Un pingüino en la Selva Lacandona (2 pt.)



La zapatista es apenas una casita, acaso la más pequeña, en una calle llamada “México”, en un barrio llamado “Latinoamérica”, en una ciudad llamada “Mundo”.


Les decía yo sobre las críticas a los señalamientos que sobre México, Latinoamérica y el Mundo, hace la Sexta Declaración de la Selva Lacandona. Bueno, pues frente a ellas permítanme algunas preguntas:

De en este mundo no cabes

¿Qué pasa, por ejemplo, hace más de una década, cuando una niña (digamos de 4 ó 6 años), indígena y mexicana, ve que su padre, sus hermanos, sus tíos, sus primos, o sus vecinos, toman un arma, una bola de pozol y un tanto de tostadas y “se van a la guerra”? ¿Qué pasa cuando algunos no regresan?
¿Qué pasa cuando esa niña crece y, en lugar de ir por la leña, va a la escuela y aprende a leer y escribir con la historia de lucha de su gente?
¿Qué pasa cuando esa niña llega a la juventud, después de 12 años de ver, oír y hablar con mexican@s, vasc@s, norteamerican@s, italian@s, español@s, catalan@s, frances@s, holandes@s, aleman@s, suiz@s, británie@s, fínlandes@s, danes@s, suec@s, grieg@s, rus@s, japones@s, australian@s, fílipín@s, corean@s, argentín@s, chilen@s, canadiens@s, venezolan@s, colombían@s, ecuatorian@s, guatemaltec@s, portorriquefi@s, dominican@s, uruguay@s, brasileñas, cuban@s, haitian@s, nicaraguens@s, hondureñ@s, Bolivian@s, y etcéter@s, y saber de cómo son sus países, sus luchas, sus mundos?
¿Qué pasa cuando ve que esos hombres y mujeres comparten con su comunidad las carencias, los trabajos, las angustias, las alegrías?
¿Qué pasa con esa niña-luego-púber-luego-jóvena después de ver y escuchar a “las sociedades civiles”, durante 12 años, trayendo no sólo proyectos, también historias y experiencias de diversas partes de México y del Mundo? ¿Qué pasa cuando ve y escucha a los obreros electricistas, trabajando con italian@s y mexican@s en la instalación de una turbina para dotar de luz a una comunidad? ¿Qué pasa cuando se encuentra con los jóvenes universitarios en plena huelga de 1999-2000? ¿Qué pasa cuando descubre que en el mundo no sólo hay hombres y mujeres, sino que la atracción y el amor tienen muchos caminos y modos? ¿Qué pasa cuando ve a jóvenes estudiantes en el plantón de Amador Hernández? ¿Qué pasa cuando escucha lo que dijeron los campesinos de otras partes de México? ¿Qué pasa cuando le cuentan de Acteal y los desplazados en Los Altos de Chiapas? ¿Qué pasa cuando conoce de los acuerdos y avances de los pueblos y organizaciones del Congreso Nacional Indígena? ¿Qué pasa cuando se entera que los partidos políticos ignoraron la muerte de los suyos y decidieron desconocer los acuerdos de San Andrés? ¿Qué pasa cuando le cuentan que los paramilitares del PRD atacaron una marcha zapatista, pacífica y para llevarle agua a otros indígenas, y dejaron a varios compañeros heridos de bala, precisamente un 10 de abril? ¿Qué pasa cuando ve a los soldados federales pasar todos los días con sus tanques de guerra, sus vehículos artillados, sus fusiles apuntando a su casa? ¿Qué pasa cuando alguien le cuenta que en un lugar que se llama Ciudad Juárez, secuestran, violan y asesinan a jovencitas como ella y las autoridades no hacen justicia?
¿Qué pasa cuando escucha a sus hermanos y hermanas, a sus padres, a sus parientes, contar de cuando fueron a la marcha de los 1,111 en 1997, a la consulta de los 5000 en 1999, platicar de lo que vieron y escucharon, de las familias que los recibieron, de cómo es su modo de los ciudadanos, de que también luchan, de que tampoco se dejan?
¿Qué pasa cuando ve, por ejemplo, a Eduardo Galeano, Pablo González Casanova, Adolfo Gilly, Alain Touraine, Neil Harvey, con el lodo hasta las rodillas, reunidos en una champa en La Realidad, platicando del neoliberalismo? ¿Qué pasa cuando escucha a Daniel Viglietti cantar en una comunidad “A desalambrar”? ¿Qué pasa cuando ve la obra de teatro “Zorro el zapato” que los niños franceses de Tameratong presentaron en tierra zapatista? ¿Qué pasa cuando ve y escucha a José Saramago hablando, hablándole? ¿Qué pasa cuando oye a Osear Chávez cantar en tzotzil? ¿Qué pasa cuando escucha a un indígena Mapuche contar su experiencia de lucha y resistencia en un país que se llama Chile? ¿Qué pasa cuando se mete a una reunión donde uno que dice que es “piquetero” cuenta de cómo se organizan y resisten en un su país que se llama Argentina? ¿Qué pasa cuando oye a un indígena de Colombia contar que, en medio de la guerrilla, los paramilitares, los soldados y los asesores militares norteamericanos, sus compañeros tratan de construirse como indígenas que son? ¿Qué pasa cuando oye a los “ciudadanos musiqueros” tocar esa música muy otra que se llama “rock” en un campamento de desplazados? ¿Qué pasa cuando sabe que los de un equipo italiano de fútbol que se llama Internazionale de Milano apoyaron económicamente a los heridos y desplazados de Zínacantán? ¿Qué pasa cuando ve llegar a un grupo de hombres y mujeres norteamerican@s, aleman@s y británic@s con aparatos electrónicos, y los escucha contar de lo que hacen en sus países para acabar con las injustícias, mientras le enseñan a armar y a usar esos aparatos, y al rato ella ya está frente al micrófono diciendo “Escucha usted Radio Insurgente, la voz de los sin voz, transmitiendo desde las montañas del sureste mexicano, y vamos a empezar con una