras, Commissione di Investigazione dell'EZLN, alcuni anni prima.
Forse qualche distratto, o distratta a seconda di chi mi ascolta, non sa chi sono (o erano, secondo il caso o cosa) Elías Contreras e La Magdalena. O ignori che diamine facessero quei due in quell'alba di gennaio, di alcuni anni fa, seduti su una piccola collina della zona tojolabal, in territorio zapatista.
Per ora vi dico solo che Elías Contreras era un indigeno zapatista, veterano di guerra, nella Commissione di Investigazione dell'EZLN per appoggiare alcuni dei Municipi Autonomi Ribelli Zapatisti. La Commissione di Investigazione è, per gli zapatisti, l'equivalente di quello che i cittadini chiamano "detective". E la Magdalena era un cittadino omosessuale che lavorava per strada per raccogliere soldi per operarsi e cambiar sesso.
Elías e la Magdalena si conobbero a Città del Messico, anche loro alcuni anni fa. La Magdalena diventò nostro compagno, o compagna, dipende, e fosse uomo, donna o né uno né l'altra cosa, diventò zapatista. Lei o lui, dipende, insieme a Nadie ed Elías Contreras, affrontarono al Male ed il Malvagio in una sfida che costò la vita alla Magdalena.
Ma questo che vi narro, anche se successo molte lune fa, si può immaginare come se accadesse ora, al presente, e che siamo spettatori privilegiati di come l'amore, quell’impertinente, si può anche nascondere, e così mostrarsi da questa parte, nelle parole.
Immaginiamo dunque…
L'alba nel nostro di qua. Un lungo e profondo cielo macchiato di piccole luci. Due figure come ombre sotto la doppia ombra della notte e dell'albero.
(La Magdalena ha poggiato il capo sulla spalla di Elías e, senza dire parola alcuna, ha sollevato la mano per indicare la stella fugace che ha rotto la monotonia di un cielo stufo di stelle immobili.)
Nonostante la distanza di calendario che li separa, e lo sconcerto che suscita ad Elías sapere che la Magdalena è un uomo che non lo è e che è una donna che nemmeno lo è, il compagno della Commissione di Investigazione dell'EZLN, Elías Contreras, si è auto assegnato il ruolo di maestro-tutore-padre-fratello-maggiore e timido ammiratore della Magdalena.
Inoltre, Elías si trova a casa sua e come tale si sente obbligato a rendere conto di tutto quello che succede in queste terre, cosicché incomincia a raccontare una storia che, come tutte quelle che inventa Elías per dire o spiegare qualcosa alla Magdalena, costruisce passo a passo senza sapere bene dove andrà a parare. Dunque lasciamo che continui lui:
- Raccontano i nostri più antichi vecchi che prima ci fu un tempo molto remoto -.
- Quel tempo era molto nuovo, dicono i nostri vecchi saggi. Era come un neonato e forse non sapeva nemmeno camminare -.
(La Magdalena annuisce in silenzio e la sua immaginazione evoca una bimba piccola che tenta di compiere i suoi primi passi. Anche Elías, chissà per quale causa, ragione o motivo, incomincia ad immaginare una bambina e continua a parlare).
Ancora non sapeva camminare e procedeva a tentoni, inciampando percorreva il tempo. Come una bimba che sta appena imparando che quelle che ha ad una delle estremità del corpo, le gambe, servono oltre che a mettersi le dita in bocca, a camminare. E la creatura va aggrappandosi alle gambe della mamma o di una sedia o di un tavolo o di niente, e zac!, a terra dunque.
(La Magdalena ed Elías immaginano, all'unisono, una bambina che cade di sedere, si guarda intorno per vedere se ci sono testimoni e fa un rapido calcolo se valga la pena piagnucolare o no. I due sorridono senza guardarsi. Elías continua il suo racconto).
Allora, siccome quel tempo molto primo non camminava ancora bene, tutto procedeva molto lentamente. Non come adesso, che il tempo è ormai grande e va di corsa.
Vedi, in un attivo sono già più di 10 anni che ci siamo sollevati in armi contro il governo maledetto. Che è più di una decade.
E "decade" è una parola nuova che ho imparato e che vuol dire che sono dieci anni, cioè che per non dire "dieci anni" si dice "decade" e così sembra che non siano dieci anni, ma lo sono, beh, secondo il caso o cosa. Perché, per esempio, se uno dice che va a scuola da una decade e non viene promosso, fa meno male che dire che va a scuola da 10 anni e non impara. Per esempio…
(La Magdalena si volta a guardare Elías con una chiara faccia da "stai-divagando-caro" ed Elías comprende che la Magdalena sa già che cosa vuol dire "decade", e dà per concluso questo argomento e prosegue).
Beh, siccome tutto procedeva molto lento, tutto e tutti avevano il modo ed il tempo di fare molte cose.
Per esempio per conversare.
Ossia per parlare ed ascoltare.
Come ormai puoi vedere, Magdalena, i cittadini, o cittadine, dipende, raramente hanno modo e tempo per fare conversazione. Io credo che sia per questo che quando incontrano uno zapatista, o una zapatista, dipende, incominciano a parlare e poi non c'è modo di togliergli il microfono…
(La Magdalena guarda Elías con un gesto di rimprovero. Elías si difende)
Be, io non sto dicendo niente. È il Sup che dice così, che i cittadini afferrano il microfono e non lo mollano più, che è come se avessero la colla sulle mani, e a me è successo una volta, in città, mentre mi lavavo i denti non mi succede che invece del dentifricio ho strizzato colla sullo spazzolino, ma il fatto è che i tubetti sono proprio uguali e così sono stato per un po' con i denti ben chiusi mentre non andava giù niente fino a che dimagrii un bel po' e tutti mi dicevano che era a causa della rabbia, perchè quando uno diventa coraggioso perfino i denti stridono e non mangia, ma io non stridevo proprio niente visto che non li potevo nemmeno muovere, cioè i miei denti erano immobili…
Quindi, "immobile" è una parola nuova che ho imparato che vuol dire che non si muove, che se ne sta lì, che non succede niente e allora…
(Ora non è la Magdalena che ha esortato Elías a riconcentrarsi sull'argomento, ma lui stesso).
Quindi, risulta che i primi dei, quelli che hanno creato il mondo, sono venuti fuori molto chiacchieroni.
E siccome erano occupati a chiacchierare, non si preoccupavano di fare le cose di cui il mondo aveva bisogno perché fosse giusto, ovvero, completo.
Ed allora la terra, nostra prima madre, siccome gli dei tardavano nelle loro faccende, anche lei si dedicò alla conversazione.
Ma, siccome non c'erano nemmeno molti con cui parlare, la terra si mise a conversare con le cose che anch'esse si muovono, ma in cielo. Cioè con le nuvole, il sole, la luna, le stelle, e forse alcuni uccelli, non si sa molto perché non sappiamo se i primi dei avevano già creato gli uccelli.
E così la terra e quelli che percorrono il cielo discutevano. E dagli a lamentele e lamentele.
La terra diceva:
"No, questi dei saranno molto primi ma sono anche molto pigri. Mi hanno messo solo qualche cespuglio e pochi fiumi e laghi, ed il mare l'hanno scaraventato lì e si è spezzato in sette parti e adesso, come si dice, mi sono rotta, perché anche io sono rimasta tutta a pezzi. E sarà un caos con la geografia e gli intercontinentali".
E le nuvole dicevano:
"Sì davvero, pigroni e pasticcioni che non sono altro. Guardatemi, a me mi hanno fatta molto grassa, mentre l'altra mia compagna l'hanno lasciata tutta rinsecchita. Ora vanno in giro a dire che io mi pappo il suo cibo. E poi questo colore di vestiti sporchi che mi hanno messo addosso. E quella così bianca che si crede pura, mentre sappiamo bene che se la spassa."
