Ni el Centro ni la Periferia
V. Sentir el olor del Negro
El Calendario y la Geografìa del Miedo
“Cuando parece que no queda nada, quedan los principios”. Don Durito de La Lacandona.
Decía el Viejo Antonio que la libertad tenía qué ver también con el oído, la palabra y la mirada. Que la libertad era que no tuviéramos miedo a la mirada y a la palabra del otro, del diferente. Pero también que no tuviéramos miedo de ser mirados y escuchados por los otros. Y luego agregó que el miedo se podía oler, y que abajo y arriba ese miedo despedía un olor diferente. Dijo además que la libertad no estaba en un lugar, sino que había que hacerla, construirla en colectivo. Que, sobre todo, no se podía hacer sobre el miedo del otro que, aunque diferente, es como nosotros.
Esto viene al caso o cosa, porque nosotros pensamos que, más que la cantidad de personas en un movimiento, más que su impacto mediático o la contundencia de sus acciones, lo claro y radical de su programa, lo más importante es la ética de ese movimiento. Eso es lo que le da cohesión interna, lo define, le da identidad… y futuro. Ya en otra ocasión hemos hablado, y hablaremos, de lo que son los fundamentos de nuestra ética zapatista. Ahora quisiéramos referirnos, brevemente, a la no-ética de arriba, a la ética del miedo.
Sobre el miedo y, más específicamente sobre el miedo a la transformación, el sistema ha ido construyendo, con especial paciencia, un edificio entero de razones para no luchar. Hay un “no” para cada quien, más o menos simple o complejo según el destinado a poseerlo. Vamos dejar de lado, por un momento, las condiciones materiales que permiten y marcan éste que podemos llamar “el imperio del miedo”, una de las características definitorias del sistema capitalista, y concentrémonos en su existencia, reparto y jerarquía. Supongamos que uno de los miedos más elaborados es el miedo a lo otro, a lo diferente, es decir, a lo que desconocemos. Sólo haré un desglose apresurado, esperando que puedan desarrollarse luego:
- El miedo de Género. Pero no sólo de la mujer al hombre y viceversa, también el miedo de mujer a mujer y de hombre a hombre.
- El miedo de Generación. Entre mayores, adultos, jóvenes, niños y niñas.
- El miedo de Lo Otro. Contra homosexuales, lesbianas, transgénero y las otras realidades que, no porque las desconozcamos, dejan de tener existencia.
- El miedo de Identidad o de Raza.- Entre indígenas, mestizos, nacionales, extranjeros.
La libertad que queremos deberá vencer también estos miedos.
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Antes se ha dicho aquí, y con acierto, que las luchas antisistémicas no deben circunscribirse únicamente a lo que los ortodoxos llaman la infraestructura o base de las relaciones sociales capitalistas.
Que sostengamos que el núcleo central del dominio capitalista está en la propiedad de los medios de producción, no significa que ignoremos (en el doble sentido de desconocer y de no darle importancia) los otros espacios de dominio.
Es claro para nosotros que las transformaciones no deben enfocarse sólo a las condiciones materiales. Por eso para nosotros no hay la jerarquía de ámbitos; no sostenemos que la lucha por la tierra es prioritaria sobre la lucha de género, ni que ésta es más importante que la del reconocimiento y respeto a la diferencia.
Pensamos, en cambio, que todos los énfasis son necesarios y que debemos ser humildes y reconocer que no hay actualmente organización o movimiento que pueda preciarse de cubrir todos los aspectos de la lucha antisistémica, es decir, anticapitalista. Este reconocimiento es la base de nuestra Sexta Declaración de la Selva Lacandona. Ella parte del reconocimiento y aceptación de lo ancho de nuestro sueño y la estrechez de nuestra fuerza.
Por ejemplo, hemos señalado algunos aspectos de la lucha de género en el seno del zapatismo, y en el próximo encuentro podrán conocerse de primera mano. Pero, nosotros, nosotras, reconocemos que hay avances más sustanciales en otros colectivos, grupos, organizaciones e individu@s que tienen este objetivo.
Pensamos que la realidad propia de nuestra existencia como EZLN no pocas veces presenta obstáculos y trabas que no pueden ser resueltos en nuestra lógica interna. Por eso buscamos y pedimos una relación equitativa con las compañeras y compañeros que han avanzado más en la lucha de género. Pero queremos que no confundan enseñar con mandar, ni aprender con obedecer. Creemos que es posible construir una relación de respeto donde nuestra realidad avance en transformaciones profundas en este aspecto y sabemos dos cosas: que no podemos hacerlo por nosotras, nosotros mismos; y que necesitamos esta relación. No ofrecemos nada a cambio, nada material quiero decir. Tampoco ofrecemos unidad orgánica, ni jerárquica de mando u obediencia en uno y otro sentido.
Lo que ofrecemos es la disposición de conocer, respetar y aprender. Lo que ustedes pueden y, creo yo, deben darnos, tendrá su propio proceso de asimilación y algo nuevo saldrá.
Eso nuevo no será ni una copia de sus propuestas ni una repetición justificada de una nuestra imperfecta realidad (sobre todo en esto de la lucha de género), sino una forma nueva, la nuestra, de asumir esa lucha y llevarla adelante.