bonita cumbia que se llama “La Suegra “, y les avisamos a los promotores de salud que ya pasen al Caracol a recoger la vacuna” ¿Qué pasa cuando escucha en la Junta de Buen Gobierno que ese catalán vino desde muy lejos para entregar personalmente lo que un comité de solidaridad juntó como apoyo para la resistencia? ¿Qué pasa cuando ve a un norteamericano ir y venir con el café, la miel y las artesanías (y el producto de su venta), que producen las cooperativas zapatistas, cuando ve que no reclama ninguna atención especial a pesar de que lleva años haciendo eso sin que nadie, mas que nosotros, le lleve la cuenta? ¿Qué pasa cuando ve a l@s grieg@s traer el dinero para los materiales de la escuela y pues que se ponen a trabajar junto con los indígenas zapatistas en la construcción? ¿Qué pasa cuando ve a una frentista llegar al caracol y entregar un camión lleno de medicinas, aparatos médicos, camas de hospital y hasta uniformes y zapatos para l@s promotor@s de salud, mientras otros jóvenes del fzln se distribuyen para ayudar en las clínicas comunitarias? ¿Qué pasa cuando ve que los de “una escuela para Chiapas” llegan, se van y dejan, en efecto, una escuela, un camión escolar, lapiceros, cuadernos, pizarrones? ¿Qué pasa cuando ve que, a la escuela de idiomas que hay en Oventik (y que, en condiciones heroicas mantiene funcionando un compañero “ciudadano”), llegan hindúes, coreanos, japoneses, australianos, eslovenos, iraníes? ¿Qué pasa cuando mira que llega una persona a entregar con la Comisión de Vigilancia un libro con la traducción en árabe o en japonés o en kurdo, de los comunicados del EZLN y las regalías de su venta?
¿Qué pasa cuando, por ejemplo, una niña crece y llega a la juventud en la resistencia zapatista, durante 12 años en las montañas del Sureste mexicano?
Les pregunto porque, por ejemplo, aquí, haciendo la posta de alerta roja en el Cuartel General del EZLN, hay dos ínsurgentas. Las dos son, como dicen los compas, “cien por ciento indígenas y cien por ciento mexicanas”. Una tiene ahora 18 años y la otra 16. O sea que en 1994 tenían 6 años la una y 4 la otra.
Como ellas hay decenas en nuestras posiciones de montaña, centenas en las milicias, miles en los cargos organizativos y de comunidad, decenas de miles en los pueblos zapatístas. El mando inmediato de las dos que hacen la posta es un teniente insurgente, indígena, de 22 años, o sea que tenía 10 años en 1994. La posición está bajo el mando de un capitán insurgente, también indígena, al que, como debe de ser, le gusta mucho la literatura, y tiene 24 años, es decir, 12 años cuando inició el alzamiento. Y en todas partes de estas tierras hay hombres y mujeres que pasaron de la niñez a la juventud y de la juventud a la madurez, en la resistencia zapatista.
Entonces, les pregunto: ¿Qué les digo? ¿Que el mundo es ancho y ajeno? ¿Que sólo importa lo que nos pase a nosotros? ¿Que lo que pasa en otras parte de México, de Latinoamérica y del Mundo no nos interesa, que no debemos meternos ni en lo nacional ni en lo internacional, y que debemos encerrarnos (y engañarnos), pensando que podremos lograr, solos, eso por lo que murieron sus parientes? ¿Qué no debemos hacer caso a todas las señales que nos indican que sólo haciendo lo que vamos a hacer podremos sobrevivir? ¿Qué debemos negarle el oído y la palabra a quienes no nos han escatimado ni el uno ni la otra? ¿Qué debemos respetar y apoyar a los mismos políticos que nos negaron una salida digna a la guerra? ¿Qué, antes de salir, tenemos que aprobar ante un jurado calificador para ver si lo que se ha construido acá en 12 años de guerra tiene méritos suficientes?
En la Sexta Declaración les contamos que han entrado nuevas generaciones a la lucha. Y No sólo son nuevas, también tiene otras experiencias, otras historias. No lo dijimos en la Sexta, pero lo digo ahora: son mejores que nosotros, los que empezamos el EZLN e iniciamos el alzamiento. Miran más lejos, tienen el paso más firme, son más abiertos, están mejor preparados, son más inteligentes, más decididos, más conscientes.
Lo que plantea la Sexta no es un producto “importado”, elaborado por un grupo de sabios en un laboratorio ascéptíco, y luego implantado en un grupo social. La Sexta viene de lo que somos ahora y de donde estamos. Por eso aparecen esas partes primero, porque no se puede comprender lo que nos proponemos, si no se entiende antes lo que ha sido nuestra experiencia y organización, es decir, nuestra historia. Y cuando digo “nuestra historia” no estoy hablando sólo de la del EZLN, también incorporo la de todos esos hombres y mujeres de México, de Latinoamérica y del Mundo que han estado con nosotros… aunque no los hayamos visto y estén en sus mundos, sus luchas, sus experiencias, sus historias.
La lucha zapatista es una champita, una casita más, tal vez la más humilde y sencilla entre las que se levantan, con idénticos o mayores penurias y esfuerzos, en esta calle que se llama “México”, Quienes habitamos en esa casita, nos identificamos en la banda que puebla todo el barrio bajo que se llama “Latinoamérica”, y aspiramos a algo aportar en hacer habitable la gran ciudad que se llama “Mundo”. Si esto está mal, adjudíquenlo a todos esos hombres y mujeres que, luchando en sus casas, barrios, ciudades, es decir, en sus mundos, tomaron un lugar entre nosotros. No arriba, no abajo, sino con nosotros.