"E poi - parlava la nuvola indebolita -, prima ci hanno fatte dure affinché non ci spazzasse via il vento chissà dove e chissà perché. Ma poi stavamo cadendo per quanto eravamo pesanti. E poi gli uccelli si prendevano capocciate quando urtavano contro di noi, e immaginati cara, che distruzione, un vero massacro, tanto che sembrava perfino il capitalismo neoliberale si fosse anticipato nel calendario. Quindi ci hanno rifatte leggere, benché alcune già lo fossero, come la tipa che se la tira, e a quella sì non le hanno tolto il peso."
E così la terra e quanti si muovevano in cielo trascorrevano il tempo tra chiacchiericcio, pettegolezzo e maldicenze.
E dicono i nostri vecchi che la terra, nostra prima madre, non sparlava, ma ascoltava soltanto, perché neanche poteva andarsene altrove, cioè stava lì e non c'era modo di dire: "Bene ragazze, ora devo andare perché mi si stanno bruciando i fagioli", se non aveva neppure fagioli, perché quegli dei, i più primi, non si curavano di niente, tanto meno di fare i fagioli.
Dunque la terra doveva sopportare di sentire stupidaggini e mediocrità, ma sentiva anche cose buone ed intelligenti, perché c'era di tutto nell'altra camp… scusate, nell'intergalat… scusate, nel mondo, anche se il mondo non era ancora il mondo, ma era piuttosto una prospettiva disordinata, cioè era sempre un casino e dappertutto. Questo della "prospettiva disordinata" te lo spiego dopo, Magdalena, adesso non interrompermi perché arriva il grosso del racconto…
(La Magdalena adesso fa una faccia da “sto dicendo forse qualcosa”. Elías sembra soddisfatto e prosegue…)
Bene, sembra che la terra parlò anche con i mames, così i nostri antenati chiamavano gli dei che facevano la pioggia, gli dei del tuono.
E risulta che, tra un pettegolezzo e l'altro, la terra aveva fatto un patto con quelli che camminavano in cielo.
Il patto era che, quando quelli che percorrevano le nuvole si stancavano, la terra lasciava che in lei trovassero riposo, si riposassero, o che solo scendessero a guardare le cose dall'altra parte, cioè dal basso.
In cambio di questo, la terra, la madre prima fra tutte, chiese solo che quelli che camminavano il cielo la aiutassero quando ne avesse avuto bisogno.
E non arrivò il giorno, perché ancora gli dei non avevano fatto il giorno.
E non arrivò la notte, perché neanche lei avevano fatto.
Quindi quella che arrivò fu l'alba in cui finalmente gli dei si diedero ormai ragione di creare gli uomini e le donne.
Questa storia di come i primi dei crearono gli uomini e le donne è un'altra storia e credo di averla già raccontata e se no, la racconterò in un'altra occasione.
Quindi gli dei crearono gli uomini e le donne della terra, cioè diedero incarico alla terra di essere la loro mamma, cioè di metterli al mondo, crescerli.
Quindi risulta che questi dei fecero in tal modo gli uomini e le donne ma li gettarono lì così, senza vedere se avevano cibo per non rendere triste il giorno.
Li crearono senza niente, questi dei non diedero nemmeno un piccolo pozol a questi primi uomini e donne.
E la terra, come la buona madre che è, non se ne stava lì a guardare uomini e donne andare da una parte all'altra senza niente da mettere in pancia.
Quindi la madre terra va tutta preoccupata, beh non va, perché la terra non cammina ma se ne sta tranquilla al suo posto, anche se improvvisamente come se avesse la febbre o chissà cosa, trema e si contorce ed è un disastro. Ma a quel tempo, siccome tutto procedeva molto pian pianino, anche quando tremava non si sentiva niente.
Dunque, allora la terra, nostra madre, va con la sua preoccupazione che gli uomini e le donne non hanno mangiato. E non c'era modo di dare loro latte dal seno, perchè la terra non ha seni...
Bene, e la terra, la mamma più prima, pensa e ripensa che cosa fare...
Ed allora la terra nostra madre pensa che bisogna fare un'indagine. Incarica quindi del lavoro un caracol. Ovvero, la prima Commissione di Investigazione fu il caracol. Allora la madre terra dice al caracol:
"Senti caracol, vanno dicendo che c'è un cibo molto buono che si chiama 'mais' ma non si sa dove sta, allora vai a cercare e poi torna e dimmi dove sta, ma sbrigati perché i miei bambini e bambine stanno aspettando il loro cibo."
Allora il caracol andò via di corsa e percorse tutto il mondo, che non era ancora molto grande, è solo la pura verità. Poi il caracol ritornò e disse alla madre terra:
"Senti madre Terra, ho trovato il cibo di cui parli, ma è conservato in una pietra molto dura."
Allora la Terra, nostra madre, chiamò tutti gli animali, che nemmeno erano molti, è la pura verità, e disse loro:
"Sentite, prendete tutti i vostri attrezzi e correte dove vi dirà il caracol e rompetemi quella pietra e portatemi quello che c'è dentro per dare da mangiare alle mie figlie ed ai miei figli".
E tutti gli animali vanno lì, e dagli e dagli alla pietra ma non si scheggia neanche un tantino. E tutti ritornano esausti e dicono alla terra che non ci si riesce, che è più dura della testa di un politico.
Allora volle il caso, o la cosa, dipende, ci fosse uno dei mames, degli dei del tuono, che si chiamava YALUC, che era il più grande ed il più antico, quindi il più esperto.
YALUC e la terra, la nostra prima mammina, andavano d'accordo, discorrevano molto di cose importanti che insegnavano ed imparavano.
Allora la terra, nostra madre, chiama YALUC e gli racconta del problema che ha. Quindi YALUC lanciò alcuni tuoni sulla roccia, quella pietra, ed il pietrone si accartocciò e poi si aprì e YALUC afferrò il mais e lo consegnò agli uomini ed alle donne.
Ma gli uomini e le donne non sanno che fare col grano di mais e lo lasciano gettato li.
Allora, nostra madre la terra copre il grano di mais perché non soffra il freddo e da lì comincia ad uscire una piantina che inizia a crescere e dà alcune buone pannocchie e poi YALUC lancia un fulmine ed il grano di mais frigge e si creano i popcorn di mais, anche se un po' bruciacchiati, sì, perché la saetta che lanciò era molto forte. Quindi, i primi uomini e donne la primissima cosa che mangiarono furono popcorn di mais ed andarono nel negozio a comprare una salsa, Valentina si chiama, credo, e guardarono dei film e si strafogarono di popcorn e diedero di stomaco… e tan-tan
(La Magdalena si volta a guardare Elías tra l'intrigata e l'arrabbiata. Elías sorride e dice…)
Dai! Non è così, l'ho detto solo per vedere se ti fossi addormentata…
Be, no, la storia è che sì nacque la pianta di mais, ma non era mais da popcorn, ma mais mais, quello buono, cioè non era transgenico. Quindi la terra, nostra madre, parlò agli uomini ed alle donne e spiegò loro come fare il pozol e le tortillas ed i tamales ed il marquesote e non gli fece male la pancia, e tan tan.
(La Magdalena guarda stupita Elías e gli chiede)
E tutto questo cosa ha a che vedere con le stelle cadenti?
Ah, sì certo, me n'ero dimenticato! -, risponde Elías.
Bene, risulta che quei primi uomini e donne, gli originari, che sono i popoli indios, furono molto grati con la madre terra e dissero che ne avrebbero preso cura per sempre. Quindi gli uomini e le donne primi pensarono cosa sarebbe stato se si fossero dimentici o innamorati e distratti tanto da non accorgersi se la terra avesse qualche problema; fecero dunque un'assemblea con la terra, nostra madre, e con YALUC e con quelli che percorrono il cielo, e tutti fecero un accordo.
E l'accordo è che alcuni uomini e donne saranno i guardiani della terra, delle montagne, dei fiumi, dei mari, delle valli, dei venti. E questi guardiani se ne staranno tranquilli, come addormentati, e se la madre terra corre qualche pericolo o ha un problema, allora chi cammina in cielo avvisa gli uomini e le donne originari, i guardiani, perché si destino e facciano qualcosa.