Esto que digo de la lucha de género, que es donde como EZLN reconocemos que cargamos el mayor lastre, es para todas las luchas y modos que no conocemos, no abarcamos o no alcanzaremos nunca a cubrir. El EZLN es una organización que ha rehusado claramente a hegemonizar y homogeneizar en sus relaciones con otros grupos, colectivos, organizaciones, puebos e individuos, incluso con otras realidades organizadas o no. Ni siquiera en el movimiento indígena, que es donde está nuestra fuerza e identidad primera, hemos aceptado el papel de vanguardia que represente a la totalidad del movimiento indígena en México.
A nuestras evidentes carencias en la lucha de las mujeres, se pueden agregar lagunas insalvables: los trabajadores y trabajadoras de la ciudad, los movimientos urbano populares, los jóvenes y jovenas, los otros amores, y una verdadera constelación de luchas que La Otra Campaña ha revelado en sus recorridos y actividades.
El movimiento antisístemico que pretendemos levantar en México parte de esta premisa fundamental: tiene que ser con lo otro, con lo diferente que comparte dolores y esperanzas, que reconoce en el sistema capitalista al responsable de su situación de injusticia.
Y esto, pensamos nosotros, nosotras, sólo es posible con el conocimiento mutuo que deviene en respeto. Por eso la Sexta Declaración y La Otra Campaña en México han seguido los pasos que hasta ahora se han dado: un pase de lista, una presentación donde cada quien dijo quién era, en dónde estaba, cómo veía el mundo y nuestro país, que quería y cómo pensaba hacerlo.
En este proceso de conocimiento, algunos, algunas, supieron que no era este su lugar, ni su tiempo. Que no eran su calendario ni su geografía. Podrán decir una u otra cosa, pero es ésta la causa fundamental de su lejanía actual. No es ni ha sido el objetivo del EZLN el crear un movimiento bajo su hegemonía y homogeneizado con sus tiempos, modos y ni modos.
Queríamos, y queremos, un movimiento amplio, con toda la extensión del debajo de nuestro país, pero con objetivos claros, diáfanos, definitivos y definitorios: la transformación radical y profunda de nuestro país, es decir, la destrucción del sistema capitalista. No hemos mentido, ni antes, ni ahora. No nos interesan los parches ni las reformas, simple y sencillamente porque no parchan nada y no reforman ni siquiera lo más superficial. A quien ha querido escucharlo se lo hemos dicho sin tapujos: A nosotras, a nosotros, lo que nos interesa es que se reconozcan nuestros derechos, que nos dejen ser lo que somos y como somos, en suma, que nos dejen en paz.
No nos interesan ni los puestos, ni los cargos, ni las estatuas y monumentos, ni los museos, ni pasar a la historia, ni premios, ni honores, ni homenajes. Lo que queremos es poder levantarnos cada mañana sin que el miedo esté en la agenda del día. El miedo a ser indígenas, mujeres, trabajador@s, homosexuales, lesbianas, jóvenes, ancianos, niños, otras, otros. Pero pensamos que esto no es posible en el sistema actual, en el capitalismo. Hemos buscado y hemos encontrado pensamientos y experiencias diferentes pero similares.
Hemos sido parte, sobre todo alumn@s, del más hermoso ejercicio pedagógico que los cielos y suelos mexicanos han contemplado en toda su historia. Ha sido, y es un honor llamar compañeras y compañeros a pueblos, organizaciones, grupos, colectivos e individu@s de todo el espectro de la oposición anticapitalista en nuestro país.
No somos muchos, muchas, es cierto. Pero somos. Y en estos tiempos de indefinición convenenciera, de ilusiones y evasiones, esto, ser, es y será la pieza ue el sueño que soñamos necesita para echarse a andar en su largo camino a la realidad.
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ELÍAS CONTRERAS EXPLICA A LA MAGDALENA SU MUY PECULIAR VERSIÓN DEL AMOR Y ESAS COSAS
Creo que podemos imaginarlo todo. Imaginar la conversación, el calendario y la geografía en la que se dio. Imaginar que la Magdalena y a Elías Contreras, Comisión de Investigación del EZLN, están platicando de cualquier cosa. Pero imaginar que, cuando llegan nuestro oído y mirada, lo que vemos y escuchamos es lo siguiente…
Hay una noche que se ha precipitado sobre la tarde, echándola fuera del día a destiempo, extendiendo sus negros y sombras por todos los rincones, permitiendo sólo algunas luces y brillos.
Ha sido tan rápida esta invasión oscura, que ha sorprendido a Elías Contreras y a la Magdalena camino de regreso de la milpa. Están ya cerca del pueblo, pero la noche es tan pesada y tan imprevista que las breves luces que la pueblan no están listas todavía. Como si cocuyos, estrellas, luna y destellos se hubieran quedado en otro calendario o se hubieran equivocado de geografía y no hubieran llegado a tiempo a la noche que ya era dueña y señora en las montañas del sureste mexicano.
Elías Contreras sabe. Conoce, a fuerza de andarlos, los caminos que la noche crea sobre los caminos del día. Por eso es que Elías toma de la mano a la Magdalena, que se ha quedado paralizada con un suspiro de miedo cuando sólo ve el negro.La Magdalena está en estas tierras porque ha venido a ayudar a Elías Contreras en el combate contra el mal y al malo, pero no es su cancha. Ella, o él, según, es ciudadano, o ciudadana, según. Y en la ciudad, cuando menos en la ciudad en la que vivía la Magdalena, la noche no acaba nunca de completarse. Con tantas luces peleando un espacio, la noche ahí apenas es un pretexto para que cada una de ellas, de las luces, se definan.
