La patria tiene que nacer otra vez



Buenas noches.
Va a tardar un poco, así que cambien los casetes; los censores que preparen las tijeras, que el Comité Clandestino Revolucionario Indígena, Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional quiere decir algunas cosas antes de decir en su palabra, en general, sobre lo que está ocurriendo en esta mesa de diálogo, aprovechando que aquí están presentes los principales medios de comunicación.
Primero, nos hemos enterado que hay alguien que se dice miembro de nuestro ejército que está en los Estados Unidos de Norteamérica, haciéndose portavoz como combatiente de nuestro ejército. Esto es falso. No tenemos combatientes en otros países haciendo este tipo de trabajo.
El segundo punto es que el veto que había acordado nuestro ejército a los autodenominados noticieros de una cadena televisiva se mantiene, no sabemos cómo está llegando la señal ahí. Nada más les recuerdo que digan: No, a la piratería. No podemos hacer nada, nosotros no tenemos satélites para intervenir esa señal, pero sí que quede claro que no es con aprobación nuestra.
Queremos dirigirnos otra vez a todo México y a los pueblos hermanos del mundo, aprovechando que están ustedes aquí, la prensa nacional e internacional, con estas palabras:

Por mi voz, habla la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Cuando bajamos de las montañas cargando a nuestras mochilas, a nuestros muertos y a nuestra historia, venimos a la ciudad a buscar la patria. La patria que nos había olvidado en el último rincón del país; el rincón más solitario, el más pobre, el más sucio, el peor.
Venimos a preguntarle a la patria, a nuestra patria, ¿por qué nos dejó ahí tantos y tantos años? ¿Por qué nos dejó ahí con tantas muertes? Y queremos preguntarle otra vez, a través de ustedes, ¿por qué es necesario matar y morir para que ustedes, y a través de ustedes, todo el mundo, escuchen a Ramona -que está aquí- decir cosas tan terribles como que las mujeres indígenas quieren vivir, quieren estudiar, quieren hospitales, quieren medicinas, quieren escuelas, quieren alimentos, quieren respeto, quieren justicia, quieren dignidad?
¿Por qué es necesario matar y morir para que pueda venir Ramona y puedan ustedes poner atención a lo que ella dice? ¿Por qué es necesario que Laura, Ana María, Irma, Elisa, Silvia y tantas y tantas mujeres indígenas hayan tenido que agarrar un arma, hacerse soldados, en lugar de hacerse doctoras, licenciadas, ingenieros, maestras?
¿Por qué es necesario que mueran los que murieron? ¿Por qué es necesario matar y morir? ¿Qué ocurre en este país? Y hablamos a todos: gobernantes y gobernados, ¿qué ocurre en este país que es necesario matar y morir para decir unas palabras pequeñas y verdaderas sin que se pierdan en el olvido?
Venimos a la ciudad armados de verdad y fuego, para hablar con la violencia el día primero de este año. Hoy, volvemos a la ciudad para hablar otra vez pero no con fuego; quedaron en silencio nuestras armas de fuego y muerte y se abrió el camino para que la palabra volviera a reinar en el lugar donde nunca debió de irse: nuestro suelo.
Venimos a la ciudad y encontramos esta bandera, nuestra bandera. Eso encontramos; no encontramos dinero, no encontramos riquezas, no encontramos nadie que nos escuchara otra vez. Encontramos la ciudad vacía y sólo encontramos esta bandera. Venimos a la ciudad y encontramos esta bandera y vimos que bajo esta bandera vive la patria; no la patria que ha quedado olvidada en los libros y en los museos, sino la que vive, la única, la dolorosa, la de la esperanza.
Esta es la bandera de México, nuestra bandera. Bajo esta bandera vive y muere una parte del país cuya existencia era ignorada y despreciada por los poderosos; muertes y muertes se iban sumando bajo el cielo de esta bandera, sin que otros mexicanos voltearan: ustedes.
¿Por qué tenemos que dormir con las botas puestas y el alma en un hilo cuidando esta bandera? ¿Por qué brincamos la selva, montaña, valles, cañadas, caminos reales y carreteras cargando y cuidando esta bandera? ¿Por qué la traemos con nosotros como la única esperanza de democracia, libertad y justicia? ¿Por qué las armas acompañan y velan día y noche esta bandera, nuestra bandera? ¿Por qué?