Un Pingüino en la Selva Lacandona

Bueno, lo prometido es deuda. Al inicio de este escrito les dije que les iba a contar del pingüino que hay aquí, en las montañas del Sureste Mexicano, así que ahí les va.
Sucedió en uno de los cuarteles insurgentes, hace poco más de un mes, en las vísperas de la Alerta Roja. Me encontraba yo de paso, rumbo a la posición que sería el cuartel general de la Comandancia General del EZLN. Ahí debía recoger a los insurgentes e insurgentes que formarían mi unidad durante la Alerta Roja. El mando del cuartel, un Teniente Coronel Insurgente, terminaba de levantar el campamento y tomaba las disposiciones para mover la impedimenta. Con el fin de no recargarse mucho en el suministro que mandan las bases de apoyo para el sostenimiento de las tropas insurgentes, los combatientes de esta unidad habían desarrollado algunos medios de subsistencia propios: una hortaliza y una granja. Se decidió que de las hortalizas se cargaba lo que se pudiera y lo demás quedaba a la buena de dios. En cuanto a los pollos, gallinas y gallos, pues la alternativa era comerlos o dejarlos. “Mejor los comemos nosotros y no los federales”, decidieron, no sin razón, los hombres y mujeres (jóvenes menores de 20 años la mayoría), que mantenían esa posición. Uno a uno, los animales fueron a parar a la olla y, de ahí, a los platos hondos de los combatientes. Tampoco eran muchos animales, así que en unos cuantos días, la población avícola se había reducido a dos o tres ejemplares.
Cuando sólo quedaba uno, precisamente el día de la partida, pasó lo que pasó…
El último pollo empezó a caminar erguido, tal vez pretendiendo confundirse con nosotros y pasar desapercibido con esa postura. No sé mucho de zoología, pero parece que la constitución anatómica de los pollos no está hecha para caminar erguidos, así que, con el bamboleo que le producía el esfuerzo de mantenerse derecho, el pollo caminaba tambaleándose y sin atinar un rumbo preciso. Fue entonces que alguien dijo “parece pingüino”. El hecho provocó risas y éstas derivaron en simpatía. El pollo parecía, es cierto, un pingüino, sólo le faltaba la pechera blanca. El caso es que las bromas terminaron por impedir que el “pingüino” tuviera el mismo destino que sus compañeros de granja.
Llegó la hora de la salida y, revisando que no quedara nada, se dieron cuenta de que el “pingüino” estaba todavía ahí, tambaleándose de un lado a otro, pero sin volver a su posición natural. “Llevémoslo”, dije, y todos me quedaron viendo para ver si bromeaba o era en serio. Fue la insurgenta Toñita la que se ofreció a llevarlo.
Empezaba a llover y lo puso en su regazo, debajo de la pesada capa de plástico con la que la Toñita protegía su arma y su mochila del agua. Lloviendo iniciamos la marcha.
Llegó el pingüino hasta el Cuartel General del EZLN y rápidamente se adaptó a la rutina de alerta roja insurgente. A menudo se unía (siempre sin perder la descompostura de pingüino), a los insurgentes e insurgentas en la hora de la célula, o sea del estudio político. El tema de estos días es sobre las 13 demandas zapatistas y los compañeros lo resumen bajo el título de “Por qué luchamos”. Bueno, pues no me lo van a creer, pero cuando me he acercado a la reunión de la célula, pretextando la búsqueda de café caliente, he visto que el “pingüino” es el que pone más atención. Y no sólo, de tanto en tanto, picotea a alguno que se queda dormido en mitad de la plática política, como reconviniéndolo para que preste atención.
No hay otro animal en el cuartel… digo, además de las culebras, las tarántulas “chibó”, dos ratones de campo, los grillos, las hormigas, un número indeterminado (pero muy grande) de zancudos, y una cojolita que llega a cantar, probablemente porque se siente convocada por la música de cumbias, rancheras, corridos, de amores y de despecho que sale del pequeño radio que se usa para oír el noticiero matutino de Pascal Beltrán en Antena Radio, y luego la “Plaza Pública” de Miguel Ángel Granados Chapa en Radio UNAM.
Bueno, les decía que no hay otro animal, así que parece normal que “pingüino” piense que nosotros somos sus congéneres y tienda a comportarse como uno más de nosotros. No habíamos advertido hasta qué grado había llegado, hasta que una tarde se negó a comer en el rincón que tiene destinado y se acercó a la mesa hecha de palos. Pingüino hizo un escándalo, más de pollo que de pingüino, hasta que comprendimos que quería comer con nosotros. Deben saber que la nueva identidad de Pingüino le impide al ex pollo el volar el mínimo necesario para subir a la banca, así que es la insurgenta Erika quien lo sube y le da de comer de su plato.
El capitán insurgente al mando me ha dicho que al pollo, quiero decir a Pingüino, no le gusta quedarse solo en la noche, tal vez porque teme que los tlacuaches lo puedan confundir con un pollo, y protesta hasta que alguien lo lleva a su techo. No tardará mucho tiempo en que la Erika y la Toñita le hagan con tela una pechera blanca (querían pintarlo con cal o con pintura de casa, pero logré disuadirlas… creo), para que no haya dudas de que es un pingüino y nadie lo confunda con un pollo.
Ustedes pueden pensar que estoy, o estamos, delirando, pero lo que les cuento es cierto. Mientras tanto. Pingüino se ha convertido en parte de la Comandancia General del ezetaelene y, tal vez, podrán verlo con sus propios ojos quienes vengan a las reuniones preparatorias para la “Otra Campaña”. También es de suponer que Pingüino sea la mascota del equipo de fútbol del EZLN cuando se enfrente, próximamente, al internazionale de Milano. Tal vez entonces alguien saque una foto para el recuerdo. Tal vez, pasado algo de tiempo y mirando la imagen, una niña o un niño preguntaran: “Mamá, ¿y quienes son los que están al lado de Pingüino?” (Suspiro).
¿Saben qué? Se me ocurre ahora que nosotros somos como Pingüino, esforzándonos por erguirnos y hacernos un lugar en México, en América Latina, en el Mundo. Como de por sí no está en nuestra anatomía el viaje que emprenderemos, seguramente andaremos tambaleándonos, vacilantes y torpes, provocando risas y bromas. Aunque tal vez, también como Pingüino, provoquemos alguna simpatía y alguien, generoso, nos arrope y nos ayude, caminando con nosotros, a hacer lo que todo hombre, mujer o pingüino deben hacer, es decir, tratar siempre de ser mejores de la única forma posible, o sea luchando.
Vale. Salud y un abrazo de Pingüino (¿?).

Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos




La zapatista è appena una casetta, forse la più piccola, in una strada chiamata “Messico”, in un quartiere chiamato “America Latina”, in una città chiamata “Mondo”.


Vi dicevo delle critiche alle osservazioni che riporta la Sesta Dichiarazione della Selva Lacandona su Messico, America Latina e sul Mondo. Bene, permettetemi alcune domande rispetto a quelle
osservazioni:

In questo mondo non ci stai

Che cosa accade, per esempio, da più di un decennio, quando una bambina (diciamo di 4 o 6 anni) indigena e messicana, vede che suo padre, i suoi fratelli, i suoi zii, i suoi cugini, o i suoi vicini, prendono un’arma, una palla di pozol e qualche tostadas e “vanno in guerra”? Che cosa succede quando qualcuno non ritorna?
Che cosa accade quando quella bambina cresce e, invece di andare per legna, va a scuola ed impara a leggere e scrivere con la storia della lotta della sua gente?
Che cosa accade quando quella bambina raggiunge la giovinezza, dopo 12 anni trascorsi a vedere, ascoltare e parlare con mexican@, basch@, nordamerican@, italian@, spagnol@, catalan@, frances@, olandes@, tedesch@, svizzer@, britannic@, finlandes@, danes@, svedes@, grec@, russ@, giappones@, australian@, filippin@, corean@, argentin@, cilen@, canades@, venezuelan@, colombian@, equadoregn@, guatemaltech@, portorican@, dominican@, uruguayan@, brasilian@, cuban@, haitian@, nicaraguens@, hondureñ@, bolivian@, ed ecceter@, e a conoscere come sono i loro paesi, le loro lotte, i loro mondi?
Che cosa accade quando vede che quegli uomini e quelle donne condividono con la propria comunità le mancanze, i lavori, le angosce, le allegrie?
Che cosa accade a questa bambina-poi-adolescente-poi-giovane dopo aver visto ed ascoltato “le società civili”, per 12 anni, portare non solo progetti, ma anche storie ed esperienze da diverse parti del Messico e del Mondo? Che cosa accade quando vede ed ascolta gli operai elettricisti che lavorano con italian@ e messican@ all’installazione di una turbina per dotare di luce elettrica una comunità? Che cosa accade quando si trova con i giovani universitari in pieno sciopero del 1999-2000? Che cosa accade quando scopre che nel mondo non ci sono solo uomini e donne, ma che l’attrazione e l’amore hanno molti percorsi e modi? Che cosa accade quando vede giovani studenti nel presidio di Amador Hernández? Che cosa accade quando ascolta quello che hanno detto i contadini di altre parti del Messico? Che cosa accade quando le raccontano di Acteal e dei profughi ne Los Altos del Chiapas? Che cosa accade quando conosce gli accordi ed i progressi dei popoli e delle organizzazioni del Congresso Nazionale Indigeno? Che cosa accade quando viene a sapere che i partiti politici hanno ignorato la morte dei suoi ed hanno deciso di ignorare gli accordi di San Andrés? Che cosa accade quando le raccontano che i paramilitari del PRD hanno attaccato una marcia zapatista, pacifica che portava acqua ad altri indigeni, ed hanno lasciato diversi compagni feriti dalle pallottole, proprio un 10 aprile? Che cosa accade quando vede i soldati federali passare tutti i giorni con i loro carri armati da guerra, i loro veicoli con l’artiglieria, i loro fucili puntati verso casa sua? Che cosa accade quando qualcuno le racconta che in un posto che si chiama Ciudad Juárez, sequestrano, violentano ed assassinano ragazzine come lei e le autorità non fanno giustizia?
Che cosa accade quando ascolta i suoi fratelli e le sue sorelle, i suoi genitori, i suoi parenti, raccontare di quando sono stati nella marcia dei 1.111 nel 1997, alla consultazione dei 5mila nel 1999, parlare di quello che hanno visto ed ascoltato, delle famiglie che li hanno accolti, di come sono i cittadini, che anche loro lottano, che neppure loro si arrendono?
Che cosa accade quando vede, per esempio, Eduardo Galeano, Pablo González Casanova, Adolfo Gilly, Alain Touraine, Neil Harvey, con il fango fino alle ginocchia, riuniti in una capanna a La Realidad, a parlare del neoliberismo? Che cosa accade quando ascolta Daniel Viglietti cantare in una comunità "A desalambrar"? Che cosa accade quando vede l’opera teatrale "Zorro el zapato" che i bambini francesi di Tameratong hanno rappresentato in terra zapatista? Che cosa accade quando vede ed ascolta José Saramago che parla, che le parla? Che cosa accade quando sente Oscar Chávez cantare in tzotzil? Che cosa accade quando ascolta un indigeno Mapuche raccontare la sua esperienza di lotta e resistenza in un paese che si chiama Cile? Che cosa accade quando partecipa ad una riunione dove uno che dice di essere “piquetero” racconta di come si organizzano e resistono nel suo paese che si chiama Argentina? Che cosa accade quando sente un indigeno della Colombia raccontare che, in mezzo alla guerriglia, ai paramilitari, ai soldati ed ai consulenti militari nordamericani, i suoi compagni tentano di realizzarsi come indigeni quali sono? Che cosa accade quando ascolta i “cittadini musicisti” suonare quella musica molto diversa che si chiama “rock” in un accampamento di profughi? Che cosa accade quando sa che quelli di una squadra italiana di calcio che si chiama Internazionale di Milano hanno aiutato economicamente i feriti e sfollati di Zínacantán? Che cosa accade quando vede arrivare un gruppo di uomini e donne nordamerican@, tedesch@ e britannic@ con apparecchiature elettroniche, e li ascolta raccontare di quello che fanno nei loro paesi per sconfiggere le ingiustizie, mentre le insegnano a montare ed a usare queste apparecchiature, e subito dopo lei è già davanti al microfono che dice “Siete in ascolto di Radio Insurgente, la voce dei senza voce, che trasmette dalle montagne del sudest messicano, e incominciamo con una bella cumbia dal titolo La Suegra, ed avvisiamo i promotori di salute di passare dal Carcol a prendere il vaccino”. Che cosa accade quando sente nella