La mano de Elías ha tranquilizado a la Magdalena. Por unos instantes esa mano es su único asidero a la realidad. Casi inmediatamente, Elías coloca la mano de la Magdalena en su baja espalda, de modo que sujete el cinturón de Elías.
“No te sueltes”, dice Elías. El miedo hace que la Magdalena no alcance a musitar y sólo piense: “Ni loca”, o loco, según.
Elías se sale del camino real y sus grandes charcos y lodos, y se interna por entre la arbolada. Despacio camina Elías, cuidando que la Magdalena no tropiece. En la mirada cegada de la Magdalena aparecen terrores y fantasmas que no son de esta tierra: los judiciales rodeándola, poniéndole un saco apestoso sobre la cabeza. Los golpes y burlas en el auto. No ver, no saber. Los ruidos que se van apagando. La discusión entre ellos sobre el dinero que le roban. Los turnos para violarla-violarlo. El ruido del auto alejándose. El desmayo. El perro que le husmea la sangre de las heridas…
- Ya llegamos ya -, dice la voz de Elías, y la Magdalena todavía tiembla cuando la hace sentarse sobre un tronco. En poco tiempo la Magdalena se ubica. Elías sabe lo que hace. El lugar donde están tiene una luz parda que no alcanza a iluminar pero sí a definir objetos y distancias. Parece que Elías piensa que la Magdalena tiembla porque tiene frío, y la envuelve con el nylon que, previendo lluvias, lleva en su morraleta.
“¿Dónde?”, dice la Magdalena. Elías parece saber que lo que la Magdalena quiere saber es el origen de esa luz dispersa y difusa.
“Son hongos”, dice Elías encendiendo un fósforo cuya luz borra todo y deja sólo su mirada. “De día agarran luz, y de noche la van soltando de a poquito, para que dure, para que tarde, para que no luego se gane la oscuridad”
Contestando una pregunta que no llega, Elías dice: “Estos no se pueden comer, sólo sirven para ver” No es la voz sino el olor de Elías lo que va tranquilizando a la Magdalena. Una mezcla de maíz, ramas, tierra, tabaco, sudor. “Aquí vamos a esperar un tanto a que la noche agarre su paso y deje de andar a la carrera”, dice Elías.
La Magdalena, sentada a su lado, se agarra a su brazo y reposa su cabeza sobre el hombro de Elías.
Algo queda pensando, porque, de pronto, le suelta a Elías:“Oye Elías, ¿tú has estado con una mujer?”
A Elías se le atraganta el humo del cigarro y se nota que su cuerpo se tensa nervioso. Su voz es apenas un hilo cuando responde: “Errr… bueno, sí, en las reuniones… y los trabajos… y las fiestas… llegan las compañeras… y lo hablamos de la lucha… y de los trabajos… y hablamos… sí… en las reuniones…”
“No te hagas pato Elías, tú sabes de qué estoy hablando”, lo interrumpe la Magdalena.
Si hubiera un poco más de luz, podríamos ver que el rostro de Elías es un semáforo: primero se ha puesto de color rojo, luego amarillo y ahora está adquiriendo un color verde luminoso. “Errr… Mmh... Errr… ¿O sea que como quien dice lo estás preguntando si he hecho un amor?”
La Magdalena ríe de buena gana al escuchar el modo de Elías para referirse al tener relaciones sexuales. Sí, dice todavía riendo, pregunto si ya has hecho un amor. Los colores de Elías siguen ahora el camino inverso: del verde al amarillo y de ahí al rojo. “Bueno, sí, pero no mero, un poco, o sea que más o menos, apenas…”
La noche es fría, como ésta que caminamos, pero Elías Contreras, Comisión de Investigación del EZLN, tiene ya la camisola empapada por el sudor. La Magdalena está disfrutando el embarazo de Elías y no hace nada por aliviarlo. Al contrario, alarga su silencio para que Elías tenga que sostenerse en la palabra…
“Bueno, Magdalena, no te voy a estar mentirando. No muy me acuerdo, de repente sí o de repente no… Pero me acuerdo que lo leí un libro que encontré y que se llama “¿Ya piensas ya en el amor?” y ahí lo miré bien cómo es eso”.
La Magdalena, aunque no es ni hombre ni mujer, es bien mula (sin agraviar a quienes me escuchan o leen), y el nerviosismo de Elías le ha hecho olvidar los fantasmas que hace unos minutos la asediaban, así que pregunta… “¿Ah sí? ¿Y cómo es eso?”, y se repega más al flanco de Elías. El color de Elías es ya el de los hongos fosforescentes que cubren los troncos y ramas de alrededor.
Pero Elías Contreras es Comisión de Investigación del EZLN, ha enfrentado multitud de peligros y situaciones imprevistas, así que respira hondo mientras piensa: Un cigarro, voy a prender un cigarro, ¿dónde dejé los cigarros?, prendo un cigarro y así me da tiempo de acomodarlo mi pensamiento, prendo un cigarro, ¿y si no prende el cerillo?, pues como dice el Sup, se chingó la señora Roma ésa, bueno, ya, ¿y si no prende el cerillo?