L'accordo era che l'avviso arrivava quando YALUC e gli dei del tuono, scuotono il filo che sostiene le stelle che sono appese al tetto del mondo, e le stelle scendono per avvisare gli uomini e le donne che la terra è in pericolo.
Dunque le stelle che cadono non cadono, ma avvisano i guardiani che è ormai giunta l'ora…
La Magdalena, con una concretezza che sarebbe auspicabile in qualunque plenaria dell'Altra o dell'Intergalattico, dice:
Ho due domande:
Prima: Perché dici che il caracol è corso a cercare il mais se il caracol cammina molto piano?
Elías sorride e risponde:
Il caracol cammina lentamente. Ma a quel tempo, il tempo trascorreva molto molto piano, quindi il caracol camminava velocemente a quel tempo. E quello che successe fu che, quando il tempo cambiò tempo, non avvisarono in tempo il caracol. Quindi, il caracol non cammina lentamente, è solo che ha un altro tempo.
La Magdalena applaude e ride. Poi aggiunge timorosa:
Bene, la seconda domanda è: dici che le stelle che cadono, beh, che non cadono, avvisano i guardiani della terra che è giunta l'ora, l'ora di che?
Elías Contreras fa la voce seria e, indicando un lungo e fugace graffio di luce nel cielo, dice:
Di svegliarsi.
Tan-tan.
Libertà e giustizia per Atenco!
Libertà e giustizia per Oaxaca!
Dalle montagne del Sudest Messicano
Subcomandante Insurgente Marcos
P.S. - Elías Contreras e la Magdalena sono ancora seduti di fronte all'orizzonte d'oriente. È la Magdalena a rompere il silenzio:
- Senti Elías, immaginati che riesco a farmi operare e diventare donna. Forse perfino ad avere figli. Se avrò una bambina, le metto solo minigonne -.
- Non se ne parla -, dice all'improvviso Elías, - mia figlia non si mette quelle gonne minuscole. Solo gonne fino alle caviglie. O pantaloni, come le insurgentas -.
La Magdalena lo guarda tra sorpresa e lusingata, e domanda:
- Tua figlia? -
Allora, il nominato dal Sup come Commissione di Investigazione dell'EZLN, quello che ha risolto i casi più complicati nei territori zapatisti, quello che non ha avuto paura di andare da solo a Città del Messico, quello che ha affrontato senza titubare il Male ed il Malvagio ogni volta che li ha incontrati, Elías Contreras, veterano di guerra dell'EZLN, si vergognò talmente che nemmeno le ombre dell'alba riuscirono a nasconderlo. Con molto sforzo riuscì a dire:
- Andiamo adesso, sta rinfrescando ed il freddo può farti male -.
Scendendo la collina, in maniera naturale, la Magdalena prende la mano ad Elías Contreras. Arrivano al villaggio col sole che si affaccia da un angolo. La Magdalena si stringe nel suo scialle, Elías Contreras suda come non mai in vita sua…
Bene.
Il Sup sorride, mentre una stella corre tra le braccia della terra.
Fue aquella vez en que La Magdalena acompañó a Elías, cuando su búsqueda del Mal y el Malo los trajo hasta las montañas del sureste mexicano.
La historia me la contó después a mí Elías, y no la vine a recordar hasta que, en la tierra del Comca´ac, el Seri, en el noroeste del México de abajo, una lluvia de estrellas me refrescó la memoria.
Era madrugada allá. Como parte de la gira inicial de la Comisión Sexta del EZLN en La Otra Campaña, habíamos llegado hasta las amenazadas tierras de la Nación Comca´ac, o del pueblo indio Seri, que así también es conocido.
Hablando con uno de los jefes, caminamos las orillas de la playa, frente a la majestuosa figura de la Isla del Tiburón, el corazón de ese pueblo digno.
El pueblo Seri es un pueblo guerrero. Durante siglos ha sido acosado, hostigado y perseguido por distintas tribus depredadoras.
La última de esas bandas de maleantes viste las ropas de marca que usan los gobernantes federales, estatales y municipales en Sonora, México, y pretende apoderarse de la Isla del Tiburón y convertirla en un centro vacacional de alto turismo. El Seri resiste y defiende su territorio, su cultura y su historia, frente a la ambición de siempre, aunque ahora disfrazada de modernidad.
Mientras en el cielo de cuando en cuando se colgaban retorcidos alambres de luz, iluminando esporádicamente el contorno sur de la isla, el jefe Seri y yo hablamos de los dolores de nuestros pueblos. Los relámpagos se fueron espaciando cada vez, al igual que nuestra palabra y llegó el momento en que el silencio fue una sombra en la noche y en nosotros.
Y la sombra de los dolores de nuestros pueblos se hubiera quedado ahí, a no ser porque, de pronto, una estrella abandonó su lugar fijo y corrió hacia el abajo de nuestro mundo, buscando besar la tierra. A la primera siguió otra, y otra. Y durante unos segundos pareció que las estrellas todas mudaban de casa y se pasaban a habitar el otro cielo, el de abajo, el nuestro.
El jefe Seri y yo nada dijimos. En silencio contemplamos la señal.
Yo encendí la pipa.
El jefe Seri encendió la palabra y dijo:
- “Así dijeron nuestros abuelos: que iba a llegar la hora” -.
Cuando la madrugada dejó su lugar a la mañana y, en lugar de una isla arropada en sombras, surgió un corazón gigante en medio del mar, el jefe Seri bailó y las mujeres de la tribu cantaron. No eran para nosotros ni el canto ni el baile. Eran para la tierra, la madre.
“Te cuidaremos”, prometía el mensaje. “Te defenderemos”, decía la promesa.
Fue entonces cuando, escuchando el canto guerrero de las Seris y mirando el baile del jefe indígena, recordé lo que me había contado Elías Contreras, Comisión de Investigación del EZLN, unos años antes.
Tal vez algún extraviado, o extraviada, según, de quienes me escuchan, no sepa quienes son (o eran, según el caso o cosa) Elías Contreras y la Magdalena. O ignoren qué rayos hacían esos dos aquella madrugada de enero, hace algunos años, sentados en una pequeña colina de la zona tojolabal, en territorio zapatista.
Por ahora sólo les digo que Elías Contreras era un indígena zapatista, veterano de guerra, que tenía la Comisión de Investigación del EZLN para apoyar en algunos de los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas. La Comisión de Investigación es, para los zapatistas, el equivalente a lo que los ciudadanos llaman “detective”. Y la Magdalena era un ciudadano homosexual que trabajaba la calle para conseguir dinero para operarse y cambiarse de sexo.
Elías y la Magdalena se conocieron en la Ciudad de México, también hace algunos años. La Magdalena se hizo nuestro compañero, o compañera, según, y fuera hombre, mujer, o ni una ni otra cosa, se convirtió en zapatista. Ella, o él, según, junto con Nadie y Elías Contreras, enfrentaron al Mal y al Malo en un desafío que le costó la vida a la Magdalena.
Pero esto que les narro, aunque ya ocurrió hace muchas lunas, se puede imaginar como que pasa ahora, en tiempo presente, y que somos espectadores privilegiados de cómo el amor, ese impertinente, también se puede esconder, y así mostrarse del lado de acá, en las palabras.
Imaginemos pues…
La madrugada en nuestro acá. Un largo y hondo cielo manchado de lucecitas. Dos figuras como sombras bajo la doble sombra de la noche y el árbol.
(La Magdalena ha recostado su cabeza en el hombro de Elías y, sin decir palabra alguna, ha levantado su mano para señalar la estrella fugaz que rompió la monotonía de un cielo harto de estrellas inmóviles.)
A pesar de la distancia de calendario que los separa, y del desconcierto que a Elías le causa el saber que la Magdalena es un hombre que no lo es y que es una mujer que tampoco es, el compañero Comisión de Investigación del EZLN, Elías Contreras, se ha auto adjudicado el papel de maestro-tutor-padre-hermano-mayor y admirador vergonzante de la Magdalena.