Giunta di Buon Governo che questo catalano è venuto da molto lontano per consegnare personalmente quello che un comitato di solidarietà ha raccolto come appoggio per la resistenza? Che cosa accade quando vede un nordamericano andare e venire col caffè, il miele e l’artigianato (ed il ricavato della loro vendita) che producono le cooperative zapatiste, quando vede che non reclama nessuna attenzione particolare malgrado siano anni che lo sta facendo senza che nessuno, oltre a noi, se ne renda conto? Che cosa accade quando vede i/le grec@ portare i soldi per il materiale della scuola e poi che si mettono a lavorare insieme agli indigeni zapatisti alla sua costruzione? Che cosa accade quando vede una del fronte arrivare al caracol e consegnare un camion pieno di medicine, apparecchiature mediche, letti di ospedale e perfino divise e scarpe per i/le promotor@ di salute, mentre altri giovani del FZLN si dividono per aiutare nelle cliniche comunitarie? Che cosa accade quando vede che quelli di “una scuola per il Chiapas” arrivano, se ne vanno e lasciano, in effetti, una scuola, un pulmino scolastico, penne, quaderni, lavagne? Che cosa accade quando vede che, nella scuola di lingue che c’è ad Oventik (che, in condizioni eroiche, tiene in funzione un compagno “cittadino”) arrivano indù, coreani, giapponesi, australiani, sloveni, iraniani? Che cosa accade quando vede che arriva una persona a consegnare alla Commissione di Vigilanza un libro con la traduzione in arabo o in giapponese o in curdo, dei comunicati dell’EZLN e i ricavi della sua vendita?
Che cosa accade quando, per esempio, una bambina cresce ed arriva alla giovinezza nella resistenza zapatista, per 12 anni nelle montagne del Sudest messicano?
Ve lo chiedo perché, per esempio, qui a fare da staffetta di allerta rossa nel quartiere generale dell’EZLN, ci sono due insurgentas. Le due sono, come dicono i compagni, “cento per cento indigene e cento per cento messicane”. Una adesso ha 18 anni e l’altra 16. Cioè, nel 1994 avevano 6 anni l’una e 4 l’altra.
Come loro ce ne sono decine nelle nostre postazioni di montagna, centinaia nelle milizie, migliaia negli incarichi organizzativi e comunitari, decine di migliaia nei villaggi zapatisti. Il diretto comandante delle due che fanno la staffetta è un tenente insurgente, indigeno, di 22 anni, che ne aveva cioè 10 nel 1994. La postazione è sotto il comando di un capitano insurgente, anche lui indigeno, al quale, come deve essere, piace molto la letteratura, e che ha 24 anni, cioè ne aveva 12 quando iniziò la sollevazione. E in tutte le parti di queste terre ci sono uomini e donne che sono passati dall’infanzia alla giovinezza e dalla giovinezza alla maturità, nella resistenza zapatista.
Allora, vi domando: Che cosa dico loro? Che il mondo è grande ed estraneo? Che importa solo quello che succede a noi? Che quello che succede in altre parte del Messico, dell’America Latina e del Mondo non ci interessa, che non dobbiamo occuparci né delle questioni nazionali né di quelle internazionali, e che dobbiamo rinchiuderci (ed ingannarci), pensando che potremo ottenere, da soli, quello per cui sono morti i loro parenti? Che non dobbiamo far caso a tutti i segnali che ci indicano che solo facendo quello che stiamo per fare potremo sopravvivere? Che dobbiamo negare l’ascolto e la parola a coloro che non ci hanno lesinato né l’uno né l’altra? Che dobbiamo rispettare ed appoggiare gli stessi politici che ci hanno negato una soluzione degna della guerra? Che, prima di uscire, dobbiamo presentarci davanti ad una giuria che decida se quello che si è costruito qui in 12 anni di guerra è sufficientemente meritevole?
Nella Sesta Dichiarazione raccontiamo che nuove generazioni sono entrate nella lotta. E, non solo sono nuove, ma hanno anche altre esperienze, altre storie. Non lo abbiamo detto nella Sesta, ma lo dico adesso: sono migliori di noi che abbiamo dato inizio all’EZLN ed incominciato la sollevazione. Guardano più lontano, hanno il passo più deciso, sono più aperti, sono meglio preparati, sono più intelligenti, più decisi, più coscienti.
Quello che espone la Sesta non è un prodotto “importato”, elaborato da un gruppo di saggi in un laboratorio asettico e poi impiantato in un gruppo sociale. La Sesta viene da quello che siamo adesso e da dove siamo. Per questo appare prima questa parte, perché non si può comprendere quello che proponiamo se prima non si capisce quella che è stata la nostra esperienza ed organizzazione, cioè la nostra storia. E quando dico la “nostra storia” non sto parlando solo di quella dell’EZLN, ma includo anche quella di tutti quegli uomini e quelle donne del Messico, dell’America Latina e del Mondo che sono stati con noi… anche se non li abbiamo visti e si trovano nei loro mondi, con le loro lotte, le loro esperienze, le loro storie.
La lotta zapatista è una capanna, una casetta in più, forse la più umile e semplice tra quelle che si elevano, con identiche o maggiori penurie e sforzi, in questa strada che si chiama “Messico”. Noi che abitiamo in questa casetta, ci identifichiamo con la banda che popola tutto il bassofondo che si chiama “America Latina” ed aspiriamo a fare qualcosa per rendere abitabile la grande città che si chiama “Mondo”. Se questo è male, attribuitelo a tutti quegli uomini e quelle donne che, lottando nelle loro case, nei quartieri, nelle città, cioè, nei loro mondi, hanno occupato un posto tra di noi. Non sopra, non sotto, ma con noi.