Elías inicia entonces su explicación: “Bueno Magdalena, arresulta que están, como quien dice, el ése-cómo-se-llama y el otro uno, y está así, como que no está pensando nada, pero de pronto como que ya piensa algo y pues entonces, arresulta…” Elías duda, después dice: “Bueno, creo que mejor te lo explico de otra forma porque qué tal que no vas a entender…” La Magdalena tiene una sonrisa maliciosa que la oscuridad oculta cuando dice: “Bueno”.
Elías empieza: “Bueno, pues arresulta que hay unos que se llaman medios de producción, porque los pichitos no son pichitos luego, sino que primero son productos. Entonces los productos se hacen con medios de producción. Ah y también con materia prima. De ahí entonces arresulta que está un su medio de producción del hombre que es así como quien dice un algo para producir productos, pero no mero ni solo, sino que se necesita otro medio de producción y entonces ya lo habla uno a la chamaca y hacen acuerdo para la producción y ponen como quien dice la materia prima y lo producen el producto y siempre uno o una, según, se cansa, pero así como cansancio bueno, contento.
Pero no es así que llega uno y le dice a la muchacha “oyes, vamos a hacer una producción de un producto”, sino que como quien dice le da la vuelta y van los dos vuelteando, vuelteando y ya luego hacen un su acuerdo, y ya luego tarda unos meses y sale el producto y ya lo ponen nombre porque tampoco es que le van a estar diciendo “a ver producto, vete a traer el agua o la leña”, sino que tiene que tener un nombre, y luego si es producta pues también hay que ponerle nombre.
De ahí que el nombre es importante, pero no mucho porque si uno, o una, según, es zapatista, lo puede escoger luego un su nombre de lucha, pero tiene que va a pensar bien porque aluego uno no sabe si ya queda así.
Ahí está por ejemplo el Sup, que escogió el nombre de Sup y ya se chingó Roma porque siempre se va a llamar Sup. En cambio yo escogí Elías pero no todos saben así que puedo poner otro nombre.
Y ya es todo mi palabra y espero que entendiste Magdalena y si no pues ahí luego otro día te explico porque ya es tarde y tenemos que llegar al pueblo”
A la Magdalena hasta le duele la panza por estar aguantándose la risa escuchando la explicación de Elías, pero se recompone y dice: “Bueno, ahí me explicas otro día”.
La noche ya es más clara cuando Elías Contreras camina loma abajo con la Magdalena del brazo. Es Elías quien rompe el silencio:“Oí Magdalena. Ya no tengas miedo si estás conmigo.”
La Magdalena apenas se detiene para preguntar: “¿Cómo supiste que tuve miedo?”
“El miedo se huele”, dice Elías retomando el paso. “Huele como a pesadilla, como a mal sueño, como a vergüenza y pena”.
Ya es madrugada cuando llegan a la orillada del pueblo.
La Magdalena pregunta:
"¿Y cómo huele la alegría?"
Elías Contreras, Comisión de Investigación del EZLN, extiende el brazo como si tendiera el mañana y dice: “Así…”
Un olor a hierba y tierra rebeldes dignas, se levanta y huele tanto que casi se puede ver y tocar y gustar y escuchar y pensar y sentir. Como si el mañana se hubiera asomado al hoy, un instante solo, y hubiera mostrado su tesoro más fantástico, terrible y maravilloso, es decir, su posibilidad.
Gracias, buenas noches.
Nos vemos mañana.
Subcomandante Insurgente Marcos.
Nè il Centro nè la periferia
V. Sentire l'odore del Nero
Il Calendario e la Geografia della Paura
“Quando sembra che non rimanga niente, rimangono i princìpi”. Don Durito della Lacandona.
Diceva il Vecchio Antonio che la libertà ha a che vedere anche con l’udito, la parola e lo sguardo. Che la libertà vuol dire non avere paura di guardare e di parlare con l’altro, il diverso. Ma anche non aver paura di essere guardati e ascoltati dagli altri. Poi aggiungeva che la paura si può annusare, e che abajo e arriba la paura fa un odore differente. Diceva anche che la libertà non sta in un luogo, ma bisogna farla, costruirla collettivamente. E soprattutto non la si può costruire sulla paura dell’altro che, anche se diverso, è come noi.
Questo viene al caso nostro, perché noi pensiamo che, più della quantità di persone che compongono un movimento, più del suo impatto mediatico o della spettacolarità delle sue azioni, o della chiarezza e radicalità del suo programma, la cosa più importante in un movimento è l’etica. E’ questo che gli dà coesione interna, che lo definisce, gli dà un’identità...e un futuro.
Già in altre occasioni abbiamo parlato, e ancora parleremo, di quelli che sono i fondamenti della nostra etica zapatista. Ma ora vorremmo fare brevemente riferimento alla non-etica de arriba, all’etica della paura.
Sulla paura e, in particolare, sulla paura della trasformazione, il sistema ha gradualmente costruito, con straordinaria pazienza, un intero edificio di ragioni per non lottare. C’è un “no” per ognuno, più o meno semplice o complesso a seconda di chi è destinato a farlo proprio.
