VI. Sexto Viento: una otra digna rabia y Cuentos para nadie cuarto, quinto y sexto



SIETE VIENTOS EN LOS CALENDARIOS Y GEOGRAFÍAS DE ABAJO.

Sexto Viento: una otra digna rabia.

Buenas noches.
Gracias a Don Eduardo Almeida por ayudarnos en la moderación. Es un honor tenerlo con nosotros.



Desde los inicios de nuestro alzamiento, nos llamó la atención la simpatía y el apoyo que recibíamos, y afortunadamente seguimos recibiendo, de 4 sectores de la población: de los indígenas, las mujeres, los jóvenes y jóvenes, y de homosexuales, lesbianas, transgénero, transexuales, principalmente, aunque no sólo, trabajadores y trabajadoras sexuales.
Y desde entonces nos hemos esforzado por encontrar las razones o motivos que nos daban este privilegio.
Poco a poco hemos ido entiendo, no sé todavía si acertamos, que es porque tenemos en común esto de ser “otros”, “otras”, excluidos, perseguidos, discriminados, temidos.
Como si se hubiera impuesto una normalidad o un estándar, con sus clasificaciones y anaqueles, y todo lo que no entrara en esas clasificaciones fuera puesto en un archivero cada más abultado, marcado con el letrero “lo otro”.
Por supuesto que estas clasificaciones son también calificaciones, y con ellas viene una serie de códigos culturales y pautas de comportamiento que deben ser cumplidas.
Una especie de manual de supervivencia que el ser humano no recibe encuadernado, sino que lo asimila por dosis, la mayoría de las veces, brutales, en el largo o corto trayecto de su maduración, es decir, de su domesticación.
Hagan de cuenta como un folleto de “¿Qué hacer en caso de?
Y así, no escritos pero evidentes y omnipresentes, habría folletos de “¿Qué hacer frente a un indígena?”, o “¿Qué hacer frente a una mujer?”, o “¿Qué hacer frente a una joven o un joven?”, o “¿Qué hacer frente a un homosexual, una lesbiana, un transgénero, un o una transexual?
Claro que no son un proyecto editorial, pero están tan difundidos que su publicación haría millonario a cualquiera. La colección podría llamarse “Sea una persona normal” y sacarse en fascículos coleccionables.
Pudiera pensarse que cada uno de estos manuales de “educación” o “supervivencia en la normalidad” tiene sus especificidades, y las tienen. Pero también tienen cosas en común:
¡Desconfíe!”, “¡Desprecie!”, “¡Discrimine!”, “¡Agreda!”, “¡Búrlese!” serían alguna de ellas.
Y en sus especificidades podríamos encontrar:
El folleto de “¿Qué hacer frente a un indígena?” podría dar detalles, por ejemplo, diría: “mire de arriba abajo, de modo que esa cosa que tiene enfrente sepa quién manda y sepa que no todos somos iguales, sonría burlonamente, haga chistes sobre la forma de hablar o de vestir de la cosa ésa. ¿Su valor?, vale menos que un pollo”.
Y el de “¿Qué hacer frente a una mujer?” diría: “Si usted es hombre mírela como lo que es, como un objeto, como una puta con dueño o sin dueño todavía. Si usted es mujer, haga lo mismo. Valórela en sus posibilidades de uso sexual, fuerza de trabajo o elemento decorativo. Agrédala. Si está buena, manoséela, tómela, hágala suya, o al menos inténtelo, si es necesario el uso de la fuerza no lo dude, empléela. Que ese objeto que tiene sepa quién manda y que sepa que no todos somos iguales.”



No hay que temer decirlo; este manual está sumamente extendido y es practicado con entusiasmo en el sector de varones o machos que decimos estar abajo y a la izquierda. Silenciarlo, ocultarlo, no nos exime de la culpabilidad ni exorciza el fantasma de que a veces nos parecemos demasiado a los que decimos combatir.
Y el folleto de “¿Qué hacer frente a un joven o jovena?” diría: “En primer lugar asuma que se encuentra usted frente a un delincuente en activo o en potencia. Además de barros y espinillas, la cosa ésa tiene tendencias naturales al vandalismo y la violencia. Asuma también la ventaja que usted tiene en los calendarios, algo que la cosa deberá entender. No se preocupe por su rebeldía, se le pasará cuando el calendario, con ayuda de la policía, haga su trabajo.”
Y en el folleto de “¿Qué hacer frente a un homosexual, una lesbiana, transgénero o transexual?”, se leería: “Asuma usted que está frente a un criminal enfermo, así que aléjese (no se ha descartado que la putería sea contagiosa), si los tiene, mantenga a sus hijos alejados. En casos extremos acuda a su confesor de cabecera (nota: a falta de éste, un miembro del PAN, o de cualquier partido de derecha, puede servir)”:



Digámoslo: no sólo frente a las mujeres, también frente a las diversas preferencias sexuales, la izquierda es profundamente machista.
¿Y los zapatistas, las zapatistas?
Tal vez estamos igual o peor. En el mejor de los casos nos falta un buen.
Pero con un empeño en aprender y, sobre todo, con los espacios que nos posibilitan esos aprendizajes y con las maestras, maestros y maestroas: ustedes.
En los relatos que hemos ido soltando a lo largo de estos años, hemos tratado de mostrar nuestra realidad en esto, nuestra fallas y carencias, pero también nuestros “modos” para tratar de superar las unas y las otras.
Frente a las diferencias sexuales, ha sido más fácil. Tal vez porque llegamos menos domesticados.
En uno de los recorridos de La Otra Campaña, encontramos a los compañeros y compañeras de la Brigada Callejera (que nos enseñaban, aún sin saberlo, desde hace mucho tiempo). Les preguntábamos entonces sobre el problema de la arroba. Ésta es políticamente correcta, pero sólo incluye al masculino y al femenino y ya, como si fueran la única opción sexual, falta lo otro. Los compañeros y compañeras de Brigada Callejera nos dijeron que usaban “compañeric” o “compañerotic”, no estoy muy seguro.
Nosotros buscamos nuestro modo y llegamos en esto que hemos llamado “compañeroa”.
Bueno, el primer relato cuenta el encuentro de Elías Contreras y la Magdalena. La Magdalena era una “compañeroa”. Quien piense que ella, o él, según, es un personaje literario se equivoca. La Magdalena existió y fue real, ubicable en el calendario y la geografías zapatistas, como es ubicable el acontecimiento donde le salvó la vida a Elías Contreras, un indígena zapatista que se asomó a la ciudad con esa capacidad de asombro y ese empeño por entender que pocas personas poseen.
En lo que se refiere a las mujeres vamos todavía muy atrás. Hace un rato, en la tarde, escuchamos en voz de la Comandanta Hortensia los avances que han tenido como mujeres en la lucha.
A ella le faltó decir que lo han logrado a pesar de la firme oposición nuestra. Si los hombres no hablamos mucho de ello es porque sería una larga y penosa cuenta de derrotas.
Tenemos muchos problemas. Por ejemplo, en nuestros cuarteles las condiciones de higiene no son las óptimas, y es común que se presenten en las insurgentas enfermedades como infecciones en vías urinarias. La Capitana de Sanidad Elena no me dejará mentir: se batalla mucho en lograr que sus parejas varones tomen también el tratamiento que reciben y las re infectan una y otra vez.



Y no sólo. También batallamos en el uso del condón. Nuestra compañeras insurgentas suelen ser muy jóvenes y tienen problemas de salud con el uso de anticonceptivos. Las pastillas o el parche o el injerto les hacen daño, y el dispositivo también. Como son muy jóvenes, se les insiste a sus parejas varones que usen condón. Pero, como comprenderán, es muy difícil checar que eso se cumple, como que no podemos ir a cada techo para ver si lo están usando o no. Yo les he ofrecido mi “pedagogía del machete”, y los amenazo con hacerles la vasectomía con mi habilidad quirúrgica.
Y en el respeto a la mujer también nos falta. Hay una anécdota que les quiero contar:
Hace unos días estábamos reunidos hablando de que iba a venir la Comandanta Sandinista Mónica Baltodano. Una de las comandantas sacó aquella frase que decían las mujeres sandinistas que decía “no se puede hacer la revolución sin la participación de las mujeres”. Yo, bromeando, le dije que yo iba a sacar una frase que dijera “se puede hacer la revolución a pesar de las mujeres”. La comandanta me miró ahora sí que de arriba abajo y me dijo: “Urr, Sup, estamos haciendo una guerra de liberación. Si estamos tardando es por culpa de los pinches hombres”.
Van pues los cuentos pendientes:

Siete Cuentos para Nadie

Cuento 4: El encuentro de Elías Contreras y la Magdalena

Habla Elías Contreras, Comisión de Investigación del EZLN,:
A veces como que también el Dios se equivoca. El otro día andaba vuelteando por el monumento de la Revolución, que sea que estaba reconociendo el terreno. Que se para saber pa dónde correr, que sea por si se ponía brava la cosa, o el caso, según. Bueno, pues andaba yo por esos rumbos y había estado un buen de tiempo en un parquecito que se llama San Fernando, que está ahí nomacito de un cementerio. Y tardé frente a la estatua de mi general Vicente Guerrero, ésa donde viene escrito en piedra el lema del EZLN que es “Vivir por la Patria o Morir por la Libertad”.
Y entonces se me hizo tarde y ya era noche ya. Y entonces me fui caminando por esa calle que se llama Puente de Alvarado y ahí nomás me paró la justicia, que sea los judiciales. Y entonces que me dicen que quién soy, que qué andado haciendo, que me caiga con lo que traigo y otras cosas que no muy entendí porque hablan muy otro esos judiciales. Y entonces ya me querían subir a la patrulla, pero que se acerca una muchacha con una falda bien rabona y una blusita, que sea que estaba bien encuerada y hacía mucho frío. Y entonces la muchacha los habló a los judiciales y ya me dejaron ir ya. Y entonces la muchacha se me acercó y se puso a platicar conmigo y me dijo que se llama Magdalena. Y entonces me preguntó que de ónde era yo porque hablaba muy otro. Y entonces yo, como vi que es buena gente porque me espantó a los judiciales, le dije que de Chiapas. Y entonces ella me preguntó si era yo zapatista. Y entonces yo le dije que no conozco qué cosa es zapatista. Y entonces ella dijo que claro se veía que yo era zapatista, porque los zapatistas no andan diciendo que son zapatistas. Y entonces ella me dijo que no es una ella sino un él. Y entonces, como no muy le entendí, ella se levantó la falda y ahí se miró su ése-cómo-se-llama haciendo bulto en su calzón. Y entonces yo le pregunté que cómo era que es un él y se viste como una ella. Y entonces ella, o él, me contó que es mujer pero tiene cuerpo de hombre. Y entonces me invitó a su cuartito, que porque no había clientes, dijo. Y entonces en su cuartito me contó todo y que ella o sea él quiere ahorrar su dinerito para operarse el cuerpo de hombre y hacerlo cuerpo de mujer y que por eso estaba taloneando. Y entonces yo no muy entendí qué cosa es “taloneando” y ya me explicó. Y entonces se quedó dormida, o dormido, según.
Y entonces yo me acomodé en un rincón con mi chamarra y una su cobija de la Magdalena que me emprestó. Y no dormí porque estuve pensando que a veces el Dios también se equivoca, porque a la Magdalena, que es mujer, la puso en cuerpo de hombre.
Y entonces al otro día tomamos cafecito ya tarde porque la Magdalena no se alevantó luego. Y entonces yo le platiqué de la lucha zapatista y de cómo estamos organizados los pueblos en resistencia y ella estaba muy contenta escuchando. Y entonces no le dije que andaba de Comisión de Investigación y ella no preguntó qué ando haciendo en el mostro, que sea en la Ciudad de México. Y entonces yo lo miré que es buena compañera, o compañero, según, porque es discreta o discreto, según, y no pregunta qué ando haciendo. Y entonces ella me dijo que si me hacía falta podía quedarme en su cuartito el tiempo que quisiera. Y entonces yo le di gracias y aluego salí y le compré un su ramo de rosas rojas y se lo di y le dije que cuando gánemos la guerra íbamos a poner
un hospital para enderezar todo lo que le había salido chueco al Dios. Y entonces ella se puso a chillar, que sea porque nunca le habían dado flores, creo. Y entonces un buen rato estuvo chillando y entonces ya luego se fue a talonear. Y entonces yo me fui a seguir buscando al mal y al malo
."
Tan-tan.