Y nosotros queremos preguntarles si hay otra forma de vivir bajo esta bandera, otra forma de vivir con dignidad y justicia bajo esta bandera. Ustedes nos han dicho que sí; nos han hablado con palabras de verdad, nos hablan al corazón diciendo: Dénle una oportunidad a la paz.
Nosotros hemos recibido su mensaje y hemos venido aquí con ánimo verdadero y honesto. No traemos dos corazones, no hay fuerzas oscuras detrás nuestro ni venimos aquí buscando otra cosa que no sea hablar y escuchar sin armas.
Cuando nosotros nos sentamos a la mesa del diálogo con el mediador, el obispo Samuel Ruiz, y el Comisionado para la Paz, el licenciado Manuel Camacho Solís, nos desarmamos, dejamos nuestras armas a un lado y entramos y hablamos de hombre a hombre sin armas de por medio, sin amenazas ni presiones.
Si traemos armas ahorita o cuando no estamos en la mesa del diálogo, son armas personales únicamente para defendernos en caso de que haya una agresión de alguna gente que se sienta agredida y ofendida por nuestras palabras de verdad y de justicia.
Ustedes nos han dicho que le demos una oportunidad a la paz y nosotros hemos venido aquí con ánimo verdadero y honesto. Si hay otro camino al mismo sitio, al lugar donde esta bandera ondée con democracia, libertad y justicia, muéstrenlo. No jugaremos con la sangre de los nuestros. Si es posible lograr que esta bandera, nuestra bandera, su bandera de ustedes, se eleve con dignidad, sin que sea necesaria la muerte que abona el suelo en que se planta, sea.
Abriremos esa puerta y seguiremos caminando con otros pasos. SI es posible que no sean ya necesarias ni las armas ni los ejércitos, sin que haya sangre y fuego para lavar la historia, sea. Pero si no. ¿Y si nos vuelven a cerrar todas las puertas? ¿Y si la palabra no logra saltar los muros de la soberbia y de la incomprensión? ¿Y si la paz no es digna y verdadera, quién -preguntamos- nos negará el sagrado derecho de vivir y morir como hombres y mujeres dignos y verdaderos? ¿Quién nos impedirá entonces vestirnos otra vez de guerra y muerte para caminar la historia? ¿Quién?
Ustedes tienen la palabra: Los que gobiernan y los gobernados, los pueblos todos de este mundo. Respondan ustedes, sabremos escuchar. Les pedimos que den un lugar en su corazón de ustedes para nuestro pensamiento; no nos dejen solos.
Con ustedes, todo somos. Sin ustedes, somos otra vez ese rincón sucio y olvidado de la patria.
Nosotros, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, hemos venido con la misma esperanza con la que venimos el día primero de enero de este año: no la esperanza del poder, no la esperanza del beneficio para unos cuantos, sino la esperanza de una paz con justicia, dignidad, democracia y libertad.
Por eso nos hicimos soldados, para que un día no sean necesarios los soldados. Escogimos este camino suicida de una profesión cuyo objetivo es desaparecer: soldados que son soldados para que un día ya nadie tenga que ser soldado.
Y es por esta bandera que nosotros nos hicimos soldados. Pero si ahora nuestro pueblo, nuestra gente, ustedes nos dicen que es posible hacer esto sin que haya muerte y sangre, nosotros venimos a escuchar y aprender también de ustedes.
La patria, no es idea que está entre letras y libros; la patria que queremos todos, tiene que nacer otra vez. En nuestros despojos, en nuestros cuerpos rotos, en nuestros muertos y en nuestra esperanza tendrá que levantarse otra vez está bandera.
Pase lo que pase nosotros sabemos que en este lago y doloroso parto de la historia, algo y todo pusimos. Amor y dolor no solo riman, sino que se hermanan y juntos marchan. Por eso somos soldados que quieren dejar de ser soldados, porque los muertos de antes y de mañana, los vivos de hoy y de siempre, los de todos que llamamos pueblo y patria, los sin nada, los perdedores de siempre antes de mañana, nosotros, los sin nombre, los sin rostro, podamos cultivar el poderoso árbol del amor que es viento que limpia y sana; no el amor pequeño y egoísta, el gran decir, el que mejora y engrandece.