Lasceremo da parte, per un momento, le condizioni materiali che rendono possibile e segnano quello che possiamo chiamare “l’impero della paura”, una delle caratteristiche che definiscono il sistema capitalista, e ci concentreremo sulla sua esistenza, sulle sue ripartizioni e sulla sua gerarchia. Supponiamo che una delle paure più elaborate è la paura dell’alterità, del differente, cioè di quello che non conosciamo. Farò solamente un veloce elenco, sperando di poter approfondire più tardi:
- La paura di genere. Non solo della donna nei confronti dell’uomo e viceversa, ma anche la paura tra donna e donna e tra uomo e uomo.
- La paura tra generazioni. Tra anziani, adulti, giovani, bambini e bambine.
- La paura dell’Alterità. Nei confronti di omosessuali, lesbiche, transgender e di quelle realtà altre che non riconosciamo, ma non per questo smettono di esistere.
- La paura dell’identità o della razza. Tra indigeni, meticci, nazionali e stranieri.
La libertà che vogliamo dovrà vincere anche queste paure.
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Precedentemente, è stato detto qui che per certo le lotte anti-sistemiche non si devono circoscrivere unicamente a quello che gli ortodossi chiamano infrastruttura o base delle relazioni sociali capitaliste.
Se sosteniamo che il nucleo centrale del dominio capitalista si trova nella proprietà dei mezzi di produzione, non vuol dire che ignoriamo (nel doppio significato di non conoscere e di non dare importanza) gli altri spazi di dominio.
Per noi è chiaro che le trasformazioni non devono focalizzarsi solo sulle condizioni materiali. Per questo, per noi non ci sono gerarchie di ambiti; non sosteniamo che la lotta per la terra è prioritaria rispetto alla lotta di genere, né che questa è più importante di quella per il riconoscimento e il rispetto della differenza.
Al contrario, pensiamo che tutte le forze sono necessarie e che dobbiamo essere umili e riconoscere che non esiste attualmente un’organizzazione o un movimento che possa vantarsi di coprire tutti gli aspetti della lotta antisistemica, e cioè anti-capitalista. Questo riconoscimento è la base della nostra Sesta Dichiarazione della Selva Lacandona. Essa parte dal riconoscimento e dall’accettazione della vastità del nostro sogno e della ristrettezza della nostra forza.
Per esempio, in seno allo zapatismo sono stati evidenziati alcuni aspetti della lotta di genere, e nel prossimo incontro potrete conoscerli in prima persona. Però noi, donne e uomini, riconosciamo che altri collettivi, gruppi, organizzazioni e singole persone, che condividono questo obbiettivo, hanno fatto dei passi avanti più sostanziali rispetto a noi.
Pensiamo che la specifica realtà della nostra esistenza, come EZLN, molte volte ci presenta degli ostacoli e degli impedimenti che non possono essere superati nella nostra logica interna. Per questo cerchiamo e chiediamo una relazione equa con le compagne e i compagni che hanno fatto più passi avanti nella lotta di genere. Però non vogliamo che si confondano insegnare con comandare, e imparare con obbedire. Crediamo che sia possibile costruire una relazione di rispetto, in cui la nostra realtà continui a trasformarsi profondamente sotto questo aspetto, e sappiamo due cose: che non possiamo farlo da sole, e da soli; e che abbiamo bisogno di questa relazione.
Non offriamo niente in cambio, niente di materiale voglio dire. E non offriamo nemmeno un’unità organica, o gerarchica, di comando e obbedienza, né da una parte né dall’altra.
Quello che offriamo è la disposizione a conoscere, rispettare e imparare. Quello che voi potete e, io credo, dovete darci, avrà il suo processo di assimilazione e ne verrà fuori qualcosa di nuovo.
Questo qualcosa di nuovo non sarà né una copia delle vostre proposte, né una giustificazione o una ripetizione della nostra realtà imperfetta (soprattutto in quest’ambito della lotta di genere), ma una forma nuova, la nostra, di prendere in carico questa lotta e di portarla avanti.
Le cose che sto dicendo a proposito della lotta di genere, che come EZLN riconosciamo essere la pietra più grande da caricare, vale per tutte le lotte e i modi che non conosciamo, che non prendiamo in carico e che non riusciremo mai a risolvere completamente. L’EZLN è un’organizzazione che ha rifiutato chiaramente di egemonizzare e omogeneizzare le relazioni con gli altri gruppi, collettivi, organizzazioni, popoli e individui, comprese le altre realtà organizzate o no.Nemmeno rispetto al movimento indigeno, che è dove sta la nostra forza e la nostra identità primaria, abbiamo accettato il ruolo di avanguardia, di rappresentare la totalità del movimento indigeno in Messico.
Alle nostre evidenti carenze nella lotta delle donne, si possono aggiungere lacune inperdonabili: i lavoratori e lavoratrici delle città, i movimenti popolari urbani, i giovani e le giovani, gli amori altri, e una vera costellazione di lotte di cui la Otra Campaña ha rivelato l’esistenza, nelle sue peregrinazioni e attività. Il movimento antisistemico che abbiamo la pretesa di sollevare in Messico parte da questa premessa fondamentale: deve essere con l’altro, con il diverso che condivide con noi dolori e speranze, che riconosce nel sistema capitalista il responsabile della condizione di ingiustizia in cui si trova. E noi, donne e uomini, pensiamo che questo è possibile solamente attraverso una mutua conoscenza che si trasforma in rispetto. Per questo la Sesta Dichiarazione e la Otra Campaña in Messico hanno seguito i passi fatti fino ad ora: passare i fogli con la lista, presentare tutti i presenti, perché dicessero chi erano, dove stavano, como vedevano il mondo e il nostro paese, cosa volevano e come pensavano di fare.