Además, Elías está en su cancha, y como tal se siente obligado a dar cuenta de todo lo que ocurre en estas tierras, así que empieza a contar una historia que, como todas las que inventa Elías para decirle o explicarle algo a la Magdalena, va construyendo paso a paso sin saber bien a bien en qué terminará. Así que dejemos que él continúe:
- Cuentan nuestros más antiguos mayores que hubo antes un tiempo muy primero -.
- Muy nuevito estaba ese tiempo, dicen nuestros viejos sabedores. Era como un pichito apenas y acaso sabía caminar bien -.
(La Magdalena asiente en silencio y su imaginación evoca a una niña pequeña, tratando de dar sus primeros pasos. Elías, a saber por qué causa, razón o motivo, también empieza a imaginar a una niña y sigue hablando)
No sabía caminar todavía y andaba a los tumbos, tropezando andaba el tiempo. Como una cría que apenas está aprendiendo que eso que tiene en una de las orillas del cuerpo, las patas pues, sirven, además de para meterse los dedos a la boca, para caminar. Y ahí anda la criatura agarrándose de las nagüas de la mamá o de una silla o de una mesa o de nada, y ¡zaz!, al suelo pues.
(La Magdalena y Elías se imaginan, en estéreo, a una niña cayendo de sentón, mirando a ver si tiene testigos y haciendo un rápido cálculo de si vale la pena chillar o no. Sonríen los dos sin mirarse. Elías continúa su narración)
Entonces, como no se caminaba todavía bien ese tiempo más primerito, pues todo iba como muy despacio.
No como ahora, que el tiempo ya está más mayor y anda a las carreras.
Ya ves que nomás un ratito y ya son más de 10 años de que nos alzamos en armas contra del maldito gobierno. Que sea más de una década.
Y “década” es una palabra nueva que aprendí y que quiere decir que son diez años, o sea que para no decir “diez años” se dice “década” y así parece que no son diez años pero sí son, bueno, según el caso o cosa. Porque, por ejemplo, si uno dice que ya tiene una década en la escuela y nomás no pasa de grado, pues duele menos que decir que ya tiene 10 años y nomás no aprende. Y aluego, por ejemplo…
(La Magdalena ha volteado a ver a Elías con una evidente cara de “te-estás-dispersando-querido” y Elías ha comprendido que la Magdalena ya sabe qué cosa quiere decir “década”, así que da por terminado ese tema y prosigue)
Bueno, pues como todo iba muy lento, pues todo y todos tenían el modo y el tiempo para hacer muchas cosas.
Por ejemplo para platicar.
Que sea para hablar y escuchar.
Ya ves tú, Magdalena, que los ciudadanos, o ciudadanas, según, acaso tienen modo y tiempo para platicar. Yo creo que por eso cuando encuentran a un zapatista, o a una zapatista, según, empiezan a hablar y pues aluego ya no hay forma de quitarles el micrófono…
(La Magdalena mira a Elías con un gesto de reproche. Elías se defiende)
Bueno, yo acaso estoy diciendo nada. Es el Sup que así anda diciendo, que los ciudadanos agarran el micrófono y ya no lo sueltan, que como que le echan pegamento en las manos, y a mí una vez me pasó, en la ciudad, que iba a lavar mi diente y no va siendo que en lugar de pasta de dientes le eché pegamento al cepillo, y es que están igualitos los tubitos ésos y así anduve un buen rato con los dientes bien trabados y nada que no baja nada, si hasta me enflaquecí un buen y todos me dijeron que es por corajudo, que cuando uno se pone bravo hasta rechinan los dientes y no come, pero yo qué rechinar ni qué nada, si no los podía ni mover, o sea que mi diente estaba inmóvil…
Y entonces, “inmóvil” es una palabra nueva que aprendí que quiere decir que no se mueve, que sea que se está así nomás, como que no pasa nada y entonces…
(Ahora no es la Magdalena quien ha exhortado a Elías a que se centre en el tema, sino él mismo)
Bueno pues, entonces pues arresulta que los dioses primeros, los que nacieron el mundo, de por sí salieron muy platicadores.
Y como estaban en su platicadera, pues no se apuraban a hacer las cosas que el mundo necesitaba para que estuviera cabal, que sea, completo.
Y entonces la tierra, nuestra madre primera, como tardaban los dioses en su quehacer, pues también se puso a darle a la platicadera.
Y bueno, pues tampoco había muchos con quien hablar, así que la tierra se puso a platicar con las cosas que también se caminan pero en el cielo.
O sea con las nubes, el sol, la luna, las estrellas, y tal vez algunos pájaros, no muy se sabe porque no sabemos si ya habían hecho los pájaros los dioses primeros.
Entonces pues ahí estaban como comagreando la tierra y los que caminan el cielo. Y dale con la queja y queja.
Y decía la tierra:
“No, pos estos dioses serán muy primeros pero también son muy marmotas Apenas unas cuantas matitas me han puesto y unos cuantos ríos y lagos, y el mar ahí nomás lo aventaron y se rompió en siete partes y entonces pues ahora sí que, como luego dicen, me rompieron la madre, porque yo también quedé toda pedaceada. Y luego pues va a ser un despelote con la geografía y los intercontinentales”.
Y decían las nubes:
“Sí pues, marmotas y malhechos que son. Míreme, a mí me hicieron muy gordita y a mi otra comagre la dejaron toda escurrida. Ahora van a andar diciendo que yo me zampo su comida. Y luego este color de ropa sucia que me pusieron. Y aquella tan blanca, que se cree muy pura, si bien que sabemos que nomás anda por ahí de tingolilingo.”
“Y luego –se hablaba la nube enflaquecida-, pues primero nos hicieron duras, que para que no nos aventara el viento pá donde fuera y no sé qué. Y entonces pues nomás nos estábamos cayendo, por pesadas pues. Y luego los pájaros se daban cada guamazo cuando topaban con nosotras, que olvídese comagre, una destrucción y una matazón que hasta parecía que el capitalismo neoliberal se había adelantado en el calendario. Y entonces pues de vuelta nos hicieron ligeritas, aunque algunas ya eran de por sí, como la comagre aquella que se las da de muy muy, y a ésa sí lo pesada no se le ha quitado”.
Y así estaban la tierra y quienes se caminan el cielo, en el puro comagreo y el chisme y la malhablada.
Y dicen nuestros más mayores, que la tierra, nuestra primera madre, no malhablaba, sino que nomás escuchaba, porque tampoco podía irse para otro lado, o sea que ahí estaba y ni modos de decir: “bueno comagres, pues ya me tengo que ir porque se me están quemando los frijoles”, si ni frijoles había, porque los dioses ésos, los más primeros, pos nomás no tenían apuro de nada, mucho menos de andar haciendo los frijoles.
Entonces pues la tierra se tenía que aguantar de oír tarugada y media, aunque también escuchaba cosas buenas e inteligentes, porque de todo había en la otra camp… perdón, en la intergalác… perdón, en el mundo pues, aunque todavía el mundo no era mundo, sino que era más bien una perspectiva desordenada, o sea que era un desmagre todo al mismo tiempo y en todos lados. Y eso de “perspectiva desordenada” te lo explico luego, Magdalena, orita no me interrumpas porque se me va la tonelada del cuento…
(La Magdalena pone ahora cara de “acaso estoy diciendo nada”. Elías se da por satisfecho y continúa…)
Bueno pues, entonces arresulta que la tierra también se platicó con los mames, que así le llamaban nuestros antiguos a los dioses hacedores de lluvia, que sea los dioses del trueno.
Y arresulta que, entre chismes y chisme, la tierra había echado trato con quienes caminaban el cielo.
El trato era que, cuando los que caminaban nubes se cansaban, la tierra dejaba que en ella encontraran reposo, se descansaran pues, o que de plano se tumbaran nomás a ver las cosas ahora sí que desde el otro lado, o sea desde abajo.