Cultivar entre nosotros el árbol del amor, el árbol del deber, en este cultivo poner la vida toda, cuerpo y alma, aliento y esperanza. Ustedes nos han dicho que es posible llegar a esto sin la guerra, que es posible que la paz abra la puerta de la esperanza para nuestros pueblos, los escuchamos a todos, los gobernantes y los gobernados.
Estamos dispuestos a ver si otra puerta se abre y si es verdadera la seguiremos. Así venimos aquí; con ese ánimo y con el ánimo hemos hablado y le hemos dicho al gobierno nuestras demandas: democracia, libertad y justicia.
Vemos en él la disposición de escuchar y la disposición de buscar un camino. Y ése es el que estamos buscando ahorita.
Queremos decirle al pueblo de México, y a los pueblos y gobiernos del mundo, a ustedes, representantes de la prensa nacional e internacional, que el diálogo va por buen camino. Hemos encontrado oídos que nos escuchen y ánimo verdadero de buscar una solución.
Quería referirme yo a la preocupación que existe por nuestros rostros y nuestras armas. No entendemos por qué se preocupan tanto de nuestros rostros si antes del primero de enero no existían para ustedes; ni Ramona, ni Felipe, ni David, ni Eduardo, ni Ana María ni nadie existía para este país el día primero de enero.
Pero si quieren saber qué rostro hay detrás del pasamontañas, es muy sencillo: tomen un espejo y véanlo. Nosotros quermos decirles a ustedes, a los que han dicho la verdad, no a los que han seguido el camino de la mentira, que si la muerte se detuvo el día que se detuvo, fue gracias a ustedes y a la gente que hay detrás de ustedes.
Pedimos, como hermanos, que sigan diciendo la verdad, los que dicen la verdad; y si es posible, que los que dicen la mentira, no pongan tanto énfasis en la mentira.
Queremos que apoyen este diálogo que se da, queremos que hablen claramente lo que decimos nosotros. Lo que estamos diciendo es la verdad, no es bueno buscar dobleces donde no los hay porque eso puede traer más problemas por otros lados.
Las armas que tenemos, ya les expliqué, ni siquiera es por desconfianza al gobierno, más bien es por otras fuerzas que se han visto tocadas en sus intereses con nuestro movimiento. Pero pensamos que en este segundo día y expuestas nuestras demandas principales, que han sido sopesadas y analizadas por el Comisionado, avanzamos ya en buscar los caminos de resolución y en base a ello, llegar a acuerdos concretos, si es que éstos son posibles.
Lo que me pide el Comité que diga, que diga claro en todas estas palabras, es su disposición verdadera a buscar otro camino, si es que lo hay. Y a recibir de todos ustedes su opinión y su apoyo en esta búsqueda por la paz con dignidad que nosotros esperamos.
En mi silencio, calla la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. En mi voz, habla Marcos, otra vez.
Queríamos aprovechar estos momentos porque nos han criticado mucho que por qué hablamos con unos y hablamos con otros o con unos sí y con otros no. Y queremos decirles de corazón que sí queremos hablar con todos, y lo vamos a hacer, nada más dénos "chance" pues acabamos de llegar y estamos batallando con la traducción de las propuestas, porque hay cuatro dialectos en el Comité Clandestino ahorita.
Cualquier iniciativa que se toma o se demanda, o respuesta del Comisionado, tarda mucho porque tenemos que estarla traduciendo. Pero nosotros les prometemos, de corazón, puesto que les debemos mucho a todos ustedes, hablar a pasamontañas quitado todo lo que quieran saber sobre nosotros.
Es todo, muchas gracias.

Desde las montañas del sureste mexicano
Subcomandante Insurgente Marcos


Buona sera.
Indugerò un po', così voi potrete cambiare i nastri; e che i censori tengano pronte le forbici perché il Ccri-Cg dell'Ezln vuole dire qualcosa prima di esporre il suo punto di vista generale su ciò che sta avvenendo a questo tavolo di trattative, approfittando del fatto che sono qui presenti i principali mezzi di comunicazione.