Un pinguino nella Selva Lacandona

Bene, una promessa è debito. All’inizio di questo scritto vi ho detto che avrei raccontato del pinguino che è qui, nelle montagne del Sudest Messicano, dunque eccolo qui.
È successo in uno dei quartieri insurgentes, poco più di un mese fa, alla vigilia dell’allerta rossa. Io mi trovavo di passaggio, diretto alla postazione che sarebbe il quartiere generale del Comando Generale dell’EZLN. Qui dovevo riunire gli insurgentes e le insurgentas che avrebbero composto la mia unità durante l’allerta rossa. Il comandante del quartiere, un tenente colonnello insurgente, stava finendo di smantellare l’accampamento e dava disposizioni per spostare i carichi e i bagagli. Allo scopo di non gravare troppo sui rifornimenti mandati dalle basi di appoggio per il sostentamento delle truppe ribelli, i combattenti di questa unità avevano sviluppato alcuni mezzi di sussistenza propri: un orto ed un pollaio. Si decise che degli ortaggi si sarebbe preso quello che si poteva ed il resto sarebbe rimasto alla mercé di dio. In quanto a polli, galline e galli, l’alternativa era mangiarli o abbandonarli. “Meglio se li mangiamo noi che i federali”, decisero, non senza ragione, gli uomini e le donne (giovani di meno di 20 anni in maggioranza) che occupavano questa postazione. Uno ad uno, gli animali sono finiti in pentola e, da lì, nei piatti fondi dei combattenti. Non si trattava nemmeno di molti animali, cosicché in pochi giorni la popolazione avicola si era ridotta a due o tre esemplari.
Quando ne rimase solo uno, precisamente il giorno della partenza, accadde quel che accadde…
L’ultimo pollo incominciò a camminare eretto, forse cercando di confondersi con noi e di passare inosservato con quella postura. Non ne so molto di zoologia, ma sembra che la costituzione anatomica dei polli non sia fatta per camminare eretti, cosicché, con il dondolio che gli produceva lo sforzo per mantenersi diritto, il pollo camminava dondolandosi e senza seguire una direzione precisa. Fu allora che qualcuno disse “sembra un pinguino”. Il fatto provocò risate e queste suscitarono simpatia. Vero, il pollo sembrava un pinguino, gli mancava solo la pettorina bianca. Il fatto è che le burle finirono per impedire che il “pinguino” subisse lo stesso destino dei suoi compagni di allevamento.
Arrivò l’ora della partenza e, controllando che non restasse nulla, si resero conto che il “pinguino” era ancora lì, che si dondolava da una parte all’altra, ma senza ritornare alla sua posizione naturale.
Portiamolo”, dissi, e tutti mi guardarono per vedere se stavo scherzando o se dicevo sul serio. Fu l’insurgenta Toñita che si offrì di portarlo.
Incominciava a piovere e se lo prese in braccio, sotto la pesante mantella di plastica con la quale la Toñita proteggeva la sua arma ed il suo zaino dall’acqua.
Sotto la pioggia iniziamo la marcia.
Il pinguino arrivò fino al Quartiere Generale dell’EZLN e rapidamente si adattò alla routine dell’allerta rossa ribelle. Spesso si univa (sempre senza perdere la postura da pinguino) agli insurgentes ed alle insurgentas all’ora della cellula, cioè dello studio politico. Il tema di questi giorni è quello delle 13 domande zapatiste ed i compagni lo riassumono col titolo “Perché lottiamo”. Beh, non mi crederete, ma quando mi sono avvicinato alla riunione della cellula, con la scusa di un caffè caldo, ho visto che il”pinguino” è il più attento. E non solo, di tanto in tanto, becca qualcuno che si è addormentato in mezzo alla discussione politica, come a rimproverarlo perché presti attenzione.