Cuento 5: La película de las mujeres

Estaba yo comiendo una sopa de verduras con hartas calabazas (¡guácala!), y lo estaba haciendo con mucho gusto, gran alegría y desbordado entusiasmo, cuando, desde fuera de la champa de la Comandancia General del Ezetaelene, escuché la voz de la insurgenta Erika pidiendo autorización para pasar (¿escuchaste Toñita?). Ya en el umbral de la champa, la insurgenta Erika dice:
Que dicen los compañeros de si pueden ver película”.
¿Y cuál van a ver?”, le pregunto.
La insurgenta Erika duda, no contesta rápido.
Bueno pues, claro te digo compañero Subcomandante Insurgente Marcos que no sé cómo te voy a decir”, por fin responde mientras se enrojece su rostro moreno.
Mmh… bueno, pero quiere que van a hacer palomitas”, le dije para salvarla de un apuro cuyo motivo ignoraba, y para contrarrestar cualquier efecto nocivo que la calabaza pudiera provocar en mi delicado organismo (¡já!). Porque han de saber ustedes que los subcomandantes somos alérgicos a las verduras, sobre todo a las calabazas. Creo que es algo genético.
Bueno pues”, dijo la insurgenta Erika y se fue corriendo.
Postrado panza arriba, en posición tipo la boa de El Principito de Saint Exupery, estaba yo muy arrepentido de comer tanta verdura, y quedé pensando y reflexionando si no sería bueno prohibir la sopa de calabazas en el territorio zapatista.
Regresó la insurgenta Erika con la medicina, quiero decir, con las palomitas de maíz, y se volvió a ir corriendo. Yo esperé a que se perdiera de vista para poder comer con la elegancia y buenas maneras que me caracterizan, o sea que le entré a las palomitas a puños.
Al rato, otra vez en posición de la boa de El Principito, estaba yo de nuevo muy arrepentido, tratando de digerir la sobredosis de palomitas. Entonces, como un relámpago, llegó un mi pensamiento: “¡Un momento! ¿Por qué la Erika no me pudo decir qué película iban a ver? Ha de ser de muchachas encueradas y por eso le dio pena decirme”.
No sin trabajos, me incorporé y dirigí mis pasos hacia el cuartel, que queda algo retirado de donde está mi champa.
Un resplandor azulado brotaba de la champa que hace de comedor, armería y punto de reunión de la célula de estudio político y actividades culturales. No se oían voces de insurgentes, sólo el ronroneo del pequeño generador y el sonido opacado de unos gemidos.
¡Ajá!”, me pensé, “¡de modo que están viendo película de muchachas encueradas y no me invitaron! Ahorita los arresto a todos y me quedo yo solo viendo la película”.
Me acerqué sigilosamente para sorprenderlos como quien dice que en su delito, y entré sin que se dieran cuenta.
¡Oh desilusión! La película que estaban viendo era una de Jean Claude Van Dame y los gemidos que se escuchaban eran los de un pobre tipo, con rasgos de ciudadano adherente a la Otra Campaña, que estaba siendo golpeado con muchas patadas karatekas por el protagonista de la cinta.
Mta magre”, dije en voz alta, “¿a poco ésa era la película que iban a ver?
Al escucharme, los insurgentes e insurgentas se pusieron rápidamente en posición de firmes, detuvieron la proyección y encendieron la luz.
Dirigiéndome a la insurgenta Erika le pregunté: “¿Y por qué no me podías decir que iban a ver una película de karatekas?
Acaso era esta película, Sup”, respondió la insurgenta Erika y volteó a mirar a las demás compañeras, como pidiendo ayuda.
La insurgenta de sanidad entró al quite y declaró: “No compañero subcomandante, es que la película que íbamos a ver es una que trata sobre de la salud sexual, de las enfermedades y de la higiene y esas cosas”.
Sí, de la SIDA”, dijo la Erika sintiéndose ya respaldada por las demás mujeres, pero todavía enrojeciendo de pena.
No es la primera vez que no entiendo nada de lo que hace mi tropa, así que encendí la pipa y esperé a que siguiera la explicación, que fue la siguiente:
Resulta que las insurgentas querían ver la película “de la SIDA”, usando las palabras de la Erika, y los hombres querían ver “León, peleador callejero” que, dicho sea de paso, ya han visto como 365 veces. No se ponían de acuerdo y discutieron y, como no debiera ser, ganaron las mujeres y vieron la película “de la SIDA”. Los hombres también, porque las mujeres les prometieron que, si veían la película “de la SIDA”, después verían la de Van Dame. Y cumplieron su palabra.
Tan-tan.



Cuento 6 : Cuatro Apuntes de un Escarabajo
Tomado del cuaderno de apuntes de Don Durito de La Lacandona.

Uno. - Una de las razones por las cuales las mujeres son superiores a los hombres es que, con el orgasmo, la breve fiesta del hombre termina. Y la de la mujer todavía tiene un buen trecho qué celebrar.

Dos. - Las mujeres, cuando se rebelan, se rebelan varias veces. Los hombres, en cambio, sólo una vez y a los empujones. Pero para ellos son las estatuas. ¿Las mujeres? Tal vez la sombra que proyectan.

Tres. - No pocas veces un feminismo de revista de moda o de coloquio internacional, ha servido de coartada para crímenes y abusos. Y la equidad de género se consigue gracias a la alquimia de la clase social. “Me critican por ser mujer”, dice la señora de arriba cuando manda defraudar, encarcelar y matar, con el mismo cinismo del hombre de arriba.

Cuatro. - Muchas veces el amor sigue el ancestral camino de la reproducción de la especie. Tiene mucho de rutina y de lección aprendida y repetida. Pero a veces, pocas, casi nunca, el amor es un relámpago de luz y sombra que desafía calendarios, geografías y manuales de sexología. Entonces se vuelve a impartir, para un mínimo auditorio de pieles y corazones desnudos, una lección terrible, única, maravillosa. Y l@s alumn@s nunca aprenden.
Tan-tan.
Muchas gracias.

Subcomandante Insurgente Marcos.