Per prima cosa, ci siamo accorti che c'è qualcuno che si proclama membro del nostro esercito negli Stati Uniti nordamericani, e si spaccia per portavoce e combattente del nostro esercito. Questo è falso. Non abbiamo combattenti negli altri paesi che fanno questo tipo di lavoro.
Il secondo punto riguarda il veto che era stato posto dal nostro esercito sui cosiddetti notiziari di una catena televisiva: esso viene confermato. Non sappiamo in che modo questo segnale arrivi fin qui. Vi ricordo soltanto di dire: "No alla pirateria". Non possiamo farci niente; non abbiamo satelliti per intercettare questo segnale, però sia chiaro che non ha la nostra approvazione. Approfittando della presenza qui della stampa nazionale e internazionale, vogliamo rivolgerci un'altra volta a tutto il Messico e ai popoli fratelli del mondo con queste parole:

Attraverso la mia voce parla la voce dell'Ezln.

Quando siamo scesi dalle montagne portando sulle spalle i nostri zaini, i nostri morti e la nostra storia, siamo venuti in città per cercare la patria. La patria che ci aveva dimenticati nell'angolo più sperduto del paese: l'angolo più solitario, il più povero, il più sporco, il peggiore.
Siamo venuti a chiedere alla patria, alla nostra patria, perché ci aveva abbandonati lì per così tanti anni? Perché ci aveva lasciati lì con tante morti?
E attraverso voi vogliamo domandarle un'altra volta, perché dobbiamo uccidere e morire affinché voi, e attraverso voi il mondo intero, ascolti Ramona - che è qui - dire cose tanto terribili come queste: che le donne indigene vogliono vivere, vogliono studiare, vogliono ospedali, vogliono medicine, vogliono scuole, vogliono cibo, vogliono rispetto, vogliono giustizia, vogliono dignità?
Perché dobbiamo uccidere e morire affinché Ramona possa venire qui e voi possiate fare attenzione a ciò che dice? Perché Laura, Ana Maria, Irma, Elisa, Silvia e tante, tante altre donne indigene hanno dovuto prendere un'arma e farsi soldatesse, anziché farsi dottoresse, laureate, ingegneri, maestre? Perché hanno dovuto morire coloro che sono morti? Perché dobbiamo uccidere e morire? Che cosa succede in questo paese? E ci rivolgiamo a tutti, a governanti e a governati: cosa succede in questo paese, che dobbiamo uccidere e morire per poter dire una parola piccola e veritiera senza che si perda nell'oblio?
Siamo venuti in città armati di verità e di fuoco per parlare con la violenza il primo giorno di questo anno. Oggi siamo ritornati in città per parlare un'altra volta, ma non con il fuoco; le nostre armi di fuoco e di morte sono rimaste in silenzio e si è aperta la strada per far ritornare a regnare la parola nel luogo dove mai sarebbe dovuta andar via: la nostra terra. Siamo venuti in città e abbiamo trovato questa bandiera, la nostra bandiera. Questo abbiamo trovato, non già denaro o ricchezza, ne qualcuno che ci ascoltasse di nuovo.
Abbiamo trovato la città vuota, e questa bandiera. Siamo venuti in città e abbiamo trovato questa bandiera, e abbiamo visto che sotto questa bandiera vive la patria. Non la patria che è rimasta dimenticata nei libri e nei musei, bensì la patria che vive, l'unica, l'addolorata, quella della speranza.
Questa è la bandiera del Messico, la nostra bandiera. Sotto questa bandiera vive e muore una parte del paese, la cui esistenza era ignorata e disprezzata dai potenti. Morti e morti si sono accumulati sotto il cielo di questa bandiera, senza che altri messicani si siano voltati: voi.
Perché dobbiamo dormire con gli stivali calzati e l'anima appesa ad un filo difendendo questa bandiera? Perché abbiamo dovuto attraversare foreste, montagne, valli, canaloni, antichi sentieri e strade, portando sulle spalle e difendendo questa bandiera? Perché la portiamo con noi come l'unica speranza di democrazia, di libertà e di giustizia? Perché le armi accompagnano e vegliano notte e giorno questa bandiera, la nostra bandiera? Perché?