In questo processo di conoscenza, alcuni, alcune, hanno capito che quello non era il loro posto, né il loro tempo. Che non era il loro calendario e la loro geografia. Potranno dire questa o qualche altra cosa, però è questo il motivo fondamentale per cui attualmente ci sono lontani.
Non è, e non è stato, l’obbiettivo dell’EZLN quello di creare un movimento sotto la sua egemonia che fosse omogeneizzato ai suoi tempi e ai suoi modi.
Volevamo, e vogliamo, un movimento ampio, con tutta l’estensione di abajo del nostro paese, però con obbiettivi chiari, puliti, definiti e definitivi: la trasformazione radicale e profonda del nostro paese, cioè la distruzione del sistema capitalista. Non abbiamo mentito, né prima né ora.
Non ci interessano le toppe né le riforme, semplicemente perché non rattoppano proprio niente e non riformano che superficialmente. A chi ha voluto ascoltare, lo abbiamo detto senza peli sulla lingua: a noi, donne e uomini, interessa che riconoscano i nostri diritti, che ci lascino essere quello che siamo e come siamo, in poche parole, che ci lascino in pace.
Non ci interessano le poltrone di governo, gli incarichi direttivi, le statue e i monumenti, né i musei, il passare alla storia, i premi, gli onori, gli omaggi. Quello che vogliamo è poterci alzare ogni mattina senza che la paura faccia parte dei programmi per la giornata. La paura di essere indigeni, donne, lavoratori e lavoratrici, omosessuali, lesbiche, giovani, anziani, bambini, altri, altre. Però pensiamo che questo non sia possibile nel sistema attuale, nel capitalismo. Abbiamo cercato ed abbiamo trovato pensieri ed esperienze diversi, ma simili ai nostri.
Siamo stati parte, soprattutto alunni ed alunne, del più bell’esercizio pedagogico che i cieli e le terre messicani abbiano mai contemplato in tutta la loro storia. Questo è stato, ed è un onore chiamare compagni popoli, organizzazioni, gruppi, collettivi e individui appartenenti a tutto lo spettro dell’opposizione anti-capitalista nel nostro paese.
Non siamo molti, molte, questo è certo. Però siamo. E in questi tempi di indefinizione di convenienza, di illusioni ed evasioni, questa cosa, essere, è e sarà lo strumento di cui il sogno che sognamo ha bisogno, per iniziare a percorrere il suo lungo cammino verso la realtà.
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ELIAS CONTRERAS SPIEGA ALLA MAGDALENA LA SUA VERSIONE MOLTO PARTICOLARE DELL’AMORE E DI QUESTE COSE.
Credo che possiamo immaginarcelo bene. Immaginare la conversazione, il calendario e la geografia in cui è accaduto. Immaginare che la Magdalena ed Elias Contreras, Commissione Investigativa dell’EZLN, stiano chiacchierando di qualche cosa. Possiamo immaginare però che, quando il nostro udito e il nostro sguardo arrivano fino a loro, quello che vediamo e ascoltiamo è questo...
E’ una notte che è precipitata sulla sera, buttandola in anticipo fuori dal giorno, estendendo il suo nero e le sue ombre in ogni angolo, lasciando solo alcune luci e riflessi.
E’ stata così rapida questa invasione scura, che ha sorpreso Elias Contreras e la Magdalena sul cammino di ritorno dai campi di mais. Sono già vicini al paese, ma la notte è tanto fitta e tanto imprevista, che le piccole luci che la popolano non sono ancora pronte. Come se le lucciole, le stelle, la luna e i riflessi fossero rimasti in un altro calendario o si fossero sbagliati di geografia e non fossero arrivati in tempo, al presentarsi della notte, che già era padrona e signora nelle montagne del sud-est messicano.
Elias Contreras sa. Conosce, a forza di andarci, i sentieri che la notte crea sopra i sentieri del giorno. E’ per questo che Elias Contreras prende la mano della Magdalena, che è rimasta paralizzata con un sospiro di paura alla sola vista del nero. La Magdalena si trova in queste terre perché è venuta ad aiutare Elias Contreras a combattere contro il dolore e la cattiveria, ma non gioca in casa. Lei (o lui, dipende), è uno, o una, di città. E in città, per lo meno nella città dove viveva la Magdalena, la notte non arriva mai ad essere completa. Con tante luci che si contendono lo spazio, lì la notte non è che un pretesto perché ciascuna di esse, delle luci, possa risaltare.
La mano di Elias ha tranquillizzato la Magdalena. Per alcuni istanti quella mano è il suo unico appiglio alla realtà. Quasi subito, Elias porta la mano della Magdalena in fondo alla schiena, perché si regga alla sua cintura.
“Non staccarti”, dice Elias. La paura fa sì che la Magdalena non riesca neanche a emettere un sussurro tra i denti, e pensi solamente: “Fossi matta”, o matto, dipende.