SETTE VENTI NEI CALENDARI E GEOGRAFIE IN BASSO

Sesto Vento: Un’Altra Degna Rabbia

Buona sera
Grazie Don Eduardo Almeida per farci da moderatore. È un onore averla con noi.
Dagli inizi della nostra sollevazione, ha richiamato la nostra attenzione la simpatia e l'appoggio che ricevevamo, e che fortunatamente continuiamo a ricevere, dai quattro settori della popolazione: dagli indigeni, le donne, ragazzi e ragazze, da omosessuali, lesbiche, transgenders, transessuali, principalmente, ma non solo, lavoratori e lavoratrici del sesso.
Da allora ci siamo sforzati di trovare le ragioni o i motivi che ci davano questo privilegio.
A poco a poco abbiamo capito, non so ancora se abbiamo indovinato, che è perché abbiamo in comune questo essere "altri", "altre", esclusi, perseguitati, discriminati, temuti.
Come se si fosse imposta una normalità o uno standard, con le sue classificazioni e caselle, e tutto quello che non entrava in quelle classificazioni fosse posto in un archivio sempre più grande, contrassegnato dall'etichetta "altro".
Ovviamente queste classificazioni sono anche qualificazioni, e da queste ne esce una serie di codici culturali e modelli di comportamento ai quali ci si deve conformare.
Una specie di manuale di sopravvivenza che l'essere umano non riceve in blocco, ma lo assimila a dosi, la maggior parte delle volte, brutali, nel lungo o breve tragitto della sua maturazione, cioè, del suo addomesticamento.
Fate conto di vedere un opuscolo di "Che fare in caso di…?".
E così, non scritti ma evidenti ed onnipresenti, ci sarebbero opuscoli per "Che fare di fronte ad un indigeno?", o "Che fare di fronte ad una donna?", o "Che fare di fronte ad una ragazza o un ragazzo?", o "Che fare di fronte ad un omosessuale, una lesbica, un transgender o un transessuale?".
Indubbiamente non sono un progetto editoriale, ma sono così diffusi che la loro pubblicazione renderebbe milionario chiunque. La raccolta si potrebbe chiamare "Essere una persona normale" e si potrebbe acquistare a fascicoli.
Si potrebbe pensare che ognuno di questi manuali di "educazione" o "sopravvivenza nella normalità" abbia le sue specificità, e le ha. Ma hanno anche delle cose in comune:
"Diffida!", "Disprezza!", "Discrimina!", "Aggredisci!", "Deridi!" sarebbero alcune di queste cose.
E tra le loro specificità potremmo trovare:
L'opuscolo "Che fare di fronte ad un indigeno?" potrebbe indicare in dettaglio, per esempio: "guarda dall'alto in basso, in modo che quella cosa che hai davanti sappia chi comanda e sappia che non siamo tutti uguali, sorridi bonariamente, racconta barzellette sul modo di parlare o di vestire di quella cosa. Il suo valore? Vale meno di un pollo".
E quello "Che fare di fronte ad una donna?" potrebbe riportare: "Se sei uomo guardala come quello che è, un oggetto, una prostituta con padrone o ancora senza padrone. Se sei donna, fai la stessa cosa. Considerala per le sue possibilità di utilizzo sessuale, forza lavoro o elemento decorativo. Aggrediscila. Se è bella, toccala, prendila, falla tua, o almeno tentaci, se è necessario l'uso della forza non dubitare, usalo. Che quell'oggetto che hai sappia chi comanda e sappia che non siamo tutti uguali".
Non bisogna temere di dirlo; questo manuale è diffuso ed è praticato con entusiasmo tra gli uomini o maschi che diciamo stanno in basso e a sinistra. Tacerlo, nasconderlo, non ci esime dall'essere colpevoli, né esorcizza il fantasma che a volte ci rende troppo simili a chi diciamo di combattere.
E l'opuscolo "Che fare di fronte ad una ragazza o un ragazzo?" potrebbe riportare: "In primo luogo pensa di trovarti di fronte ad un delinquente vero o potenziale. Oltre a brufoli e spille, questa cosa ha la tendenza naturale al vandalismo e alla violenza. Considera anche il vantaggio che hai nei calendari, qualcosa che la cosa dovrà capire. Non preoccuparti per la sua ribellione, gli sarà passata quando il calendario, con l'aiuto della polizia, farà il suo lavoro".