Noi vogliamo domandarvi se esiste un altro modo di vivere con dignità e giustizia sotto questa bandiera. Voi ci avete detto di sì; ci avete parlato con parole di verità, ci parlate al cuore dicendo: "Date alla pace un'occasione". Noi abbiamo ricevuto il vostro messaggio e siamo venuti qui con l'animo sincero e onesto. Non portiamo con noi due cuori, non ci sono forze oscure dietro di noi, ne siamo venuti qui cercando altro che non sia parlare e ascoltare senza armi.
Quando ci sediamo al tavolo del dialogo assieme al mediatore, il vescovo don Samuel Ruiz, e al commissario per la pace dottor Manuel Camacho Solis, noi siamo disarmati, abbiamo lasciato le nostre armi fuori ed entriamo e parliamo da uomo a uomo senza armi di mezzo, senza minacce ne pressioni. Se portiamo armi adesso, o quando non siamo al tavolo del dialogo, si tratta di armi personali, solo per difenderci nel caso che vi sia un'aggressione da parte di qualcuno che si senta aggredito e offeso dalla nostra parola di verità e di giustizia. Ci avete detto di dare un'occasione alla pace e noi siamo venuti qui con animo sincero e onesto. Se vi è un'altra strada che porti nello stesso posto, nel luogo dove questa bandiera sventola con democrazia, libertà e giustizia, indicatecelo. Non scherziamo con il sangue dei nostri morti. Se è possibile fare in modo che questa bandiera, la nostra bandiera, la vostra bandiera, si innalzi con dignità, senza che sia necessaria la morte che rende fertile il suolo su cui viene piantata, così si faccia. Apriremo questa porta e continueremo a camminare con passo diverso. Se è possibile che non siano più necessarie le armi ne gli eserciti, che non siano più necessari il sangue o il fuoco per lavare la storia, così sia.
Ma se così non fosse? E se si richiuderanno tutte le porte? E se la parola non riuscisse a superare i muri della superbia e dell'incomprensione? E se la pace non fosse dignitosa ne sincera, chi - domandiamo - ci negherà il sacro diritto di vivere e morire da uomini e donne degni e sinceri? Chi ci potrà impedire allora di vestirci un'altra volta di guerra e morte per far camminare la storia? Chi?
A voi la parola. A voi che governate e a voi governati, a voi popoli tutti di questo mondo.
Rispondete, noi sapremo ascoltare. Vi chiediamo di conservate un posto nel vostro cuore per il nostro pensiero; non ci lasciate soli. Assieme a voi, siamo tutto.
Senza di voi, siamo di nuovo questo angolo sporco e dimenticato della patria. Noi, l'Esercito zapatista di liberazione nazionale, siamo venuti con la stessa speranza con cui eravamo venuti il primo gennaio di questo anno.
Non la speranza di conquistare il potere, non la speranza di ottenere benefici per qualcuno, bensì la speranza di una pace con giustizia, dignità, democrazia e libertà. Per questo siamo diventati soldati, perché un giorno non siano più necessari i soldati. Abbiamo scelto questa strada suicida di una professione il cui obiettivo è scomparire. Soldati che sono soldati perché un giorno nessuno più debba essere soldato. E' per questa bandiera che siamo diventati soldati. Ma se adesso il nostro popolo, la nostra gente, voi, ci dite che è possibile far questo senza che vi sia morte e sangue, noi veniamo ad ascoltare e anche a imparare da voi.
La patria non è un'idea che si trova nelle parole e nei libri: la patria che vogliamo tutti deve nascere un'altra volta. Dalle nostre spoglie, dai nostri corpi spezzati, dai nostri morti e dalla nostra speranza dovrà innalzarsi un'altra volta la nostra bandiera.
Succeda ciò che dovrà succedere, noi sappiamo che in questo lungo e doloroso parto della storia, tutti abbiamo spinto un po'. Amore e dolore non soltanto fanno rima tra loro, ma si affratellano e marciano insieme.