A cambio de eso, la tierra, la madre más primera de todas, sólo pidió que los que caminaban el cielo le ayudaran cuando ella lo necesitara.
Y no se llegó el día, porque los dioses todavía no habían hecho el día.
Y no se llegó la noche, porque tampoco la habían hecho.
Así que pues lo que se llegó fue la madrugada en que los dioses por fin entraron en razón de hacer ya, pues, a los hombres y mujeres.
Esa historia de cómo hicieron los dioses primeros a los hombres y mujeres, es otra historia y creo que ya la conté antes y si no, pues ahí en otra vuelta la cuento.
Y entonces los dioses hicieron a los hombres y mujeres de la tierra, o sea que le dieron encargo a la tierra que sea su mamá, o sea que los echa al mundo y los cría.
Entonces arresulta que los dioses éstos los hicieron a los hombres y mujeres pero ahí nomás los aventaron, sin ver si tienen una su comida para que no está triste el día.
Sin nada los hicieron, ni un pozolito les dieron a los hombres y mujeres primeros estos dioses.
Y la tierra, como buena madre que es, pos no se iba a quedar así nomás viendo que ahí andan los hombres y mujeres de un lado a otro sin nada para meter a la panza.
Y entonces la madre tierra anda toda preocupada, bueno, no anda, porque de por sí la tierra no anda, sino que se está quieta en su lugar, aunque de repente como que le da fiebre o a saber qué, pero se tiembla y se retuerce y es un desgarriate. Pero bueno, en ese tiempo, como todo iba muy despacito, pues hasta cuando temblaba pos nomás ni se sentía nada.
Bueno, pues entonces la tierra, nuestra madre, ahí anda con su preocupadera de que no han comido los hombres y mujeres. Y ni modos de darles chiche, porque nomás no tiene pechos la tierra. Aunque claro que así no hacía gasto en portapechos. Ora que hay unos portapechitos que ya de balde, nomás como pintados.
Pero bueno, arresulta que la tierra, la mamá más primera, está nomás piensa y piensa que qué va a hacer.
Y entonces la tierra nuestra madre piensa que hay que hacer una investigación. Y entonces le encarga el trabajo a un caracol. Que sea que el primer Comisión de Investigación fue el caracol. Y entonces la madre tierra le dice al caracol:
“Oí caracol, por ahí andan diciendo que hay una comida muy buena que se llama “maíz” pero no se sabe dónde mero está, entonces andáte a buscar y ya luego vienes y me dices dónde está, pero vete rápido porque mis niños y niñas nomás están esperando su comida”.
Y entonces el caracol se fue hecho la raya y de bolón-pin-pon recorrió todo el mundo, que tampoco era muy grande todavía, para qué es más que la pura verdad. Y ya luego regresó el caracol hecho la mocha y le dijo a la madre tierra:
“Oí mamá Tierra, ya lo encontré ya el alimento ése que dices, pero está guardado en una piegra muy dura”.
Y entonces la Tierra, nuestra madre, llamó a todos los animales, que tampoco eran muchos, para que es más que la pura verdad, y les dijo:
“Oigan, agarren todos sus tiliches y se me van como de rayo a donde les va a decir aquí el señor caracol y me rompen esa piegra y me traen lo que tiene dentro para darles de comer a mis hijas e hijos”.
Y ahí va toda la animalada, y dale y dale a la piegra y nada que se cuartea ni siquiera un tantito. Y ahí regresan todos desmayados y le dicen a la tierra que nomás no se puede, que está más dura que cabeza de político.
Y entonces, el caso, o cosa, según, es que había uno de los mames, que sea de los dioses del trueno, que se llamaba YALUC, que era el más grande y el más antiguo, que sea el más sabedor.
Y el YALUC y la tierra, nuestra madrecita más primera, se llevaban muy bien, mucho platicaban de cosas importantes y que enseñaban y aprendían.
Y entonces la tierra, nuestra madre, lo llama al YALUC y le cuenta de la problema que tiene. Y entonces el YALUC salió buena gente y le avienta unos truenos a la roca ésa, que sea a la piegra, y ahí nomás el piegrón se arrugó como saladito y se abrió y el YALUC lo agarró el maíz y se lo entregó a los hombres y mujeres.
Y entonces los hombres y mujeres no saben qué hacer con el grano de maíz y lo dejan ahí botado nomás.
Y entonces nuestra madre la tierra, lo tapa al grano de maíz para que no pase frío y ahí nomás empieza a salir una plantita y se empieza a crecer y da unas sus buenas mazorcas y luego el YALUC lo avienta un trueno y ahí nomás fríe el grano de maíz y se hacen las palomitas de maíz, aunque un poco quemadas quedaron, eso sí, porque le echó mucha juerza al rayo que aventó. Y entonces los primeros hombres y mujeres lo más primero que comieron fueron palomitas de maíz y fueron con el tiendero a comprar una salsa Valentina, se llama, creo, y vieron película y se atascaron de palomitas y les dio chorrillo… y tan-tan
(La Magdalena voltea a ver a Elías entre intrigada y enojada. Elías sonríe y dice…)
¡Éjele! No es así, pero nomás lo dije para ver si no te dormiste ya…
Bueno no, la historia es que sí salió la planta de maíz pero no era maíz palomero, sino maíz maíz, pero del bueno, o sea que no era transgénico. Y entonces la tierra, nuestra madre, le habló a los hombres y mujeres y ya les explicó cómo van a hacer el pozol y las tortillas y los tamales y el marquesote y ya no les dolió la panza, y tan, tan.
(La Magdalena voltea a ver extrañada a Elías y le pregunta)
¿Y todo eso qué tiene que ver con las estrellas que caen?
¡Ah, sí cierto, ya se me había olvidado! -, responde Elías.
Bueno, pues arresulta que aquellos primeros hombres y mujeres, los originarios, que sea los pueblos indios, quedaron muy agradecidos con la madre tierra y dijeron que siempre la van a cuidar siempre. Y entonces los hombres y mujeres primeros pensaron que qué tal que se les olvida o se enamorran y se distrayen y no dan cuenta si la tierra tiene alguna problema y entonces hicieron una su asamblea con la tierra, nuestra madre, y con el YALUC y con quienes caminan el cielo, y todos sacaron un acuerdo.
Y el acuerdo es que unos hombres y mujeres van a quedar como guardianes de la tierra, que sea de la montaña, de los ríos, de los mares, de los valles, de los vientos. Y esos guardianes van a quedar quietos, como dormidos, y si la madre tierra tiene algún peligro o una problema, entonces quienes caminan el cielo les van a avisar a los hombres y mujeres originarios, a los guardianes, para que se pongan truchas y hagan algo.
Y el trato fue que el aviso se iba a dar cuando el YALUC y los dioses del trueno, revientan el hilo que sostiene a las estrellas que están colgadas del techo del mundo, y ya las estrellas van a bajar para avisarles a los hombres y mujeres que la tierra tiene peligro.
Y entonces las estrellas que cayen no se cayen, sino que están avisando a los guardianes que ya llegó la hora…
La Magdalena, con una concreción que sería deseable en cualquier plenaria de la Otra o de la Intergaláctica, dice:
Tengo dos preguntas:
Primera: ¿Por qué dices que el caracol fue rápido a buscar el maíz si el caracol camina muy despacito?
Elías sonríe y responde:
Acaso camina despacio el caracol. Arresulta que en ese tiempo el tiempo iba muy despacito, entonces el caracol iba rápido en ese tiempo. Y lo que pasó es que, cuando el tiempo se cambió de tiempo, no le avisaron a tiempo al caracol. Entonces el caracol no camina despacio, lo que pasa es que tiene otro tiempo.
La Magdalena aplaude y ríe. Después añade temblorosa:
Bueno, la segunda pregunta es: dices que las estrellas que caen, bueno, que no caen, avisan a los guardianes de la tierra que ya llegó la hora, ¿la hora de qué?