Non c’è nessun altro animale nel quartiere… cioè oltre alle bisce, alle tarantole “chibó”, a due topi di campagna, ai grilli, alle formiche, ad un numero indeterminato (ma molto grande) di zanzare ed a un fagiano che viene a cantare, probabilmente attirato dalla musica delle cumbias, rancheras, corridos, di amori e tradimenti che esce dalla piccola radio che si usa per ascoltare il notiziario mattutino di Pascal Beltrán su Antenna Radio, e poi la Plaza Pública di Miguel Ángel Granados Chapa su Radio UNAM.
Bene, vi dicevo che non ci sono altri animali, cosicché sembra normale che il “pinguino” pensi che noi siamo suoi congeneri e tenda a comportarsi come uno di noi. Non avevamo notato a che livello era arrivato fino a che un pomeriggio si è rifiutato di mangiare nell’angolo a lui destinato e si è avvicinato al tavolo di legno. Pinguino ha fatto casino, più da pollo che da pinguino, fino a che abbiamo capito che voleva mangiare con noi. Dovete sapere che la nuova identità di Pinguino impedisce all’ex pollo il volare anche il minimo necessario per salire sulla panca, cosicché è l’insurgenta Erika a tirarlo su ed a dargli da mangiare dal suo piatto.
Il capitano insurgente al comando mi ha detto che al pollo, voglio dire a Pinguino, non piace restare solo di notte, forse perché teme che i tlacuaches [mammiferi marsupiali. N.d.T.] possano confonderlo con un pollo e protesta fino a che qualcuno non lo porta sotto il suo tetto. Non ci vorrà molto che la Erika e la Toñita non gli facciano una pettorina bianca di tela (volevano dipingerlo con calce o con vernice per la casa, ma sono riuscito a dissuaderle… almeno credo) perché non ci siano dubbi sul fatto che è un pinguino e nessuno lo confonda con un pollo.
Potete pensare che sto o che stiamo, delirando, ma quello che vi sto raccontando è vero. Nel frattempo.
Pinguino è diventato parte del Comando Generale dell’ezzetaellenne e, forse, potrà vederlo con i propri occhi chi verrà alle riunioni preparatorie per la “Altra Campagna”. C’è da supporre anche che Pinguino sarà la mascotte della squadra di calcio dell’EZLN quando affronterà, prossimamente, l’Internazionale di Milano. Forse allora qualcuno farà una foto ricordo. Forse, passato qualche tempo e guardando l’immagine, una bambina o un bambino domanderà: “Mamma, ma chi sono quelli che stanno a fianco di Pinguino?” (sospiro).
Sapete una cosa? Mi sovviene ora che noi siamo come Pinguino, mentre ci sforziamo di ergerci e di farci un posto in Messico, in America Latina, nel Mondo. Ma siccome non è nella nostra anatomia il viaggio che intraprenderemo, sicuramente procederemo barcollando, vacillanti e rozzi, provocando risa e burle. Anche se forse, proprio come Pinguino, susciteremo qualche simpatia e qualcuno, generoso, ci coprirà e ci aiuterà, camminando con noi, a fare quello che ogni uomo, donna o pinguino deve fare, ovvero, tentare sempre di essere migliore nell’unico modo possibile, cioè lottando.
Bene. Saluti ed un abbraccio da Pinguino(?).