Per questo siamo soldati che non vogliono essere più soldati, perché i morti di ieri e di domani, i vivi di oggi e di sempre, coloro che chiamiamo popolo e patria, che non hanno niente, i perdenti di sempre, noi, i senza nome, i senza volto, possiamo coltivare il possente albero dell'amore che è vento che pulisce e risana; non l'amore piccolo ed egoista, ma l'amore grande, ciò che ci rende migliori e ci fa crescere.
Coltivare tra di noi l'albero dell'amore, l'albero del dovere, e in questa azione mettere la vita intera, il corpo e l'anima, il coraggio e la speranza.
Voi ci avete detto che è possibile arrivare a questo senza la guerra, che è possibile che la pace apra la porta della speranza ai nostri popoli, perciò vi ascoltiamo tutti, sia chi governa che chi è governato. Siamo disposti a vedere se si apre un'altra porta, e se è sincera la seguiremo. Siamo venuti con questo spirito, e con sincerità abbiamo parlato e abbiamo formulato al governo le nostre richieste: democrazia, libertà e giustizia.
Abbiamo visto in lui la disponibilità ad ascoltare e a cercare una strada. E questo è ciò che stiamo adesso cercando. Vogliamo dire al popolo messicano e a tutti i popoli e i governi del mondo, a voi, rappresentanti della stampa nazionale e internazionale, che il dialogo procede per la strada giusta. Abbiamo trovato orecchie che ci ascoltano e un animo disposto a ricercare una soluzione. Vorrei accennare alla preoccupazione che esiste per il nostro volto e la nostra maschera. Non capiamo perché vi preoccupiate tanto per il nostro volto, se prima del primo gennaio per voi non esistevano né Ramona né Felipe, né David ne Eduardo, ne Ana Maria ne nessun altro esisteva per questo paese il primo gennaio.
Ma se volete sapere che faccia c'è dietro il passamontagna, è molto semplice: prendete uno specchio e guardatelo. Vogliamo dire a voi, a coloro che hanno detto la verità, non a coloro che hanno seguito la strada della menzogna, che se la morte si è arrestata il giorno in cui si è arrestata, è stato grazie a voi, alla gente che c'è dietro di voi.
Da fratelli chiediamo di continuare a dire la verità a coloro che dicono la verità e, se è possibile, coloro che dicono menzogne, non mettano tanta enfasi nel dirle.
Vogliamo che appoggiate questo dialogo che sta avvenendo, vogliamo che riportiate chiaramente ciò che noi diciamo. Ciò che stiamo dicendo è la verità, non è bene cercare doppiezze dove non ci sono, perché ciò può comportare altri problemi. Le armi che portiamo, l'ho già spiegato, non sono tanto per sfiducia nel governo, quanto piuttosto per quelle forze che si sono viste toccate nei loro interessi dal nostro movimento. Ma pensiamo che in questo secondo giorno, esposte le nostre richieste principali che sono state soppesate e valutate dal Commissario, stiamo già avanzando nella ricerca di strade per la soluzione del conflitto e, sulla base di ciò, giungere ad accordi concreti, se saranno possibili.
Ciò che il Comitato mi chiede di dire, di dire chiaramente con tutte queste parole, è la sua sincera disposizione a cercare, se c'è, un'altra strada. E ad accogliere l'opinione e l'appoggio di tutti voi in questa ricerca della pace degna che noi ci aspettiamo. Con il mio silenzio tace la voce dell'Ezln. Con la mia voce ricomincia a parlare Marcos.
Abbiamo voluto approfittare di questi momenti perché ci hanno criticato molto per il fatto che parliamo con l'uno o con l'altro, oppure con questo sì e con quello no. Vogliamo dirvi sinceramente che noi vogliamo parlare con tutti, e lo faremo se ce ne darete l'opportunità, dato che siamo appena arrivati e stiamo battagliando con la traduzione delle proposte, perché nel Comitato clandestino adesso si parlano quattro dialetti. Qualsiasi iniziativa che si prenda o che si richieda, qualsiasi risposta del Commissario, ci porta via molto tempo perché dobbiamo tradurla. Però, dato che dobbiamo molto a tutti voi, vi promettiamo con tutto il cuore di parlare senza passamontagna su tutto ciò che vorrete sapere su di noi.
E' tutto. Molte grazie.

Dalle montagne del sudest messicano
Subcomandante Insurgente Marcos

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