Elías Contreras pone la voz grave y, señalando un largo y fugaz arañazo de luz en el cielo, dice:
De despertar.
Tan-tan.
¡Libertad y justicia para Atenco!
¡Libertad y justicia para Oaxaca!
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos.
P.D.- Ya no estamos, pero Elías Contreras y la Magdalena siguen sentados frente al horizonte de oriente. Es la Magdalena la que rompe el silencio:
- Oye papá Elías, imagínate que sí puedo hacerme la operación y hacerme mujer. A lo mejor hasta puedo tener hijos. Si tengo una niña, le voy a poner puras minifaldas -.
- Ni magres -, dice Elías de pronto, - mi hija nada de esas faldas rabonas que ya de balde. Puras nagüas hasta el tobillo. O pantalones, como las insurgentas -.
La Magdalena lo mira entre sorprendida y halagada, y pregunta:
- ¿Tu hija? -
Y entonces el nombrado por el Sup como Comisión de Investigación del EZLN, el que resolvió los casos más complicados en territorios zapatistas, el que no se amedrentó al recorrer él solo la Ciudad de México, el que se enfrentó sin titubear contra el Mal y el Malo siempre que lo topó, Elías Contreras, veterano de guerra del EZLN, se sonrojó de tal forma que la sombras de la madrugada no lo ocultaron. Con trabajos alcanzó a decir:
- Ya vámonos, ya está refrescando y el frío te puede hacer daño -.
Al bajar la loma, de forma natural, la Magdalena toma de la mano a Elías Contreras. Llegan al pueblo ya con el sol asomándose en una orilla. La Magdalena se arropa más en su rebozo, Elías Contreras suda como nunca en su vida…
Vale de nuez.
El Sup sonriendo mientras una estrella corre al abrazo de la tierra.
- Il fatto è che non è che cadono, sembra che cadano, ma non cadono -, disse Elías Contreras alla Magdalena quando, seduti su una delle colline che circondano La Realidad zapatista, videro, all'alba di qui, una veloce linea di luce ferire la lavagna maculata dell'aurora.
Fu quella volta in cui La Magdalena accompagnò Elías, quando la sua ricerca del Male e del Malvagio li portò fino alle montagne del sudest messicano.
La storia me la raccontò poi Elías, e non me la sono più ricordata fino a quando, nella terra dei Comca´ac, i Seri, nel nordovest del Messico del basso, una pioggia di stelle mi rinfrescò la memoria.
Era l'alba. Come parte del viaggio iniziale della Commissione Sesta dell'EZLN nell'Altra Campagna, eravamo arrivati fino alle minacciate terre della Nazione Comca´ac, o del popolo indio Seri, com'è anche conosciuto.
Parlando con uno dei capi, camminavamo ai bordi della spiaggia, di fronte alla maestosa figura dell'Isola di Tiburón, il cuore di questo popolo degno.
Il popolo Seri è un popolo guerriero. Per secoli è stato attaccato, vessato e perseguitato da diverse tribù predatrici.
L'ultima di queste bande di malviventi veste abiti di marca in uso ai governanti federali, statali e municipali di Sonora, Messico, e vuole impadronirsi dell'Isola di Tiburón e trasformarla in un centro vacanziero per turismo di lusso. I Seri resistono e difendono il loro territorio, la loro cultura e la loro storia, di fronte all'ambizione di sempre, anche se adesso è mascherata di modernità.
Mentre nel cielo di quando in quando si stagliavano obliqui raggi di luce che illuminavano sporadicamente il contorno meridionale dell'isola, il capo Seri ed io parlavamo delle sofferenze dei nostri popoli. I lampi si distanziavano sempre di più, come le nostre parole, ed arrivò il momento in cui il silenzio fu un'ombra nella notte ed in noi.
E l'ombra delle sofferenze dei nostri popoli si sarebbe fermata lì, se non fosse che, all'improvviso, una stella abbandonò il suo posto fisso e corse in basso verso il nostro mondo, cercando di baciare la terra. Alla prima ne seguì un'altra, ed un'altra. E per alcuni secondi sembrò che tutte le stelle cambiassero casa ed andassero ad abitare l'altro cielo, quello in basso, il nostro.
Il capo Seri ed io non dicemmo niente. In silenzio contemplavamo il fenomeno.
Io accesi la pipa.
Il capo Seri accese la parola e disse:
- "Così dissero i nostri antenati: che sarebbe arrivata l'ora" -.
Quando l'alba lasciò il posto al mattino e, invece di un'isola avvolta dalle ombre, sorse un cuore gigante in mezzo al mare, il capo Seri ballò e le donne della tribù cantarono. Non erano per noi né il canto né il ballo. Erano per la terra, la madre.
"Avremo cura di te", prometteva il messaggio. "Ti difenderemo", diceva la promessa.
Fu allora che, ascoltando il canto guerriero dei Seri e guardando il ballo del capo indigeno, ricordai quello che mi aveva raccontato Elías Contreras, Commissione di Investigazione dell'EZLN, alcuni anni prima.
Forse qualche distratto, o distratta a seconda di chi mi ascolta, non sa chi sono (o erano, secondo il caso o cosa) Elías Contreras e La Magdalena. O ignori che diamine facessero quei due in quell'alba di gennaio, di alcuni anni fa, seduti su una piccola collina della zona tojolabal, in territorio zapatista.
Per ora vi dico solo che Elías Contreras era un indigeno zapatista, veterano di guerra, nella Commissione di Investigazione dell'EZLN per appoggiare alcuni dei Municipi Autonomi Ribelli Zapatisti. La Commissione di Investigazione è, per gli zapatisti, l'equivalente di quello che i cittadini chiamano "detective". E la Magdalena era un cittadino omosessuale che lavorava per strada per raccogliere soldi per operarsi e cambiar sesso.
Elías e la Magdalena si conobbero a Città del Messico, anche loro alcuni anni fa. La Magdalena diventò nostro compagno, o compagna, dipende, e fosse uomo, donna o né uno né l'altra cosa, diventò zapatista. Lei o lui, dipende, insieme a Nadie ed Elías Contreras, affrontarono al Male ed il Malvagio in una sfida che costò la vita alla Magdalena.
Ma questo che vi narro, anche se successo molte lune fa, si può immaginare come se accadesse ora, al presente, e che siamo spettatori privilegiati di come l'amore, quell’impertinente, si può anche nascondere, e così mostrarsi da questa parte, nelle parole.
Immaginiamo dunque…
L'alba nel nostro di qua. Un lungo e profondo cielo macchiato di piccole luci. Due figure come ombre sotto la doppia ombra della notte e dell'albero.
(La Magdalena ha poggiato il capo sulla spalla di Elías e, senza dire parola alcuna, ha sollevato la mano per indicare la stella fugace che ha rotto la monotonia di un cielo stufo di stelle immobili.)
Nonostante la distanza di calendario che li separa, e lo sconcerto che suscita ad Elías sapere che la Magdalena è un uomo che non lo è e che è una donna che nemmeno lo è, il compagno della Commissione di Investigazione dell'EZLN, Elías Contreras, si è auto assegnato il ruolo di maestro-tutore-padre-fratello-maggiore e timido ammiratore della Magdalena.
Inoltre, Elías si trova a casa sua e come tale si sente obbligato a rendere conto di tutto quello che succede in queste terre, cosicché incomincia a raccontare una storia che, come tutte quelle che inventa Elías per dire o spiegare qualcosa alla Magdalena, costruisce passo a passo senza sapere bene dove andrà a parare. Dunque lasciamo che continui lui:
- Raccontano i nostri più antichi vecchi che prima ci fu un tempo molto remoto -.
- Quel tempo era molto nuovo, dicono i nostri vecchi saggi. Era come un neonato e forse non sapeva nemmeno camminare -.
(La Magdalena annuisce in silenzio e la sua immaginazione evoca una bimba piccola che tenta di compiere i suoi primi passi. Anche Elías, chissà per quale causa, ragione o motivo, incomincia ad immaginare una bambina e continua a parlare).