Elias abbandona il sentiero principale e le sue grandi pozzanghere e il fango, ed entra nel bosco. Lentamente cammina Elias, facendo attenzione che la Magdalena non inciampi. Nello sguardo cieco della Magdalena compaiono terrori e fantasmi che non sono di questa terra: gli uomini della legge che la accerchiano, mettendole un sacco maleodorante sulla testa. I colpi e gli scherni nell’auto. Non poter vedere, non sapere. I rumori che a poco poco si spengono. La discussione tra di loro sui soldi che le vogliono rubare. I turni per violentarla-violentarlo. Il rumore dell’auto che si allontana. Svenire. Il cane che lecca il sangue delle ferite...
“Siamo già arrivati”, dice la voce di Elias, e la Magdalena sta ancora tremando quando la fa sedere sopra un tronco. In poco tempo la Magdalena si rende conto di dove si trova. Elias sa quello che fa. Il luogo dove sono riflette una pallida luce, che non arriva proprio a illuminare, però a definire oggetti e distanze. Sembra che Elias stia pensando che la Magdalena trema perché ha freddo, e l’avvolge con il nylon che, prevedendo piogge, si era portato nella borsa.
“Dove?”, dice la Magdalena. Elias sembra sapere che quello che la Magdalena vuol sapere è l’origine di questa luce dispersa e diffusa.
“Sono funghi”, dice Elias accendendo un fiammifero la cui luce cancella tutto e lascia solo il suo sguardo. “Di giorno prendono la luce, e di notte la rilasciano a poco a poco, perché duri, perché si attardi, perché poi non vinca l’oscurità”.
Rispondendo a una domanda che non arriva, Elias dice: “Questi non si possono mangiare, servono solo per vedere”. Non è la voce, ma l’odore di Elias, a tranquillizzare piano piano la Magdalena. Un miscuglio di mais, rami, terra, tabacco, sudore. “Aspetteremo qui per un po', fino a che la notte prenda il suo passo e la smetta di correre”, dice Elias.
La Magdalena, seduta vicino a lui, si aggrappa al suo braccio e appoggia la testa sulla spalla di Elias. Sta pensando qualcosa, perché improvvisamente lascia il braccio di Elias:
“Senti Elias, sei mai stato con una donna?” Ad Elias va di traverso il fumo della sigaretta e si vede che il suo corpo è teso e nervoso.
Gli esce appena un filo di voce quando risponde: “Ehmm...beh, sì, alle riunioni...e al lavoro...e nelle feste...arrivano le compagne...e parliamo della lotta...e del lavoro...e parliamo...sì...alle riunioni...”
“Non fare lo struzzo Elias, sai di cosa parlo”, lo interrompe la Magdalena.
Se ci fosse un po’ più di luce, potremmo vedere che il viso di Elias è un semaforo: prima è diventato di color rosso, poi giallo e ora sta prendendo un color verde brillante.
“Ehmm...Mmh...Ehmm...Cioè come si dice mi stai chiedendo se ho fatto un amore?”
La Magdalena ride a crepapelle a sentire il modo in cui Elias si riferisce all’avere relazioni sessuali. Sì, dice ancora ridendo, domando se hai già fatto un amore. I colori di Elias seguono ora il percorso inverso: dal verde al giallo e da lì al rosso. “Beh, sì, però non proprio, cioè, un po’, cioè, più o meno, appena appena...”
La notte è fredda, come questa di oggi, però Elias Contreras, Commisione Investigativa dell’EZLN, ha già la camicia fradicia di sudore. La Magdalena sta approfittando dell’imbarazzo di Elias e non fa niente per alleviarlo. Al contrario, prolunga il suo silenzio, così che Elias sia costretto a continuare a parlare...
“Beh, Magdalena, io non ti racconto bugie. Non mi ricordo molto bene, improvvisamente sì e poi invece no... Però mi ricordo di aver letto un libro che ho trovato e che si chiama “Stai già pensando all’amore?” e lì ho visto bene com’è quella cosa”.
La Magdalena, anche se non è né uomo né donna, ma un po' “mula” (senza offendere quelli che mi ascoltano o leggono), e il nervosismo di Elias le ha fatto dimenticare i fantasmi che alcuni minuti fa la stavano assediando, gli domanda così...“Ah sì? E com’è quella cosa?”, e si riappiccica un’altra volta al fianco di Elias. Il colore di Elias è già come quello dei funghi fosforescenti che ricoprono i tronchi e i rami lì attorno.
Però Elias Contreras è della Commissione Investigativa dell’EZLN, ha affrontato innumerevoli pericoli e situazioni impreviste, quindi fa un respiro profondo e pensa: una sigaretta, accenderò una sigaretta, dove ho lasciato le sigarette?, mi accendo una sigaretta così ho tempo di aggiustarmi i pensieri, accendo una sigaretta, e se il fiammifero non prende?, ah, come dice il Sub, al diavolo Roma, già, e se il fiammifero non prende?
Alla fine Elias incomincia la sua spiegazione: “Bene Magdalena, pare che ci siano questo-come-si-chiama e l’altro coso, e stanno così, come se non stessero pensando a niente, però improvvisamente pare che pensino a qualcosa e allora, pare che...” Elias tentenna e poi dice:
“Va bene, credo che è meglio se te lo spiego in un’altra maniera perché così non mi capisci...”