Dalle montagne del Sudest Messicano
Subcomandante Insurgente Marcos





Parte precedente: Un pingüino en la Selva Lacandona (1 pt.)

2 commenti:

  1. OlA' ...BUON ANNO PAUL!! PER OGNI COSA TUA, DELLA TUA TUA VITA!!

    E POI ANCHE UN ANNO TUTTO NUOVO PER LA NOSTRA, COLLETTIVAA..CHE LA NOSTRA DI ORRORE MADE IN ITALY ABBIA NEL 2010 L'INIZIO DI UN VERO RIBALTAMENTO DELLE COSCIENZE DA OGNI INGANNO ....CIAO PAUL :-)))


    ps e grazie infinite delle nuove letture e delle tue fatiche e impegno , grazie sempre

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  2. Ancora buon anno a te...
    Un ribaltamento (cioè una conversione) delle coscienze lo trovo molto improbabile.
    Se le cose dovessero davvero peggiorare (crisi economica, politica, sociale, ambientale, ecc..) può essere che nella maggioranza delle persone comincino davvero a farsi strada valori, principi e ideali diversi, più sobri, più giusti e umani, gli stessi che cerchiamo qui di raccogliere, indicare e promuovere.
    Ma non penso che questa sia una condizione realizzabile a breve, perché sono necessari due fattori: tempo e consapevolezza.
    Quanto al tempo si tratta solo di attendere, per la consapevolezza si può invece fare qualcosa fin d'ora: la Revoluciòn Humanista, appunto.
    Si può cioè cominciare ad operare da subito, ciascuno nel proprio quotidiano e nelle proprie relazioni (affettive, lavorative, sociali, ecc..) facendoci promotori di un "modello altro", smontando i falsi miti del consumismo e del progresso, isolando gli idioti e le cretine, facendo "ecologia" mentale e cercando di promuovere ed imporre uno stile ed un modello diverso di vita.
    Alla fine ne guadagnerà la nostra vita e si offrirà un esempio "concreto" per lo spirito di emulazione di chi ci è vicino, perché vale più un esempio di mille parole.
    Quindi questo è il miglior augurio che mi faccio, e faccio a te, a tutti noi, per il nuovo anno: essere noi stessi i promotori del cambiamento che vorremmo vedere negli altri.
    Ciao, D.

    Ps Niente grazie, e poi di che? Chi mi conosce sa bene che ai complimenti rispondo diventando di color pervinca... Anche dentro il casco.

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