Ancora non sapeva camminare e procedeva a tentoni, inciampando percorreva il tempo. Come una bimba che sta appena imparando che quelle che ha ad una delle estremità del corpo, le gambe, servono oltre che a mettersi le dita in bocca, a camminare. E la creatura va aggrappandosi alle gambe della mamma o di una sedia o di un tavolo o di niente, e zac!, a terra dunque.
(La Magdalena ed Elías immaginano, all'unisono, una bambina che cade di sedere, si guarda intorno per vedere se ci sono testimoni e fa un rapido calcolo se valga la pena piagnucolare o no. I due sorridono senza guardarsi. Elías continua il suo racconto).
Allora, siccome quel tempo molto primo non camminava ancora bene, tutto procedeva molto lentamente. Non come adesso, che il tempo è ormai grande e va di corsa.
Vedi, in un attivo sono già più di 10 anni che ci siamo sollevati in armi contro il governo maledetto. Che è più di una decade.
E "decade" è una parola nuova che ho imparato e che vuol dire che sono dieci anni, cioè che per non dire "dieci anni" si dice "decade" e così sembra che non siano dieci anni, ma lo sono, beh, secondo il caso o cosa. Perché, per esempio, se uno dice che va a scuola da una decade e non viene promosso, fa meno male che dire che va a scuola da 10 anni e non impara. Per esempio…
(La Magdalena si volta a guardare Elías con una chiara faccia da "stai-divagando-caro" ed Elías comprende che la Magdalena sa già che cosa vuol dire "decade", e dà per concluso questo argomento e prosegue).
Beh, siccome tutto procedeva molto lento, tutto e tutti avevano il modo ed il tempo di fare molte cose.
Per esempio per conversare.
Ossia per parlare ed ascoltare.
Come ormai puoi vedere, Magdalena, i cittadini, o cittadine, dipende, raramente hanno modo e tempo per fare conversazione. Io credo che sia per questo che quando incontrano uno zapatista, o una zapatista, dipende, incominciano a parlare e poi non c'è modo di togliergli il microfono…
(La Magdalena guarda Elías con un gesto di rimprovero. Elías si difende)
Be, io non sto dicendo niente. È il Sup che dice così, che i cittadini afferrano il microfono e non lo mollano più, che è come se avessero la colla sulle mani, e a me è successo una volta, in città, mentre mi lavavo i denti non mi succede che invece del dentifricio ho strizzato colla sullo spazzolino, ma il fatto è che i tubetti sono proprio uguali e così sono stato per un po' con i denti ben chiusi mentre non andava giù niente fino a che dimagrii un bel po' e tutti mi dicevano che era a causa della rabbia, perchè quando uno diventa coraggioso perfino i denti stridono e non mangia, ma io non stridevo proprio niente visto che non li potevo nemmeno muovere, cioè i miei denti erano immobili…
Quindi, "immobile" è una parola nuova che ho imparato che vuol dire che non si muove, che se ne sta lì, che non succede niente e allora…
(Ora non è la Magdalena che ha esortato Elías a riconcentrarsi sull'argomento, ma lui stesso).
Quindi, risulta che i primi dei, quelli che hanno creato il mondo, sono venuti fuori molto chiacchieroni.
E siccome erano occupati a chiacchierare, non si preoccupavano di fare le cose di cui il mondo aveva bisogno perché fosse giusto, ovvero, completo.
Ed allora la terra, nostra prima madre, siccome gli dei tardavano nelle loro faccende, anche lei si dedicò alla conversazione.
Ma, siccome non c'erano nemmeno molti con cui parlare, la terra si mise a conversare con le cose che anch'esse si muovono, ma in cielo. Cioè con le nuvole, il sole, la luna, le stelle, e forse alcuni uccelli, non si sa molto perché non sappiamo se i primi dei avevano già creato gli uccelli.
E così la terra e quelli che percorrono il cielo discutevano. E dagli a lamentele e lamentele.
La terra diceva:
"No, questi dei saranno molto primi ma sono anche molto pigri. Mi hanno messo solo qualche cespuglio e pochi fiumi e laghi, ed il mare l'hanno scaraventato lì e si è spezzato in sette parti e adesso, come si dice, mi sono rotta, perché anche io sono rimasta tutta a pezzi. E sarà un caos con la geografia e gli intercontinentali".
E le nuvole dicevano:
"Sì davvero, pigroni e pasticcioni che non sono altro. Guardatemi, a me mi hanno fatta molto grassa, mentre l'altra mia compagna l'hanno lasciata tutta rinsecchita. Ora vanno in giro a dire che io mi pappo il suo cibo. E poi questo colore di vestiti sporchi che mi hanno messo addosso. E quella così bianca che si crede pura, mentre sappiamo bene che se la spassa."
"E poi - parlava la nuvola indebolita -, prima ci hanno fatte dure affinché non ci spazzasse via il vento chissà dove e chissà perché. Ma poi stavamo cadendo per quanto eravamo pesanti. E poi gli uccelli si prendevano capocciate quando urtavano contro di noi, e immaginati cara, che distruzione, un vero massacro, tanto che sembrava perfino il capitalismo neoliberale si fosse anticipato nel calendario. Quindi ci hanno rifatte leggere, benché alcune già lo fossero, come la tipa che se la tira, e a quella sì non le hanno tolto il peso."
E così la terra e quanti si muovevano in cielo trascorrevano il tempo tra chiacchiericcio, pettegolezzo e maldicenze.
E dicono i nostri vecchi che la terra, nostra prima madre, non sparlava, ma ascoltava soltanto, perché neanche poteva andarsene altrove, cioè stava lì e non c'era modo di dire: "Bene ragazze, ora devo andare perché mi si stanno bruciando i fagioli", se non aveva neppure fagioli, perché quegli dei, i più primi, non si curavano di niente, tanto meno di fare i fagioli.
Dunque la terra doveva sopportare di sentire stupidaggini e mediocrità, ma sentiva anche cose buone ed intelligenti, perché c'era di tutto nell'altra camp… scusate, nell'intergalat… scusate, nel mondo, anche se il mondo non era ancora il mondo, ma era piuttosto una prospettiva disordinata, cioè era sempre un casino e dappertutto. Questo della "prospettiva disordinata" te lo spiego dopo, Magdalena, adesso non interrompermi perché arriva il grosso del racconto…
(La Magdalena adesso fa una faccia da “sto dicendo forse qualcosa”. Elías sembra soddisfatto e prosegue…)
Bene, sembra che la terra parlò anche con i mames, così i nostri antenati chiamavano gli dei che facevano la pioggia, gli dei del tuono.
E risulta che, tra un pettegolezzo e l'altro, la terra aveva fatto un patto con quelli che camminavano in cielo.
Il patto era che, quando quelli che percorrevano le nuvole si stancavano, la terra lasciava che in lei trovassero riposo, si riposassero, o che solo scendessero a guardare le cose dall'altra parte, cioè dal basso.
In cambio di questo, la terra, la madre prima fra tutte, chiese solo che quelli che camminavano il cielo la aiutassero quando ne avesse avuto bisogno.
E non arrivò il giorno, perché ancora gli dei non avevano fatto il giorno.
E non arrivò la notte, perché neanche lei avevano fatto.
Quindi quella che arrivò fu l'alba in cui finalmente gli dei si diedero ormai ragione di creare gli uomini e le donne.
Questa storia di come i primi dei crearono gli uomini e le donne è un'altra storia e credo di averla già raccontata e se no, la racconterò in un'altra occasione.
Quindi gli dei crearono gli uomini e le donne della terra, cioè diedero incarico alla terra di essere la loro mamma, cioè di metterli al mondo, crescerli.
Quindi risulta che questi dei fecero in tal modo gli uomini e le donne ma li gettarono lì così, senza vedere se avevano cibo per non rendere triste il giorno.
Li crearono senza niente, questi dei non diedero nemmeno un piccolo pozol a questi primi uomini e donne.