La Magdalena ha un sorriso malizioso nascosto dall’oscurità, quando dice:
“Va bene”.
Elias ricomincia: “Va bene, dunque pare che ci sono delle cose che si chiamano mezzi di produzione, perché i marmocchi prima di tutto non sono marmocchi, ma sono prodotti. Quindi i prodotti si fanno con i mezzi di produzione. Ah, e anche con la materia prima.
Dopodiché risulta che c’è un mezzo di produzione dell’uomo, che è come si dice un qualcosa per produrre prodotti, però non solo e non da solo, perché c’è bisogno di un altro mezzo di produzione, e allora uno ne parla con la ragazza e si mettono d’accordo per la produzione e mettono, come si dice, la materia prima e producono il prodotto... e uno, o una (dipende), di solito si stanca, però così... di una stanchezza buona, contenta.
Però guarda che non funziona così...non è che uno arriva e dice alla ragazza “senti, andiamo a fare una produzione di un prodotto” ma, come si dice, ci fa dei giri, e girano, girano, e poi alla fine fanno il loro accordo, e poi passa qualche mese ed esce il prodotto e allora gli mettono un nome, perché non è che poi gli dicono “dai prodotto, vai a prendere l’acqua o la legna”, deve avere un nome, e poi se è una prodotta, bisogna metterle un nome lo stesso. Quindi il nome è importante, però non molto, perché se uno, o una (dipende), è zapatista, può scegliersi un nome anche dopo, il suo nome di lotta, però bisogna che lo pensi bene, perché poi uno non lo sa, può essere che gli resta quello.
Per esempio, questo è quello che è successo al Sub, che ha scelto il nome di Sub e al diavolo Roma Sempre si chiamerà Sub. Invece io ho scelto il nome di Elias, però non lo sanno mica tutti, così posso mettermi un altro nome. E adesso ti ho detto quello che avevo da dire, spero che mi hai capito Magdalena e sennò poi un altro giorno te lo rispiego, perché già è tardi e dobbiamo arrivare al paese”.
Alla Magdalena le fa male perfino la pancia nel tentativo di trattenere le risa, mentre ascolta la spiegazione di Elias, però si ricompone e dice: “Va bene, me lo spiegherai un altro giorno”.
La notte è già più chiara quando Elias Contreras riprende il cammino lungo il pendìo con la Magdalena sottobraccio. E’ Elias che rompe il silenzio: “Ascolta Magdalena, non devi aver paura quando stai con me.”
La Magdalena si ferma un momento, e domanda: “Come sapevi che avevo paura?”
“La paura si sente dall’odore”, dice Elias riprendendo il cammino. “Ha un odore come di incubo, come di sonno agitato, come di vergogna e dolore”.
E’ già l’alba quando arrivano al limitare del paese. La Magdalena chiede: “E’ di cosa sa l’allegria?”
Elias Contreras, Commissione Investigativa dell’EZLN, allarga le braccia come per aprirle al domani e dice: “Così...”
Si espande un odore di erba e terra ribelli e degne, ed è così forte che quasi si può vedere e toccare e gustare e ascoltare e pensare e sentire. Come se il domani si fosse unito all’oggi, per un istante solo, e avesse mostrato il più fantastico, terribile e meraviglioso tra i suoi tesori, e cioè la sua possibilità.
Grazie, buonanotte.
Ci vediamo domani.
Subcomandante Insurgente Marcos.
Parti precedenti:
I. Pensar el Blanco
II. Escuchar el Amarillo
III. Tocar el Verde
IV. Gustar el Café
la descrizione di Elias è fortissima...si è tolto bene dall'imbarazzo... . ma ancor più brava e stata Magdalena.... gli ha portato rispetto...e non è poco... ciao R.
RispondiEliminaOgnuno di noi ha le sue “singolarità” e a tutte le “nostre” singolarità si devono attenzione e riguardo, esigono tatto, discrezione, delicatezza, garbo: in una parola, rispetto. Quindi il rispetto non è affatto poco, è tutto!
RispondiEliminaIl punto fondamentale, come si vede anche nel caso di Elias e della Magdalena, è tutto lì. Personalmente non mi interessano etnia o nazionalità, credo (religioso) o colore (politico), preferenze e gusti (sessuali), posizione o ruolo (sociale), istruzione o professione, ma il rispetto sì, il rispetto lo esigo (e lo concedo), lo pretendo (e lo professo).
E se uno/a manca di rispetto alla mia sensibilità non gli basterà poi la vita intera per pentirsene; se uno reca offesa alla mia sensibilità lo colpirò appena ne avrò modo e occasione, dovunque e comunque, non importa quanto tempo ci vorrà. Chi si azzarda anche solo a ferire di striscio il mio intimo riceverà qualcosa che non è nemmeno ancora contemplato nel codice penale.
Lo trovo un meccanismo naturale ed elementare, un principio fisico di base di tipo automatico: azione-reazione. E pensare che trovo ancora chi se ne meraviglia e ha bisogno di apprenderlo a sue spese...
Ciao, D.
qualcosa mi dice che parli seriamente.... anzi... di più...ti prendo in parola...ciao R
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