E nell'opuscolo "Che fare di fronte ad un omosessuale, una lesbica, transgender o transessuale?" si potrebbe leggere: "Pensa di stare di fronte ad un criminale malato, quindi allontanati (non è accertato che la putería non sia contagiosa), se ne hai, tieni lontani i tuoi figli. In casi estremi ricorri al tuo confessore di fiducia (nota: in mancanza di questo, un membro del PAN, o di un qualsiasi partito di destra, può servire)".
Diciamolo: non solo di fronte alle donne, ma anche di fronte alle diverse preferenze sessuali la sinistra è profondamente maschilista.
E gli zapatisti, le zapatiste?
Forse siamo uguali o peggiori. Nel migliore dei casi ci manca ancora molto.
Ma con l'impegno di imparare e, soprattutto, con gli spazi che ci offrono questi apprendistati e con le maestre, i maestri: voi.
Nei racconti che abbiamo diffuso in questi anni, abbiamo tentato di mostrare la nostra realtà, i nostri difetti e carenze, ma anche i nostri "modi" di cercare di superare gli uni e le altre.
Di fronte alle differenze sessuali è stato più facile. Forse perché arriviamo meno addomesticati.
In uno dei percorsi dell'Altra Campagna, abbiamo incontrato i compagni e le compagne della Brigada Callejera (che ci stavano insegnando, ancora senza saperlo, da molto tempo). Avevamo domandato loro del problema della chiocciola “@”. Questa è politicamente corretta, ma include solo il maschile ed il femminile, come se fosse l'unica opzione sessuale, manca l'altro. I compagni e le compagne della Brigada Callejera ci dissero che usavano "compañeric" o "compañerotic", non ne sono molto sicuro.
Noi abbiamo cercato il nostro modo e siamo arrivati a questo che abbiamo chiamato "compañeroa”.
Bene, il primo racconto descrive l'incontro di Elías Contreras con la Magdalena. La Magdalena era una "compañeroa". Chi crede che lei, o lui, sia un personaggio letterario si sbaglia. La Magdalena è esistita ed era reale, collocatela nel calendario e nella geografia zapatista, come è collocabile l'avvenimento in cui salvò la vita ad Elías Contreras, un indigeno zapatista che si affacciò alla città con quella capacità di stupore e quell'impegno di capire che poche persone possiedono.
Per quanto riguarda le donne siamo ancora molto indietro. Un momento fa, nel pomeriggio, abbiamo ascoltato per voce della Comandanta Hortensia i progressi ottenuti dalle donne in lotta.
Lei ha mancato di dire che li hanno ottenuti nonostante la nostra decisa opposizione. Se noi uomini non parliamo molto di questo è perché sarebbe un lungo e penoso resoconto di sconfitte.
Abbiamo molti problemi. Per esempio, nei nostri quartieri le condizioni igieniche non sono ottime, ed è frequente che tra le insurgentas si verifichino malattie come le infezioni alle vie urinarie. La Capitana di Sanità Elena non mi smentirà: si combatte molto per costringere i loro compagni maschi a curarsi, perché poi le infettano di nuovo.
E non solo. Combattiamo anche per l'uso del preservativo. Le nostre compagne insurgentas normalmente sono molto giovani ed hanno problemi di salute per l'uso di anticoncezionali. La pillola e gli altri metodi fanno loro male. Siccome sono molto giovani si insistite sui loro compagni maschi perché usino il preservativo. Ma, come comprenderete, è difficile accertare che questo avvenga, e non possiamo andare in ogni casa a vedere se lo stanno usando. Io ho proposto la mia "pedagogia del machete", e li minaccio di fargli la vasectomia con la mia abilità chirurgica.
E ci manca ancora molto per quanto riguarda il rispetto della donna. C'è un aneddoto che vi voglio raccontare:
Qualche giorno fa eravamo riuniti dicendo che sarebbe venuta la Comandanta Sandinista Mónica Baltodano. Una delle comandanti ha tirato fuori la frase che dicevano le donne sandiniste, che dice "non si può fare la rivoluzione senza la partecipazione delle donne". Io, scherzando, le dissi che tiravo fuori la frase che diceva "si può fare la rivoluzione nonostante le donne". La comandante mi ha guardato dall'alto in basso e mi ha detto: "Grr, Sub, stiamo facendo una guerra di liberazione. Se ci stiamo mettendo tanto è per colpa di quegli stronzi di uomini".
Andiamo ora a completare i racconti mancanti:

Racconto 4 : L'incontro di Elías Contreras e la Magdalena

Parla Elías Contreras, Commissione di Investigazione dell'EZLN:
"A volte capita che anche Dio si sbaglia. L'altro giorno camminavo gironzolando nei paraggi del monumento alla Rivoluzione, come se stessi facendo una ricognizione. Questo per sapere verso dove correre, se la cosa butta bene, o in caso contrario, a seconda della situazione. Bueno, me ne andavo così per quei sentieri e finì che rimasi per un bel po' di tempo in un parco che si chiama San Fernando, che poi è così ch'è stato soprannominato lì un cimitero. E così m'attardai di fronte alla statua del mio generale Vicente Guerriero, quella dov'è inciso nella pietra il motto dell'EZLN che è "Vivere per la Patria o Morire per la Libertà."
Ed allora mi si fece tardi, ed era già notte fatta. E allora me ne stavo andando per quella strada che si chiama Ponte di Alvarado, e non lontano di lì mi ha fermato la giustizia, vale a dire dei poliziotti. E allora mi chiedono chi sono, che vado facendo, che mi succede, che vado cercando ed altre cose che non capii molto perché parlavano molto "altro" quei poliziotti. E allora volevano che li seguissi al posto di controllo, ma si è avvicinata una ragazza con un gonnellino molto attillato ed una magliettina, sicchè stava molto spogliata anche se faceva tanto freddo. Ed allora la ragazza si mise a parlare coi poliziotti e questi mi lasciarono andare. E allora la ragazza mi si avvicinò e si mise a conversare con me e mi disse che si chiama Magdalena. Ed ancora mi domandò di dov'ero e perché parlavo molto "altro". Ed io, allora, come vidi che era una brava persona, perchè aveva allonato i poliziotti, le dissi che venivo dal Chiapas. Ed allora lei mi domandò se io ero zapatista. Ed io allora le risposi che non conosco che cos'è uno zapatista. Ed allora ella disse che si vedeva chiaramente che io ero zapatista, perché gli zapatisti non vanno dicendo che sono zapatisti. E allora a quel punto ella mi disse che non è una lei bensì un lui. E siccome non riuscivo a capirla, allora lei alzò la gonna e lì si vedeva il suo-come-si-chiama che faceva un rigonfiamento nelle sue mutande. Ed allora io le domandai come mai fosse un lui vestito come una lei. Ed allora lei, o lui, mi raccontò che è una donna ma che ha il corpo di un uomo. Ed allora mi invitò nella sua stanza, che tanto non c'erano clienti, disse. Ed allora, una volta nella sua stanza, mi raccontò tutto e cioè che lei, cioè lui, vuole risparmiare i suoi soldini per operarsi il corpo di uomo e farlo diventare un corpo di donna e che per quel motivo stava battendo. E poiché io non riuscivo a capire bene che cosa significa "battendo", allora me lo spiegò. Ed allora rimase addormentata, o addormentato, a seconda.
Ed quindi io allora mi accomodai in un angolo col mio giubbotto ed una coperta che la Magdalena mi aveva prestato. E non dormii perché stavo pensando che a volte anche Dio sbaglia, perché alla Magdalena, che è donna, la mise in corpo da uomo.
Ed allora il giorno seguente ci prendiamo un caffettino ch'è già tardi, perché la Magdalena non si alzò presto. Ed allora io mi misi a parlarle della lotta zapatista e di come siamo popoli organizzati nella resistenza e lei era molto contenta di ascoltare. Ed allora non le dissi che ero della Commissione di Investigazione e lei non domandò che cosa andavo facendo in quello mostro che è Città del Messico. Ed allora io vidi che è una buona compagna, o compagno, a seconda, perché è discreta o discreto, a seconda, e non domanda che cosa vado facendo. Ed allora ella mi disse che se ne avevo bisogno potevo rimanere nella sua stanza tutto il tempo che avessi voluto. Ed allora io le dissi grazie ed a quel punto uscii e le comprai un mazzo di rose rosse e glielo diedi e le dissi che quando vinceremo la guerra la porteremo in un ospedale per raddrizzare tutto quello che era uscito storto a Dio. Ed allora ella si mise a pigolare, forse perché nessuno le aveva mai dato fiori, credo. Ed allora un momento prima stava cinguettando ed un momento dopo era già tornata a battere. Ed allora io me ne andai per continuare a cercare il male ed il cattivo
."
Tan-tan.