E la terra, come la buona madre che è, non se ne stava lì a guardare uomini e donne andare da una parte all'altra senza niente da mettere in pancia.
Quindi la madre terra va tutta preoccupata, beh non va, perché la terra non cammina ma se ne sta tranquilla al suo posto, anche se improvvisamente come se avesse la febbre o chissà cosa, trema e si contorce ed è un disastro. Ma a quel tempo, siccome tutto procedeva molto pian pianino, anche quando tremava non si sentiva niente.
Dunque, allora la terra, nostra madre, va con la sua preoccupazione che gli uomini e le donne non hanno mangiato. E non c'era modo di dare loro latte dal seno, perchè la terra non ha seni...
Bene, e la terra, la mamma più prima, pensa e ripensa che cosa fare...
Ed allora la terra nostra madre pensa che bisogna fare un'indagine. Incarica quindi del lavoro un caracol. Ovvero, la prima Commissione di Investigazione fu il caracol. Allora la madre terra dice al caracol:
"Senti caracol, vanno dicendo che c'è un cibo molto buono che si chiama 'mais' ma non si sa dove sta, allora vai a cercare e poi torna e dimmi dove sta, ma sbrigati perché i miei bambini e bambine stanno aspettando il loro cibo."
Allora il caracol andò via di corsa e percorse tutto il mondo, che non era ancora molto grande, è solo la pura verità. Poi il caracol ritornò e disse alla madre terra:
"Senti madre Terra, ho trovato il cibo di cui parli, ma è conservato in una pietra molto dura."
Allora la Terra, nostra madre, chiamò tutti gli animali, che nemmeno erano molti, è la pura verità, e disse loro:
"Sentite, prendete tutti i vostri attrezzi e correte dove vi dirà il caracol e rompetemi quella pietra e portatemi quello che c'è dentro per dare da mangiare alle mie figlie ed ai miei figli".
E tutti gli animali vanno lì, e dagli e dagli alla pietra ma non si scheggia neanche un tantino. E tutti ritornano esausti e dicono alla terra che non ci si riesce, che è più dura della testa di un politico.
Allora volle il caso, o la cosa, dipende, ci fosse uno dei mames, degli dei del tuono, che si chiamava YALUC, che era il più grande ed il più antico, quindi il più esperto.
YALUC e la terra, la nostra prima mammina, andavano d'accordo, discorrevano molto di cose importanti che insegnavano ed imparavano.
Allora la terra, nostra madre, chiama YALUC e gli racconta del problema che ha. Quindi YALUC lanciò alcuni tuoni sulla roccia, quella pietra, ed il pietrone si accartocciò e poi si aprì e YALUC afferrò il mais e lo consegnò agli uomini ed alle donne.
Ma gli uomini e le donne non sanno che fare col grano di mais e lo lasciano gettato li.
Allora, nostra madre la terra copre il grano di mais perché non soffra il freddo e da lì comincia ad uscire una piantina che inizia a crescere e dà alcune buone pannocchie e poi YALUC lancia un fulmine ed il grano di mais frigge e si creano i popcorn di mais, anche se un po' bruciacchiati, sì, perché la saetta che lanciò era molto forte. Quindi, i primi uomini e donne la primissima cosa che mangiarono furono popcorn di mais ed andarono nel negozio a comprare una salsa, Valentina si chiama, credo, e guardarono dei film e si strafogarono di popcorn e diedero di stomaco… e tan-tan
(La Magdalena si volta a guardare Elías tra l'intrigata e l'arrabbiata. Elías sorride e dice…)
Dai! Non è così, l'ho detto solo per vedere se ti fossi addormentata…
Be, no, la storia è che sì nacque la pianta di mais, ma non era mais da popcorn, ma mais mais, quello buono, cioè non era transgenico. Quindi la terra, nostra madre, parlò agli uomini ed alle donne e spiegò loro come fare il pozol e le tortillas ed i tamales ed il marquesote e non gli fece male la pancia, e tan tan.
(La Magdalena guarda stupita Elías e gli chiede)
E tutto questo cosa ha a che vedere con le stelle cadenti?
Ah, sì certo, me n'ero dimenticato! -, risponde Elías.
Bene, risulta che quei primi uomini e donne, gli originari, che sono i popoli indios, furono molto grati con la madre terra e dissero che ne avrebbero preso cura per sempre. Quindi gli uomini e le donne primi pensarono cosa sarebbe stato se si fossero dimentici o innamorati e distratti tanto da non accorgersi se la terra avesse qualche problema; fecero dunque un'assemblea con la terra, nostra madre, e con YALUC e con quelli che percorrono il cielo, e tutti fecero un accordo.
E l'accordo è che alcuni uomini e donne saranno i guardiani della terra, delle montagne, dei fiumi, dei mari, delle valli, dei venti. E questi guardiani se ne staranno tranquilli, come addormentati, e se la madre terra corre qualche pericolo o ha un problema, allora chi cammina in cielo avvisa gli uomini e le donne originari, i guardiani, perché si destino e facciano qualcosa.
L'accordo era che l'avviso arrivava quando YALUC e gli dei del tuono, scuotono il filo che sostiene le stelle che sono appese al tetto del mondo, e le stelle scendono per avvisare gli uomini e le donne che la terra è in pericolo.
Dunque le stelle che cadono non cadono, ma avvisano i guardiani che è ormai giunta l'ora…
La Magdalena, con una concretezza che sarebbe auspicabile in qualunque plenaria dell'Altra o dell'Intergalattico, dice:
Ho due domande:
Prima: Perché dici che il caracol è corso a cercare il mais se il caracol cammina molto piano?
Elías sorride e risponde:
Il caracol cammina lentamente. Ma a quel tempo, il tempo trascorreva molto molto piano, quindi il caracol camminava velocemente a quel tempo. E quello che successe fu che, quando il tempo cambiò tempo, non avvisarono in tempo il caracol. Quindi, il caracol non cammina lentamente, è solo che ha un altro tempo.
La Magdalena applaude e ride. Poi aggiunge timorosa:
Bene, la seconda domanda è: dici che le stelle che cadono, beh, che non cadono, avvisano i guardiani della terra che è giunta l'ora, l'ora di che?
Elías Contreras fa la voce seria e, indicando un lungo e fugace graffio di luce nel cielo, dice:
Di svegliarsi.
Tan-tan.
Libertà e giustizia per Atenco!
Libertà e giustizia per Oaxaca!
Dalle montagne del Sudest Messicano
Subcomandante Insurgente Marcos
P.S. - Elías Contreras e la Magdalena sono ancora seduti di fronte all'orizzonte d'oriente. È la Magdalena a rompere il silenzio:
- Senti Elías, immaginati che riesco a farmi operare e diventare donna. Forse perfino ad avere figli. Se avrò una bambina, le metto solo minigonne -.
- Non se ne parla -, dice all'improvviso Elías, - mia figlia non si mette quelle gonne minuscole. Solo gonne fino alle caviglie. O pantaloni, come le insurgentas -.
La Magdalena lo guarda tra sorpresa e lusingata, e domanda:
- Tua figlia? -
Allora, il nominato dal Sup come Commissione di Investigazione dell'EZLN, quello che ha risolto i casi più complicati nei territori zapatisti, quello che non ha avuto paura di andare da solo a Città del Messico, quello che ha affrontato senza titubare il Male ed il Malvagio ogni volta che li ha incontrati, Elías Contreras, veterano di guerra dell'EZLN, si vergognò talmente che nemmeno le ombre dell'alba riuscirono a nasconderlo. Con molto sforzo riuscì a dire:
- Andiamo adesso, sta rinfrescando ed il freddo può farti male -.
Scendendo la collina, in maniera naturale, la Magdalena prende la mano ad Elías Contreras. Arrivano al villaggio col sole che si affaccia da un angolo. La Magdalena si stringe nel suo scialle, Elías Contreras suda come non mai in vita sua…
Bene.
Il Sup sorride, mentre una stella corre tra le braccia della terra.
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