Racconto 5 : Il film delle donne

Stavo mangiando una zuppa di verdure con zucche lesse, (che schifo!), e lo stavo facendo con molto piacere, grande allegria e traboccando entusiasmo, quando, dall'esterno della capanna del Comando Generale dell'Ezetaellenne, sentii la voce dell'insurgenta Erika che chiedeva il permesso per entrare (hai sentito bene Toñita?). Appena sulla soglia della capanna, l'insurgenta Erika dice: "I compagni chiedono se possono vedere un film."
"E quale film vanno a vedere?", gli domando.
L'insurgenta Erika incerta, non rispose subito.
"Bueno cioè, di certo ti dico, compagno Subcomandante Insurgente Marcos, che non so come devo dirtelo", risponde alla fine, mentre il suo viso bruno si fa rosso.
"Mmh...bueno, voglio però che facciano i popcorn", le dissi per salvarla da un imbarazzo di cui ignoravo il motivo, e per resistere ad alcuni effetti nocivi che la zucca stava provocando nel mio delicato organismo (ach!). Perché voi dovete sapere che i subcomandanti sono allergici alle verdure, soprattutto alle zucche. Credo che sia qualcosa di genetico.
"Bueno e sia", disse l'insurgenta Erika e se n'andò correndo.
Steso con la pancia in alto, in posizione tipo il boa de Il Piccolo Principe di Saint Exupery, m'ero molto pentito di aver mangiato così tanta verdura, e rimasi lì a pensare e riflettere se non sarebbe meglio proibire la zuppa di zucche nel territorio zapatista.
L'insurgenta Erika fu presto di ritorno con la medicina, voglio dire coi popcorn di mais, e di nuovo si voltò per andar via di corsa. Io aspettai fino a che non fu più in vista per poter mangiare con l'eleganza e le buone maniere che mi caratterizzano, cioè mi avventai sui popcorn prendendone a pugni pieni.
Di lì a poco, un'altra volta nella posizione del boa de Il Piccolo Principe, io ero di nuovo molto pentito, tentando questa volta di digerire l'overdose di popcorn. Allora, come un lampo, mi balenò un pensiero: "Un momento! Perché l'Erika non potè dirmi che film andavano a vedere? Dev'essere di ragazze nude e per quel motivo aveva difficoltà a dirmelo."
Non senza fatica, tornai allora in me e diressi i miei passi verso l'accampamento, che rimane un po' defilato da dove si trova la mia baracca.
Un riflesso azzurrognolo proveniva dalla baracca che serve da sala mensa, armeria e punto di riunione della cellula di studio politico ed attività culturali. Non si sentivano voci di insorti, solo le fusa del piccolo generatore elettrico ed il suono soffocato di alcuni gemiti. "Ah-ah!", mi venne da pensare, "di sicuro stanno vedendo un film di ragazze nude e non mi hanno invitato! Adesso li metto tutti agli arresti e me ne rimango solo soletto a vedere il film."
Mi avvicinai silenziosamente per sorprenderli, come si dice, in flagrate delitto, ed entrai senza che se n'accorgessero.
Oh delusione! Il film che stavano vedendo era uno con Jean Claude Van Damme ed i gemiti che si sentivano erano quelli di un povero tizio, coi tratti di un cittadino aderente all'Altra Campagna, che veniva malmenato con molti calci di karate dal protagonista della pellicola.
"Porca miseria", dissi a voce alta, "dunque questo era il film che volevano vedere?"
Sentendomi, gli insurgentes e le insurgentas si misero rapidamente in posizione di attenti, fermarono la proiezione e accesero le luci.
Dirigendomi dall'insurgenta Erika le domandai: "E perché non potevi dirmi che volevano vedere un film di karate?"
"E' questo film solo per caso, Sub", rispose l'insurgenta Erika e si voltò a guardare le altre compagne, come chiedendo aiuto. L'insurgenta di sanità arrivò dritta al punto e dichiarò: "No compagno subcomandante, è che il film che venivamo a vedere è una pellicola che tratta della salute sessuale, delle malattie veneree, dell'igiene e quelle cose lì."
"Sì, dell'AIDS", disse l'Erika sentendosi già appoggiata dalle altre donne, ma ancora arrossando di imbarazzo. Non è la prima volta che non capisco niente di quello che fa la mia truppa, cosicché m'accesi la pipa e aspettai seguisse la spiegazione, che fu la seguente:
Risulta che le insurgentas volevano vedere il film "dell' AIDS", usando le parole dell'Erika, e gli uomini volevano vedere "León, peleador callejero" che, sia detto di passaggio, hanno visto già qualcosa come 365 volte. Non si mettevano d'accordo e discussero e, come non dovrebbe essere, alla fine vinsero le donne e videro il film "dell' AIDS" Gli uomini anche, perché le donne promisero loro che, se vedevano il film "dell'AIDS", dopo avrebbero visto quello di Van Damme. E furono di parola.
Tan-tan.

Racconto 6 : Quattro Appunti di uno Scarabeo
Preso dal quaderno di appunti di Don Durito de La Lacandona

Uno. - Una delle ragioni per le quali le donne sono superiori agli uomini è che, con l'orgasmo, la breve festa dell'uomo finisce. Ed ancora quella della donna ha un buon tratto da celebrare.

Due. - Le donne, quando si ribellano, si ribellano varie volte. Gli uomini, invece, solo una volta e a spintoni. Ma per essi ci sono le statue. Le donne? Forse sono l'ombra che proiettano.

Tre. - Non poche volte un femminismo da rivista patinata di moda o da seminario internazionale, è servito da alibi per crimini ed abusi. E l'equità di genere si ottiene grazie all'alchimia della classe sociale. Mi criticano "perché sono donna", dice la signora in "alto" quando fa defraudare, imprigionare ed ammazzare, con lo stesso cinismo dell'uomo in "alto".

Quattro. - Molte volte l'amore segue l'ancestrale cammino della perpetuazione della specie. Ha molto di routine e di lezione imparata e ripetuta. Ma a volte, poche, quasi mai, l'amore è un lampo di luce ed ombra, che sfida calendari, geografie e manuali di sessuologia. Allora torna ad insegnare, per un minimo uditorio di pelli e cuori nudi, una lezione terribile, unica, meravigliosa. E l@s alumn@s non imparano mai.

Tan-Tan.
Molte grazie.

Subcomandante Insurgente Marcos


Parti precedenti:
Primer Viento: una digna juventud rabiosa
Segundo Viento: un digno y rabioso empeño
Tercer Viento: un digno y rabioso color de la tierra
Cuarto viento: Una digna rabia organizada
Quinto Viento: Una digna y femenina rabia

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